Ante la actual crisis económica-financiera mundial, qué se puede esperar entre aquellos estados que irresponsablemente se lanzaron de panza al juego imperial hace más de una década luego de renegar del socialismo.
Lógicamente, hablamos de Europa del Este, donde los que asumieron el poder a nombre de “reformas” y “cambios”, terminaron por imponer las gastadas normas de mercado en su variante más virulenta: el neoliberalismo.
Así, gigantescas empresas fueron absorbidas por especuladores e intereses extranjeros, otras pasaron a mejor vida a cuenta de su presunta incompetencia; los gobiernos dejaron de interesarse en temas económicos y sociales, y la gente se vio, de la noche a la mañana, desprovista de expectativas y de futuro.
De manera que si por algún lugar los problemas económicos internacionales iban a abrir brechas políticas inmediatas, era precisamente por aquella debilitada geografía, la cual incluso sus pretendidos socios de occidente, no miran con buenos ojos ni mucho menos.
Así, las imperfecciones neoliberales y la incompetencia de las administraciones de la República Checa, Hungría y Letonia, las hicieron saltar por los aires a partir de protestas y mociones parlamentarias que las estiman incapaces y fraudulentas… y según expertos y observadores en esa región del Viejo Continente, la lista de estropicios apenas acaba de comenzar.
Se ha dado incluso la paradoja de que el presidente norteamericano, Barack Obama, visitó por estos días Praga y fue recibido por un primer ministro checo, Mirek Topolanek, que ya no está en funciones oficiales ni representa a nadie en su nación.
Topolanek saltó de su puesto por incapacidad para manejar la debacle nacional y por manipulaciones políticas dudosas, según fuentes cercanas al ex gobierno.
En Hungría, el también premier, Ferenc Gyurcsany, dimitió luego de la negativa parlamentaria a asumir sus planes atentatorios contra los fondos para la salud y las jubilaciones; y en Letonia, el jefe de gobierno, Ivars Godmanis, salió de su butaca luego de la caída de 10,5 por ciento que experimentó la frágil economía local.
Mientras, entre los veteranos de la UE empieza a crecer la preocupación en torno a la caldera que levanta presión en el Este, y no pocos se preguntan si no habrá que hacer algo, pues no resulta grato ni edificante tener e las puertas de una casa cargada de problemas, a vecinos tan inestables, inseguros y explosivos.
Néstor Núñez (AIN, especial para ARGENPRESS.info)
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