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sábado, julio 21, 2012
El cumpleaños de Mandela y la Carta de la Libertad
Nelson Mandela que sigue siendo el líder político más respetado de nuestra época, es un hombre que ha vivido 94 años. Lo suficiente para reflejar parte de las luchas por la liberación de África…
Este 18 de julio, Nelson Mandela cumplió hoy 94 años. No era un cumpleaños más, en Sudáfrica se prepararon centenares de actos solidarios. Además, gracias a una iniciativa de la ONU, desde el 2010, la fecha se celebra en todo mundo como el Día Internacional de Mandela, Madiba en el ámbito más familiar. Con ello, se pretende animar a todos los ciudadanos a dedicar 67 minutos a causas sociales, un minuto por cada año que el líder sudafricano dedicó a luchar por la igualdad racial y el fin del apartheid. Estas última es la descripción que aparece en los diarios, sin embargo, hay algo más. Mandela también juró luchar por la Carta de la Libertad, pero parece que esto se ha olvidado, hasta el propio Mandela parece que ya no si acuerda.
La Carta de la Libertad una declaración de principios básicos elaborada por la Alianza de Congresos Sudafricanos, consistente en el African National Congress (ANC) y sus aliados el Congreso Indio Sudafricano, el Congreso Sudafricano de los demócratas y el Congreso del Pueblo de Color. Se caracteriza por su abierta demanda de que "el pueblo se gobierne". Fue presentada en 1955, cuando el ANC tanteó cincuenta mil voluntarios a las ciudades y el campo para recoger "las demandas de libertad" del pueblo de Sudáfrica. Este sistema fue diseñado para dar a todos los sudafricanos la igualdad de derechos. Demandas tales como "la tierra que debe darse a todas las personas sin tierra", "un salario digno y la reducción de la jornada de trabajo", "La educación gratuita y obligatoria, independientemente de su color, raza o nacionalidad" fueron sintetizadas en el documento final de los líderes del CNA. A la reunión convocada, asistieron aproximadamente tres mil delegados, pero fue interrumpida por la policía en el segundo día, aunque para entonces la carta ya había sido leída en su totalidad. La multitud había gritado su aprobación de cada sección con gritos de "¡África!" y "Mayibuye!". Cuando se presentó la policía racista, Mandela tuvo que escapar disfrazado, no en vano era conocido como “la Pimpinela Negra”.
La Carta presentaba una demanda y compromiso con una Sudáfrica igualitaria, sin distinciones raciales ni sociales. Se habla pues de derechos humanos, reformas agraria e igualdad social. La carta continuó circulando clandestinamente inspirado a una nueva generación de jóvenes militantes en la década de 1980. En febrero 1990, Mandela fue liberado finalmente y el CNA llegó al poder poco después (mayo 1994), la nueva "Constitución de Sudáfrica" incluyó en su texto muchas de las demandas que se pedían en la Carta de Libertad, pero no incluía nada para el efecto de la nacionalización de la industria o la redistribución de la tierra, los cuales se incluyeron específicamente en la carta. Valgan como ejemplo estos fragmentos:
Todos los grupos nacionales tendrán iguales derechos!
Todos los grupos y razas nacionales tendrán el mismo status en los cuerpos del estado, en las cortes y en las escuelas;
Toda la gente tendrá igual derecho para utilizar sus propias lenguas, y para desarrollar su propia cultura y costumbres populares;
Todos los grupos nacionales serán protegidos por ley contra insultos a su raza y a su orgullo nacional;
La prédica y la práctica de la discriminación nacional, racial o de color serán un crimen punible;
Todas las leyes y prácticas del apartheid serán abandonadas.
¡El Pueblo compartirá la abundancia del País!
La riqueza nacional de nuestro país, la herencia de los sudafricanos, será devuelta al pueblo;
La riqueza mineral, los bancos y la industria monopolista serán transferidos en su totalidad a la propiedad del Pueblo;
El resto de la industria y del comercio serán controlados para asistir al bienestar del pueblo;
Toda la gente tendrá iguales derechos para comerciar donde ella elija, para fabricar y para participar en todos los comercios, artes y profesiones.
¡La tierra será compartida entre los que la trabajen!
Se eliminará las restricciones a la propiedad de la tierra sobre una base racial serán terminadas, y toda la tierra re-será dividida entre las que la trabajen para acabar con la hambruna y el hambre de tierra;
El estado ayudará a los campesinos con los instrumentos, la semilla, los tractores y las presas, para cuidar el suelo y ayudar a la agricultura;
La libertad de movimiento será garantizada a todos los que trabajen en la tierra;
Todos tendrán derecha de ocupar tierra dondequiera que elijan;
No se robará su ganado a la gente, y las prisiones de trabajo forzado agrícola serán suprimidas.
¡Todos serán iguales ante la ley!
