Lo que estamos presenciando en Irán es una verdadera revolución popular. Sin embargo, para estampar su sello en los acontecimientos, la clase obrera debe participar en la primera línea. El movimiento triunfará o fracasará en la medida en que la clase obrera sea capaz de dirigirlo.
El 14 de julio de 1789, una fuerza de aproximadamente 1.000 parisinos tomaron por asalto la Bastilla, una cárcel medieval que se utilizaba para recluir a los presos políticos. Cuando el Rey Luis XVI escuchó sobre el ataque, y preguntó "¿Es una revuelta?" "No, sire", le respondió un noble vecino, "Es una revolución".
Lento pero seguro, la realidad está alumbrando a los comentaristas occidentales que lo que estamos presenciando en Irán no es meramente un motín o un movimiento de protesta. Es una verdadera revolución popular. Lenta, pero seguramente, el mismo pensamiento aterrador está penetrando incluso en las cabezas de los jefes más reaccionarios y obtusos del régimen de Teherán.
Los más asustados de todos con la idea de la revolución son los hombres que, teóricamente, la están dirigiendo. Ayer [Miércoles 17 de Junio] el líder opositor, Mousavi, pidió a la gente que no se manifestara por las calles "a fin de salvar sus vidas". El resultado fue otro día de protestas callejeras. Hoy [Jueves 18 de Junio] está pidiendo a los manifestantes que vayan a las mezquitas "para llorar por los muertos del lunes". Esto es un intento transparente de sacar a la gente de las calles y restar vapor al movimiento de masas. Pero, por el momento, el movimiento no muestra signos de agotamiento.
En la actualidad, el líder nominal del movimiento es Mir Hussein Mousavi, pero esto es sólo un accidente histórico y no durará. La ira y el descontento de las masas, que se ha acumulado a lo largo de décadas, requerían de un punto focal y lo encontraron en las protestas centradas alrededor del principal candidato de la oposición, que fue empujado por las masas a ir más allá de sus intenciones en su oposición al gobierno. La crisis actual se ha inspirado en el odio general contra el fraude electoral en una elección nacional, pero se ha desarrollado mucho más allá y puede terminar por plantear la cuestión del poder.
El movimiento revolucionario va cobrando fuerza. Cada día, las autoridades advierten a la gente que se mantengan fuera de las calles, y cada día la gente sale a las calles. Cada día Mousavi desconvoca las manifestaciones y cada día las manifestaciones tienen lugar. Estas manifestaciones de masas, celebradas en silencio, están actuando como un poderoso imán que atrae cada vez más apoyo.
El movimiento se inició con los elementos más combativos y valientes, con los heroicos estudiantes iraníes como su núcleo duro. Pero en la medida en que los ciudadanos ven que las manifestaciones continúan, y que las autoridades las temen y se ven impotentes para impedirlas, un gran número de hombres y mujeres corrientes encuentran el coraje para unirse y participar en ellas. Una vez en la calle, adquieren un sentido de su propio poder. Gradualmente, pierden su miedo y crecen en estatura. Sus cabezas ya no se inclinan hacia la tierra. A través de estas manifestaciones silenciosas las masas están encontrando su voz y las protestas en silencio se convierten en un estruendo ensordecedor.
Esa es la razón por la que Mousavi, después de haber fracasado dos veces para desmovilizar el movimiento de las masas, ha recurrido a la táctica de declarar hoy un "día de luto". Pero la historia de las revoluciones demuestra que incluso los días de duelo pueden ser asuntos peligrosos. Un gran número de personas, incluso cuando se reúnen en las mezquitas, pueden llegar a enojarse con furia cuando se las invita a meditar sobre la suerte de sus compañeros que han caído en la batalla contra una tiranía brutal. Pueden escuchar Mousavi e ir a las mezquitas. Pero, ¿qué va a pasar cuando salgan?
El gobierno iraní toleró los levantamientos estudiantiles de 1999 y 2003 sólo unos pocos días antes de desencadenar una represión terrible. Enviaron a los vigilantes Basijs a los campus, donde obligaron a algunos estudiantes a huir por las ventanas, rompieron cabezas con ladrillos, cadenas o porras, y encarcelaron a muchos. Inmediatamente después de las elecciones del viernes, intentaron tácticas de intimidación similares pero con muy pocos resultados. Esta vez es diferente.
Los informes de la agencia estatal de noticias de Irán que anunciaban el lunes el asesinato de siete personas en varias ciudades, tenían como fin disuadir a la participación en otra gran concentración antigubernamental al día siguiente, el martes. Pero esto no tuvo ningún efecto y la manifestación del martes fue seguida de nuevas protestas el miércoles. El gobierno tendrá un montón de problemas para poner fin a las manifestaciones, como sí pudo hacerlo en ocasiones anteriores. Esta vez la situación es muy diferente. Recordamos las palabras del aristócrata francés al rey: "Sire, no es una revuelta ¡Es una revolución!"
