Estamos en vísperas de las de las elecciones de Constituyente en Venezuela, convocada por Maduro para el 30 de julio. Este llamado estuvo precedido por la realización del referéndum, motorizado por la oposición derechista al gobierno chavista. En el sitio de “Prensa Obrera”, dos semanas atrás, publicamos un artículo elaborado por Jorge Altamira planteando el boicot al referendo clerical y a la Constituyente amañada de Maduro. Días después, la organización venezolana Opción Obrera, miembro de la CRCI, publicó un artículo con otra mirada y planteo que discrepaba con el que señalamos. Reproducimos el texto firmado por José Capitán, de la organización venezolana “En defensa de una Constituyente amañada, en contra de un golpe fascista” y la declaración referida a Venezuela elaborada por la Comisión Internacional del Partido Obrero, que, en estos momentos, está siendo divulgada por la militancia en lugares de estudio, de trabajo y en la agitación callejera. La publicación de ambos artículos aspira a contribuir al debate que es imprescindible desarrollar entre los trabajadores y la juventud. Se trata de un debate de alcance estratégico, que llamamos a continuar y profundizar.
La violencia de las fuerzas que pugnan en Venezuela conduce a un desenlace previsto. La situación económica empeora irreversiblemente, el chavismo como gobierno está acabado y la alternativa es la derecha hoy articulada en brigadas de asalto asesinando bárbaramente, desde tiros hasta puñaladas y quemados, incendiando módulos de salud, buses, locales culturales, oficinas de atención al público, cuya única justificación es su odio al comunismo que, lamentablemente, asocian con el gobierno.
El gobierno está atrapado en un callejón sin salida, dando pancadas de ahogado, inclusive la represión de la GNB y la policía nacional, quienes en tiempos de normalidad o de paz, ejercen rigurosamente controles exigiendo el pago de “vacuna” o en criollo “aplicando matraca”, ahora en el enfrentamiento, son los represores de siempre, desbordados por el avance de los fascistas de la MUD. También es relevante denunciar los grupos motorizados de lumpen, ligados a mafias dirigidas por presidiarios, mal llamados colectivos, utilizados por el gobierno.
El golpe en ciernes de la derecha ya es cruento. En su fase inicial ya se perfila así a través de innumerables asesinatos. Perciben que el gobierno está acabado pero aun así no quiere entregar, y el problema no se presenta a dos manos, en medio de la pugna entre la MUD y el gobierno, sino a tres manos, es la clase trabajadora y las comunidades la que llevan la peor parte.
A la izquierda venezolana de escritorio, de redes sociales (twitter y facebook, entre otros) no le gusta la Constituyente, y prefiere mirar para otro lado, lo que termina favoreciendo a la derecha, la cual a través de su lucha contra la Constituyente -o sin Constituyente- tiene otro objetivo, imponer los intereses del capital nacional y sobre todo el extranjero llevándose lo que sea por delante.
En fin de cuentas, la Constituyente, sí se realiza, ya tiene hasta sanciones ofrecidas por varios gobiernos de derecha, y la izquierda vernácula también se la tiene jurada a la susodicha, ambos con argumentos democráticos, por demás falsos. Toda la verdad, es que la pseudo-Constituyente es el señuelo para hacer el trabajo completo, liquidar la gesta con hitos revolucionarios iniciada en 1989, aplastar todo intentode defensa o de resistencia de las masas por lo alcanzado. La izquierda abyecta que jugó su rol de desviación de toda la vida al ascenso de las masas, una vez más le sirve, de maravilla a la derecha genuina y serena.
Es necesario precisar que en Venezuela se abrió una crisis prerrevolucionaria, con altos y bajos, desde 1989, con hitos claves como la crisis política expresada en los sucesos de 2002 a 2003, hasta llegar al “llegadero”, a la debacle de una burocracia que golpeada por los vaivenes de los precios del petróleo, cuando los precios se vinieron al piso, fracasó. Los trabajadores si bien han ido perdiendo ilusiones en el populismo, no se dejan llevar por las arengas de la derecha.
