Los kurdos, descendientes de pueblos guerreros como los hititas y los asirios en el siglo X, estaban organizados en principados independientes y recién seis siglos después fueron ocupados por los otomanos. Divididos entre lo que hoy es Turquía, Siria, Irak e Irán durante siglos combatieron por su independencia, en 1946 crearon un efímera República del Kurdistán en Irak y durante la Segunda Guerra Mundial dominaron el norte de Irán apoyados por la Unión Soviética. En Turquía y en Irak desde los años '20 se alzaron en armas en diversas ocasiones y el régimen iraquí de Saddam Hussein debió concederles la autonomía. Las potencias vencedoras en la Primera Guerra Mundial reconocieron su independencia en el Tratado de Sèvres de 1920 pero después abandonaron esa resolución ante el temor de que el desmembramiento de Turquía, ya gobernada por Mustafá Kemal, favoreciese a la naciente Unión Soviética.
Los kurdos son sunnitas y la victoria del referéndum en Siria sobre su independencia cambia el panorama en todo el Medio Oriente, donde los gobiernos de Assad en Siria, de los ayatollahs en Irán y de Bagdad son chiítas y se verán afectados, como Turquía, en el caso de la unificación de los kurdos que reduciría su población y territorio y crearía una nueva potencia petrolera y gasera en la región.
El reconocimiento de la legitimidad del referéndum por parte de Moscú, aunque eso moleste tanto a sus aliados sirios, se debe a que los kurdos sirios son una fuerza combativa real pero, sobre todo, al deseo de evitar su izquierdización revolucionaria y social, sometiéndolos a su tutela y comprándoles el petróleo y el gas. Además, Rusia incorporó el Donestk y Crimea alegando contra Kiev el resultado de sendos referendos y no puede destrozar ese argumento democrático que, además, le sirve para presentar a los europeos y estadounidenses como enemigos de la independencia nacional en Medio Oriente (por haber renegado de lo concedido en Sèvres y por tratar de derribar a los gobiernos de Irán y de Siria).
Turquía, por su parte, no puede chocar con Moscú porque Erdogan está aislado y porque podría beneficiarse con el paso del gas y del petróleo sirio-iraquí por su territorio y hasta ahora prefiere esperar callada aunque se ve muy afectada por la posibilidad de la independencia kurda en Siria que reforzará la lucha por la unificación de todos los kurdos de Medio Oriente, incluyendo en primera línea los kurdos del PKK contra los cuales combate en Turquía y en Siria. Erdogan, a lo sumo, puede hacer maniobras militares conjuntas con Irak para amenazar a los kurdos turcos, iraquíes e iraníes, pero no puede tocar a los de Siria. Además, no ve con buenos ojos la ayuda que Qatar y Arabia Saudita dan al Estado Islámico, aunque Turquía también le haga llegar a éste, cuando le conviene, armas y dinero y venda el petróleo robado por el E.I.
Assad, a su vez, depende demasiado de los kurdos, excelentes combatientes contra el Estado islámico, y de la aviación y el respaldo ruso, que le están haciendo triunfar y de todos modos los kurdos ya funcionan como Estado en su territorio y no lo puede impedir.
Si Siria no reconociese la independencia kurda esperando que Irán e Irak la impidan y para no descontentar a Teherán, su fiel aliado, sabiendo que Rusia siempre la va a ayudar porque le conviene hacerlo, la autonomía para los kurdos tendría que ser tan amplia que sería prácticamente una Federación.
Las actuales amenazas estadounidenses (y europeas) contra Irán impiden a los mullahs abrir un nuevo frente con una campaña antikurda. De modo tal que, en este conjunto de debilidades, Moscú, el único firme, mantendrá su línea …y los kurdos avanzarán hasta superar el tribalismo.
Guillermo Almeyra
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