Los escépticos en la izquierda
Curiosamente, hay algunas personas en la izquierda, incluso algunas que se llaman a sí mismos marxistas, que no entienden esto. Después de tantos años en que nada parecía estar sucediendo en Irán, muchas de estos izquierdistas, que habían sido muy radicales en su juventud pero que al llegar a la edad madura han sucumbido a un confortable escepticismo, han renunciado a toda esperanza de transformación revolucionaria de la sociedad. Ellos no esperaban el actual levantamiento porque no tenían confianza alguna en el potencial revolucionario de las masas. Y ahora, aun cuando el movimiento tiene lugar ante sus propios ojos, todavía se niegan a creer.
Estas personas están siempre presentes. Estuvieron presentes en Rusia en 1917. Trotsky comparó a los Mencheviques rusos con un viejo maestro de escuela que durante muchos años enseñó a sus estudiantes qué era la primavera. Pero, entonces, una mañana este viejo profesor abrió la ventana para dejar pasar un poco de aire fresco en su aula. De repente, vio un cielo azul, con el sol brillando y el canto de los pájaros, ante lo cual cierra inmediatamente la ventana de golpe, y declara que la primavera es una aberración monstruosa de la naturaleza.
Nuestros escépticos de "izquierda" son como ese viejo profesor apolillado. Les gusta hablar mucho acerca de una revolución y nos recuerdan cuando eran jóvenes, en París en 1968 ó Teherán en 1979, pero en realidad no tienen un solo átomo de espíritu revolucionario y ningún gramo de comprensión marxista. Estas personas son un obstáculo en el camino de la revolución, infectando a la juventud con su escepticismo venenoso. Afortunadamente, no tienen influencia en la nueva generación de Irán, que nunca ha tenido necesidad de tales "profesores" inteligentes para enseñarles a luchar.
A pesar de las quejas patéticas de los escépticos que no reconocen una revolución cuando ven una, el movimiento real va creciendo en fuerza. Ayer, la televisión estatal iraní retransmitió algunas imágenes breves de las protestas de masas. Este detalle es importante, proporciona más pruebas de las divisiones en el régimen. Aún más significativo, ayer seis futbolistas que jugaban en el equipo nacional de Irán, incluido el capitán, aparecieron en un partido de clasificación para la Copa del Mundo en Seúl, Corea del Sur, con brazaletes de color verde, el símbolo de las protestas. Irán es un país muy futbolero y las imágenes de los jugadores del equipo iraní utilizando estos brazaletes fueron vistas por millones en la televisión.
Estos son acontecimientos que deberían estar llenando de alegría los corazones de todo trabajador y joven revolucionario con conciencia de clase. En cuanto a los escépticos, dejémosles que sigan llorando sobre su té de hierbas y que vivan en el pasado recordando cuando aún podían mostrar una débil apariencia de revolucionarios. "Dejemos que los muertos entierren a sus muertos" ¡Tenemos cosas más importantes que hacer!
Los límites de las manifestaciones
La campaña actual de manifestaciones ha desempeñado un papel muy valioso para poner a las masas en movimiento y proporcionarles un punto focal para la acción. Pero también tiene sus limitaciones y el peligro es que quienes estén propulsando las protestas no comprendan esto. A pesar de la colosal energía y el valor mostrado por los manifestantes, no podrán mantener el nivel actual de actividad indefinidamente. A menos que la lucha se lleva a un nivel más alto, la gente se cansará de un sinfín de desfiles, y el movimiento comenzará a perder vapor. El peligro de represión selectiva entonces aumentará, centrándose en los elementos más activos.
Hay una contradicción en el corazón del movimiento. Es evidente que Mousavi quiere llegar a un compromiso con el régimen, mientras que los manifestantes quieren derrocar el sistema. De hecho, Mousavi y otros dirigentes han tratado de mantener las protestas centradas en el resultado electoral con el fin de desviar el movimiento hacia canales "seguros".
Existe un interrogante sobre cuánto tiempo los gobernantes de Irán tolerarán las manifestaciones, y también cuánto tiempo permanecerán los manifestantes en las calles si no hay perspectiva de un resultado decisivo. Algunos analistas están hablando de un "escenario Tiananmen." Temen una repetición del aplastamiento de la revuelta como hizo el gobierno chino con el despliegue de tanques que aplastó sin piedad las manifestaciones en favor de democracia en 1989.
