El gobierno, entre el sostén condicionado del imperialismo y las luchas obreras.
Que Alberto Fernández y Cristina Kirchner se hayan reencontrado públicamente, en medio de la crisis de la coalición de gobierno, en un acto sin ningún anuncio para celebrar el centenario de YPF cuando escasea el gasoil, se agrava el déficit energético, y en la semana en que entran en vigor los tarifazos, es suficiente muestra del empantanamiento oficial. Del otro lado de la presunta grieta, el intento de Milei por dotarse de una estructura nacional con los más viejos partidos de la “casta política” y las contradicciones dentro de Juntos por el Cambio funcionan como un contrapeso, toda vez que ante la ausencia de una variante de recambio (o de una menos deseada) los capitalistas criollos y el imperialismo sostienen a un presidente atado con alambres. La lucha firme de los trabajadores del neumático, así como la continuidad del plan de acción de la Unidad Piquetera, son un contraste a lo que todos aquellos tienen en común: su agenda de ajuste y saqueo para cumplir con el FMI a costa de hundir la economía nacional.
Es una impostura festejar los cien años de YPF posando de paladines de la soberanía nacional cuando el país sufre un desabastecimiento de gasoil que es resultado de una política de saqueo. Las petroleras están haciendo un enorme negocio exportando crudo aprovechando los altísimos precios internacionales por la guerra en Ucrania, mientras la compañía “recuperada” tiene que importar a pérdida para cubrir la demanda interna, con la consecuente fuga de dólares. El sector es un ejemplo de una renta extraordinaria que nada tiene de “inesperada”, porque fue el gobierno el que les bajó las retenciones y ahora les habilita quedarse con parte de las divisas a la cotización oficial.
Como contracara, los días previos al reencuentro del presidente y la vice en Tecnópolis decenas de escuelas bonaerenses debieron suspender sus clases porque no tenían gas para calefaccionarse en plena ola de frío polar; lo cual fue motivo de movilizaciones que denunciaron el ajuste de Kicillof. La renuncia del personal técnico a cargo de la construcción del gasoducto Néstor Kirchner confirma que el discurso oficial sobre dejar atrás el déficit energético el año próximo no es más realista que las promesas sobre bajar la inflación.
De hecho, en la semana en que empezaron a regir los tarifazos de la luz y el gas, el jefe de gabinete Juan Mazur anunció un boletazo en el Gran Buenos Aires. Esto revela lo bajo del planteo de las conducciones de la CGT y las CTAs, y de las organizaciones sociales integradas al Ministerio de Desarrollo Social, de simular una defensa del poder adquisitivo de los trabajadores sobre la base de un enfrentamiento verbal con los “formadores de precios” en lugar de salir a luchar por el salario y por trabajo, cuando el principal formador de la carestía es el propio gobierno con su política económica fondomonetarista. Más aún, esta semana acordó con UPCN y ATE una nueva paritaria a la baja.
El colmo de la situación es que todo esto no es sino el comienzo de un ajuste que deberán redoblar para cumplir con las metas exigidas por el FMI, cuyos funcionarios desestimaron revisar las directivas de recorte del déficit fiscal, reducir la emisión monetaria y acumular dólares. Esto no solo anticipa una ofensiva mayor contra la población laboriosa, sino que también revela la inviabilidad del programa del Fondo y reaviva los conflictos de la propia clase capitalista, que es finalmente la base de toda la crisis política.
Lo reflejó a su manera el propio Larreta, al participar de un lujoso almuerzo en Puerto Madero con lo más granado de la burguesía local. Allí fue con el traje de candidato presidencial a reafirmar sus compromisos con la agenda que reclama el gran capital, pero no pudo esquivar caer en un laberinto similar al que encierra al Frente de Todos. Debió prometer a los bancos que les devolvería lo que les cobró de impuestos para compensar la baja en la coparticipación federal, y ante el reclamo de los pooles de siembra se pronunció contra las retenciones pero aseguró que no será fácil eliminarlas. Es que para cumplir con el FMI alguien tiene que pagar.
