Un giro completo hacia las posiciones del imperialismo.
El Comité Central del Partido Socialista del Uruguay resolvió hace unos meses solicitar el reingreso a la Internacional Socialista, de la que se había apartado en los años 1959/1960.
La ruptura del P.S. con la Internacional Socialista estuvo fundada en la denuncia de la política “colonialista” de la I.S. (en particular, el S.F.I.O. francés en Argelia), así como en el apoyo de esa Internacional a la política del Banco Mundial y el FMI. La solicitud de readmisión del P.S. se produce justamente cuando los principales partidos de la I.S. no sólo gobiernan en Europa al servicio del capital imperialista, sino que llevan adelante una verdadera masacre en los Balcanes, con el “socialista” Solanas a la cabeza de la OTAN.
Este regreso del “hijo pródigo” a la casa paterna, permite resumir toda la evolución del P.S. uruguayo, que a grandes rasgos es común al conjunto de la izquierda ‘nacional’ latinoamericana.
Antecedentes
La fundación del Partido Socialista del Uruguay (en 1910, aunque existen diversos grupos y periódicos socialistas por lo menos desde dos décadas antes) fue un movimiento de enorme progresividad, como superación del apoliticismo anarquista, y como ruptura política del movimiento obrero con el partido democrático y nacionalista burgués, el batllismo.
Mientras muchos intelectuales y sectores obreros se sumaban al partido de José Batlle y Ordóñez, que asumía una posición “obrerista”, realizando concesiones a los trabajadores, la creación del P.S. fue un paso gigantesco hacia la construcción de la independencia política del movimiento obrero. En ese sentido, el anarquismo –que tenía un alto grado de combatividad– tenía enormes limitaciones, ya que su negación de la política significaba, en los hechos, dejar que los trabajadores siguieran al batllismo.
Corresponderá a Emilio Frugoni el principal mérito entre los intelectuales que se pusieron a la cabeza de este partido obrero. Desde el parlamento, Frugoni luchará por leyes obreras (jornada de 8 horas, etc.) cuya aprobación muchas veces será explotada por el gobierno batllista, pese a que el propio Batlle reconocía en su diario que “la iniciativa es socialista, pero la realización es batllista”.
El P.S. –y Frugoni en particular–, deberá entablar una dura lucha para justificar la existencia de este partido obrero, al que los partidos tradicionales presentaban como “extranjero” y el batllismo presentaba como “innecesario”.
Frugoni denunciará el carácter burgués del partido colorado batllista y negará que su limitado “obrerismo” tenga algo que ver con el socialismo. En 1919 declarará, cuestionando precisamente el falso “socialismo” de Batlle:
“En el sentido político, sólo puede llamarse socialista al que desea la organización política de los trabajadores en un partido de clase, cuyo fin sea la conquista del poder para la implantación de un sistema económico basado en la socialización de los medios de producción y cambio”, [1]
Frugoni no tendrá, sin embargo, una correcta caracterización del fenómeno nacionalista. Para Frugoni, siguiendo las enseñanzas del P.S. argentino (y en particular de Juan B. Justo), el proteccionismo aduanero es una perversión ya que encarece los productos de consumo popular, favorece a una industria ineficiente y desalienta la modernización económica (de la mano de la inversión extranjera).
