El rumbo hacia la segunda vuelta presidencial en Colombia del domingo 19 está mostrando el proceso de polarización social tras la rebelión popular de 2021.
De un lado, Rodolfo Hernández, un empresario que se presenta como “antisistema”, pero que ha recibido el apoyo del “círculo rojo” del régimen montado por el uribismo. Del otro, Gustavo Petro, el candidato de la coalición de centroizquierda Pacto Histórico, que encolumnó tras de sí a prácticamente la totalidad de las expresiones políticas y sociales que participaron de las protestas del año pasado.
Según las encuestas, Hernández concentraría la mayor parte de los votos de la derecha, creciendo entre quince y veinte puntos sobre su 28% inicial. Mientras, Petro sumaría unos cinco puntos a su 40% previo. En los últimos días, los sondeos muestran un incremento del voto en blanco y de la abstención entre votantes de opciones que no llegaron al balotaje, lo cual podría beneficiar a Petro. Estamos ante un final abierto.
Garantías al capital
El dato central de la campaña es la voluntad de ambos contendientes de dar garantías de gobernabilidad al capital.
Hernández recorrió foros empresariales y moderó los elementos populistas de su discurso, a la vez que tomó distancia de las medidas más repudiadas del gobierno de Iván Duque. Plantea un redoble de la ofensiva contra los trabajadores: quita de ayudas sociales y declaraciones por la ampliación de la jornada laboral, un nuevo desguace en educación y salud, reforma impositiva, entre otras.
Pero Gustavo Petro, en vez de denunciar este libreto del gran capital, muchas veces disfrazado con formulaciones que posan de progresistas, hizo eje en que Hernández le habría “copiado el programa”. Ante lo cual dio un paso más: propuso, “gane quien gane”, proceder a un “acuerdo nacional”.
La perspectiva de un acuerdo nacional levantada por Petro no debe ser tomada como un dicho al pasar. Es evidente que un gobierno de Hernández, sin una base política propia, tendría que tejer acuerdos con todas las fuerzas políticas, tanto para formar el gabinete de gobierno como para actuar en el Parlamento, donde casi no tiene escaños. El uribismo y sus representantes, golpeados tras la revuelta, no pueden ejercer este papel en soledad.
Con estas declaraciones, Petro hace saber que su orientación no es antagónica a la del régimen, a cuyos personeros estaría dispuesto a integrar. Así lo ha entendido una fracción de la burguesía que, a través de ex mandatarios y voceros de partidos tradicionales, ha salido en su apoyo. Se destaca el sector mayoritario del histórico Partido Liberal, que estuvo cerca de cerrar una candidatura común. Muchos señalan que, por abajo, su aparato ya trabajó para Petro durante las elecciones de primera vuelta, en detrimento del candidato predilecto de la burguesía, “Fico” Gutiérrez, quien terminó en tercer lugar.
No obstante, la mayor contribución de Petro a un acuerdo nacional con el régimen uribista sería desmontar el clima de descontento tras las protestas del año pasado. A esta tarea ya estaba abocado durante las jornadas más álgidas, pronunciándose por el sostenimiento del gobierno de Iván Duque y contra la radicalización de las medidas de lucha.
La lucha contra el régimen uribista
Las organizaciones combativas que apoyan la candidatura de Petro e integran la coalición del Pacto Histórico eludieron tomar el ángulo del acuerdo nacional en su campaña hacia la segunda vuelta. Pero también se abstuvieron de criticarlo. La capacidad de contener a los diversos grupos de raigambre popular, y hasta evitar el surgimiento de liderazgos y programas alternativos, es el mayor reaseguro que Petro le ofrece a la burguesía.
La derrota del régimen uribista, en esta elección encarnado por Rodolfo Hernández, requiere una movilización extraordinaria de los explotados de Colombia, que solo puede ser alcanzada con medidas que ataquen al capital y al imperialismo. No es la orientación de Gustavo Petro. El voto a su candidatura, sin ningún apoyo ni expectativa en su programa político, responde a colocar a los trabajadores en condiciones menos adversas para continuar la lucha.
En Colombia, el domingo 19, en Argentina desde el lunes 13 y en todos los centros de votación, reforcemos las iniciativas de campaña por la derrota de Hernández y el uribismo, con la perspectiva de luchar por un gobierno de trabajadores, campesinos y el pueblo.
Luciano Arienti
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