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domingo, julio 23, 2017
La batalla de PepsiCo, el “veranito” económico y el ajuste poselectoral
Una lucha obrera que se planta frente a los planes patronales. Una reactivación pírrica. ¿Qué viene después de octubre?
La lucha de PepsiCo se instaló en la escena nacional gracias a la firmeza demostrada por las obreras y obreros en la defensa de sus puestos de trabajo.
Irrumpieron en un escenario impregnado por la impotencia que burocracia sindical y la oposición patronal inyectan en la clase obrera frente al avance del ajuste de los CEO.
Kirchneristas, massistas y randazzistas que le votaron leyes centrales a Cambiemos, generan una falsa expectativa sobre las elecciones de octubre como oportunidad para castigar al Gobierno.
Luego del violento desalojo trascendieron los lamentos patronales debido a que PepsiCo habría “hecho todo mal”. Hasta Quilmes, que tiene la franquicia para producir la línea de bebidas de la multinacional yanqui, salió a despegarse de la patronal de PepsiCo.
Incluso, varias empresas periodísticas afirmaron que el Gobierno postergó el impulso de una reforma laboral para después de octubre. Pero en los últimos días el macrismo y la UIA volvieron a instalar el tema “alertados” por la nueva ley laboral de Brasil que hace perder “competitividad” a nuestro país.
Del resultado de batallas como la de PepsiCo dependerá la definición de la relación de fuerzas entre las clases para que el oficialismo pueda avanzar con sus planes de ajuste. Parafraseando al Che Guevara, hacen falta dos, tres, muchos PepsiCo para que la crisis la paguen los capitalistas.
El oficialismo busca inclinar la balanza decididamente a favor de las patronales. Lo hace por convicción, pero también porque es corrido por derecha por quienes consideran que el gradualismo y la tibieza conducen a “chocar la calesita”.
"Hacía falta un poquito de palos como en PepsiCo", escupió con desprecio burgués Carlos Rodríguez. Se trata de un economista que fue viceministro de Economía durante el Gobierno de Carlos Menem.
Rodríguez, quien además teorizó el “modelo” económico de la dictadura cívico militar, considera que al Gobierno le "va a ir mal porque es una mala política. Estamos como el Perla Negra, navegando en aguas turbulentas. Macri no tiene plan económico. No sé si es liberal, radical, peronista".
El macrismo intentará en las elecciones de octubre reunir capital político para avanzar en el sentido que le reclaman los Rodríguez y el establishment. Por eso volvió a la carga con las promesas de reforma laboral, tributaria y previsional.
En cámara lenta
Altos funcionarios del Gobierno dicen que la economía ya tocó fondo y está en vías de recuperación. Habría empezado un “veranito”. Hay parte de verdad y parte de exageración.
Luego del derrumbe al que condujo la devaluación y el ajuste comenzado en diciembre de 2015, la economía exhibió cierta recuperación hacia finales de 2016, una nueva recaída en los dos primeros meses de 2017 y una tímida recuperación en marzo y abril.
Observando los promedios anuales del Estimador Mensual de la Actividad Económica (EMAE), se puede decir que la situación se encuentra a mitad de camino entre años malos, como 2014 y 2016, y un año de relativo crecimiento como fue 2015, donde parte del impulso estuvo explicado por las decisiones de empujar la demanda por necesidad electoral.
Pero la economía todavía está lejos del pico de actividad de los últimos tres años y medio, que se alcanzó en junio de 2015: el último registró de abril de este año ubicaba el índice tres puntos debajo (148 versus 151).
El moderado crecimiento se refleja también en que en el acumulado hasta abril la actividad apenas había crecido 0,4 % en relación al mismo período del año anterior.
Este resultado pírrico en términos de actividad económica se da a pesar del enorme crecimiento del gasto en obra pública para mejorar las chances del oficialismo en las elecciones de octubre.
Ganadores y perdedores
Además de moderado, el crecimiento es totalmente desigual. En el primer trimestre del año, según la estimación provisoria del Producto Interno Bruto (PIB) que realizó el Indec, los ganadores son: agricultura, ganadería, caza y silvicultura (+4,3 %); transporte, almacenamiento y comunicaciones (+ 3,7 %); actividad inmobiliaria (+ 2,7 %) y el sector financiero (+ 2,4 %); servicios sociales y de salud (+ 2,1 %); construcción (+1,9 %), entre los más destacados.
