El mandatario de Bielorrusia, Alexandr Lukashenko, fue reelegido en los comicios presidenciales con el 80% de los votos, según los primeros sondeos electorales. Su competidora, Svetlana Tijanóvskaya -una docente de inglés- sacó apenas el 10% de los votos, muy lejos de lo que marcaban las previsiones y encuestas preelectorales, lo que desató una denuncia por fraude electoral en la que coincidieron desde Mike Pompeo hasta Ángela Merkel.
Lukashenko, de 65 años, preside Bielorrusia desde 1994. Con este, sumará mandatos presidenciales. Modificó la Constitución en varias ocasiones para poder presentarse a la reelección ilimitadamente. Es nombrado por muchos como el "último dictador de Europa".
Tijanovskaya había manifestado que, en caso de ganar, liberaría a los presos políticos. Durante el día previo a las elecciones, nueve de sus colaboradores más estrechos fueron detenidos y ella misma tuvo que esconderse en una burbuja de seguridad.
Las elecciones, según reconocieron los veedores oficiales, se destacaron por un número récord de votaciones tempranas. Casi el 40% de los bielorrusos emitió su voto antes de que se abrieran las urnas el domingo. Varios colegios electorales se quedaron sin papeletas el domingo mismo, ya que parecían superar el 100% de los electores. Esto aumentó las sospechas de fraude.
Movilizaciones
Luego de que se conocieran los resultados, el secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, dijo que la votación "no fue libre ni justa". Por su parte, Joe Biden, dijo que las acciones de Lukashenko "no fueron las acciones de un líder político que confía en haber ganado una elección justa" y pidió un recuento de votos transparente y la liberación de los presos políticos.
Seguidamente, Ángela Merkel solicitó a la Unión Europea que se vuelvan a establecer las sanciones contra Bielorrusia, levantadas en 2016. Polonia y Francia expresaron su “preocupación” por la ausencia de una invitación a la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), para ejercer una veeduría de los comicios, luego de señalar lo que describieron como "preocupantes informaciones de irregularidades electorales durante la votación anticipada". Solicitaron a la UE un congreso especial para tratar la situación del ex país soviético (Télam, 10/8).
Luego que la candidata derrotada advirtiera que no estaba conforme con los resultados, deslizando que se produjo un posible fraude, y la caída en cascada de las denuncias de organismos internacionales, la ira se desató en las calles. En la capital, Minsk, se produjeron enfrentamientos con la policía. Los manifestantes respondieron barricadas con carros de compras, cercas, bloques de ventilación y otros artículos encontrados en la calle.
Unos 3.000 manifestantes fueron detenidos y decenas de personas resultaron heridas. El ministerio del interior informó que no había fallecidos, pero medios independientes que hubo un manifestante muerto, víctima de la represión. Según The Guardian son las manifestaciones más grandes de la historia del país. También se registraron manifestaciones frente a las embajadas bielorrusas en Rusia, Ucrania y Polonia.
El gobierno quiso imponer el miedo para tratar de contener la rebelión popular, amenazando con condenados de entre 8 y 15 años de prisión a los opositores detenidos. Lukashenko declaró: “La respuesta será apropiada. No permitiremos que el país sea destrozado. Están tratando de orquestar el caos, Pero ya lo he advertido: no habrá revolución". Lukashenko asegura que desde el exterior se está montando una operación para derrocarlo.
Tikhanovskaya hizo un llamado a la policía antidisturbios para que cese los ataques contra los manifestantes y ponga fin a las “provocaciones” de sus propios partidarios. “Quiero pedirle a la milicia y las tropas que recuerden que son parte del pueblo”, dijo. "Por favor, detenga la violencia".
El mandatario bielorruso ha encontrado apoyo internacional de la mano de Vladimir Putin, su socio comercial. Bielorrusia es un estado tapón entre Rusia y Occidente por el que pasa uno de los principales oleoductos que lleva el petróleo ruso a Europa (el Druzhba traslada 1 millón de barriles a Alemania y Polonia). A cambio de ello, la burocracia putiniana suministró, desde que se deshizo la ex URSS, petróleo y gas a Bielorrusia (que no posee) a precios subsidiados, no sólo para consumo, ya que Bielorrusia, desde la era soviética, posee grandes refinerías. Rusia permitió que siguiera exportando combustibles por su cuenta a base de petróleo subsidiado.
Mauri Colón
12/08/2020
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