Tras doce años de haber perdido el gobierno de México, el Partido Revolucionario Institucional (PRI), fue declarado ganador de las recientes elecciones para la presidencia. El triunfo del derechista Enrique Peña Nieto se logró con un descomunal apoyo, muestra del gran acuerdo de una parte importante del régimen para que nuestro país avance en las reformas estructurales, privatizaciones y disciplinar a la vanguardia que se organiza. En segundo lugar, el Partido De la Revolución Democrática (PRD) con Andrés Manuel López Obrador a la cabeza y el actual partido en el gobierno, Partido Acción Nacional (PAN) en tercer sitio, en lo que resultó un escandaloso desplome de este partido y su candidata Josefina Vásquez Mota.
A pesar de la enorme propaganda por parte del Instituto Federal Electoral (IFE), para legitimar la transparencia en estas elecciones, fueron miles las personas que se apostaron a cuidar las urnas ante la posibilidad de un fraude, desconfianza en el IFE ganada por ser la institución que avaló el fraude electoral del 2006 contra López Obrador. Pero esta ocasión la principal táctica empleada para regresar al PRI a los Pinos fue destinar millones de pesos en propaganda a favor de Peña Nieto, compra masiva de votos, una millonaria campaña mediática con Televisa al frente y encuestas pagadas poniendo siempre a la cabeza al heredero político del poderoso grupo de Atlacomulco (1) hasta por 15 puntos, fue la tónica para tendenciar el voto con años de anticipación.
En estas elecciones imperó el acuerdo de aparentar un proceso ejemplar y limpio, a diferencia del fraude que vimos en el 2006 que desencadenó un movimiento de millones en las calles. En esta ocasión las grandes cadenas de comunicación se hicieron parte del acuerdo para el triunfo del PRI y desde temprana hora imponían la idea de una jornada pacífica y ejemplar por el comportamiento de los votantes, a pesar de los cientos de denuncias de irregularidades que inundaron las redes sociales, pero también mostraban la urgencia por declarar vencedor a Enrique Peña. Incluso antes de que comenzara el conteo rápido de la institución oficial, se encargaron de presentar sus encuestas de salida, que daban como ganador al candidato del PRI. Así como los medios de comunicación mostraron este acuerdo, la candidata del PAN y del PANAL salieron antes de los resultados oficiales a pronunciar su derrota, declarando así como ganador al PRI y presionando a López Obrador a aceptar su derrota.
Un acuerdo estratégico para fortalecer las instituciones
Las prisas y presiones por parte del IFE, Televisa, el gobierno y su partido, entre otros sectores, para que el PRD acepte su derrota, pretenden asestar un golpe que desmoralice a millones de votantes, un amplio sector democrático del país (que en cifras suman más millones de votos de los que obtuvo el PRD en el 2006) que vio en el triunfo de la oposición burguesa la posibilidad de un cambio y evitar que se movilicen como las elecciones pasadas. Sumado a la presión internacional, pues Peña Nieto de inmediato fue felicitado por presidentes de otros países, en primer lugar Barak Obama y así cerrar cuanto antes el proceso. Pero son muchas las denuncias y el desprestigio que acarrea el IFE por el fraude que sentó en la silla presidencial a Felipe Calderón. Era fundamental que esta institución apareciera como un árbitro imparcial de las elecciones para recuperar cierto prestigio, por ello la gran mayoría de analistas políticos, informadores y partidos políticos aplauden las elecciones que garantizó el IFE, incluso López Obrador declaró que no desconfía de esta institución. Esto es clave para el próximo periodo, ya que a pesar de las molestias y sospechas de la actuación del IFE, el acuerdo es fortalecerlo y preservarlo como garante de la “democracia”.
A pesar de la actuación del IFE, el regreso del PRI se dio por el acuerdo con el gobierno y el derechista Partido Acción Nacional. El actual presidente Felipe Calderón fue el primero en felicitar al candidato ganador y se apresuró a declarar que hará todo lo posible para apoyar la nueva gestión: así como figuras políticas del panismo como el ex presidente Vicente Fox, salieron a darle el apoyo a Peña Nieto. Ambos partidos tienen pleno acuerdo en avanzar con las reformas estructurales como la laboral y en lo que se refiere a la privatización de PEMEX, por ello, junto a la gran burguesía mexicana como Carlos Slim, Emilio Azcárraga (dueño de Televisa) y Ricardo Salinas Pliego (dueño de TV Azteca) se confabula un nuevo ataque contra las masas que el panismo ya no podía hacer por su desastrosa “guerra contra el narco”, pasando la estafeta al “nuevo” PRI.
Estas elecciones abren grandes oportunidades para la burguesía nacional así como la extranjera y obedecen al mandato de Washington de mantener al ejército en las calles, pero también fortalecen al congreso, y es que aunque ningún partido haya conseguido mayoría absoluta, las cámaras no enfrentan ningún cuestionamiento de las masas y esto será de gran peso y fundamental para las negociaciones que se den entre el PRI y el PAN parta imponer las reformas. Algo que esta por verse es el rol de la oposición en el congreso y su relación con dirigentes sindicales y el conjunto de la izquierda, incluyendo sectores de la izquierda socialista (como el PRT, GDR y El Militante) que levantaron la campaña de López Obrador. El PRD, a pesar de perder la presidencia, logro hacer una buena elección, incluso en estados donde su peso era muy menor logro acrecentar su número de votantes. Con esto se fortalece su rol como partido opositor en el Congreso.
