sábado, julio 18, 2020

La carta de las Madres a AF: ¿grieta en la coalición que gobierna?



El significado del acto del 9 de julio en Olivos.

A través de una carta pública dirigida a Alberto Fernández firmada por Hebe Bonafini, las Madres de Plaza de Mayo le hacen conocer al presidente Alberto Fernández que se sienten “agraviadas y heridas” por la decisión de festejar el Día de la Independencia sentando a su alrededor a los que “explotan a nuestros trabajadores y trabajadoras, y saquearon al país… y más grave aún a los que secuestraron a muchos de nuestros hijos e hijas”. En la carta, como se aprecia, no se recurre a eufemismos para describir a la concurrencia que por invitación de Alberto fue a Olivos el 9 de julio. No podemos menos que coincidir con la caracterización de quienes ahí estuvieron, faltó agregar a la burocracia sindical que actúa como correa de trasmisión de los intereses de estos entre los trabajadores.
La foto de Olivos, con la presencia del Grupo de los 6, causó un revuelo al interior de los aliados del gobierno. El G6 reúne a la Asociación de Bancos Argentinos, la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, la Cámara Argentina de Comercio, la de la Construcción, la Sociedad Rural Argentina y la Unión Industrial Argentina, o sea, el establishment, los que “cortan el bacalao”.
El periodista Alfredo Zaiat de Página/12 en su columna del domingo 12 directamente califica la decisión de Alberto de invitarlos como un grave error (“para que los costos devastadores de la actual crisis no sean en vano, la política económica de la recuperación no puede quedar depositada en ganar la confianza de los empresarios del G-6”), porque Zaiat entiende que “el presidente Alberto Fernández propone la reconstrucción de la economía a partir de un capitalismo con otras bases”, por lo cual esta táctica no sería la adecuada. El editorial de Zaiat cobró notoriedad porque Cristina Fernández de Kirchner, la otra pata del gobierno, tuiteó sobre esa nota diciendo que es “el mejor análisis que he leído en mucho tiempo”. A esto se sumó que un periodista muy ligado a CFK, como Tognetti, haya salido a decir que el gobierno estaba “yendo hacia el centro, lo que significa que avanza hacia la derecha”.
Lo que queda claro es que la carta de las Madres no es un hecho aislado y plantea una crisis al interior de la coalición gobernante.
El presidente de la Sociedad Rural se esforzó en dejar explicitado que había concurrido a Olivos con un pliego de reclamos para su sector (donde las retenciones ocupan un primer lugar); el de la UIA dijo exactamente lo mismo y a través de un copioso documento la patronal industrial hizo saber de sus “reivindicaciones” donde los subsidios ocupan un papel (pero no único) central. Ahora a través de estas expresiones (Madres, Zaiat y Tognetti, por lo menos) aparecen otros reclamos, entre ellos los de los sectores que por diversas vías han sido coptados por el gobierno y el Estado a cambio de cubrirlo por izquierda; el elemento común entre todos ellos es la figura de CFK. Es evidente que se ha abierto una grieta cuyo alcance irá madurando al calor de la crisis y el derrumbe nacional.
Lo que hay que tener en cuenta es que coincidentemente ninguno cuestiona lo que es la clave de la política del gobierno: la negociación de la deuda. Las propuestas cada vez más favorables para los buitres y el capital financiero obviamente no son rechazadas por el G6 pero tampoco son motivo de espanto (o de crítica siquiera) para quienes rechazan la invitación al acto patrio en Olivos; por último CFK no solo avala la negociación y al ministro Guzmán sino que todo indica que a través de Galuccio (expresidente de YPF bajo el gobierno de Cristina) jugó un papel fundamental para acercar a Blackrock a las negociaciones.
Habría que recordarles a Hebe y a quienes critican la foto del 9 de julio que este rumbo viene de largo, empezó en el último gobierno de CFK. Cuando marcamos el carácter reaccionario de colocar a Milani al frente del ejército, de acordar con el Club de París, de indemnizar a precio de oro a los vaciadores de YPF, del pacto Chevron-YPF y el ajuste contra salarios y jubilaciones, como la alianza con la CGT Caló e incluso con la candidatura de Scioli ya había empezado el rumbo estratégico que tras el interregno macrista llevó a esta coalición que Cristina armó y llevó al poder con una función muy definida: el rescate del capital y de la banca acreedora al costo que fuera necesario para los trabajadores.
Tampoco, en ninguno de los reproches al presidente, ni siquiera en el de las Madres, figura el recrudecimiento del gatillo fácil y la represión que conmueve en estos días con el caso de Facundo Castro, Lucas Verón, Brandon Romero, pero viene en crecimiento exponencial desde el inicio de la cuarentena. Las principales víctimas son los jóvenes, los pueblos más explotados (como los golpes a los jóvenes qom en la provincia que gobierna el ultraK Capitanich), los trabajadores que salen a luchar (como los choferes cordobeses). Mucho menos se cuestiona a Sergio Berni, que está al frente de la bonaerense que es la responsable de la mayor parte de los crímenes. Berni, al igual que Kicillof son incondicionales de CFK.
Alberto Fernández le contestó a las Madres ignorando todos los planteos, las quiso “tranquilizar” diciendo que piensa en los trabajadores y que para eso se junta con los empresarios que los explotan, además de macaneos como que aumentó las jubilaciones, etc. En esa respuesta Alberto reafirmó el rumbo. Lo cual no podía ser de otra manera, fue puesto en el gobierno para llegar a un acuerdo con los saqueadores del país, no para combatirlos, toda su política empezó por ahí (solo para recordar la visita al genocida Netanyahu -impulsada por la propia CFK-, a Macron, etc.); el G6 es la “versión autóctona” de esas alianzas que nadie, a excepción de la izquierda, cuestionó. De entrada AF buscó en la derecha los aliados, la foto del 9 de julio es una confirmación.
Lo que sí está claro es que el frente único que hoy apoya la entrega nacional y el desangre de la Nación (con la represión incluida) no bien se acuerde con los buitres empezará a pelear por salvarse del derrumbe a costa del pueblo argentino. Para los trabajadores la única alternativa es la independencia política y la organización tras sus propias reivindicaciones para no ser los que carguen con la crisis.

Eduardo Salas

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