Entrevista al periodista Hernán Uribe
Hernán Uribe Ortega (Chile, 1924) preside la Comisión Investigadora de Atentados a Periodistas (CIAP-FELAP), en representación del Comité Ejecutivo al ser cofundador de la Federación Latinoamericana de Periodistas. En entrevista con Clarín.cl habla del rescate del Diario del Che, recuerda su primer trabajo como secretario personal de Neruda y defiende la querella de Punto Final en contra del Estado chileno “ por el derecho a opinar diferente” .
Autor de: Fulgor y muerte de Pablo Neruda (1983); Ética periodística en América Latina (1984); Operación Tía Victoria. Cómo entregamos el Diario del Che a Cuba (1987); La guerra secreta de las noticias (1988); El Periodismo en la Formación Histórica de los Pueblos Iberoamericanos (1988); La hora fatal de los agoreros (1999) y La invisible mordaza. El mercado contra la prensa (2000).
Durante su paso por Cuba –invitado como Jurado del Premio Casa de las Américas- Hernán Uribe declaró en exclusiva el origen del seudónimo Operación Tía Victoria, la ruta de Bolivia a Chile y de México a Cuba para editar el Diario de Ernesto Che Guevara: “Hay dos razones por las que se llamó así mi libro: la consigna ‘Hasta la Victoria siempre’ y -primera vez que lo digo- porque en una comunicación que teníamos que enviar a La Habana utilizamos la treta para hablar en clave: ‘Viaja la tía’ en referencia a que el periodista Mario Díaz llevaba el microfilm del Diario del Che con destino a Cuba”.
“Fui la primera persona –en Chile desde luego y seguramente en todo el ámbito periodístico- en saber que el Ministro del Interior de Bolivia quería hacer entrega del documento según su mensaje a Fidel Castro, el mérito -en realidad la suerte- fue saber la intención de Arguedas y haberle creído a su mensajero. Me favoreció que yo estuve en Bolivia en mayo de 1967 en plena guerrilla –mi visita no era inocente- habíamos más de 50 periodistas extranjeros en La Paz, todos interesados en el juicio contra Ciro Bustos y Régis Debray (ambos colaboradores -no guerrilleros- del Che Guevara) de manera que había muchas personalidades, como la mamá de Régis, Janine Debray era concejal en París; el gobierno boliviano, mejor dicho la dictadura, negaba la existencia del Che en Bolivia, incluso un general dio por muerto al Che antes de tiempo; había una gran preocupación porque proclamaban que la guerrilla tenía de 300 a 500 integrantes y esa era la explicación de por qué el ejército no podía extinguir a la guerrilla; logramos entrevistar al dictador Barrientos y en esa conferencia de prensa reconoció -por primera vez- que Debray estaba preso. En Bolivia no existía la pena de muerte, de manera que no daban a conocer el encarcelamiento porque la idea era matar a Ciro Bustos y a Régis Debray –como ocurrió con el propio Che Guevara- no podían afrontar un juicio de ninguna naturaleza; el segundo mérito es haber escrito los entretelones de cómo el Diario del Che llegó a Cuba, fue un desarrollo sin inconvenientes, una de las características de este episodio en que logramos burlar a la CIA, el espionaje norteamericano conoció el Diario del Che antes que los militares bolivianos, así era el dominio de la CIA (…) Me dio muchísima emoción -cuando se publicó el Diario- ver que el Che escribe a propósito de las preguntas que yo le hice al dictador René Barrientos, en ese sentido quisiera subrayar cuál es la importancia de la publicación del Diario: antes de que se produjera su envío a Cuba, la CIA había publicado pedacitos y se difundían mentiras, por ejemplo que el Che hablaba muy bien de los militares bolivianos, de su capacidad operativa (sic) eso es completamente falso, no hay ninguna frase. Fracasó la idea primitiva de la CIA para comercializar y tergiversar el Diario del Che”.
MC.- Ha publicado cinco ediciones de Operación Tía Victoria. ¿Qué diferencias existen de la primera impresión en México a la cuarta editada por Ernesto Carmona?
