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lunes, marzo 23, 2009
Jack London y el buen soldado
Unas líneas que definen al mejor London socialista que incluyo como anexo.
La biografía está escrita por Alex Kershaw y se titula Jack London. Un soñador americano (La Liebre de Marzo, Barcelona, 2000), y en ella el autor describe su torturada personalidad, motivado por un “insaciable apetito por la vida”. En sus casi 390 páginas, Kershaw ofrece una pormenorizada información y anecdotario ayuda a desvelar muchos interrogantes y a comprender el sentido de su proeza individual. Con un detallado dominio de los datos del personaje, Kershaw descubre a un personaje “políticamente incorrecto”, imagen real que contrasta con aquella figura noble- y perfecta que se desprendía de sus populares obras, algo que se agradece si en la infancia uno se atiborró cándidamente de sus títulos. London fue como Jano, el dios de doble cara, ya que tendió puentes entre una vida de aventurero y de bucólico sedentario, entre socialista y hacendado, entre deportista y dipsómano, entre cazador atávico y pionero de una avanzada agricultura orgánica, para vivir el salvaje lirismo y la crudeza existencial que plasmó en sus libros y que tanto han hecho para la formación del sentido del coraje, la expansión personal y las hazañas ante lo desconocido del lector joven.
Personaje contradictorio donde los haya, Jack London fue un hiperactivo que lo quiso abarcar y conocer todo en un mínimo de tiempo posible, que padeció de un marcado individualismo materialista y una ausencia total de creencia en lo espiritual debido a su total lealtad para con una conciencia primitiva, dotado de una controvertida personalidad que le animó a ser un apasionado orador siempre del lado de los más débiles y oprimidos, o un comprometido luchador político que abogó por sobrevivir con dignidad e integridad, un utópico que prefirió ser ceniza antes que polvo, que le llevó a abandonar su afiliación al Partido Socialista estadounidense por su adaptación al sistema y su falta de combatividad revolucionaria, tal como queda patente en su carta de baja, donde London incide en un concepto que bien puede trasladarse al presente: “Si las razas y las clases no son capaces de rebelarse y con su propia fuerza, con su cerebro y su brazo, arrancar del mundo su propia libertad e independencia, nunca alcanzarán tales grandiosas posesiones...”.
Entre otras cosas, London fue un escritor prolífico y visionario que cultivó diversos géneros literarios desde aventuras de ficción hasta historias de amor, pasando por la crónica social o la fantasía, dejó más de una cincuentena de libros en los que exploró hasta la saciedad tres zonas geográficas de la islas del Pacífico Sur; por otra parte, no tuvo reparos en plagiar escritos ajenos, como el caso de un libro de un tal Egerton R. Young sobre perros del cual London extrajo fragmentos para su La llamada de la selva, amparándose en que se servía de material que la propia vida, a través de otros autores, le brindaba.
Influenciado por Kipling, Zola, pero obre todo por la visión moral de Joseph Conrad, por su parte Jack London influenció a varias generaciones de escritores de entre los que destacamos a Orwell, Dos Passos, Steinheck, Kerouac y Hemingway, si bien éstos jamás se dignaron a reconocer la deuda con su compatriota, desdén que no hizo más que aumentar su indignación y repudio contra los mediocres que se interponían en su cruzada literaria y de entre los que culpaba a los editores debido a que “han fracasado como escritores..., ahí está la maldita paradoja. Las puertas que conducen al éxito literario están guardadas por esos perros guardianes, los fracasados literariamente”.
Autor consagrado e intensamente popular, London ha llegado a ser catalogado como una novelista de aventuras, lo cual es cierto, pero también lo es que creó novelas tan inquietantes como El talón de hierro, redactada en 1907 sobre la que escribió Trotsky: “(...) Lo recomiendo ahora (...) En esa época parecía un sueño terrible, pero actualmente es una realidad indiscutible. Presenta el desarrollo de la lucha de clases en Estados Unidos con la clase capitalista manteniendo el poder mediante represiones terribles. Es la imagen del fascismo. La ideología que describe incluso se corresponde con Hitler. Es muy interesante”. Antes que esta obra se encuentran otras Gente del abismo (que reeditó El Viejo topo), así como narraciones muy radicales incluidas en Tiempos maIditos. En la edición que de estas narraciones hiciera hace años Ed. 29 de Barcelona se encuentra El buen” soldado, “The Good Soldier”, un texto escrito a principios de 1911 en formas diversas para las campañas antimilitaristas del Partido Socialista, antes de aparecer firmado por Jack London en la “International Socialist Review” de octubre de 1913. Tiene claramente su sello, sin embargo, en 1916 publicó una carta en la que negaba ser su autor; entonces el que fue internacionalista y antimilitarista clamaba por la intervención USA en la Gran Guerra. El movimiento antiguerra de esta época en el que se encontraban gente como Emma Goldman y John Reed, utilizó el texto mientras que el Servicio de Reclutamiento de la Marina publicó la carta de desmentido de London. Ulteriormente, tanto su hija Joan —que fue simpatizante del SWP en los años treinta— como diversos especialistas han confirmado la autoría de London.
El texto dice así: “Muchachos: El objetivo más alto que os podáis proponer en vuestra existencia es llegar a ser soldados. El buen soldado no ha tratado nunca de distinguir entre el bien y el mal. Jamás ha pensado, jamás ha razonado: solamente ha obedecido. Cuando se le da la orden de disparar sobre sus compatriotas, sus vecinos, sus familiares, ha tenido que obedecer sin titubear. Si se le da la orden de disparar sobre una calle llena de gente cuando los pobres reclaman pan, obedece y entonces puede ver como los cabellos grises de los ancianos se tiñen de rojo, y como la vida brota del vientre de las mujeres. Y lo ha de hacer sin sentir remordimiento o compasión. Si le hacen formar parte de un pelotón de ejecución, y recibe la orden de disparar sobre un héroe o sobre un benefactor de la humanidad, disparará sin dudarlo, aunque sepa que sus balas van a destrozar el corazón más noble que jamás haya latido en el pecho de un ser humano.
Un buen soldado es una máquina ciega, sin hermanas, sin alma, asesina. No es una bestia porque las bestias matan para defenderse. Todo lo que hay en un ser humano de divino, todo lo que hace de él un hombre ha sido rechazado por el buen soldado cuando fue incorporado a filas. Su espíritu, su conciencia, ¿qué digo?, hasta su propia alma ha sido entregada a las manos de sus oficiales.
Ningún hombre podrá caer más abajo que un soldado que cae en un precipicio ante el cual ya no es posible caer más bajo. Mantengan a sus hijos fuera del ejército. Es el infierno.
¡Abajo el Ejército y la Marina!. No tenemos ninguna necesidad de instituciones asesinas. Tenemos necesidad de instituciones que den vida”.
Pepe Gutiérrez-Álvarez en Kaos en la Red
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