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jueves, agosto 11, 2016
La América toda en una nación
Un día como hoy del año 1966 se creó la Organización Continental Latinoamericana y Caribeña de Estudiantes (OCLAE),
En las portadas de los diarios el panorama resulta desalentador: jóvenes “pintan” de sangre las calles de la ciudad, dictaduras imponen la muerte como castigo a la lucha por la justicia, madres lloran la ausencia de sus hijos… La huella en el rostro de América —sobre todo en los más jóvenes— ha calado hondo, mientras la historia se detiene en un fotograma: la creación de la Organización Continental Latinoamericana y Caribeña de Estudiantes (OCLAE), un día como hoy, del año 1966.
¡Adelante, estudiantes de América Latina!, se oye decir en la voz de Armando Hart Dávalos. La presencia en Cuba de 1 500 jóvenes que alzan las manos señalando al futuro para respaldar el surgimiento de la entidad que los aglutinará en las próximas cinco décadas, cambiará el rumbo de la historia, y ya no podrá escribirse sin hablar en letras mayúsculas de sus hazañas. El Alma Máter da cobija al IV Congreso Latinoamericano y Caribeño de Estudiantes.
“Son momentos históricos, caracterizados por el desarrollo de movimientos guerrilleros y de una lucha antimperialista frontal surgida de una necesidad del estudiantado. El principal desafío —cuenta desde la altura del presente Humberto Hernández, presidente de la OCLAE entre 1967 y 1968— es cambiar el lápiz por el fusil”.
La suerte estaba echada desde el caimán verde. Aspiraciones históricas de conformar un ente movilizador de los estudiantes, de las cuales fuera protagonista el líder de la Revolución, veían sus primeros frutos. Y fue precisamente la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) la elegida —y ratificada en cada Congreso— para timonear el rumbo que en los años venideros tomarían las banderas de los jóvenes en los postulados de la solidaridad con las causas justas, la conquista y defensa de sus legítimos derechos, y la liquidación del analfabetismo en la región.
Heidi Villuendas, presidenta de la OCLAE, asegura que algunos de los retos de la organización continúan siendo la lucha por la solidaridad, la unidad y por una educación gratuita y de calidad.
Cuando le convidamos a destejer las razones sobre el mantenimiento de ese liderazgo, Jorge Arias, dirigente de la OCLAE entre 1988 y 1992, asegura con total elocuencia que ha sido un reconocimiento a la Revolución Cubana, Fidel y la FEU; y pondera en la figura del Comandante su carácter de “símbolo para muchas generaciones de revolucionarios, dirigentes estudiantiles y jóvenes”.
Con semejante avanzada titánica y rebelde la historia del movimiento estudiantil alzó las velas y estuvo desde entonces indisolublemente ligada a las heridas de América. Los ejemplos llevan en sí mismos una carga contradictoria: constituyen a la vez motivos de orgullo, y una punzada en las fibras más profundas de la organización.
La solidaridad con el pueblo vietnamita ante la agresión norteamericana, donde perdió la vida el mártir de la OCLAE, José Rafael Varona “Fefel”; el enfrentamiento a las dictaduras militares, o más recientemente la oposición a las políticas neoliberales, pudieran decirlo todo, pero son solo algunos ejemplos.
Fueron las plazas de Uruguay, Argentina, Venezuela, Chile, Nicaragua, República Dominicana, Brasil, México, Ecuador, Cuba… las plataformas para las demandas de los jóvenes en los Congresos Latinoamericanos y Caribeños de Estudiantes; y ni aun en los años más críticos para esta Isla del Caribe, apunta Jorge Arias al hacer referencia a la caída del bloque socialista, el movimiento estudiantil dejó de avanzar bajo el influjo de la Revolución.
“Tomamos la decisión más sabia, adaptar la OCLAE a aquella coyuntura”, dice sin pretensiones de ocultar la pasión que le embriagan de aquellos años, y recuerda el Congreso celebrado en Montevideo, Uruguay, en 1992, el cual vistió sus trajes más modestos, pero sirvió para reivindicar sus principios y vigencia.
Justamente en esos años convulsos, en los cuales el sector educacional se convirtió en diana de las políticas neoliberales, Heidi Villuendas, su presidenta actual, coloca la mirada. Hablamos de uno de los ejes transversales del trabajo, comenta, “y una de las campañas que con más activismo ha lanzado se nombra Educación no es mercancía, en la lucha contra la privatización de la enseñanza; la mercantilización; la búsqueda de una educación pública, gratuita y de calidad, que con la honrosa excepción de Cuba, el resto de los países no ha alcanzado”.
Cincuenta años hace desde aquel llamado a la avanzada juvenil. Aunque algunos de los desafíos fueron superados, todavía la agenda del estudiantado permanece repleta: el imperialismo con su apetito voraz; la educación cotizada a precios de mercado; la unidad e integración de nuestros pueblos como imperativos para lograr ese mundo mejor, al que fuera convocada la OCLAE desde su fundación.
Por ello el compromiso ineluctable de volver sobre los retos del presente, de los cuales Heidi se muestra convencida: buscar lo que nos une en medio de las diferencias; alcanzar los postulados de la Reforma de Córdova —“una deuda pendiente del movimiento estudiantil”—; y retomar la alianza estratégica dentro de los sectores sociales y al interior de sus organizaciones miembros, para hacer frente a la ofensiva de la derecha y el imperialismo.
Como legado, está la historia del movimiento estudiantil. No hace falta más que las fuerzas, y esas se hallan en la juventud. La suerte está echada nuevamente en este medio siglo de vida, y para celebrarlo, se sientan a la mesa los cumpleañeros en pos de analizar lo alcanzado y los desafíos futuros.
No hay mejor pretexto simbólico que el cumpleaños 90 de su artífice para conjugar las verdades eternas de los jóvenes en un encuentro antimperialista.
Ahí están Cuba, Fidel y la FEU para seguir siendo el faro que ilumina el continente, la casa y la brújula del estudiantado en la región.
Lissy Rodríguez Guerrero | internet@granma.cu
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