domingo, julio 29, 2012

Londres 2012: el lado sombrío de la gesta olímpica



A horas del comienzo de una nueva edición de los Juegos Olímpicos, abundan en los medios y en la publicidad callejera las referencias a la “pasión del deporte” y el “espíritu olímpico”. Entre mucho celeste y blanco, los canales y diarios se esfuerzan por mostrar la exclusividad de sus corresponsales desde Londres, los detalles de la vida de los deportistas en su estadía en la Villa Olímpica, los últimos preparativos para el comienzo de la competencia. Pero no todo lo que brilla es oro.

Medallas de origen turbio

Los competidores que entrenan duramente para participar, y aspiran a volver a su país con una medalla pendiendo del cuello, seguramente ignoran el origen de tan preciadas insignias. Casi todo el metal que se fundió para hacer las medallas olímpicas fue provisto por el grupo australiano Río Tinto, gigante de la minería. En los numerosos países donde opera, recibió denuncias por las pésimas condiciones a las que somete a los trabajadores, por hechos de corrupción, y por las terribles secuelas para las zonas donde se encuentran las minas que explotan, tanto a nivel medioambiental como humano. Incluso se los acusa de desalojar compulsivamente a pobladores de zonas aledañas a las explotaciones mineras.

“Urbanismo” contante y sonante

El tema de la vivienda tampoco es ajeno a las Olimpíadas; se está estudiando con atención el impacto de los grandes eventos deportivos en las ciudades donde se realizan, y el problema de la vivienda aparece como uno de los más graves. La selección de una ciudad como sede de los Juegos no infunde ningún “espíritu altruista” en nombre del deporte a sus gobernantes y la clase empresaria; por más discurso patriótico que utilicen, acá no se trata de nada espiritual, sino de dinero contante y sonante. Millones en juego. Grandes eventos como estos, con visitantes de todo el mundo, traen grandísimas oportunidades de negocios; en Londres son alrededor de 75.000 las empresas involucradas de algún modo en los Juegos. En Argentina, empresas locales empiezan a planificar desde ahora cómo aprovecharán las próximas Olimpíadas y el Mundial de Fútbol, que se realizarán en Brasil en 2016 y 2014 respectivamente. No son sólo los clásicos patrocinadores de los Juegos como Coca-Cola y McDonald´s, o empresas del rubro deportivo como Nike o Adidas las beneficiadas. Con menos publicidad, pero contratos millonarios con el Estado, las constructoras están entre las más favorecidas. La edificación de estadios para cada disciplina, alojamientos para miles de competidores y espectadores, y toda una serie de establecimientos necesarios para un evento de estas características, en general, no se elevan sobre terrenos baldíos. Suele desalojarse a cientos o miles de personas previamente. Antes se realizan campañas de descrédito sobre esas zonas, por “inseguridad” y otras cuestiones con las cuales se las estigmatiza, para facilitar las cosas haciendo ver esos lugares como amenazantes frente a la opinión pública. En Stratford, donde se encuentran la mayoría de las locaciones olímpicas en Londres, se desalojó alrededor de 1.000 habitantes y se expropiaron 209 empresas que empleaban a miles de trabajadores. En los Juegos de Beijing (2008) se supone que la cifra de habitantes expropiados llegó a un millón1. A veces se ofrece una vivienda alternativa o una indemnización, y otras los métodos son mucho más violentos; de esta forma se va ganando terreno para las futuras zonas deportivas o turísticas. Cuando ya se realizaron los trabajos de remodelación de los barrios, resulta tan caro vivir en ellos que hasta quienes no fueron desalojados muchas veces tienen que irse por no poder pagar los altos precios de alquileres y servicios.
Pese a todo el maquillaje patriótico y la apelación a nobles valores relacionados con la vida deportiva, no se puede perder de vista la trama de intereses económicos que se ocultan tras la fastuosidad de la puesta de escena que presenciaremos en las siguientes semanas.

1 www.elciudadano.cl
Otras fuentes: www.pnews.cl; La República (Colombia); IProfesional; www.eleconomista.com.mx.

Verónica Zaldívar

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