El viejo PRI nunca se fue
Ha sido mucho el esfuerzo y millones depositados para darle una nueva cara al PRI, el cual gobernó durante 70 años en México. Hoy se anuncia a un nuevo PRI que supuestamente no regresará a las prácticas autoritarias del pasado, pero es de notar que este partido, a pesar de perder la presidencia en el 2000 a manos del PAN y de hacer una penosa campaña electoral en el 2006, nunca estuvo en la lona, ya que las instituciones y la ingerencia que conquistó a lo largo de 70 años siguen siendo una parte importante de la fuerza de su aparato, como se vio en estas elecciones. Funcionando a la vieja usanza, logro hacerse de los recursos y apoyos necesarios para ganar la presidencia, incluyendo intimidación y compra de votos en las regiones mas marginadas del país. Una debilidad del panismo en el gobierno es que no pudo hacerse de la estructura política y social de la que gozaba el PRI para gobernar, eso lo llevo a tener que negociar con este partido para impulsar ciertas reformas que no eran las que mas importaban al panismo. En distintos momentos del sexenio de Calderón el PRI evidenció la debilidad del gobierno, forzándolo a negociaciones más ventajosas para los priistas.
El desastre de la cruzada contra el narcotráfico de Felipe Calderón, que ha arrojado más de 60 mil muertos y las debilidades que mostró su gobierno, forjaron la idea en millones de personas de que el PRI, con más oficio en el gobierno, puede llevar a una situación de menor violencia. Son millones, sobre todo en los Estados mas alejados del centro del país, los que expresaron un voto de rechazo al derechista gobierno del PAN, pero llevando al poder a un viejo partido responsable de las masacres de 1968, 1971, a las comunidades zapatistas en los 90 y mas recientemente, con la cara de un “renovado” PRI en Oaxaca, Atenco y Michoacán.
Perspectivas del nuevo gobierno y del movimiento de masas
En sus primeras declaraciones, ya como virtual ganador de la contienda, Enrique Peña Nieto ha dicho que va a pelear por las reformas estructurales. Si bien por el momento logró llegar a la presidencia sin la turbulencia en la que llegó Felipe Calderón en el 2006, su candidatura está cuestionada por miles de personas encabezadas por el movimiento YoSoy132, el cual sigue movilizándose en contra de este candidato, como se demostró un día antes de las elecciones, quebrando así la veda electoral y en las importantes manifestaciones del 2 de julio.
A pesar de que López Obrador ha declarado que solamente va a impugnar en el terreno legal, apelando al recuento de los votos, tratando así de evitar que se desarrolle una situación similar a las del 2006 y mandando a los inconformes a sus casas; al no reconocer aún el resultado de estas elecciones, abre la posibilidad de una crisis política en el régimen, el cual pensaba que podría cerrar de mejor manera este proceso. Esto tiene un impacto inmediato en la vanguardia juvenil del 132, la cual en asambleas ha planteado la posibilidad de incrementar las acciones de repudio con mega marchas. Mientras una parte importante del régimen le sigue levantando la mano a Peña Nieto, desde abajo parece ser que no están dispuestos a aceptarlo, lo cual desde ya anuncia que el gobierno del PRI podría estar muy cuestionado.
A reserva de lo que transcurra en estos días en el movimiento y de lo que declare Obrador, el acuerdo sigue siendo conservar la victoria del PRI. Peña Nieto empieza con un amplio apoyo del gobierno de Obama, el PAN y de la gran burguesía mexicana, pero enfrentará duras pruebas en el terreno económico y la desaceleración de E.U. Pero esta no es la única preocupación para el PRI, ya que con la crisis económica de fondo puede enfrentar también a un movimiento juvenil que de romper con la dirección de Obrador podría ser el gran referente de lucha de millones descontentos con los planes que se aprobaran desde el congreso. Fueron miles los que se movilizaron desde el movimiento YoSoy132 contra la candidatura de Peña Nieto, a quien tienen identificado como represor por Atenco y por la impunidad que se vive en el Estado de México con los feminicidios, justo donde gobernó. Esta vanguardia que tomo las calles vivió un intenso proceso de politización en muy corto tiempo, con lo cual se abre la posibilidad de que ante el rechazo del nuevo gobierno, esta vanguardia juvenil salga de nueva cuenta a luchar contra las reformas con una experiencia política previa, lo cual cuestionaría el acuerdo entre el PRI y el PAN para pasar las reformas y de avanzar en su delimitación política con la dirección de López Obrador podría ser un referente para millones de oprimidos en el país.
La Liga de Trabajadores por el Socialismo llamó a anular el voto estas elecciones, lo hicimos convencidos que ninguno de los candidatos que contendieron representan los intereses de la clase trabajadora y de que la política de votar por el “menos malo” es impotente, ante la posibilidad efectiva de impulsar una política independiente donde sea la clase trabajadora junto con los sectores populares quien se organice para enfrentar verdaderamente los planes de hambre.
Unos días antes de las elecciones López Obrador firmo un acuerdo junto con los partidos contendientes, de aceptar el resultado y mantenerse dentro de la legalidad. Ante ello, el movimiento de masas se enfrenta al gran reto de luchar contra un gobierno priísta bajo la perspectiva de la organización independiente y mantener la movilización, prepararnos para enfrentar la embestida del gobierno y sus aliados.
(1) El Grupo Atlacomulco representa a los sectores más retrógrados del sistema capitalista mexicano, siempre ha estado en distintas partes del poder y sus lazos son evidentes, aunque muchos de ellos suelen negarlo y responden con ironía cuando son cuestionados. Este grupo extiende sus ramas mediante lazos familiares y va más allá de los simples negocios, lavado de dinero, asesinatos políticos, hechos al amparo del poder, sin que las autoridades del país muchas veces se molesten en investigarlos.
Jorge Morales y Sandra Romero, LTS-México
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