martes, julio 12, 2016

Clara Zetkin, una revolucionaria a través de los tiempos



Aniversario del nacimiento de la mujer que sentó las bases de las posiciones socialistas entre las trabajadoras. Su delimitación del feminismo.

Clara Zetkin nació el 5 de julio de 1858 en la Baja Sajonia. Protagonista de medio siglo de historia del socialismo y de la clase obrera; constructora de la II y de la III Internacional; amiga de Engels, de Luxemburgo y de Lenin, durante su vida Zetkin vio nacer y hundirse varios mundos.
La revolucionaria alemana estudió magisterio en Leipzig, donde conoció a emigrados rusos, entre ellos a su primer marido, Ossip Zetkin. A los 25 Clara se muda a Zurich, uno de los centros de la socialdemocracia europea. Allí viven Plejanov y Vera Zasulich, y Bernstein envía clandestinamente a la Alemania de Bismarck el periódico del Partido Socialdemócrata Alemán (PSDA). Clara se integra a esta tarea hasta 1882, cuando viaja a París. Frecuenta a la anarquista Louise Michel, organizadora de los clubes de mujeres de la Comuna; a Charles Longuet y Jenny, la hija mayor de Marx; a Laura Marx, Paul Lafargue y Jules Guesde, dirigentes del ala marxista del movimiento obrero francés.

II Internacional

Zetkin interviene en la creación de la II Internacional, en París. Participa en la elaboración de los documentos y como delegada de las socialistas berlinesas. En su informe al Congreso fundacional (1889) define como impostergable ganar las obreras a las filas del socialismo y exige que los partidos socialistas hagan suya la lucha por los derechos políticos de las mujeres.
Es época de un desarrollo importante el movimiento sufragista, integrado por mujeres de las clases acomodadas cuyas exigencias no van más allá de la igualdad política y jurídicas con sus padres, hermanos, maridos.
La II Internacional imprime una orientación de clase a la lucha por los derechos políticos de la mujer. El voto femenino, proclama, debe incorporarse al programa de la socialdemocracia como la lucha por la igualdad salarial o la protección de la madre obrera (licencia por parto, lactancia, etc.). Esta posición genera resistencias. Dice Zetkin: «La II Internacional toleró que las organizaciones inglesas afiliadas lucharan durante años por la introducción de un derecho de voto femenino restringido... permitió también que el partido belga y, más tarde, el austríaco se negasen a incluir, en las grandes luchas por el derecho de voto, la reivindicación del sufragio universal femenino... que el Partido de los socialistas unificados de Francia se contentase con platónicas propuestas parlamentarias para la introducción del voto de la mujer.» (Directrices para el movimiento comunista femenino).
Zetkin propone que las trabajadoras tengan ámbitos autónomos: prensa, organismos, métodos específicos. Este debate, sobre el que no hay acuerdo, recorrerá el movimiento socialista y sólo será saldado teóricamente por la III Internacional.

La Igualdad y el Día de la Mujer Trabajadora

En 1890, Zetkin vuelve a Alemania. Durante 25 años será la directora del periódico de las socialistas «Die Gleichheit» (La igualdad), que pasa en una década de 4.000 a 100.000 ejemplares.
Hasta la I Guerra Mundial, participa en todos los congresos de la II Internacional impulsando los derechos de la mujer y combatiendo el creciente reformismo de la socialdemocracia.
En 1907, 58 delegadas reunidas en la I Conferencia de la Internacional Socialista de Mujeres eligen un secretariado internacional, que encabeza Zetkin. Las norteamericanas proponen fijar un Día de la Mujer Trabajadora. En la próxima Conferencia (Copenhague) se vota que tenga carácter internacional. Años después se fijará el 8 de marzo como una fecha de origen socialista y proletario, y una reivindicación de las mujeres explotadas. No feminista. No de conciliación de clases.

