Las vacunas autorizadas al momento
El Reino Unido, primer país en dar la aprobación al producto de Pfizer, da inicio así al mayor programa de vacunación de su historia. La vacuna había logrado un 95% de eficacia en los últimos resultados publicados correspondiente a la Fase 3. Los primeros en ser vacunados serán les mayores de 80 años que ya concurren a hospitales para turnos médicos o son dados de alta luego de internaciones. Luego se seguirá un esquema descendente por edades y por factores de riesgo.
El 5/12 Rusia lanzó la primera parte de un programa de inmunizaciones con la vacuna Sputnik V elaborada por el Instituto Gamaleya. El gobierno autorizó el inicio de la vacunación dirigida a trabajadores sociales, de la salud y docentes. Si bien los resultados preliminares arrojaron también un 95% de eficiencia, existen dudas dentro de la comunidad científica porque Rusia aprobó la vacuna antes de iniciada la fase 3 y los casos reportados son aún pocos para tener robustez estadística.
¿Qué tecnología usan las vacunas?
Dentro de la «carrera» por las vacunas, las dos primeras en ser aplicadas masivamente utilizan nuevas tecnologías nunca antes usadas en seres humanos. En el caso de la Sputnik, se trata de una vacuna basada en ADN. Se inyecta a los pacientes dos adenovirus (causantes de resfrío común), modificados para contener la información de una proteína de SARS-CoV-2. De esta forma, al ingresar a las células que usualmente infectan estos virus, se fabrican las proteínas del virus de Covid-19 que al ser liberada provoca la reacción del sistema inmune. En el caso de la vacuna elaborada por Pfizer, se utiliza la tecnología de ARN mensajero, donde lo que se inyecta es únicamente un ARN mensajero viral que contiene la información para fabricar una proteína SARS-CoV-2. Aquí, lo que ingresa a las células es directamente el ARNm que es traducido a proteína, lo que luego al ser liberada genera una reacción inmune.
¿Quiénes deben ser vacunados/as en esta etapa?
En cualquier esquema de vacunación (y más en una situación de emergencia) las primeras personas en ser vacunadas deben ser los sectores de la población más vulnerables frente a la enfermedad. En el caso de Covid-19, los grupos de riesgo incluyen a las personas mayores de 65 años y aquellas con factores de riesgo preexistentes (patologías respiratorias, enfermedades crónicas, inmunodeficientes). Pero también aquellas personas que por sus tareas laborales se encuentran más expuestas, en primer lugar les trabajadores de la salud.
¿Qué está ocurriendo en realidad?
Con estos criterios, lo lógico sería iniciar un esquema de vacunación a nivel mundial que comience por la población de riesgo y luego continúe en forma escalonada con el resto de la población. Considerando la marcada estacionalidad del Covid-19, podría empezar en un primer momento en el hemisferio norte y luego continuar en el sur. Sin embargo, esta no es la lógica que se aplicará, dado que la disponibilidad de la vacuna no depende de criterios sanitarios sino de la capacidad adquisitiva de los países y el lucro privado de las compañías farmacéuticas. En este sentido, los países «centrales» que han incluso aportado miles de millones a las empresas fabricantes de distintas vacunas serán quienes primero accederán a su producción y distribución. Las promesas de Rusia respecto a que la Sputnik sería distribuida masivamente a menores costos no pasaron de la propaganda oficial dado que la capacidad productiva aún no alcanza para cubrir a la totalidad del país.
¿Cómo sigue la nueva etapa de control?
Con el inicio de la aplicación masiva de algunas vacunas, comienza la fase de farmacovigilancia de vacunas. En esta etapa se monitorea la aparición de efectos adversos a la vacunación con dos objetivos centrales: por un lado, abordar los casos donde se genere algún efecto secundario, en particular los más graves; en segundo lugar, minimizar los efectos negativos de estos episodios sobre los programa de vacunación. Este último punto es clave en momentos en que los movimiento oscurantistas antivacunas han tenido un nuevo auge a nivel mundial. Como los programas de inmunización abarcan muchísimas más personas que las fases de prueba, es posible (aunque no seguro) que se puedan detectar algunas reacciones adversas menos frecuentes. Asimismo, la farmacovigilancia permite monitorear los efectos de la vacunación a largo plazo.
Lucía Maffey
Bióloga y becaria posdoctoral del Conicet.
09/12/2020
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