En sentido contrario, la industria manufacturera (- 2,2 %) y el comercio (-0,9 %) siguen en retroceso. Se trata de dos sectores con alto impacto en el empleo: explican casi el 40 % del empleo asalariado registrado en el sector privado.
Por eso Macri reconoció que “hay gente a la que todavía no le llegó el cambio”. Estaba en un acto de campaña nada menos que en La Matanza, el corazón del conurbano. En los partidos del Gran Buenos Aires la tasa de desocupación trepa al 11,8 % de la población activa.
La “gente” a la que sí le llegó el cambio es un puñadito: el gran capital del agropower vía devaluación y quita de retenciones; las finanzas internacionales con la “bicicleta financiera” y la escalada de la deuda externa; a las privatizadas de los servicios públicos con los tarifazos; a las petroleras con el modelo de flexibilización de Vaca Muerta; y no muchos más.
En este resultado provisorio del primer año y medio largo de Cambiemos se vislumbra un muy parcial reacomodamiento de la estructura productiva agudizando la primarización económica.
Para el resto del “mundo” no hay ningún derrame del pírrico crecimiento económico. Hay bolsillos vacíos, despidos y represión a los que no se resignan al ajuste, como en PepsiCo.
En 2016, el poder de compra del salario cayó 6 % promedio para el sector privado registrado. Ese promedio oculta que fue mucho mayor la pérdida entre los trabajadores en “negro”, estatales o aquellos que ni siquiera tienen ingreso salarial.
En los últimos años, entre los meses de mayo y agosto se observan los mayores aumentos salariales debido a las paritarias en cuotas. En la actualidad parece que eso no alcanzará a disimular la caída del consumo y el malestar social.
María Eugenia Vidal debió recurrir a la medida “populista” de ofrecer un descuento del 50 % para las compras en supermercados con tarjetas del Banco Provincia. No sólo eso.
El Gobierno nacional anunció que dará préstamos a cuenta de la Asignación Universal por Hijo: a los que están desposeídos de todo los obligan a endeudarse para morigerar su miseria en el período electoral. Una obscenidad descarada.
El mar de fondo
A pesar de haber llegado para “normalizar” la economía, el macrismo no hizo más que agudizar los desequilibrios económicos.
La inflación sigue alta a pesar de la relativa desaceleración de los últimos meses. En julio se espera una reactivación de las subas de precios por el efecto del movimiento ascendente que tuvo el dólar recientemente.
El Banco Central no para de alimentar la “bicicleta financiera”. Esta semana volvió a hacerlo con la nueva suba de la tasa de interés de las Lebac porque la inflación todavía no se ajusta a los parámetros establecidos por Federico Sturzenegger. Esta política, a la vez, pone límites a cualquier intento de reactivación de la actividad.
El dólar está atrasado desde el punto de vista de la burguesía industrial y agraria. En la inauguración de la muestra anual de la Rural fue el propio ministro de Agroindustria, Ricardo Buryaile, el que afirmó que el campo requiere un “mejor tipo de cambio” y que sufre “una presión impositiva asfixiante”.
A pesar del anuncio del ministro de Hacienda sobre que el Gobierno superó la meta fiscal en el primer semestre, el déficit sigue elevado. El achicamiento del gasto público y del Estado es el principal grito de guerra del establishment financiero. Saben que eso es condición para garantizarse el pago de la deuda que está en una escalada notable.
Cuando se termine el período electoral lo más probable es que se acabe el gasto en obra pública “indiscriminado”, se acabe el “populismo” de Vidal y Macri y vuelvan a escena las tareas centrales que fija la burguesía para “ordenar” el país.
Esto no quita que el ajuste se detenga en estos meses, sino que después de octubre probablemente el oficialismo querrá avanzar más decididamente en sus planes. El resultado electoral también ayudará a definir los márgenes de acción con los que contará.
La votación al Frente de Izquierda y los Trabajadores fortalecerá la perspectiva para que dos, tres, muchos Pepsico, puedan triunfar.
Pablo Anino
@PabloAnino
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