El último drama de la crisis europea es el rescate del sistema bancario, del que se desconoce su endeudamiento real, originado en los años de la especulación inmobiliaria. Los banqueros ocultan celosamente las cifras para evitar una corrida bancaria que hundiría al sistema financiero y a la economía. El caso más grave es el de España cuyos bancos podrían necesitar hasta 100.000 millones de euros para ser recapitalizados.
Al rescate de los bancos
Alemania propuso que este rescate debía añadirse a la deuda pública de los Estados, haciendo más insoportables aún el endeudamiento y los ajustes contra la población. Francia, España e Italia –que sienten en la nuca el aliento del estallido social, particularmente en España– defendieron que debían ser préstamos particulares a los bancos afectados.
Aunque finalmente se aceptó la segunda propuesta, Alemania impuso la condición de crear un organismo a cargo del Banco Central Europeo que intervenga los bancos afectados y que podría, incluso, decidir su cierre si fueran inviables. Hasta que este organismo sea creado, posiblemente en 2013, el dinero inyectado contabilizaría como deuda pública. Y Alemania insiste en que, ante la amenaza de que surja cualquier eventualidad o imprevisto (si fracasara dicha supervisión) serán los Estados quienes se verán obligados asumir estos rescates.
No hay solución a la vista para la deuda y la crisis europea, en ausencia de un auge económico vigoroso en la economía mundial, lo que está descartado por el peso asfixiante de las deudas públicas en Europa y EEUU, y la sobreproducción de mercaderías que Asia (China en particular) ha introducido en la economía mundial.
La receta de Alemania es conocida: más ajuste para pagar las deudas, pero eso reduce el mercado, agrava la crisis y deja al Estado con menos recursos para pagar la deuda que vuelve a aumentar con una población más empobrecida. La alternativa de Francia y los demás son los “eurobonos”; es decir, convertir la deuda de cada país en parte de una deuda “europea” (confiable y a tasas bajas). Estos bonos estarían respaldados por un fondo especial del Banco Central Europeo. El problema es que el garante de última instancia sería el país más sólido y con más fondos, Alemania, que no quiere asumir la carga de toda la deuda europea sobre sus hombros.
Merkel propone un mecanismo diferente, de dudoso efecto, como es destinar 120.000 millones de euros a proyectos de infraestructuras en los países más afectados para estimular la actividad económica.
¿Salida del euro?
Sobre bases capitalistas, el proceso de integración europea en las últimas décadas ha tenido consecuencias reaccionarias en todos los terrenos: situación social, Estado de bienestar, derechos sindicales y democráticos, todo ha empeorado.
Pero la perspectiva de un retorno a las monedas nacionales tampoco representa una solución. Un estudio del banco suizo UBS resume los resultados de una posible salida del euro por parte de Grecia: “un país que se separa del euro debe esperar un costo de entre 9.500 y 11.500 euros por persona (...) y luego un costo adicional de 3000 a 4000 de euros al año (...) Se trata de estimaciones conservadoras. Las consecuencias económicas del desorden civil, del colapso del país, etc. no se incluyen en estos costos”.
No hay “independencia nacional” que pueda resistir la presión de la crisis global. Gran Bretaña está afuera del euro y tiene una moneda confiable, pero la disminución de los niveles de vida, según algunos estudios, podría ser proporcionalmente peor que la crisis de los años 1930.
Igualmente peligrosa es la idea de que se podría reformar la estructura de la Europa capitalista y permanecer dentro de la moneda única, mientras se adoptan políticas económicas alternativas que eviten la masacre social, la llamada Europa “social, de los pueblos, democrática” con la que muchos en la izquierda se llenaron la boca durante años y que no se materializó en la época de crecimiento económico, y mucho menos podrá hacerlo ahora en la dureza de esta crisis.
Los retos de la izquierda
La experiencia de Grecia muestra que fuerzas de la izquierda, ayer minoritarias, podrían verse obligadas muy rápidamente a dar respuestas concretas a millones de personas que buscan una alternativa. Un partido como SYRIZA, que hace solo unos años luchaba por no desaparecer del parlamento, se encontró en unas pocas semanas a punto de formar gobierno.
Para no acabar aplastado en tal situación, tendrá que tomar medidas drásticas: la abolición del plan de ajuste, suspensión de pagos de la deuda, bloqueo inmediato de los movimientos de capitales, nacionalización de los bancos, como primeros pasos para tomar el control de las palancas indispensables para la defensa de las condiciones de vida de las masas.
Sobre estos puntos clave es urgente abrir un debate en el movimiento obrero. Todo indica que la situación se puede precipitar, como ha ocurrido en Grecia, mucho antes de lo que se piensa, incluso en países como España e Italia.
Sólo sobre la base de la ruptura de la Unión Europea capitalista se podrá construir una verdadera unión; en una economía finalmente arrancada al control del capital será posible avanzar sobre bases democráticas y socialistas hacia una verdadera fusión de los pueblos no sólo en Europa sino en todo el mundo.
Claudio Bellotti y Ramón Sarmiento
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