Sin embargo, en todo ese período, la izquierda no trascendió al chavismo, por otro lado todavía cerca de un 30% de los venezolanos sigue al gobierno, no sin contradicciones pero sin superar esa perspectiva. Es notable la cantidad de personas que defienden “el legado de Chávez” aún cuando sabemos que no pasó de algunos avances asistencialistas que se dieron al traste al disminuir la renta petrolera.
La consigna de la Constituyente, que el gobierno de Maduro está imponiendo, fue levantada inicialmente por la derecha, aunque si bien, precisemos mayoritaria y correctamente exigida por la izquierda, hoy es a través de ella que el gobierno pretende su salvación y por lo mismo la derecha se vale de su rechazo para realizar su golpe. Por lo tanto, el fracaso de este intento golpista, es la respuesta inmediata que los trabajadores deben conseguir para evitar una salida compulsiva a la crisis económica que los termine de hundir mediante la privatización de recursos estratégicos y la destrucción del derecho laboral y de los derechos sociales. Con esto no queremos decir que el gobierno de Maduro no vaya por esa vía, y no lo combatamos como lo hacemos diariamente, pero una cosa en este momento es un populismo fracasado y otra cosa es el fascismo. Para luchar contra un golpe militar probable, también debemos hoy derrotar al fascismo.
Por ahora, no hay soluciones o salidas democráticas, sólo hay dos vías en esta encrucijada, hacia el socialismo auténtico mediante un gobierno de los trabajadores o las variantes neofascistas
En realidad, el gobierno busca alargar su agonía a través de la Constituyente, el problema se complica porque la derecha no quiso morder el peine de una constituyente y en realidad el gobierno promueve una a su medida, inclusive coaccionando a los trabajadores de la administración pública para su participación. Pero el escenario no es exactamente como pretende la MUD o como el gobierno lo desea, la derecha representada en la MUD, por sus cuatro organizaciones principales, no es homogénea y el tamaño de cada uno no supera a la del PSUV, el cual todavía tiene fuerza en los barrios de sectores de menores ingresos, en su conjunto, no integran a un 50% de la población, pero juega a favor de la MUD el descontento popular de la mayoría del país.
Por el lado de los candidatos constituyentes, no todos son oficiales, a pesar del atrevimiento del PSUV en coaccionar a personas admitidas por el ente electoral, conminándolos a declinar (aunque algunos accedieron, otros se resistieron). Tanto en lo territorial como en lo sectorial hay elementos chavistas de base que presentan propuestas no oficiales, tampoco “trotskistas” pero combativas. En particular, trabajadores y representantes de las comunidades. El método escogido por el gobierno tuvo sus yerros que supieron utilizar algunos de los postulados y lograron calificar, el monto de firmas necesarias fue evidentemente mucho menor a cualquier otra contienda electoral tradicional. Si bien fue bastante rápida, dio el tiempo y se recogieron los recaudos exigidos, los cuales contrastan con los postulados oficiales en cuanto a recursos, pero sus propuestas no quedan en vano.
Por otro lado, a pesar del método meticuloso presentado por el gobierno, hubo otros resquicios, como la intención de alcanzar la postulación como representante de un sector con un número de firmas exigido, inclusive de lejos, más factible que en la Constituyente del '99. No quiere decir esto que no será la posición oficial la que se imponga pero, 79 trabajadores de diferentes sectores, tendrán que rendirles de alguna forma cuentas a sus electores, donde algunos elegidos son nobles representantes de los trabajadores en lucha. Inclusive en el sector territorial (municipal), y en sectores de las comunas combativas.
Como bien dijo un trabajador de la Misión Barrio Adentro: “A la Asamblea Nacional Constituyente llevamos una voz de protesta no llevamos una voz de aplausos”.
José Capitán (Opción obrera)
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