domingo, junio 14, 2009

El Maceo de Lescay


Hace veinte años, un día de 1989, Raúl Castro y Vilma Espín, acompañados de Esteban Lazo, entraban en el estudio del escultor santiaguero Alberto Lescay Merencio, con el propósito de ver la maqueta de la Plaza Antonio Maceo, de la Ciudad Héroe. Hubo preguntas pero, ni el artista ni nadie recuerdan ningún reparo sobre la obra monumental que Lescay llevaría a cabo. El monumento, en la pequeña escala propia de una maqueta, impresionó a todos. La obra fue ejecutada. Cuba tuvo a partir de su inauguración un monumento a la altura del Titán de Bronce, erigido en su ciudad natal.
Dos años después de aquella visita, Alberto Lescay, entregaba personalmente a Fidel, como donación, sus honorarios de derecho de autor de la obra magistral: "No podía ser de otra manera, ese cheque me quemaba las manos, el monumento es, para mis colaboradores y muy especialmente para mí, un monumento de Santiago, del pueblo santiaguero y de toda Cuba", recordaba Lescay hace unas semanas, emocionado porque un hijo de Vietnam, el embajador Vu Chi Cong, había querido conocerlo pues, sin que él lo supiera, visitó la Plaza y personalmente tomó fotos de Antonio Maceo, desde todos los ángulos, según lo bañara el sol, impactado ante la fuerza de la escultura: "Desde cualquier lugar que se le admire vemos a Maceo como un ser vivo, actual, llamando con su mano al combate, parece que lo está haciendo hoy mismo, invocándonos a todos", le dijo Cong al artista, y anunció que escribiría un artículo para una revista vietnamita, con las fotos que tomó sobre "el llamado de Maceo, que con su gesto nos está diciendo ¡adelante!"
Lescay buscó para el hermano vietnamita un libro extraordinario —ya agotado— que recoge el proceso de concepción de la escultura y del monumento en su conjunto, publicado hace años gracias a amigos solidarios.
La Plaza, aledaña a la entrada de la Carretera Central, frente al Teatro Heredia, está siempre abierta a los transeúntes, quienes acceden en silencio, respetuosamente, al perímetro de la gran escultura, y parece, cuando se les ve, que dialogan calladamente con el Titán de Bronce.
Aquel muchacho, Lescay, nacido en la Loma de Martens, que en 1959 tenía nueve años de edad, estudió en nuestras escuelas de arte y en la Academia Repín de Leningrado (San Petersburgo, Rusia) con lo cual su vocación artística se desarrolló en la escultura y la pintura.
Este 14 de junio, natalicio de Antonio Maceo, es buena ocasión para pensar en los valores que inculcó el prócer, y acercarnos al bronce artístico de tanta fuerza y belleza, logradas por el escultor.

MARTA ROJAS
marta.rr@granma.cip.cu

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