"Yo espero que la situación se polarice aún más, y dado el carácter de este régimen, creo que es una cuestión de tiempo antes de que desplieguen los tanques", dijo un analista. Este punto de vista, a primera vista, parece estar confirmado por ciertos hechos. Los matones de Ahmadinejad continúan sus ataques a los estudiantes, quienes son vistos como los principales instigadores de las protestas. Esto está destinado a crear una atmósfera de terror. Durante la noche, los miembros de la milicia de voluntarios Basij allanaron residencias universitarias en varias ciudades iraníes. Los Bassijs tomaron al asalto residencias universitarias, saquearon dormitorios y golpearon a algunos estudiantes. Se hicieron varias detenciones, según informaciones de nuestro corresponsal, y el rector de la universidad de la ciudad de Shiraz, ha dimitido.
Pero estas acciones no han tenido éxito en aguar el estado de ánimo de la protesta. Por el contrario, han arrojado más nafta sobre las llamas. A pesar de todos los intentos de las autoridades, y de Mousavi, de descabezar la protesta del jueves, podemos predecir con seguridad que habrá más protestas el día de hoy. La opinión de que el levantamiento está a punto de ser suprimido deja fuera de consideración el alcance de este movimiento y sus efectos en el Estado. Si los informes más recientes deben ser creídos (y no vemos ninguna razón para no creer en ellos) el control del régimen sobre el aparato represivo está empezando a debilitarse. Juan Cole, profesor de historia de Oriente Medio en la Universidad de Michigan, quien ha estado realizando el seguimiento de las protestas en su blog, escribe:
"Este es un orden de magnitud diferente al de las anteriores manifestaciones. En las primeras manifestaciones estudiantiles, la gente estaba diciendo que los duros del régimen estaban haciendo las cosas mal." Lo que estos manifestantes están diciendo es que el régimen ha llegado a ser tan corrupto y dictatorial de modo que está podrido hasta la médula. "
En las primeras protestas de1999-2003, en la clase media se extendió el apoyo al movimiento acompañándolo en las marchas tocando el claxon o haciendo destellos con las luces de sus autos cuando pasaban los estudiantes con sus cánticos. El Líder Supremo de Irán, el Ayatolá Ali Jamenei, hablaba como un patriarca entristecido, diciendo que lamentaba las muertes de estudiantes y que las personas que lo criticaron no deberían ser castigadas. Después de los primeros espasmos de violencia el presidente de la república en ese momento, el reformista Mohammad Jatamí, temiendo una mayor derramamiento de sangre, se negó a llamar a sus seguidores en apoyo de los estudiantes.
El sentimiento general era que todo el mundo debería irse a casa y tratar de resolver los problemas a través de las urnas, señaló Ervand Abrahamian, un experto en movimientos de oposición iraní en el Baruch College. Sin embargo, la posibilidad de este tipo de compromiso ha sido malograda ahora por el sentimiento que la elección presidencial del Viernes fue robada.
"Esos argumentos ya no funcionan porque las urnas han demostrado ser un callejón sin salida", dijo Abrahamian.
Cómo avanzar
Un verdadero marxista, en contraposición a un charlatán pretencioso, está siempre al lado de las masas revolucionarias. Nuestro deber es a marchar hombro con hombro y establecer vínculos con ellas y, teniendo como punto de partida su actual nivel de conciencia, tratar de fertilizar el movimiento con consignas socialistas y revolucionarias claras. En el caso de Irán, esto significa que debemos plantear las consignas revolucionarias democráticas más audaces y consistentes, combinadas con demandas transicionales que planteen la cuestión de una completa transformación revolucionaria de la sociedad.
Nuestro objetivo es el establecimiento de una República Iraní de Trabajadores y Campesinos. Pero en este momento, el movimiento revolucionario tiene un carácter muy heterogéneo. La clase obrera está comenzando a moverse, pero todavía no ha logrado encontrar una voz propia. Con el fin de poner su sello en el movimiento, la clase obrera debe participar en la primera línea. Con el fin de ponerse a la cabeza de la Nación, el proletariado debe demostrar a todo el movimiento revolucionario que está luchando enérgicamente por las demandas democráticas con métodos revolucionarios.
¿Cómo es posible llevar el movimiento a un nivel superior, para pasar más allá de las manifestaciones y avanzar hacia una solución decisiva? La clase obrera tiene un poder que puede paralizar la sociedad y el Estado. Sin su permiso, no brilla una lámpara, ni gira una rueda, ni suena un teléfono. Nos referimos a la huelga general. La idea de una huelga general se ha planteado pero no ha sido llevada a cabo. ¡Esta es la cuestión fundamental!
