viernes, julio 14, 2017

Venezuela: Asamblea Constituyente, un capítulo más del derrumbe del régimen

El presidente venezolano, Nicolás Maduro, ha convocado para el 30 de julio a elecciones para la Asamblea Constituyente bolivariana. No se trata de una expresión revolucionaria ni democrática. Son elecciones totalmente amañadas. Se elegirán 545 constituyentes en un sistema digitado, donde más de un tercio tienen un carácter corporativo (por lugar de trabajo, cámara empresarial, etc.) y el resto carácter comunal-territorial. Todos ellos vienen “seleccionados” por la burocracia del partido oficialista (PSUV) y prácticamente no compiten expresiones críticas al gobierno. Además, se implementará -por primera vez- un complejo dispositivo de voto electrónico que deja lugar a maniobras fraudulentas de diverso tipo.
El objetivo para el gobierno chavo-madurista es otro intento de salir del inmovilismo y esquivar las elecciones que ya debieron hacerse para alcaldes y para gobernadores. Al mismo tiempo, apunta a lograr algún tipo de institución que le permita dar un barniz de soberanía popular y legitimidad a la política de endeudamiento y privatizaciones que aplica Maduro. Es que al haber perdido la mayoría en el Parlamento Nacional a manos de la oposición derechista y postergar por decreto las elecciones regionales, que debían hacerse el año pasado, no puede avanzar en esta dirección. Quienes ven en la Constituyente fraudulenta una forma de “resistencia” a la “restauración conservadora”, simplemente ignoran que se trata de un atajo quedantista que no lleva a ningún lado; por el contrario, acelera el derrumbe.
Entretanto, las grietas del régimen de Maduro se profundizan. Las sucesivas deserciones del chavismo -empezando por la fiscal general Luisa Ortega, una chavista hecha y derechaconfiguran un bloque político con la oposición que pretende operar o funcionar como bisagra de un gobierno de transición cívico-militar. Es la base de un golpe, en oposición a los sucesivos autogolpes del oficialismo. La coalición derechista reclama la intervención abierta, golpista, de las Fuerzas Armadas. Estas también están divididas, pero amplios sectores de sus mandos están inmersos en la corrupción chavista y temen ser incriminados. Y, potencialmente, está latente la amenaza de un estallido obrero y popular en las barriadas del Gran Caracas, recordando lo que fue el histórico “Caracazo”.

Transición

Los principales círculos burgueses, incluida la curia, buscan el camino de mediar una salida consensuada entre chavistas y opositores de la MUD (Mesa de Unidad Democrática, el agrupamiento de la derecha). La reciente “liberación” (en realidad, prisión domiciliaria) del líder derechista Leopoldo López, ha sido presentada como un paso en ese sentido.
El imperialismo y la OEA alientan esta salida. Apuntan a una transición controlada para evitar un salto al vacío y, en esa medida, “dosifican” su accionar contra Maduro, quien -importa destacar- sigue pagando religiosamente la deuda externa aún a costa de crecientes penurias de la población y sigue adelante con planes de reprivatización de empresas en su momento ‘nacionalizadas’ por Chávez. Clarín (1°/7) informa que Maduro ha acordado con Goldman Sachs la venta de 2.800 millones de dólares en bonos garantizados por la petrolera Pdvsa a 895 millones de dólares, “un precio irrisorio de 31 centavos por dólar”. El gran capital no ha llegado al extremo de aislar financieramente al país, pero lo sostiene como la soga al ahorcado.
La oposición derechista, por su parte, ha convocado para el domingo 16 de julio un referéndum para plantear el rechazo a la Constituyente. Por supuesto, esto no ha sido legalizado ni por la Junta Electoral ni por el gobierno. Se podrá votar en cualquiera de las casi 2.000 mesas que abrirá la MUD en casas e instituciones privadas, y los ciudadanos podrán hacerlo en cualquier lugar, lo que deja la posibilidad de dobles y triples votos. Además, ya se ha anunciado que se quemarán los registros electorales una vez finalizado el escrutinio para “preservar la seguridad de quienes vayan a votar”. Estamos hablando de resultados dibujados.
Se ha llegado a este terreno luego de cien días de choques del gobierno contra las manifestaciones callejeras convocadas por la MUD. Una estadística no oficial habla de unos 80 muertos por estos incidentes y centenares de detenidos. Oficialistas y opositores se acusan mutuamente de ser culpables de estos homicidios, cometidos por los “colectivos” parapoliciales según la derecha, o por las patotas racistas de las “guarimbas” (piquetes), según el gobierno.
El programa de la oposición patronal (llamado inmediato a elecciones regionales, pleno funcionamiento del Parlamento en el que tiene mayoría) no es más que el pasaporte para una violenta política entreguista y de austeridad. Lo que quiere la derecha es avanzar más rápido en un ajuste duro contra el pueblo trabajador y en la privatización a fondo de la industria petrolera.
A pesar de las multitudinarias movilizaciones realizadas por la MUD, éste no ha podido plegar a su movimiento a los sectores populares más empobrecidos que constituyen la base social del chavismo.
El gobierno sostiene la difícil situación por medio de los centros de abastecimiento que reparten bolsones de comida (Claps). Otras medidas, como el reciente aumento del 50% del salario mínimo son rápidamente devorados por la fabulosa inflación. Pero las masas empobrecidas están sumergidas en la decepción y sólo el activo más militante del PSUV chavista se moviliza. La falta de alternativa política independiente dificulta la movilización popular por sus reclamos, que suele estallar (saqueos a supermercados en el interior en búsqueda de alimentos, etc.) episódicamente.

Salida independiente

El problema fundamental es dotar a las masas trabajadoras de Venezuela de una alternativa política independiente de las dos variantes burguesas. Pero la izquierda, candidata natural para eso, no tiene una posición independiente. Tanto el PSL (expresión venezolana de Izquierda Socialista de Argentina), como el PSTU plantean como consigna central “Fuera Maduro”. Al igual que en la crisis de Brasil cuando no se opusieron al golpe parlamentario derechista contra la presidenta del PT, Dilma Rousseff, que fue reemplazada por el superajustador Michel Temer, coinciden en Venezuela con las movilizaciones de la MUD. Se esfuerzan por reivindicar su supuesta “independencia” dentro de este frente común de acción con la derecha oligárquica. Marea Socialista (el MST de Argentina) también está en este campo: reclama un compromiso entre el chavismo y la oposición derechista para respetar la constitución y convocar a un cronograma electoral consensuado. Pretenden presentarse como opuestos a la violencia de los dos bandos y concurrir a las elecciones en lista común con chavistas críticos que se han desvinculado del gobierno (al igual que ellos) en el último período.
Es necesario producir un reagrupamiento independiente de una vasta vanguardia obrera, sindical combativa y de la izquierda, al margen de los dos bandos burgueses. El derrumbe ostensible del gobierno es apenas la primera etapa de una crisis de desarrollo mucho más prolongado, que le servirá al pueblo de experiencia política y producirá el agotamiento de las fuerzas burguesas y pequeño burguesas en presencia.

Rafael Santos y Pablo Heller

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