Nací en la URSS en 1965. Allí crecí y estudié en la época de Breznev. Leónidas Breznev era entonces la principal figura conocida del poder. En cada elección, la papeleta electoral sólo llevaba un nombre y Breznev era reelegido con el 99,9% de los votos.
Esto daba lugar a muchos sarcasmos en privado: "¿Dónde está el 0,1% que voto en contra?" Las bromas hacia los dirigentes del régimen y de la KGB eran cosa corriente y constituían una forma de protesta pasiva.
En aquella época, la burocracia no había emprendido aún el proceso de restauración del capitalismo. Algunas conquistas sociales de la revolución de octubre aún se mantenían, como el trabajo para todos, la asistencia médica y la educación universal y gratuita. Eran conquistas muy importantes, por ejemplo si alguien caía enfermo de noche, los servicios de urgencias acudían con rapidez, le daban los primeros cuidados al enfermo y lo trasladaban al hospital. La hospitalización, independientemente de su duración, y los cuidados médicos en su conjunto, no le costaban un solo Kopek al enfermo.
Nacionalismo
El carácter burocrático del régimen se manifestaba de mil y una maneras. Por ejemplo, aunque el régimen predicara el internacionalismo de palabra, de hecho, y hasta en ciertos detalles, difundía un punto de vista estrechamente nacionalista. Recuerdo un incidente bastante significativo a este respecto. Con 9 o 10 años de edad, los colegiales soviéticos se convertían en "pioneros", llevábamos entonces un pañuelo rojo. Un día, nuestro colegio acogió un grupo de "pioneros" cubanos cuya delegación era numerosa.
Justo antes del encuentro, se nos prohibió tajantemente que intercambiáramos nuestros pañuelos de pioneros con nuestros camaradas cubanos, pese a que el intercambio de pañuelos constituía una tradición entre pioneros. Los pioneros soviéticos más temerarios pasaron por alto la prohibición e intercambiaron sus pañuelos de todos modos. Para nosotros, Cuba era el símbolo de la resistencia al imperialismo norteamericano.
Sin embargo, muchos comunistas de base eran muy internacionalistas, contrariamente a la burocracia. A menudo la gente salía en mi defensa - mi padre era de las islas Comoras - frente a los elementos racistas que, desgraciadamente, existían en la población. El racismo era alimentado por la propaganda nacionalista gran rusa del régimen.
La historia oficial
Las ideas de Marx, Engels y Lenin formaban parte de la retórica oficial del régimen. En nuestras clases de historia, se le dedicaba mucho tiempo a las revueltas y las revoluciones: la insurrección de los esclavos (Espartaco), las guerras campesinas de la Edad Media, las revoluciones burguesas en Inglaterra y Francia, la Comuna de París de 1871, así como, por supuesto, la revolución de octubre 1917. Sin embargo, la burocracia había reescrito o arrancado algunas de las páginas de la revolución de octubre. Por ejemplo, en nuestros cursos, se evitaba cuidadosamente nombrar a los principales dirigentes bolcheviques de la revolución, y esto por una muy sencilla razón: desde la época de Stalin, casi todos estos dirigentes se habían convertido, en la propaganda oficial, en ¡"enemigos del pueblo"!
El XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética, en 1956, había condenado a Stalin y el "culto a la personalidad", sin embargo, bajo Breznev, se daba una especia de rehabilitación de Stalin y seguía habiendo partidarios de Stalin entre la población. Tal era el caso de una de mis profesoras de historia en el instituto. Un día, uno de mis camaradas tomó la palabra para explicar que si al principio de la guerra contra los nazis, el Ejército Rojo había sufrido terribles derrotas, se debía a que no estaba preparado para la guerra. En vísperas del comienzo de la invasión por los nazis, no se había tomado ninguna medida para poner al Ejército Rojo en estado de alerta.
