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lunes, marzo 26, 2018
¿Qué se puede esperar del pirómano Trump asesorado por el halcón Bolton?
La Casa Blanca está pasando por otra semana de turbulencias. Con horas de diferencia Trump impuso tarifas por 60.000 millones de dólares a importaciones chinas, lo que llevó a un nuevo temblor en las bolsas que recordó el resbalón de febrero pasado. Forzó la renuncia de su abogado en el “Rusiagate” que lo tiene enfrentado con el FBI. Y como si esto fuera poco echó a su asesor de seguridad nacional, el militar tres estrellas H. McMaster, y lo reemplazó por John Bolton, un viejo halcón conservador que ayudó a fabricar la mentira de las “armas de destrucción masiva” de Saddam Hussein. Esta fabulación defendida ante las Naciones Unidas por el “moderado” de entonces, Colin Powell, fue el casus belli del presidente G.W. Bush para la invasión de Irak hace 15 años atrás.
Este nuevo nombramiento está en sintonía con el reemplazo de Rex Tillerson por Mike Pompeo al frente del Departamento de Estado. Este recambio por personajes más cercanos al pensamiento del presidente ya es leído como una señal de que Trump estaría dejando atrás la etapa “moderada” de la administración, inaugurada en agosto del año pasado con el despido de Steven Bannon y el desembarco de los militares en áreas clave del gobierno. A favor de esta interpretación también van las últimas medidas proteccionistas tomadas por Trump, que motivaron el alejamiento de Gary Cohn, un demócrata “globalizador” proveniente de las finanzas que era el principal asesor económico del magnate.
Bolton, quien va a tener un acceso privilegiado al oído del presidente sobre seguridad nacional, lo que incluye el desempeño de las agencias de inteligencia estatales, es un activo militante de las guerras preventivas y el unilateralismo, convencido de que Estados Unidos tiene el poder suficiente para hacer lo que quiera sin verse limitado por instituciones como el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, donde Rusia y China tienen poder de veto. Cualquier similitud con el “America First” es pura coincidencia.
Más allá del parentesco que los une no es un “neoconservador” en sentido estricto porque lo suyo no es “exportar la democracia” ni “construir naciones”, pretensiones posmodernas que tuvo el imperialismo norteamericano bajo Bush Jr., sino bombardear, derrocar al enemigo y retirarse.
Lo bueno es que el hombre no es nada tímido para ventilar sus convicciones ya sea desde la pantalla de Fox News o desde las páginas de Wall Street Journal, que recientemente publicó una columna suya en la que da los argumentos de por qué es legal una guerra de Estados Unidos contra Corea del Norte. El otro deporte predilecto del actual asesor es torpedear el acuerdo nuclear con Irán, firmado por Obama con el auspicio de la Unión Europea y las Naciones Unidas. En esto coincide con Pompeo, un sector nada despreciable del Partido Republicano y con Benjamin Netanyahu.
En esta nueva configuración del gabinete, la esperanza del establishment está en que J. Mattis, el jefe del Pentágono, siga actuando como freno a las aventuras. Que la cordura dependa de un militar apodado “mad dog” muestra el estado crítico de la cuestión.
Las diferencias entre las posiciones de Bolton y las de Trump en temas candentes de política internacional ponen en evidencia que no hay una estrategia clara más que la incertidumbre.
En la política hacia Rusia el presidente y su nuevo asesor parecen estar en extremos opuestos. Bolton es uno de los halcones más guerreros contra el régimen de Putin, mientras que Trump mantiene una ambigüedad a pesar de que su política de disminuir la hostilidad hacia Rusia fue derrotada.
En la campaña de 2016 Trump posó de opositor a la guerra de Irak y presentó una plataforma que coqueteaba con el aislacionismo, planteando que Estados Unidos debía resolver sus propios problemas antes de embrollarse en guerras costosas y pagarles a los iraquíes la reconstrucción de su país. Pero a la vez prometió bombardear a todo el que se cruzara en el camino de Estados Unidos hacia su grandeza.
En cuanto a Corea del Norte la contradicción aparente entre la posible cumbre entre Trump y Kim y la política agresiva de Bolton puede terminar haciendo una política complementaria. El reacercamiento entre las dos Coreas dejó expuesta la debilidad de la posición en que quedó Estados Unidos para lidiar con el régimen norcoreano. Ni la guerra ni la paz, ambas nucleares, parecen ser buenas opciones. Aún no está claro si la cumbre se realizará y menos todavía si producirá algún resultado. En ese caso, la administración podría volver a la línea dura de presión in extremis, para la cual los halcones pueden ser más creíbles.
El posible repudio del acuerdo nuclear con Irán está erosionando las ya maltrechas relaciones entre Estados Unidos y la Unión Europea. Después del acuerdo, las exportaciones iraníes hacia la Unión Europea aumentaron un 375% entre 2015 y 2016, mientras que varias compañías europeas volvieron a invertir en la rentable industria iraní del petróleo y el gas. Estos negocios se verían amenazados si Estados Unidos entrara en un modo guerrero contra el régimen de los ayatolas.
¿Significa la llegada de Bolton al dream team de Trump que Estados Unidos irá a una guerra en el futuro próximo?
No necesariamente, aunque no se puede descartar que la recarga de tensión termine disparando algún accidente. Las repercusiones de la guerra tarifaria contra China recién están empezando a sentirse. Las opiniones están divididas. Algunos respiraron porque esperan que al exceptuar momentáneamente de los aranceles al aluminio y acero a aliados y socios de Estados Unidos (la Unión Europea, Canadá, México, Brasil, Argentina, Corea del Sur) se limitarían los alcances de lo que se temía podía ser una guerra comercial a gran escala. Pero no faltan quienes señalan que si se disparara una guerra comercial entre las dos principales economías del mundo, difícilmente podrían circunscribirse sus consecuencias.
Lo que preocupa, además, es la justificación. Desde la oficina de Comercio de la Casa Blanca, Peter Navarro, volvió a ligar las tarifas punitivas contra China a la nueva Estrategia de Seguridad Nacional, que puso al gigante asiático en el lugar más alto del podio de las amenazas que enfrenta Estados Unidos, elevándolo al rango de “competidor estratégico”. No casualmente las tarifas apuntan a los sectores identificados por Xi Jinping en el discurso del 19 Congreso del PCCh como claves para aspiraciones de China.
Estados Unidos se está volviendo una potencia impredecible, lo que hace la situación particularmente peligrosa. Más aún cuando un pirómano como Trump se rodea de halcones que le ofrecen un fósforo encendido.
Claudia Cinatti
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