Demoró pero finalmente llegaron algunas buenas noticias en el marco de la crisis. No se trata de la superación de la recesión, de la retomada de los ritmos de expansión económica, ni de la recuperación del nivel de empleo. Hasta aquí, la iniciativa estuvo totalmente en manos de los gobiernos de los países epicentros de la crisis.
A falta de iniciativas de las principales víctimas – los países del sur del mundo -, que no tienen responsabilidades sobre la crisis, hacen que se reúna el G 20 e invita a quienes deciden invitar del sur del mundo. El presidente de los Estados Unidos convoca a una reunión con 17 países, también a partir de su criterio, para discutir temas de la energía y el clima.
Se habla tanto de la crisis y del agotamiento del neoliberalismo, del capitalismo, de la hegemonía norteamericana, de la emergencia de un mundo multipolar, pero lo que se ha visto hasta el momento son iniciativas dirigidas por los Estados Unidos para buscar soluciones concertadas para la crisis, incorporando a países del sur del mundo.
Hasta que llegaron dos buenas noticias de reacción a ese guión. China adhirió a la propuesta rusa de creación de una nueva moneda internacional, alternativa al dólar. Parece una medida elemental, frente a las enormes oscilaciones de la moneda norteamericana, además de la falta de control sobre su emisión, provocando las condiciones de una nova burbuja – esta inflacionaria del dólar, que puede volver a oscilar bruscamente para bajo. Una de las lecciones claras de la crisis es justamente la falta de confiabilidad del dólar para seguir como moneda internacional.
Solamente en el marco de un mundo multilateral, en que se quiebre la hegemonía imperial norteamericana como potencia única, aliada a los otros países del centro del capitalismo, se podrán gestar alternativas tanto para la crisis económica, como para conflictos como los de Palestina, de Irak, de Afganistán, de Colombia, supervivencias graves de la política de “guerras infinitas” del gobierno Bush.
El fortalecimiento de los procesos de integración regional en América Latina y de las articulaciones Sur-Sur – recuerdan que el sur del mundo posee el 80% de la población, pero detenta menos del 20% de la riqueza global, somos las victimas mayoritarias de la globalización neoliberal – es la vía de superación de los principales problemas que vive el mundo en esta entrada del siglo XXI. Por eso, la reunión del Banco del Sul, que avanzara para la creación de una moneda única regional, de un Banco Central único, de políticas económicas convergentes en la región – es una buena noticia.
De la misma forma que os apoyos – incluido el de Brasil – para la creación de una moneda mundial alternativa al dólar – como de alguna manera ya practican Brasil y Argentina en sus relaciones comerciales, China y Argentina por acuerdo reciente, pero principalmente el Alba, con la creación de una moneda para las intercambios entre los países que la integran – apuntan en la misma dirección.
Destacar la crisis del capitalismo y del neoliberalismo es el punto de partida para la comprensión de la crisis actual. Pero quedarse en ese plano de denuncias y suponer que la oportunidad que la crisis representa es solamente para nosotros, es regalar tiempo y espacio para las maniobras de recomposición del bloque dominante en la globalización mundial. Apuntar para las vías concretas de superación positiva de la crisis, en la dirección del post neoliberalismo y del anticapitalismo, es condición indispensable para avanzar a partir de las fuerzas con que el anti-neoliberalismo cuenta hoy.
Suponer que la crisis capitalista abre las puertas automáticamente al socialismo es subestimar los retrocesos de las últimas décadas en los llamados factores subjetivos de la lucha anti-capitalista, es retomar las viejas y superadas tesis mecanicistas de que a un modo de producción le sucede otro, sin que intervengan las fuerzas económicas, sociales, políticas e ideológicas, para definir las vías de superación de la inmensa crisis hegemónica que vivimos. Aprender que la historia no tiene un fin ineluctable, que esta tiene avances y retrocesos, que vivimos un momento en que la historia está más abierta que nunca en las últimas décadas.
Quedarse en el plano de las denuncias, el del catastrofismo es sembrar el inmovilismo, la impotencia. Presentar alternativas de propuestas y del bloque de fuerzas que las implementen, es la mejor respuesta a esta crisis.
Emir Sader
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