Deberíamos decir al rescate del fracaso de su gobierno. Es lo que está ocurriendo con el operativo “Cristina Presidenta” lanzado con el acto en el Estadio Unico de La Plata. El Frente de Todos perdió las elecciones intermedias y crece el repudio popular al actual estado de cosas. Desde entonces el gobierno está más debilitado que antes con la inflación saltando al 100%, la crisis de reservas y la tendencia a la devaluación, el aumento de la pobreza (42% en el conurbano bonaerense) y la consecuente irrupción de fuertes luchas sociales y de trabajadores que desafían a la burocracia sindical.
Agreguemos que, a mitad de año, el gobierno atravesó su más severa crisis de gabinete con la caída de Guzmán, precedida de una corrida cambiaria. Y a cien días de la asunción de Sergio Massa como superministro de Economía, con el respaldo inequívoco de Cristina, la “luna de miel” con el ministro de las relaciones en Washington se empieza agotar. Lo revela la vuelta a un salto en la brecha cambiaria a pesar de la aceleración de la devaluación mensual del peso y con las reservas del Banco Central en caída libre después del dólar soja, del dólar Qatar y de los 18 tipos de cambios vigentes, al punto que estarían al borde de lanzar otro dólar soja. Al mismo tiempo, no hay tal sendero descendente de la inflación, a pesar del total sometimiento a las pautas de ajuste del FMI que el tigrense trajo bajo el brazo.
El déficit fiscal de octubre cayó un 38% respecto del año anterior y si se quiere una mirada más abarcativa en los últimos cuatro meses el gasto público cayó un 16,2% respecto del mismo período del año anterior medido en moneda constante. De manera que el ministro que “trabaja 20 horas por día poniendo el cuerpo al desastre que heredamos”, en palabras de la vicepresidenta, está realizando un ajuste fenomenal respecto del ministro “pro FMI” que volteara el kirchnerismo. Esta realidad llevó al editorialista Carlos Pagni a decir que “Massa es el Dujovne del momento” y que hay un “abrazo Perón-Balbín” no explícito, tácito, que sería entre Cristina y Macri, los dos representantes más conspicuos de las fuerzas que han llevado a la Argentina a la presente catástrofe social.
En este contexto, el lanzamiento de Alberto Fernández a su reelección ha resultado ridículo, inconducente políticamente para sostener al gobierno hasta diciembre del año que viene. El operativo “Cristina Presidenta”, voceado por las barras en La Plata y por el “Cuervo” Larroque a los cuatro vientos, es el sustituto usado para oxigenar al gobierno en lugar de una reelección inverosímil de Alberto. Es una nueva fase de los choques internos y de las maniobras kirchneristas para zafar del hundimiento que empezaron con la renuncia de Máximo a la presidencia del bloque de Diputados y la embestida contra el ministro Guzmán.
El acto masivo y cuidadosamente escenificado, integrado por las huestes de La Cámpora y los intendentes del conurbano, es parte de un operativo de estabilización del gobierno y no lo contrario. Como aquel “hay 2019” de Hugo Moyano para sacar al movimiento obrero de las calles después de la irrupción de diciembre de 2017 contra Macri, hoy “la fuerza de la esperanza” en Cristina cumple ese rol respecto de su propio gobierno.
Pero, como hemos señalado en Prensa Obrera, claramente es para sostener la ofensiva contra los trabajadores que significa Massa y su ajuste, para honrar el negociado del endeudamiento porque “no hay otro remedio”, según Cristina. El planteo de desplegar la Gendarmería en la provincia, que fue “música en los oídos” según el propio Berni, es una respuesta de militarización ante la tensión social, cualquiera sea el destino del represor de Guernica, odiado en el movimiento popular y cuestionado por los intendentes pejotistas que quieren el control del “fondo de seguridad”, una de las cajas para sostenerse frente al derrumbe peronista que ven venir.
