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domingo, julio 23, 2017
El Siglo soviético de Moshe Lewin, un breviario insuperable
Aunque en el curso y al final del desastre ilimitado que significó la II Guerra Mundial, el “comunismo” logró victorias trascendentales, en el tiempo que sigue fue sufriendo una suma de crisis (Alemania 1953, Informe Kruschev, revolución húngara en 1956, “primavera de Praga” de 1968…), así como una desoladora derrota en la “guerra fría cultural” en la que el imperio tomó la iniciativa gracias a un pacto muy flexible e inteligente con la socialdemocracia europea, partes de un declive general que culminaría con la simbólica “caída del Muro de Berlín” y todo lo demás. En este proceso de desintegración, la vertiente estaliniana –invertida- del comunismo fue perdiendo base social hasta el punto en el Este, lejos de encontrar el apoyo de los trabajadores, en realidad los tuvo más bien a la contra como se demostró claramente en el caso de Polonia de Solidarność
Con esta presunta ”victoria final” se cerraba el ciclo histórico iniciado con Octubre con una guerra civil en la que la revolución –gracias a un apoyo extraordinario de las masas obreras y campesinas- consiguió derrotar a los “blancos” que contaron con una “contra” sostenida por los países imperialistas y sus aliados. El mundo cambió de base y no precisamente en el sentido expresado por la Internacional, tanto fue así que el nuevo dictamen no dejaba espacio para hablar. Las controversias de antaño dejaron de tener sentido, el dios del capitalismo liberal ha vencido al pequeño dios de la fraternidad y la igualdad. De una vez por toda desaparece toda la historia de la lucha de clases, aquella de las que hablan las crónicas al menos hasta la Nicaragua sandinista, para llegar al infierno del Dante de “Lasciate ogni speranza, voi ch’entrate”. No la puede haber desde el momento en que la clase obrera ya nio es lo que era, los condenados de la tierra sueñan con vivir al menos como los pobres de Occidente, y la izquierda lo es de la derecha realmente existente. Los más erudito inciden en que el siglo americano ganó netamente al siglo soviético, y por sí faltaba algo, ahora resulta que la apertura de los ”archivos” permitieran efectuar una enmienda sin perdón a lo antes escrito.
Especialmente a las aportaciones desarrolladas a lo largo de los años sesenta-setenta a través de una nueva hornada de historiadores tan diversos como rigurosos. Autores y ensayistas que conquistaron “el mercado” y a las “nuevas izquierdas” como Edward H. Carr, Marcel Liebman, Stephen F. Cohen, Ernest Mandel, Paul Avrich, Pierre Broué, con nombres como los de Manuel Sacristán y Francisco Fernández Buey entre nosotros, sin olvidar la recuperación de numerosas obras clásicas como las de John Reed, Trotsky, Arthur Rosenberg o Víctor Serge, abrieron con sus matices una vía de conocimiento y debate en oposición radical tanto a la historia oficialista producida por la “nomenclatura” estalinista y/o revisionista ulterior al Informe Kruschev, como a la historiografía de los “cold warrior” del tipo Robert Conquest que tan buena acogida tenían en los medios anticomunistas como era notorio bajo el franquismo. Esta “revolución” llegó a irrumpir hasta en el seno de los partidos comunistas, sobre todo en el británico y el italiano, en los que los patrones oficialistas entraron en franca decadencia.
Aunque muy poco conocido entre nosotros, el nombre de Moshe Lewin es el de un historiador clave en el historial de la revolución rusa, y de algunos capítulos primordiales, y estoy pensando….Esta aportación pasó a ser uno de los objetivos a liquidar por parte de las emergente historiografía neoliberal heredera de la llamada “sovietología” siguiendo las trazas de “cold warriors” como Robert Conquest, y en la que –con diversos matices- se inscriben nombres como el de François Furet o Robert Service que suelen ser catapultados desde unos medias perfectamente aleccionados al respecto, con sus intelectuales orgánicos del tipo de Antonio Elorza o Santos Juliá que, como se ha hecho canon en los medias, repiten como papagayos las fórmulas aprendidas; Octubre=Gulag o Lenin=Stalin.