Así las cosas el jefe de gobierno porteño insistió en embanderarse con una reforma laboral flexibilizadora. Pero ello llevó a poner nuevamente de manifiesto las diferencias con el ala de los halcones del PRO, los Macri y Bullrich, ya que el meollo de la cuestión es cómo nutrirse de los recursos políticos para avanzar en doblegar al movimiento obrero. Las palabras de Rosenkrantz acerca de la necesidad de suprimir derechos para hacer fiscalmente viable al Estado expresa esta tentativa de proceder a una profunda reforma en perjuicio de los trabajadores, cuando la propia Corte Suprema reconoce por ejemplo que cientos de miles de jubilados fueros estafados y deberían ser recompensados por la depresión de sus haberes.
Que este asunto recorre a todas las expresiones políticas patronales lo reveló una curiosa entrevista televisiva que reunió a Juan Grabois y Javier Milei, quienes coincidieron en reivindicar la actividad de los manteros. Quedó evidenciado que la “economía popular” es un eufemismo para embellecer la informalidad laboral, al emparejarse con la postura “libertaria” de eximir de impuestos a los comerciantes y fomentar el trabajo en negro, y por último expresa la intención de que las familias trabajadoras accedan a su consumo a bajo costo para abaratar la fuerza de trabajo.
Vale observar que, como vocero de la ofensiva que postula el empresariado, Milei es completamente incapaz de ser consecuente con sus críticas a la “casta política”. Al igual que él, el personal político que gobierna y gobernó la Argentina no es más que un plantel de empleados de los capitalistas que saquean el país. Así las cosas, el presunto libertario dio un paso más en su armado político nacional de cara a 2023 con un acuerdo con el Partido Demócrata, sucesor del Partido Autonomista Nacional del mismísimo Julio Argentino Roca, es decir con lo más avejentado de la casta política criolla.
Las dificultades en la oposición patronal para proyectarse como una alternativa real al empantanado gobierno del Frente de Todos, sobre todo después del estrepitoso fracaso de la experiencia macrista, derivan en que el imperialismo se incline de momento por no cortar los alambres que sostienen aún a Alberto Fernández. El Club de París aceptó una nueva postergación de los pagos pendientes, aunque a condición de que el mismo trato reciban los vencimientos con China.
Por lo demás el presidente se bajó de todas sus objeciones y confirmó asistencia a la Cumbre de la Américas citada por Joe Biden en Los Ángeles para alinear a su “patio trasero” en medio de la guerra en Ucrania y los frentes de tormenta que se ciernen sobre la economía mundial, que agravarán las disputas comerciales en gran escala. Cristina no cuestionó la decisión, e incluso fue aceitada con declaraciones públicas de los gobiernos nacionalistas del mexicano López Obrador y hasta del propio Maduro. No está de más insistir en que el del imperialismo es un apoyo condicionado a que efectivamente Fernández y Guzmán realicen el trabajo sucio del ajuste que supervisa el Fondo, es decir que a su vez allana el camino a un recambio político en la elecciones del próximo año.
El contraste, decíamos al principio, lo marca la formidable pelea que están librando los trabajadores del neumático, con la conducción clasista del Sutna a la cabeza. Esta pulseada por arrancar una recomposición salarial real ha erigido al gremio a un papel de vanguardia del movimiento obrero, que ve cómo las patronales arremeten contra sus condiciones de vida ante la complicidad de la burocracia sindical. Otras notas de color vienen de las huelgas docentes en distintas provincias, especialmente las cuyanas.
Es un elemento nada menor que se suma a las masivas movilizaciones piqueteras que trazan una continuidad tras la Marcha Federal que sacudió todos los rincones del país. Y es con este empuje que la Unidad Piquetera realizará el 13 de junio un nuevo plenario nacional para definir los próximos pasos del plan de lucha y reclamará reuniones a las centrales obreras para manifestarles la necesidad de un paro nacional contra el ajuste y en apoyo a las luchas en curso; un golpe sobre la viga maestra del operativo de contención del descontento popular, en nombre de la unidad de ocupados y desocupados.
Sobre esta base el Partido Obrero y el Polo Obrero desarrollan una gran campaña en todo el país por un paro nacional y un plan de lucha, para que irrumpa definitivamente la agenda de los trabajadores en la crisis, que es la única que puede abrir paso a una reorganización integral en beneficio de las necesidades nacionales y de las mayorías populares. Esta es la plataforma en la que se lleva adelante la deliberación política de miles de luchadores hacia el XXVIII Congreso del PO, retrato de un partido inserto en la lucha de clases en esta época de declinación del régimen social de explotación capitalista.
Buen domingo.
Iván Hirsch
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