Las sufragistas

Zetkin suele ser definida como “feminista socialista”, confusión que revela –en el mejor de los casos- un desconocimiento total de sus posiciones. Dice Zetkin: “La lucha de emancipación de la mujer proletaria no puede ser una lucha similar a la que desarrolla la mujer burguesa contra el hombre de su clase; por el contrario, la suya es una lucha que va unida a la del hombre de su clase contra la clase de los capitalistas [...] El objetivo final de su lucha no es la libre concurrencia con el hombre, sino la conquista del poder político por parte del proletariado. La mujer proletaria combate codo a codo con el hombre de su clase contra la sociedad capitalista [...] ¿Cuáles son las conclusiones prácticas para llevar nuestra agitación entre las mujeres? [...] El principio-guía debe ser el siguiente: ninguna agitación específicamente feminista, sino agitación socialista entre las mujeres. No debemos poner en primer plano los intereses más mezquinos del mundo de la mujer: nuestra tarea es la conquista de la mujer proletaria para la lucha de clases. Nuestra agitación entre las mujeres no incluye tareas especiales. Las reformas que se deben conseguir para las mujeres en el seno del sistema social existente ya están incluidas en el programa mínimo de nuestro partido.(…) La inclusión de las grandes masas de mujeres proletarias en la lucha de liberación del proletariado es una de las premisas necesarias para la victoria de las ideas socialistas, para la construcción de la sociedad socialista. Sólo la sociedad socialista podrá resolver el conflicto provocado en nuestros días por la actividad profesional de la mujer. Si la familia en tanto que unidad económica desaparece y en su lugar se forma la familia como unidad moral, la mujer será capaz de promover su propia individualidad en calidad de compañera al lado del hombre, con iguales derechos jurídicos, profesionales y reivindicativos y, con el tiempo, podrá asumir plenamente su misión de esposa y de madre.”

Contra el reformismo

En la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas en Basilea (1912), Zetkin será la vocera revolucionaria contra la guerra que se avecina: “Las mujeres socialistas de todos los países, en unión inseparable con la Internacional Socialista, combaten contra la guerra. La guerra moderna significa destrucción y matanzas masivas. Pero la guerra sólo es la extensión de la matanza que el capitalismo desata a toda hora todos los días contra los proletarios. (…) El conflicto armado amenaza destruir todo los que las madres enseñan a sus hijos sobre la solidaridad y la comunidad internacional. Las mujeres pueden instilar en sus hijos profundos sentimientos contra la guerra, pero esto no significa que las mujeres no quieran hacer sacrificios. Saben que es necesario luchar y morir en la lucha por la libertad. La batalla contra la guerra, igual que la batalla por la libertad, no puede librarse sin las mujeres”. Clara Zetkin concluye su discurso en un grito que taladra la conciencia de la época: Krieg dem Krieg (Guerra a la Guerra).
La alemana se colocaba así en la vereda opuesta de sus maestros y compañeros, pasados en bloque al campo de las burguesías nacionales en vísperas de la I Guerra Mundial.
La guerra también trastorna al movimiento sufragista que, en un giro copernicano, abraza las banderas nacionales. Inglesas y francesas, infladas de patriotismo, actúan como fuerza de choque contra los mitines pacifistas o derrotistas revolucionarios. Feministas británicas viajan a Rusia durante el gobierno de Kerenski a hacer propaganda contra los bolcheviques.
Zetkin, fervorosa defensora de la revolución de Octubre, funda en 1916, la Liga Espartaquista con Karl Liebknecht, Rosa Luxemburgo y Franz Mehring. En 1917, abandona el PSDA. Se hundía un primer mundo, el de la II Internacional.
Las jornadas revolucionarias de enero de 1919 concluirán con el asesinato de Luxemburgo, Liebknecht y Leo Jogiches y el fallecimiento prematuro de Frank Mehring. En 1920 Zetkin viaja por primera vez a la URSS, al II congreso de la III Internacional. Comienza un fructífero diálogo con Lenin que se cristalizará en las tesis sobre la cuestión de la mujer presentadas al III Congreso del Komintern.

