Así, luego de seis años consecutivos de crecimiento, la cifra de las ventas llegaron a u$s 531.000 millones, es decir un 10% más que el total de la abultadísima deuda pública de Estados Unidos, valuada en u$s 480.000 millones.
Estados Unidos mantiene la hegemonía en el mundo con el 54% de las ventas totales -o sea u$s 285.000 millones- distribuido en 41 empresas. Lo sigue la Unión Europea con el 21% -u$s 109.000 millones-, con Inglaterra, Francia y Alemania a la cabeza. China representa con u$s 66.800 millones un 13%, con sus compañías beneficiadas según SIPRI por “los programas de modernización impulsados por Pekín y del foco en la fusión militar-civil”. Las empresas rusas cayeron al 6,5% anual -u$s 28.200 millones- tanto por el fin del programa estatal de armamento como por retrasos provocados por la pandemia. Israel, Corea del Sur y Japón también tienen un rol destacado. Según la investigadora del SIPRI, Alexandra Marksteiner, “los gigantes de la industria (militar) estuvieron ampliamente protegidos por la demanda sostenida de los gobiernos de bienes y servicios militares”.
La carrera armamentista conlleva gigantes inversiones: la de los misiles hipersónicos. Los mismos pueden volar hasta a más de cinco veces a la velocidad del sonido y en una trayectoria baja en la atmósfera, permitiéndole alcanzar un objetivo más rápidamente. Su rastreo e intercepción son un total secreto. Así, los gobiernos de Rusia -el país más avanzado en el área-, Estados Unidos, China y Corea del Norte se embarcaron en una frenética búsqueda de la mejora de estos misiles, un nuevo capítulo en la historia de las armas nucleares. Todo esto pone de relieve una vez más la incompatibilidad del sistema capitalista con el desarrollo de la humanidad y la naturaleza.
Matias Melta
07/12/2021
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