Los trabajadores iraníes tienen muchos problemas propios: bajos salarios, malas condiciones, la inflación, la negación de los derechos sindicales. Estas demandas de la clase pueden y deben estar vinculadas a las demandas democráticas para lanzar una campaña amplia a favor de una huelga general revolucionaria. Dadas las extremas restricciones a la actividad sindical, por ejemplo, una campaña de este tipo sólo puede ser llevada a cabo por las shoras - comités de lucha elegidos en los lugares de trabajo. Comités de lucha similares se pueden establecer por los estudiantes, los campesinos, las mujeres y todos los demás sectores de la sociedad que desean expresar sus quejas y demandas específicas. Los comités deberían estar vinculados a nivel local, en cada ciudad, provincia, y a nivel nacional.
Algunos dirán: ¡pero esto es difícil!. Sí, la vida está llena de dificultades y no subestimamos los problemas. Pero es necesario dar algún tipo de perspectiva al movimiento, algún tipo de política coherente y tácticas que puedan señalar el camino a seguir. ¿Y quién puede decir que no hay bases objetivas para esta propuesta? De la magnitud de estas manifestaciones se desprende que la gente está anhelando un cambio y busca una salida.
Además, las protestas no se limitan a los estudiantes, sino que han sacado a personas de todas las generaciones, y cada vez más de la clase obrera. Se puede decir que el movimiento revolucionario sigue siendo confuso y nebuloso, que carece de un liderazgo adecuado. Sí, eso es cierto. Pero estas cosas son inevitables en el inicio de cualquier revolución. Podemos decir que las masas no saben exactamente lo que quieren. Pero sí saben exactamente lo que no quieren. No están dispuestas a tolerar el statu quo y están luchando contra él ¡Esto es más que suficiente para empezar!
En cuanto a la dirección, ésta no desciende de las nubes. Los marxistas iraníes tienen ideas correctas, pero son una pequeña minoría. Con el fin de ganar la mayoría son necesarias dos cosas: la experiencia de las masas, que siempre aprenden muy rápidamente en el curso de una revolución, y nuestra capacidad para presentar de forma oportuna y correcta las consignas que conecten con el movimiento real de las masas.
Una demanda que expresa las necesidades del momento es la de una Asamblea Constituyente Revolucionaria. No es una cuestión de recuento de votos amañados. Ni siquiera es una cuestión de nuevas elecciones - porque ¿quién puede garantizarnos que nuevas elecciones serán más limpias que las anteriores? Se trata ahora de un cambio completo ¡Acabar con el antiguo régimen, sus políticos corruptos, y su constitución reaccionaria! Exigimos una reestructuración completa del escenario político sobre las bases de una nueva y completa Constitución democrática.
Siempre nos hemos opuesto a la mala utilización de esta consigna y a la insensatez con que algunas personas la consideran como una panacea para todos los males de la sociedad. No era apropiada para un país como Argentina, donde un tipo de democracia burguesa ha existido durante algún tiempo. Fue inapropiada para Bolivia en un momento en que el proletariado podría haber ido mucho más lejos y tomado el poder. Pero es completamente apropiada para Irán, donde las masas están luchando para derrocar a un régimen antidemocrático.
Como en la Rusia zarista, la lucha contra la autocracia es la primera tarea de la revolución socialista. Pero al igual que en Rusia no es la última tarea. De hecho, las tareas de la revolución democrático-burguesa en ambos casos están vinculadas indisolublemente a las tareas de la revolución socialista. Como en Rusia, en Irán la burguesía está podrida y es reaccionaria. Los liberales burgueses han demostrado que son incapaces de combatir en serio contra las fuerzas de la reacción. Si dan cualquier paso adelante, es sólo porque se ven obligados a hacerlo por el movimiento de las masas.. Y tan pronto como el movimiento refluye se apresuran a llegar a un compromiso podrido con los ayatolás.¡No se puede confiar en absoluto en estos caballeros!
El proletariado iraní es mucho más grande y fuerte que la clase obrera de Rusia de 1917. Tiene poderosos aliados en los campesinos, los sectores pobres de la ciudad, las mujeres oprimidas, los estudiantes e intelectuales revolucionarios. ¡Estas son las verdaderas, fuerzas vivas de la revolución iraní! En las primeras etapas de la Revolución, cuando las tareas democráticas están en el orden del día, el proletariado debe tratar de ponerse a la cabeza de la Nación por la defensa más enérgica de las consignas democráticas, en particular de la Asamblea Constituyente.
Sin embargo, el proletariado no debe subordinar sus intereses de clase a las demandas de los pequeños burgueses demócratas, sino que debe seguir adelante con las demandas de su propia clase. La cobarde y reaccionaria burguesía iraní quedará expuesta como un obstáculo a las aspiraciones democráticas del pueblo. Sólo la clase obrera puede ganar la batalla por la democracia, como un subproducto de la lucha revolucionaria por el socialismo y una República Iraní de Trabajadores y Campesinos. El movimiento triunfará o fracasará en la medida que la clase obrera sea capaz de dirigirlo.
Alan Woods
18 de junio de 2009
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