La primera pandemia en el tercer milenio de la historia moderna de la humanidad, la gripe tipo A H1N1, fue declarada por la Organización Mundial de la Salud junto a un llamado del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, a mantener la calma y la solidaridad.
La decisión de elevar fase seis la alerta por este nuevo virus, una mutación de las gripes porcina, aviar y humana, se debe más bien a la extensión geográfica del mal que a eventuales características particularmente agresivas de la cepa, indicaron las autoridades sanitarias mundiales.
Según el reporte número 48 de la OMS emitido esta mañana, la enfermedad afecta a 29 669 personas en 74 países de todos los continentes y causó ya 145 fallecimientos, la mayoría de ellos en México, donde murieron 108 de los seis mil 241 enfermos.
Estados Unidos reporta la mayor cantidad de infectados, con 13 217 casos y 27 decesos y el tercer lugar lo ocupa Canadá, con 2 978 enfermos confirmados y cuatro muertes.
Particular atención se mantiene sobre Australia, Chile y Japón, donde el avance de esta forma de influenza es muy acelerado.
Todo ello ocurre, además, en momentos en que el planeta está afectado por una severa crisis económica y su extensión podría dar al traste con los esfuerzos para salir adelante.
De hecho, los gobiernos debieron ya destinar cuantiosos recursos para tomar precauciones e impedir su avance, importar medicamentos y dotarse de reactivos para los análisis de laboratorio.
En 1968 una pandemia de gripe mató a cerca de un millón de personas en todo el mundo y una situación similar provocaría, según expertos, que hasta el 40 por ciento de la fuerza laboral se ausente de sus trabajos, unos por estar contagiados y otros por cuidar a sus familiares enfermos.
Como siempre ocurre, los efectos más severos se sentirán en los países pobres donde, si bien hasta el momento los contagios son relativamente escasos, las condiciones de insalubridad, hacinamiento y miseria son un excelente caldo de cultivo para una verdadera tragedia.
Esta afirmación no es gratuita, pues ya sucedió así con la crisis financiera global, de la cual ninguna nación latinoamericana es responsable para nada, pero que ya costó a la región la pérdida de un millón de empleos y este año su economía en lugar de crecer, tendrá una contracción de menos 1,7%.
Es verdad que respecto a la gripe A H1N1 no hay razones para entrar en pánico, como muy bien pide el señor Ban Ki-moon, pero tampoco se debe bajar la guardia ante el potencial destructivo del virus y la fragilidad del denominado tercer mundo para enfrentar este tipo de contingencias.
Es penoso, pero hay que reconocerlo, que en pleno siglo XXI muy pocas naciones tienen, como existen en Cuba por ejemplo, estructuras sanitarias preventivas para salvaguardar a su población de los efectos negativos de esta enfermedad, cuyo origen es aún un misterio.
Guillermo Alvarado
No hay comentarios.:
Publicar un comentario