Moshe Lewin estudió historia, filosofía y francés en la Universidad de Tel Aviv y luego en la Sorbona, y también fue profesor de historia en la Universidad de Pensilvania, Estados Unidos. Entre sus libros anteriores, algunos traducidos al castellano, cabe mencionar El campesinado y el poder soviético, El último combate de Lenin, La formación del sistema soviético, La gran mutación soviética, y finalmente, El siglo soviético, que sería, junto con el último Lenin, los únicos que yo sepa, que se tradujeron al castellano. Así pues, El siglo soviético se puede considerar como su “testamento”, y en su introducción, Lewin se despacha a gusto con la prepotencia “liberal” y con la presunción –tan repetida- que el acceso a los nuevos archivos convertían en obsoletos los grandes estudios operados por autores de los sesenta como los mencionados.
En la reseña aparecida en Viento Sur se hacen mención de sus obras en francés y en inglés, que son, respectivamente:
1) La grande mutation soviétique, Ed. La Découverte (1989); La formation du système soviétique, Ed. Gallimard (1987); Le dernier combat de Lénine, Ed. de Minuit (1967) (en español también está publicado El último combate de Lenin en Editorial Lumen, descatalogado).
2). Russia-USSR-Russia. The Drive and Drift of a Superstate, Ed. New Press (1994) y Russian Peasants and Soviet Power: a Study of Collectivization, Ed. Norton & Co (1975). Y otras dos obras de una gran importancia para los debates socio-político-económicos: Political Undercurrents in Soviet Economic Debates, Plusto Press (1975); Stalinism and the Seeds of Soviet Reform. The Debates of the 1969s, Pluto Press (1991).
El texto también hace hincapié en que “algunos militantes, no muy numerosos, antiestalinistas, pero comunistas, socialistas-revolucionarios –comprometidos en la acción política y social antes de 1968, fecha mitológica que ha sustentado otro mito pseudo-sociológico: “la generación de 1968”, del que algunos se reivindican fraudulentamente –la obra El último combate de Lenin tuvo importancia. El último combate de Lenin permitió reforzar sus críticas frente al sistema estalinista revalorizando a la vez las aprensiones del Lenín “que tocaba a su fin”. Al mismo tiempo, destacaba las fuerzas y las debilidades del aparato analítico de los comunistas críticos desde comienzos de los años 1920”. Este libro fue editado aquí por Lumen en 1970 en traducción de Esteban Busquets, y lamentablemente no se ha vuelto a editar.
Muy por encima de cualquier otro breviario, El Siglo soviético (Ed. Crítica, 2006) es un gran acontecimiento que marca un viraje en el conocimiento de ese “continente desaparecido” que es la Unión Soviética. Echa por tierra clichés e ideas establecidas, así como también ciertas opiniones que evaden el verdadero análisis de lo que fue el régimen surgido de la revolución de Octubre. Abre también el camino a una reconsideración crítica de ese pasado, en una época en la que se asiste a tomas de distancia, a veces vergonzantes y otras veces reivindicatorias, que a menudo testimonian el desconocimiento de lo que efectivamente sucedió. Como lo indica su título, el libro de Moshe Lewin abarca todo el período soviético, desde la revolución de 1905 a la implosión-hundimiento del régimen a fines de los años ochenta. La primera parte trata del período estaliniano, la segunda del período post-estaliniano, de Jruschov a Andropov. La última parte vuelve sobre la totalidad del período, echando luz sobre rupturas y continuidades…
Dicho de manera breva, la historia de la URSS de Lewin se sitúa en otro planeta frente a la mediocridad y el ideologicismo neoconservador de los actuales mandarines de la cultura oficialista.
Pepe Gutiérrez-Álvarez
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