Los Comentarios reales y la Historia General del Perú, del Inca Garcilaso de la Vega se podrían considerar como algunas de las bases ideológicas de un pensamiento mestizo desde América Latina.
En esos textos, el Inca Garcilaso presenta la historia desde lo cotidiano, desde la pequeña historia, desde la intrahistoria, como diría Miguel de Unamuno. No es la historia de los grandes héroes, si no de la cotidianidad. Así, inicia una forma de interpretación histórica diferente a la de los conquistadores. Esa forma de interpretar la historia, la colonización y la conquista marcará el futuro de América Latina.
Desde los textos del Inca Garcilaso, el mestizo asume ideológicamente, el denominado “encuentro de dos mundos”. Así, sus textos armonizan la visión indígena andina, que no es solo de los Incas, con la visión española occidental de la cultura cristiana. Entonces, su idea de la conquista como un mestizaje “ideal” entre el “nuevo” y “viejo” mundo, impone una visión que marcará hasta hoy, la inseguridad propia de los mestizos en el mundo andino.
Su pretendida unificación entre el “viejo” y el “nuevo” mundo, mediante el poder reconciliador del amor, influenciado por los Diálogos de amor de León Hebreo, termina justificando todo lo hecho por la conquista y la colonización. En el intento de justificar la conquista desde lo incásico y desde lo cristiano, mezcla las dos formas de ver la historia: la historia lineal con principio y fin de la cultura cristiana y la historia circular del mundo inca. Entonces se inventa una forma de ver la historia desde una supuesta espiral ascendente. Así relata la época preincaica de sacrificios y barbarie; la época incaica de monoteísmo con el dios Sol, la construcción social y la institucionalización económica y la época de decadencia con Atahualpa. Finalmente presenta la llegada de los españoles como algo providencial.
Desde aquellos textos hasta hoy, los mestizos en el mundo andino construyeron un simbolismo basado en la inseguridad sobre su pasado y sobre su futuro, porque finalmente no tienen una identidad propia, no se sienten indígenas ni blancos, aunque se asuman blancos. La construcción ideológica de Garcilaso de la Vega crea y justifica una sumisión ante el poder que se evidencia hasta hoy.
Como toda construcción ideológica, en la idea del mestizaje elaborada por el Inca Garcilaso hay una mezcla de elementos objetivos y subjetivos de la realidad, pero además hay un vínculo entre ficción y realidad, lo que lleva a que el texto sea una mezcla de narración histórica y novela. En esa mezcla de historia y novela, el Inca Garcilazo construye e inventa un relato para justificar el encuentro de dos mundos. Incluso, sobre algunas leyenda asumidas como reales, no hay elementos de comprobación, como el caso de los hombres barbudos que llegarían luego del decimosegundo monarca incaico.
Hay una necesidad en él, de elaborar un relato que sirva para construir una identidad mestiza, o sea para construir su propia identidad. Su inseguridad y su conflicto identitario se evidencia ya cuando decide cambiar su nombre por otro que acerque sus raíces españolas e incas. Después, con sus textos justifica la colonización y su pensamiento termina siendo, de alguna manera, un pensamiento colonizado. Eso lo lleva a asumir la colonización con un providencialismo mesiánico y a España y la conquista como un instrumento de la providencia.
En su relato la conquista se justifica desde la mirada cristiana y desde las supuestas profecías incas. Desde la mirada cristiana ya existía una justificación por parte de Colón y los otros cronistas, pero desde su crisis de identidad y en su necesidad de justificación histórica y simbólica, tenía que construir el relato desde lo incaico. Así asume las profecías que, incluso, pueden ser una invención o interpretación de distintos relatos orales de su pueblo.
Ese relato colonizado lo lleva incluso a enfatizar que él solo pretende realizar un comentario a crónicas de españoles que por no conocer el quechua se equivocaron en algunos temas. En el texto hay una ambigüedad permanente, una especie de choque, al asumir el relato a veces desde la mirada supuestamente incásica y a veces desde la mirada cristiana. Esa también es una ambigüedad propia del conflicto identitario.
La ambigüedad se muestra desde el propio título al utilizar el término “reales”, que puede asumirse como verdaderos o de realeza inca. Ahí también evidencia el mismo conflicto, porque muestra la necesidad de remarcar que él escribe desde la historia real y desde su condición de descendiente de las realeza inca. Entonces, utiliza su condición para dar validez a su relato incásico, y para que los demás asuman el texto como una crónica de la verdad indígena porque fue escrito por un descendiente de la realeza inca. De esa forma, utiliza su condición para justificar la conquista y colonización.
Si bien busca conciliar la cultura española y la incaica, hay una mayor utilización de la cultura inca, porque, en ese momento histórico, era necesario justificar la conquista y colonización desde esas raíces, pues la justificación española ya estaba construida, pero en todo momento intenta armonizar el mestizaje entre el “nuevo” y el “viejo” mundo.
Su relato sirvió como base para que América sea asumida como un continente evidentemente mestizo. Si bien eso en parte es verdad, porque los conquistadores se mezclaron con los indígenas como no ocurrió en otros continentes, sirvió también para someter a las culturas indígenas hacia futuro, cuando surgen las repúblicas y los estado-nación. Esa construcción ideológica y el sometimiento de los indígenas sirvió también para que, en muchos casos, cuando emigraban a la ciudad se asumieran como mestizos y trataran de dejar su cultura atrás, con todo lo que eso implica.
Si bien esa mirada ideológica se impuso hasta hoy, la resistencia indígena de siglos logró mantener en parte, la cultura de los diversos pueblos y nacionalidades originarias, particularmente en los Andes. Gracias a esa resistencia permanente, en los países andinos los pueblos y nacionalidades indígenas lograron posicionar en muchos casos su cosmovisión del mundo en lo simbólico, político, social y económico-comunitario, elaborando una nueva construcción ideológica que, sin embargo, en algunos casos fue permeada por cierta intelectualidad mestiza que la asumió, transformó y a veces recreó, de acuerdo a una mirada marcada por su conflicto identitario de siglos. En todo caso, la construcción ideológica de lo indígena mantendrá una tensión permanente con la construcción ideológica del mestizaje y surgirá una tercera visión de la conquista y la colonización, con un pensamiento menos sumiso y menos colonizado.
Kintto Lucas
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