Las protestas siguen convulsionando las noches francesas a casi una semana del asesinato de Nahel, un joven francés de origen argelino, de 17 años, a manos de la policía motorizada en un retén policial. La polémica se ha extendido dado que los sindicatos policiales han cerrado filas en defensa de los oficiales implicados. Una colecta organizada por estos ha permitido recaudar casi un millón de euros para el policía detenido. La defensa de los sindicatos se ampara en la correcta utilización de la ley, aprobada en 2017, que permite a los oficiales disparar ante la presunción de que puede existir un riesgo para terceros. Este sería el accionar del oficial en cuestión que disparó cuando Nahel aceleró el vehículo en el que circulaba con unos amigos.
La Ley de marras fue aprobada tras el atentado de Niza en 2016, asociado a extremistas islámicos. La misma contempla, como señalamos más arriba, permite “disparar si creen que es “probable” que el conductor cause daños a las personas” (La Nación, 2/7) El fundamento de la propia ley consiste en un hecho de clara ofensa racial y religiosa, de parte de un Estado que se declara constitucionalmente laico.
La única diferencia entre los sindicatos ha sido que, para el sindicato afiliado a la CGT, se opone a la ley aprobada en 2017 por ser “completamente vaga y permite disparar con mucha más libertad.” (idem) Pero rechaza el elemento central, que es la completa acción racial de las fuerzas que adquiere un claro contenido de clase al ser ejercida en los barrios obreros y mixtos de toda Francia, en especial, contra la juventud.
Los sindicatos policiales franceses tienen peso propio. En 2020, lograron la destitución del ministro del Interior Christophe Castaner, luego de que propusiera reformas importantes al interior de las fuerzas de seguridad, como “la prohibición del controvertido uso de la llave de estrangulamiento durante las detenciones, la reforma del organismo de control policial IGPN, así como una política de tolerancia cero para el racismo en la policía” (La Nación, 2/7) Su sucesor, Gerald Darmanin, que proviene de los conservadores, por el contrario, ha explotado el racismo existente para generar simpatías entre las fuerzas. Así lo demuestra el plan xenófobo que pretende imponer para las migraciones.
Esta integración entre el sindicato policial y el Estado ha generado una verdadera lealtad de los oficiales a sus organizaciones, que ven sus ascensos y promociones ligadas íntimamente al sindicato al que se encuentran afiliados y las facciones a las que responden.
Las denuncias sobre el racismo son relativizadas por los sindicatos policiales. “Sí, hay racistas, nadie lo niega”, señaló Anthony Caille, del sindicato policial CGT. “Pero sistémico, no sé qué significa eso”. Esta es la declaración del sindicato “izquierdista” de la policía. Los demás han sacado un temerario comunicado, el cual llama a "restablecer el orden republicano y sacar de circulación a los detenidos deben ser las únicas señales políticas a dar” (France24, 3/7). Lo cierto es que el Los niveles de racismo son altísimos entre las fuerzas represivas. En los juzgados, los policías involucrados en casos de racismo y gatillo fácil reciben penas menores, sin cárcel y con algún pago mínimo de multas que normalmente cubren los propios sindicatos.
Una estadística oficial ha mostrado como entre las fuerzas el 69% de los oficiales ha votado en las elecciones por opciones de extrema derecha, principalmente, Le Pen (39%) y Zimmeour (25%). Estos candidatos habían centrado su campaña en una lucha contra los migrantes y las luchas obreras (France24, 3/7).
Las centrales obreras, lejos de convocar a acciones contra los aberrantes hechos, se han limitado en el caso de UNSA y la CGE-CGC a delimitarse del comunicado policial. La CGT guarda silencio, tampoco ha convocado a ninguna acción en los lugares de trabajo. El rechazo a una intervención de la intersindical se corresponde con la paz social que han entablado con el gobierno tras las movilizaciones multitudinarias contra la reforma previsional. La fuerza elemental de los trabajadores emerge desde abajo, una muestra del potencial revolucionario que recorre Francia y Europa.
Joaquín Antúnez
04/07/2023
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