El gobierno F F emprende ahora el camino de las aperturas y las ´segundas olas´. Marcha tras ese rumbo con los ojos bien abiertos, consciente de los límites insuperables de los regímenes capitalistas para poner fin a la crisis humanitaria planteada por la pandemia.
La ruta del próximo desbande sanitario se adivina en las propias resoluciones oficiales. El gobierno anuncia la reanudación de actividades escolares y universitarias en el AMBA, habilitando expresamente a estudiantes y docentes al uso del transporte público. Pero al mismo tiempo, promete “evitar la congestión en el transporte”, sin mosquearse por la contradicción.
La nueva fase traduce también la presión de los gobernadores, aún cuando 10 provincias fundamentales –entre ellas Córdoba, Santa Fe, Salta, Mendoza y Tucumán- están en la “fase roja” de contagios y con más del 80% de camas de terapia intensiva ocupadas. En este caso, y como ya lo pidió el cordobés Schiaretti, se flexibilizará la circulación en “ciertos departamentos”, aquellos donde se esperan atraer turistas en el período de vacaciones. Los que gobiernan, sin embargo, saben muy bien que de este modo facilitan la propagación del virus.
Mientras tanto, Fernández espera llegar a la otra orilla con el anunciado acceso a la vacuna. Pero las turbulencias planteadas por esta cuestión son tan o más intensas que la cotización del dólar, aunque con menos prensa. El gobierno presenta como “una diversificación de proveedores” a lo que constituye, en realidad, una seguidilla de improvisaciones. Según informa el periodista Diego Genoud en Letra P, el súbito interés por la vacuna rusa sería el resultado de una crisis planteada con AstraZeneca y el industrial farmacéutico y patriótico Hugo Sigman, que reclamaron condiciones legales extorsivas para proveer a la Argentina. En cualquier caso, ni la rusa ni ninguna de las otras vacunas ha superado la fase de pruebas –la incertidumbre sobre su uso queda retratada, justamente, en la puja planteada en torno de los juicios futuros por sus posibles perjuicios.
El anuncio de la nueva fase omite, además, el colapso del sistema sanitario, público y privado. Lo que está ocurriendo, ahora mismo, en Estados Unidos. El gobierno, en este cuadro, se ha limitado a anunciar un plan de inversiones para reforzar las ¡“teleconsultas”! por covid, o sea, un mecanismo para alejar a los pacientes de los congestionados centros de salud, vía zoom.
En definitiva, el “distanciamiento” ha sido impuesto por una presión de los grandes capitales, pero es una nueva improvisación sanitaria y, al final, política.
Cómo justificar el ajuste
La acelerada apertura servirá de coartada, además, para el recorte de los gastos sociales pandémicos, comenzando por el IFE. La miseria social y la desocupación masiva prometen prolongarse más allá de la pandemia. El gobierno, sin embargo, se prepara para firmar un ajuste con el FMI, bajo la presión del ‘régimen bimonetario’. Naturalmente, no tuvo el mismo reparo en rifar esos recursos a la hora de encarar un endeudamiento usurario ´atado al dólar´ o en rematar los activos dolarizados del Anses, al 30% de su valor nominal, todo con el propósito de generar un clima de supuesta estabilización cambiaria. Estos premios a los especuladores no frenaron sin embargo, la fuga de reservas, que llegó a los 300 milones el pasado jueves 5. Guzmán se jacta de haber frenado una megadevaluación que él mismo ha promovido con dos impuestos al dólar oficial, que ha llevado la cotización de la divisa a los 140 pesos. El paralelismo con el Covid está a la vista: el gobierno celebra el fin de un aislamiento que no existe desde hace meses, y un freno a la devaluación que tampoco es tal. Ahora, la aproximación al FMI tiene por delante dos platos fuertes: uno, el cambio en la movilidad jubilatoria, para volver a rebanar a los reajustes de haberes que deberían contemplar una inflación creciente. La otra es la cuestión de las tarifas, que los pulpos energéticos no quieren dejar librada al inestable sistema de subsidios. La “carpeta” que el gobierno quiere entregarle al Fondo encierra, por lo tanto, la perspectiva de una rebelión popular.
El aislamiento y las masas
El régimen y sus partidos celebran al fin del aislamiento, sin advertir que se abre también una nueva etapa para la clase obrera, en lo que tiene que ver con sus posibilidades de deliberar y organizarse. La lucha “presencial” se pondrá a la orden del día, en primer lugar, para defender las condiciones laborales y sanitarias amenazadas por la apertura. Esta cuestión se tornará explosiva en el transporte de colectivos, trenes y subtes, donde los cuidados sanitarios elementales exigirán la iniciativa de los trabajadores. Ni qué decir de los trabajadores de la salud, para quienes la “libertad de circulación” implicará una mayor demanda por contagios, y el consiguiente reforzamiento de las exigencias laborales. Sin dudas, se abre una lucha para la docencia de todos los niveles, que sacudirá también a los estudiantes y sus familias.
Los anuncios oficiales no terminan con el período catastrófico abierto con la pandemia, y que es inseparable de la bancarrota industrial, la crisis fiscal y, sobre todo, de los múltiples padecimientos de las masas. Se abre una etapa de batallas más abiertas y encarnizadas, y de una lucha política por el desenlace de esta crisis humanitaria. Por medio de reuniones de activistas, plenarios y congresos de trabajadores, es necesario que rompamos ´el otro aislamiento´ -el de la atomización del movimiento de las masas-, y discutamos un programa y una salida socialista a la crisis mortal del capital.
Marcelo Ramal
06/11/2020
No hay comentarios.:
Publicar un comentario