La III Internacional

El 3º Congreso (1921) consolidó las concepciones marxistas sobre la emancipación de la mujer y su papel en la lucha por el socialismo. Zetkin, respaldada por Lenin y Trostky, es la responsable de redactar esas resoluciones.
Las tesis —discute con Lenin- “deben subrayar con rigor que la verdadera emancipación de la mujer solo es posible a través del comunismo. Es preciso esclarecer profundamente el nexo indisoluble entre la situación de la mujer como persona y miembro de la sociedad y la propiedad privada sobre los medios de producción. Así delimitaremos con toda precisión los campos entre nosotros y el movimiento burgués por la "emancipación de la mujer".
El problema femenino es “parte del problema social, obrero, y por lo tanto permitirá vincularlo firmemente con la lucha proletaria de clase y con la revolución.”
Respecto de si las mujeres debían o no organizarse de forma separada: “Nosotros deducimos nuestras ideas organizativas de nuestras concepciones ideológicas. No queremos organizaciones separadas de mujeres comunistas. Una comunista es miembro del partido tanto como el comunista. Tienen los mismos derechos y deberes. Sin embargo, no debemos cerrar los ojos a los hechos. El partido debe contar con organismos (comisiones, comités, secciones o como se los quiera llamar) con el objetivo específico de despertar a las amplias masas de mujeres” (ídem). Zetkin llama la atención sobre el despertar de “miles de campesinas pobres y obreras (…) que han comenzado a rebelarse contra el doble yugo del hombre y del capital”.
Zetkin es elegida responsable del secretariado para el trabajo entre las mujeres de la Komintern y organizó una estructura internacional de comités a nivel nacional, regional y local. La muerte de Lenin y la creciente burocratización de la URSS debilita hasta la extinción al Movimiento de Mujeres Comunistas y convierte a su secretaria en una figura decorativa. Otro mundo que desaparece.
En 1928, León Trostky define a Zetkin como “una vieja señora respetable (la que en otro tiempo fue Clara Zetkin)” , víctima del método favorito de Stalin: “confiar las tareas indignas a personas de una dignidad indiscutible”.
Hay una última actuación de esta revolucionaria que se distinguía, según Trotsky, más por su temperamento que por sus elaboraciones teóricas. El 30 de agosto de 1932, enferma y medio ciega, preside la sesión inaugural del Reichstag. Debía dar las palabras iniciales en su condición de legisladora más anciana. En el estrado, frente a Goering y 50 nazis de uniforme y en absoluta soledad frente a las posiciones de su partido, reclama “un frente proletario entre comunistas y socialdemócratas contra el nazi-fascismo”. Una idea opuesta a la del stalinismo, que señalaba como su principal enemigo a los socialistas. (1)
El ascenso de Hitler la devuelve a la URSS, donde muere el 22 de junio de 1933.

Olga Cristobal

(1) "Lo necesario es la unidad de todos los trabajadores para poder echar atrás al fascismo, para resguardar la fuerza y el poder de las organizaciones de los esclavizados y explotados e incluso su vida física. Ante esta imperiosa necesidad histórica se deben suspender todas las absorbentes y divisorias diferencias políticas, sindicales, religiosas y culturales. ¡Todos los que son amenazados, todos los que sufren, todos aquellos que anhelan la liberación deben unirse en un frente único contra el fascismo y sus representantes en el gobierno! La agresividad de los trabajadores en contra del fascismo es el próximo requisito indispensable para el frente único en la lucha contra la crisis, las guerras imperialistas y su causa, el modo de producción capitalista. La rebelión de millones de hombres y mujeres trabajadores en Alemania contra el hambre, la quita de derechos, los asesinatos fascistas y las guerras imperialistas es una expresión del indestructible destino común de los que viven de su trabajo. (...) Yo abro el Reichstag en cumplimiento de mi deber como miembro más antiguo y con la esperanza de poder experimentar, a pesar de mi actual invalidez, la suerte o felicidad de dar inicio, como miembro más antiguo, al primer congreso de consejos obreros de la Alemania soviética."

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