Probablemente el “Cristina Presidenta” derive en una modesta candidatura a senadora por Buenos Aires y le alcance para nombrar un candidato como Wado de Pedro o hasta el mismísimo Massa. Sería lo que ocurriría si las elecciones fueran mañana, porque las causas judiciales y su avance son un aspecto también clave para el kirchnerismo y los fueros de senadora no serían nada despreciables, como ocurrió con Menem. Pero falta demasiado. Por lo pronto, derrotados en el intento de suspender las Paso, los kirchneristas invitaron a la cúpula del Evita al acto. Significa aceptar internas en distritos clave como La Matanza. Es decir que otra dimensión del operativo, tal vez central, es enfocarse en la provincia de Buenos Aires para sostener las cuotas de poder que fuera posible ante el previsible derrumbe electoral.
Todo el planteamiento de Cristina fue derechista. El rescate de la vuelta de Perón, que justamente volteó a Cámpora con un golpe de Estado para asumir junto a Isabel y López Rega y comenzar a formar de inmediato las Tres A, estuvo en esa línea. Llegó a decir que en la disputa de la época -que empezó con la Masacre de Ezeiza-, ella y Néstor se alinearon “con el general” y a llamar a la unidad nacional “por la memoria de los caídos de uno y otro bando”, un sorprendente planteo de reconciliación con el terrorismo de Estado. El nuevo “pacto democrático” que planteó es con el FMI, es de ajuste y es de reforzamiento represivo del Estado. Para broche, el latiguillo de la toda la burguesía: la salida es el litio y “Vaca viva”, o sea la Argentina primarizada y extractivista para obtener los dólares de la deuda. El trabajo y la industrialización te la debo.
La burocracia sindical hizo su aporte, y grande. Desde luego, a excepción de los “gordos” estuvieron en el acto todos los demás, el moyanismo, la Corriente Federal y las dos CTAs. Y no se trata de una mera adhesión política a lo dicho. Pablo Moyano planteó “bancar al gobierno hasta el último día”, el día antes de que el Consejo del Salario condenara el Mínimo, Vital y Móvil a la indigencia, por debajo de la inflación prevista, en lo que es un golpe demoledor a los más vulnerables, a los que trabajan en negro, a los planes sociales, a los jubilados de la mínima, a la AUH. Palazzo no movió un dedo ante la caída de la sesión para reponer en parte el vaciamiento macrista de la jubilación del Banco Provincia. Baradel se anotó para discutir un convenio colectivo de la docencia, contra el estatuto del docente, lo que dejaría al convenio Toyota hecho un poroto. Y el degennarismo votó en contra del nuevo salario mínimo, pero se quedó en casita, aportando su cuota de contención. Desde luego, la misma actitud de Pérsico, Menéndez y Alderete que hicieron mutis por el foro.
En las calles se vio a los residentes y concurrentes victoriosos de la Ciudad de Buenos Aires, se vio un parazo docente en la provincia de Buenos Aires contra Baradel el propio 17 de noviembre, se ven las huelgas en el Garrahan y el Posadas que se extienden a residentes de la provincia y a la salud en distintos puntos del país, se vio la descomunal movilización de la Unidad Piquetera acompañada por sindicatos combativos, como antes se vio la gran lucha triunfante del Sutna que impactó de lleno contra las paritarias a la baja.
Trabajar por la victoria de cada lucha, impulsar un paro nacional y un plan de lucha promoviendo la intervención de la clase obrera en la crisis, son las condiciones para que la izquierda obrera y socialista se coloque a la altura de las tareas. El desafío es superar este peronismo que le hace la tarea sucia a una derecha que fracasó con Macri, que está fragmentada, pero que impone la agenda de cabo a rabo. Se tienen que ir los políticos capitalistas, es la cuestión. La tarea de poner en pie un movimiento popular con banderas socialistas está en el orden del día. Para ello le proponemos un Congreso con todos los luchadores al Frente de Izquierda.
Néstor Pitrola
No hay comentarios.:
Publicar un comentario