HU.- La primera desde un punto de vista técnico es una muy bella edición, la tapa era el afiche de la famosa fotografía del Che en colores, no tiene fallas de impresión; en Chile también se editó bajo el sello Emisión de la revista Análisis, pero eso no lo conté aquí, fue una edición semi-secreta porque todavía estaba Pinochet (1987), sin embargo el dictador había terminado con la prohibición de editar sin el permiso del Ministerio de Defensa –lo cual es demostrativo de cómo eran las cosas en el Chile de aquella época- tampoco hubo presentación, de manera que pasó inadvertida; hasta el año 1997, precisamente, Ernesto Carmona hizo la segunda edición chilena que se llamó El Che: Rescate del Diario -bastante decorosa, sin embargo no circuló mucho porque no teníamos un aparato de distribución adecuado- Manuel Cabieses prologó la edición, 10 años después, con el título: La historia se escribe mañana y como epílogo Ernesto Carmona publicó su investigación sobre los Chilenos en la guerrilla boliviana. La primera edición cubana (1993) la imprimió el sello Pablo de la Torriente Brau, con una tapa muy bonita que incluía el mapa de Bolivia y la figura del Che en el trasfondo. Esta última edición cubana –que tú bien conoces- se presenta con la fotografía del Che caracterizado como el uruguayo “ Adolfo Mena González” , lo cual no le costaría mucho trabajo por el acento.
MC.- ¿El Ministro de Bolivia les informó de otras pertenencias del Che? lo pregunto porque en Sierra Maestra solían leer el Canto general de Neruda y en 2007 Paco Taibo II publicó el Cuaderno verde, con poemas de Vallejo, Guillén, Neruda y León Felipe transcritos por el Che…
HU.- No, el único trofeo de guerra que tenían los militares bolivianos era el Diario; lo que conocí es que en la mochila estaba una antología de Neruda, el Comandante Ernesto Guevara era un buen lector de poesía.
MC.- Continuando con la poesía, alguna vez –en Cuernavaca- me contó que usted trabajó con Neruda. ¿Cómo fue aquella experiencia?
HU.- Muy interesante porque Neruda ya era un ídolo poético de la juventud, yo tenía 20 años, fui un secretario clásico: él me dictaba, yo participaba un poco en ordenar la biblioteca y me daba algunas tareas, lo que hace alguien que necesita un secretario. En casa de Neruda conocí al poeta cubano Nicolás Guillén y a Ilya Ehrenburg, el gran escritor ruso. Tengo una anécdota con Neruda: yo fui el primero que digité Alturas de Machu Picchu (1944) Neruda me lo dio para que lo escribiera a máquina porque necesitaba enviarlo a Venezuela para su publicación en una revista de la Universidad Central, cuando Neruda recibió la noticia de que se había publicado me dio un cheque y dijo: -‘Hernán este es su primer sueldo, así que gástelo bien’ (risas).
MC.- Durante el exilio publicó su primer libro: Fulgor y muerte de Pablo Neruda (1983). Háblenos de su relación con México…
HU.- Conservo un gran cariño por México, no olvidaré la solidaridad ante el exilio latinoamericano; tú sabes que me quitaron la nacionalidad chilena en el año 1974 y el gobierno de México de inmediato me dio un documento –se llamaba de Identidad y viajes- que me permitió moverme por el mundo con algunas dificultades.
MC.- Al presidir la Comisión Investigadora de Atentados a Periodistas de la FELAP. ¿En qué lugar se ubica México en el riesgo del ejercicio periodístico?
HU.- Mira, México es el lugar con mayor número de periodistas asesinados, desde el año 2007 los atentados se ha incrementado notoriamente; durante el sexenio de Fox fueron asesinados 23 periodistas . Nosotros hacemos informes anuales ( http://www.ciap-felap.org/ ), en ambos casos -2007 y 2008- México triplica el número de crímenes contra periodistas en relación a otros países de Latinoamérica, rebasó en esta lamentable estadística a Colombia, que antes era el país con mayor riesgo.
MC.- Finalmente, ¿qué avances presenta la querella de Punto Final en contra del Estado, El Mercurio y La Tercera?
HU.- Permanece el Juicio en el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia y todavía no hay un fallo; yo califico a la prensa chilena, como un periodismo desastroso que ha bajado su calidad a raíz del sistema que protege: el neoliberalismo. Al no tener un contradictor, esa prensa hace lo que quiere, porque es la única.
Mario Casasús
El Clarín de Chile
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