miércoles, julio 20, 2011

Vaivenes del Capitalismo. ¿Salida desde su interior?


Una observación de la dinámica de las relaciones internacionales, conlleva a pensar que, si bien el Capitalismo ha presentado problemas en equis períodos, lo cierto es que se muestra con una vitalidad tal que puede conducir a creer que actualmente asistimos a una pasajera contracción de su esencia. Pero el tema exhibe “más tela por donde cortar” —enseña un refrán. Grosso modo, argumento.
Para no ir muy lejos, significo que un par de décadas atrás, después de la bancarrota de lo que fue acuñado como Socialismo real —el mismo que paulatinamente se convirtió en irreal—, la academia de Occidente se encargó de argüir acerca de la invalidez e inviabilidad de cualquier proyecto social que dejara de estar al compás de una versión del Capitalismo, a saber:
El Neoliberalismo, es decir el modelo de desarrollo (¿?) amparado en el culto desmedido a la propiedad privada, la negación de los beneficios de la presencia del Estado en la vida socio-económica —salvo para reprimir a cualquier movimiento contestatario— y la apología a la supuesta igualdad de oportunidades entre las personas y naciones, con lo que iba al basurero los tratamientos preferenciales para quienes carecieran de recursos materiales.
En tal contexto, muchos se arrepintieron de su militancia marxista-leninista, mientras que crecía el coro a la crisis de las ideas de Marx, Engels y Lenin —visto el asunto en sentido peyorativo. Era natural, pues, afincarse en teorías (¿?) que en última instancia justificaban la permanencia del Capital.
Con estos presupuestos, se explica cómo resultó normal que se aceptara el desmontaje del denominado "estado de bienestar social" o sea, de las bondades que posterior a la Segunda Guerra Mundial (1939-45) disfrutaron los trabajadores, sobre todo de los países desarrollados cuyo movimiento combatiente arrancó a la gran burguesía servicios de salud y educación gratuitos, jornadas laborales de menos de ocho horas, subsidios por desempleo…
Llegado a este punto, debo hacer una acotación: las diversas manifestaciones de la crisis integral del Capitalismo (económica y financiera, social y cultural, alimenticia y ecológica, energética y gubernamental) son el resultado de la evolución de ese sistema que —en última instancia— privilegia a la propiedad privada y al mercado, aupando las ganancias que generan las mercancías aunque vaya en detrimento del valor de uso de la producción y los servicios.
Es que esa formación económico-social fundamentada en la propiedad privada burguesa, desde sus orígenes ha causado la desproporción de la sociedad universal al provocar espirales diametralmente opuestas: pocos, que cada vez tiene más riquezas y muchos, en continuo proceso de degradación humana; al tiempo que impuso la seudo-cultura de un consumismo desenfrenado que ha afectado incluso a la Naturaleza, a partir de que su ley fundamental es la obtención de plusvalía, el robo del sudor ajeno a cualquier precio.
Entonces, el estallido de la actual crisis global tenía sus días contados.
Recuerdo que hace tres años leí “El boomerang neoliberal”, firmado por el Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz, donde aparece:
"Durante un cuarto de siglo ha habido una pugna entre los países en desarrollo y está claro quiénes han sido los perdedores: los países que aplicaron políticas neoliberales no sólo perdieron la apuesta del crecimiento sino que, además, cuando sí crecieron, los beneficios fueron a parar desproporcionadamente a quienes se encuentran en la cumbre de la sociedad”.
No obstante, luego surgieron los denominados "brotes verdes" que hicieron pensar a algunos analistas que había luz en el túnel de la crisis económica mundial y, por tanto, asumieron que los peores momentos ya eran historia. La motivación estuvo amparada en el salvamento que los Estados/Monopolios dieron a los mismo Bancos que mucho tuvieron que ver con la contracción financiera y la crisis inmobiliaria con centro en Estados Unidos y su inevitable repercusión internacional.
Así, la recuperación de la economía fue momentánea y relativa: las cifras de desempleados continúan alarmando, la mejoría en el Norte está en entredicho y el Sur encara un horizonte gris con puntos negros; mientras que la estructura del sistema de relaciones internacionales que dio origen a la tragedia permanece inalterable —amén de que el cambio climático en perjuicio de la humanidad transita a pasos de gigantes.
Una tesis de corte neokeynesiano aconseja invertir en esferas que generan fuentes de trabajo, para así estimular el ciclo productivo. Pero ni eso se logra, porque los nuevos puestos de trabajo distan de satisfacer el mercado laboral. La cifra de desempleo en Norteamérica ronda el 10 por ciento, índice comparable con el de 1983, el peor después de la Segunda Guerra Mundial; sin despreciar que sus finanzas parece que rayan con el límite de su endeudamiento.
Por su parte, en la Unión Europea no se vislumbra estabilidad sino lo contrario. Con fecha 31 de mayo de este año, fue publicado “Europa: crisis económica + crisis política= rebelación”, un trabajo que resalta el porqué el Viejo Continente vive toda una desdicha a galope. A la crisis de deuda que sacude a Grecia, Portugal, Irlanda, Italia y España, se añade una profunda crisis política abierta como subproducto. Carece de casualidad el creciente movimiento contestatario que, al parecer, es indetenible.
¿Qué hacer con este convulso panorama?
Ante todo, sería un desatino mayúsculo obviar que para que estalle la Revolución no suele bastar con que “los de abajo no quieran”, sino que hace falta además que “los de arriba no puedan” seguir viviendo como hasta ahora —a juzgar por el magisterio de Lenin. Por tanto, se imponen aprehender de una buena vez que los vaivenes del Capitalismo ni pueden durar mucho más ni hay manera humana de soportarlo. Hay que construir la alternativa, atendiendo a las particularidades propias de cada país.
Así, resulta inevitable una salida revolucionaria para poder abandonar los avatares engendrados por el Capital. Los resultados de las naciones integrantes de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, cuyo eje motor es Cuba-Venezuela, a pesar de los pesares, develan que un mundo mejor es posible.

Noel Manzanares Blanco

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