Por otra parte, los dirigentes militares más cualificados, como Tujachevski habían sido ejecutados durante las purgas de Stalin, al final de los años 30. Todo esto era correcto, y mucha gente pensaba que era imposible no darse cuenta de que, en 1941, Hitler concentraba tropas del otro lado de la frontera alemana. Sin embargo, esta era una verdad que nuestra profesora no podía soportar, montó en cólera y exclamó "¡es fácil criticar ahora, 40 años después de los acontecimientos!"
Esta división - a favor o en contra de Stalin - se daba también en la facultad. Un día en que un profesor de historia nos hizo visitar la biblioteca de la universidad, señaló una estantería con libros y nos dijo: "estos son tomos enciclopédicos publicados en la época de Stalin: su valor histórico es nulo". ¡Todos comprendimos que nos estaba desaconsejando utilizarlos como referencia para preparar nuestros trabajos!
Estancamiento económico
Pese a la burocratización del régimen y al enorme despilfarro al que daba lugar, la nacionalización y planificación de la economía había permitido sacar a Rusia del lodazal semi-feudal. Bajo Stalin y Krushev, la economía soviética se había desarrollado a un ritmo muy superior al del mundo capitalista. Pero en un determinado momento, la burocracia se convirtió en un obstáculo absoluto para el desarrollo de las fuerzas productivas. Bajo Breznev, la URSS entró en el "periodo de estancamiento". La casta burocrática había agotado completamente el papel relativamente progresista que había venido desempeñado. El mal funcionamiento de la economía se volvía insoportable.
Esto se hacía particularmente evidente en el ámbito de la agricultura, auténtico "talón de Aquiles" de la economía soviética. Un día, cuando yo era estudiante, nuestro secretario local de las Juventudes Comunistas (Komsomol), se dirigió a nosotros por el micrófono del anfiteatro: "Camaradas, nuestra dirección de las Juventudes Comunistas ha decidido ayudar a los trabajadores del centro de almacenamiento de alimentos". Nos llevaron hasta allí en autobús. Este centro de almacenamiento recibía los camiones que procedían de los koljoses y nuestro primer trabajo consistía en descargarlos. Metíamos en sacos las coles frescas procedentes de los koljoses, luego otros camiones venían a llevarse la mercancía para entregarla a las tiendas. Sin embargo, en vez de cargar las coles frescas, los responsables nos mandaron coger otros sacos, llenos de coles en vía de putrefacción y arrancarles las hojas más podridas antes de cargarlos en los camiones con destino a las tiendas. Mientras tanto, lo sacos de coles frescas que acabábamos de descargar permanecían al aire libre pudriéndose a su vez...
En el mismo centro de almacenamiento, nos mandaron luego envolver patatas. Sin embargo, nos entregaron, por partes iguales, sacos de patatas medio podridas y sacos que contenían patatas en buen estado. Sin pestañear, los responsables nos mandaron mezclar las patatas podridas con las frescas. Ante esta consigna absurda, cierto número de entre nosotros decidimos no aplicarla de forma estricta. En vez de mezclar los dos tipos de patatas, llenábamos un paquete de cada dos con patatas podridas cubriéndolas con una capa de patatas buenas (porque sabíamos que la mayor parte de los soviéticos desconfiarían y levantarían la primera capa antes de comprarlas). En el otro paquete, solo metíamos productos frescos.
Otros estudiantes aplicaron las consignas al pie de la letra y presumían de ello, sin pensar que engañaban a simples trabajadores, como sus propios padres. Pero esta forma de cinismo era a su vez una consecuencia de la burocracia. Si los Soviets hubieran tenido un poder real, muchos estudiantes habrían participado en ellos. Habrían propuesto sus soluciones, como la construcción de nuevos almacenes refrigerados, mejores comunicaciones entre los koljoses y las tiendas, etc. Sin embargo, como el poder estaba en manos de la burocracia, nadie quería crearse problemas y mucha gente se conformaba con cuidar de sus intereses inmediatos y personales. Esto preparó más tarde las bases políticas y morales para la restauración del capitalismo.
Kassim Ben Hamza (Partido Comunista de Francia - Paris 18)
Publicado en La Riposte el 22 de febrero de 2009
http://www.lariposte.com/Ma-jeunesse-en-URSS-1166.html
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