Un día después del ataque de aviones armados y equipados por la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos a los aeropuertos habaneros de Ciudad Libertad y San Antonio de los Baños y el de Santiago de Cuba, la población de La Habana vistió el uniforme de las Milicias Nacionales Revolucionarias para acompañar al cementerio capitalino los cadáveres de aquella infausta jornada.
La histórica esquina habanera de 23 y 12, en el capitalino barrio de El Vedado, fue el escenario para la celebración de la ceremonia de despedida de duelo en medio de miles de fusiles que, junto al grito de ¡Patria o Muerte!, fueron levantados con mano firme por el dolor de una población enardecida.
Fue ese el momento histórico preciso, vísperas de la batalla, en que Fidel confirmó "…no nos perdonan que hayamos hecho una revolución socialista en las propias narices de los Estados Unidos". Con tales palabras quedaba proclamado el carácter socialista de la Revolución Cubana, primera de este tipo en el hemisferio occidental.
Aquella proclama fue una fuerza que estremeció a todo un pueblo en pie de guerra para defender una Revolución profundamente radical y democrática de los humildes, con los humildes y para los humildes.
La Revolución Socialista proclamada con decisión y orgullo aquel 16 de abril fue defendida con arrojo pocas horas después en Playa Larga y Playa Girón donde muchos sellaron con su preciosa sangre aquel juramento con la Patria.
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