Nadie será encarcelado, deportado o restringido sin un proceso justo; Nadie será
condenado por la orden de cualquier funcionario del gobierno;
Las cortes de justicia serán representativas de todo el pueblo;
El encarcelamiento será solamente para los crímenes serios contra las personas, y tendrá como objetivo la re-educación, no la venganza;
La policía y el ejército estarán abiertos a todos sobre una base igualitaria y serán los ayudantes y los protectores de la gente;
Todas las leyes que discriminan por razones de raza, color o creencia serán derogadas.
Desde los años ochenta, después de ser el líder indiscutido de su pueblo, el símbolo de una resistencia que aceptaba componendas, nada por debajo de las libertades plenas, una persona, un voto, Mandela se convirtió en un referente internacional, el rostro más conocido de una campaña internacional contra el abominable sistema de apartheid –solamente inferior al nazismo, según el propio Mandela-, que llenó estadios con conciertos. También se produjeron desde el cine ya la TV, un considerable número de películas comprometidas, más o menos buenas (como Cry Freedom, dedicada a la figura de Steve Biko). Llegó un momento que las movilizaciones obreras y juveniles, y la campaña internacional (traicionada por algunos nombres sonoros de la vida nacional como Severiano Ballestero, que declaró que él no había visto racismo por ninguna parte, o del inevitable Fraga Iribarne que publicó dos largos artículos a favor del régimen de Pretoria en…”El País”), y finalmente no pudo evitar la derrota de cualquier pretensión de reformar para continuar.
Sin embargo, desde 1955 habían pasado muchas cosas en África y el mundo. En la época en que Mandela llevó de cabeza al sistema racista, las revoluciones coloniales estaban al orden del día. En su exilio, Mandela pudo contar con el apoyo de todos los líderes anticoloniales, fue recibido con fervor por Ben Bella en Argelia, también por Kwame Nkrumah, que fue Presidente de Ghana entre 1960 y 1966. Siempre contó con apoyo incondicional de la revolución cubana, en tanto que Madiba siempre reiteró su admiración por Fidel y por Ernesto Guevara. En aquella época, los movimientos de liberación en el África portuguesa, estaban en la misma onda, y Sudáfrica aparecía como el corazón africanista del continente. Luego, pasaron los largos de prisión, y cuando las nuevas generaciones se lanzaron a conquistar las calles de Sudáfrica resistiendo las bandas policiacas con sus cánticos y danza, el mundo había girado hacia la derecha. Ahora, la que ganaba era la contrarrevolución.
Así es que cuando Madiba llegó al poder gracias una victoria electoral histórica, con el voto de la mayoría negra y de una importantísima minoría blanca, se tuvo plantear antes que nada evitar una guerra civil. Sería una guerra que podía comenzar fácilmente con la intervención del movimiento Inkatha YaKwaZulu, liderado por el fascista Buthelezi, que desde hacía tiempo buscaba un acuerdo privilegiado con los racistas, y se estaba enfrentando con los “camaradas” del ANC que agrupaba una amplia colación de grupos y partidos. No hay que decir que en esta guerra, los potencias imperialistas lideradas por los Estados Unidos, que habían dado un apoyo incondicional a los afrikaners, que también habían utilizado el ejército racista contra los movimientos de liberación del cono sur sudafricano, se podrían al lado de la minoría blanca. Los amos blancos aceptaban –no tenían más remedio- la democracia parlamentaria, que había transigido con una Comisión de la Verdad en la que pudieron “expiar” sus crímenes por un reconocimiento público (algo que aquí casi parece un milagro) pero que no quería ni hablar de cualquier expropiación. Para colmo, la revolución política sudafricana llegaba en pleno apogeo de la restauración conservadora. De ahí que no de sus portavoces orgánicos, Vargas Llosa, en ejercicio de sus funciones “culturales”, les advirtió en un congreso “cultural” sobre un posible…!Gulag en Sudáfrica¡
El cambio prometido pues, se quedó de camino. Desde que Mandela ganó las elecciones con el ANC, esta formación las ha vuelta a ganar. Obviamente, han cambiado muchas cosas, sobre todo en el apartado de la discriminación racial, algo enorme considerando el horror del “apartheid”. También han mejorado las cosas para un parte significada de la clase media y la burguesía negra. Pero no es menos cierto que las condiciones de vida de la gran mayoría no han hecho más que empeorar. No podía ser de otra manera en un contexto mundial determinado por la supremacía social y política de los amos del dinero. Las cifras en este sentido son contundentes, y desde luego, por más hermosas que sean, las acciones emprendidas en el cumpleaños de Mandela no van a paliar mucho las cosas. Son motivos más que sobrados para preguntarnos sobre hasta que punto la prudencia ha acabado abriendo la puerta a la traición. Y fotos como la que ilustran este artículo, con ese Clinton sonriente, el mismo bajo cuyo mandato Mandela siguió siendo considerado como “un peligroso terrorista” por el cartel militar norteamericano, dan más que suficiente para pensar sobre lel cinismo y la hipocresía de nuestros líderes políticos “democráticos”.
Pepe Gutiérrez-Álvarez
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