Frugoni elogiaba en estos términos a Justo:
"En [las Conferencias socialistas de] Berna y Amsterdam sostuvo y ganó batallas en pro del librecambio, que él, sin duda, con su ciencia y su tesón impuso como norma de política económica en la política de las secciones de la Internacional, después de haberlo hecho agitar como bandera de combate por el partido argentino." [2]
Siguiendo esta doctrina, Frugoni afirmará:
“¿Y qué es, en sustancia, ‘el batllismo’? Un injerto de burocratismo sistemático que florece y da sus frutos con inquietante abundancia sobre su tronco formado por las más extraordinarias de las aleaciones: la del tradicionalismo con un programa de ideas; contradictorio y caótico, pero programa al fin. Este programa que es en parte una copia del programa mínimo socialista, contiene muchas cosas que el socialismo repudia (así, por ejemplo, el proteccionismo aduanero)”. [3]
En un discurso parlamentario del 7 de Octubre de 1929, Frugoni fustigaba al batllismo y al Partido Colorado, fundamentalmente por "la lamentable, funesta y corruptora política del proteccionismo aduanero". [4]
El P.S., bajo la orientación de Frugoni, denunciará a la “política imperialista” norteamericana, es decir, no a la explotación económica de las colonias y semicolonias, sino fundamentalmente el militarismo y el expansionismo, y la violación abierta a la soberanía política de las naciones atrasadas. Esta era en realidad la típica posición de la mayoría de los partidos de la Segunda Internacional, que no tenían una posición clara con relación a la lucha de las colonias y semicolonias contra el imperialismo. Solamente el bolchevismo defenderá consecuentemente la lucha por la autodeterminación nacional de los pueblos coloniales, a partir de una comprensión del fenómeno imperialista. El ala oportunista de la Internacional Socialista llegará incluso a defender la validez de una política colonial “socialista”.
Será este tipo de caracterizaciones la que posibilitará que el P.S. adopte posiciones contra movimientos nacionalistas “autoritarios” y en favor del imperialismo “democrático”, como será el caso de la Argentina. El P.S. uruguayo saludará jubiloso la caída de Perón por el golpe gorila y pro-yanqui de 1955: “Al fin cayó Perón”, festejará.
“Con intenso júbilo recibió nuestro pueblo la buena nueva de la renuncia del sátrapa que durante diez años mantuvo oprimida, aherrojada y humillada ante el mundo a una de las más grandes y gloriosas naciones de América. Vencido por la sublevación militar que hizo saltar las bases de su poderío oponiendo a sus fuerzas otras más efectivas, debió presentar renuncia –esta vez en serio y con la pistola de sus propios defensores en los riñones– y alejarse del gobierno y del país. Segunda edición de Juan Manuel de Rosas, corregida y aumentada con los aportes doctrinarios y las prácticas del nazi-fascismo, había recurrido al juego de las renuncias inaceptadas intentando reforzar, con una fracasada simulación de fuerzas obreras, su desmedrada autoridad de dictador. Y su amenaza de organizar, a semejanza de Mussolini, unas milicias populares para enfrentar a un ejército que se le escapaba de las manos, no sirvió sino para precipitar su derrumbe.” [5]
En el mismo número de El Sol se publicaba como suplemento “La Vanguardia en el exilio”, órgano del P.S. argentino, que no dejaba lugar a dudas respecto a su apoyo al golpe reaccionario:
“Levantemos los Corazones y Reconstruyamos el País con Espíritu de Renacimiento; El Gran Pueblo Argentino Terminó con el Peronato; La Argentina se ha Ganado el Respeto y el Aplauso del Mundo”. [6]
Reformismo
La estrategia del P.S. será de un claro reformismo parlamentarista. Nunca se levantará un planteo revolucionario y se rechazará abiertamente la dictadura proletaria. Frugoni desarrollará una posición oportunista con relación al marxismo: dirá que “el socialismo es más que el marxismo”, aunque incluye a este último, lo que significaba una posición ecléctica con respecto a otras corrientes “socialistas” completamente oportunistas.
En el mismo sentido, Frugoni desarrollará su concepción sobre las “tres dimensiones de la democracia” por las que lucharía el P.S., que se concretaría en sumar a la democracia “política” la dimensión “económica” y “social”. La obtención de esta democracia “tridimensional” se haría, obviamente, a través del perfeccionamiento de la democracia burguesa, por la vía parlamentaria.
Este planteamiento en realidad corresponde más al pensamiento liberal-burgués que al socialista, ya que no parte de la lucha de clases, y no coloca la lucha obrera en la perspectiva de la dictadura proletaria y la extinción del Estado, sino que defiende un Estado “democrático”.
La ruptura de 1920
El P.S. estaba dividido en fracciones que, a grandes rasgos, reflejaban la división del movimiento obrero internacional, es decir, entre reformistas de un lado y revolucionarios del otro. Si bien el P.S. uruguayo no apoyó a ningún bando en la guerra imperialista (Uruguay no intervino en la guerra), y realizó propaganda pacifista, es muy claro que el frugonismo se alineaba en la Internacional del lado de los oportunistas, o a lo sumo con el “centro” que seguía ahora a Kautsky y antes a Bebel y Jaurés.
"Ante el desencadenamiento de la Primera Guerra Mundial, si bien con contradicciones internas, el Partido se pronunció condenando el conflicto bélico y denunciando las contradicciones interimperialistas que lo habían originado. 'El Congreso Socialista, intérprete de la conciencia y las aspiraciones del proletariado, protesta indignado contra la prepotencia militar y burguesa, que en contienda armada sacrifica a las masas laboriosas como instrumento ciego de sus ambiciones, de predominio de clase, y asegura que, a raíz de esta sangrienta contienda, los obreros todos, sin distinción de nacionalidad, hallarán suficientes energías y perseverancia para libertarse de toda tiranía política, religiosa y económica; expresan su solidaridad con todos los obreros que protestan contra la masacre, saluda a las víctimas caídas y condena la obra reaccionaria de los gobiernos europeos negación de los principios de civilización y progreso'." [7]
Frugoni creía que tras la guerra, había que reconstruir la vieja Internacional, donde debían convivir las distintas tendencias “socialistas”.
La revolución rusa tuvo un tremendo impacto sobre el movimiento obrero uruguayo, influyendo no sólo a los trabajadores socialistas sino también a los anarcosindicalistas, que mirarán con esperanzas a la primera república obrera triunfante.
Según D'Elía y Miraldi, "El 12 de agosto de 1920, el Partido Socialista publicó un extenso manifiesto expresando su solidaridad con la revolución y condenando la intervención externa" [8]:
"La clase obrera ha comprendido en todos los países civilizados que no debe permitir a los gobiernos imperialistas histriónicamente envueltos en la túnica de la democracia, llevar a cabo ninguna acción encaminada a hundir, con el pretexto de salvar a Polonia o de salvaguardar las conquistas de la 'civilización en peligro' por el avance de los rojos, el régimen nuevo sobre el cual tienen puestos sus ojos atentos las multitudes explotadas. Ante el temor de que se quiera cometer con la Rusia de los soviets, victoriosa en una guerra a la que se vio arrastrada y en la que defiende legítimamente su existencia, una nueva iniquidad, no existen matices doctrinarios en el gran ejército del trabajo. El proletariado universal, a una sola voz, expresa su firme voluntad solidaria con la Revolución Rusa, cuyo signo representativo en la historia no es otro que el del brazo musculoso del obrero tremolando gallardamente la bandera de la emancipación definitiva. Vanguardia del proletariado, el Partido Socialista, aquí como en otras partes. convoca a todos los trabajadores conscientes para que exterioricen en esta hora el profundo sentimiento de clase, en cuya virtud la suerte de la república social de Rusia no puede serles indiferente, sino que debe interesarles como algo vinculado a su destino histórico por la alta idealidad que encarna y las hondas transformaciones que en todas las sociedades del mundo su existencia y consolidación propician". [9]
En el mismo libro, D'Elía y Miraldi citan una conferencia de Frugoni en la cual "efectuó una historia crítica de la Segunda Internacional y su fracaso y realizó una valoración de la Revolución Rusa", [10] en la que se destacaba que:
"... los esfuerzos allí realizados en pro de la erección y consolidación de una nueva sociedad, excluyente de la explotación del hombre por el hombre, deben inspirar simpatías profundas a todos los socialistas del mundo y obtener de parte de éstos la más efectiva solidaridad. ¿Quiere decir esto que debemos adherirnos a la Tercera Internacional? No, por cierto. Una cosa es la Revolución Rusa y la obra práctica de los bolcheviques y otra la Tercera Internacional. Se puede muy bien aplaudir y apoyar, moral y materialmente, a la república social de los soviets, sin que ello signifique una adhesión a los principios doctrinarios establecidos como bases de la nueva asociación de partidos socialistas". [11]
Y más adelante Frugoni agregaba su discrepancia fundamental con el ingreso a la Internacional Comunista:
"La táctica 'tercerista' –tal como resulta de los principios programados hasta ahora– impone, además, como preocupación predominante la formación en las masas, del espíritu insurreccional. Ello significa variar el estado de ánimo del Partido, alterar su mentalidad. Hasta ahora nos preparábamos para ir creciendo en capacidad política que nos permitiera ir obteniendo mejoras progresivas, conquistando gradualmente la emancipación del pueblo productor, y sólo pensábamos en la insurrección, cuya posibilidad no excluíamos, como en una contingencia accidental, secundaria, que vendría provocada por la fuerza de la reacción, cuando al ver amenazado en sus mas fuertes reductos el sistema capitalista, decidiesen suprimir los derechos de los revolucionarios y colocarse fuera de la legalidad."
"Tendríamos que cambiar de objetivos, deberíamos prepararnos preferentemente para la insurrección, para la acción subversiva, para la lucha fuera de la ley y contra la ley. En la obra constructiva que pueda realizarse por el parlamento, por la potencialidad de la representación en las corporaciones legislativas o comunales, sólo se pensaría en último término. Con esa orientación se arriesgaría esterilizar las fuerzas y detener el crecimiento del Partido". [12]
El ala izquierda del P.S., donde se alineaba la inmensa mayoría de los sindicalistas socialistas, se identificó con los “internacionalistas”, y en particular con el bolchevismo, y proclamó la necesidad de romper con los oportunistas que habían entregado al movimiento obrero en la guerra imperialista. Se sumarán al planteo de construir una nueva internacional, sobre la base de una estrategia revolucionaria y no parlamentarista.
Si bien el grado de claridad de esta tendencia era muy relativo, y en general era superada en experiencia y nivel político por los intelectuales que integraban el ala frugoniana, en el P.S. triunfará por abrumadora mayoría la adhesión a la Internacional Comunista de Lenin y Trotsky, y se adoptará la denominación “Partido Comunista de Uruguay”.
Frugoni, que había adelantado que acataría la decisión del partido, romperá sin embargo con él en 1921, dedicándose a refundar el Partido Socialista. La causa principal de esta ruptura era que las condiciones de ingreso a la Internacional (las llamadas “21 condiciones de ingreso”) no dejaban lugar para una política reformista, y proclamaban la necesidad de utilizar el parlamentarismo para preparar la lucha por la dictadura proletaria. Frugoni, que consideraba que el socialismo sería implantado gradualmente, a través del parlamentarismo, romperá con el partido obrero y volverá a construir una organización que tendrá mucho menor inserción que el PC en el movimiento obrero. El nuevo Partido Socialista adherirá a la Internacional Socialista, que había sido refundada.
De esta manera, el frugonismo anulará el que había sido su mérito principal (la construcción del primer partido obrero), rompiendo con la base obrera y revolucionaria del P.S., y adoptando una posición anti-bolchevique.
Renovación en los años 50 y 60
Tras la segunda guerra mundial, el P.S. vivirá un relativo renacimiento. La causa fundamental radicaba en el tremendo desprestigio que vivía el Partido Comunista, ante su evidente sometimiento a la política internacional del stalinismo. El PC vivirá enormes crisis, como por ejemplo la ruptura de sindicatos enteros con su central sindical –como sucediera con el sindicato frigorífico, cuyos dirigentes fueron acusados de “nazis” por encabezar una huelga que dejaba sin suministros a los “aliados”. La defensa del pacto Molotov-Ribbentrop por parte del PC ya le había generado un intenso rechazo en la intelectualidad y las bases obreras. En la década del ‘50 el PC sufrirá rupturas y expulsiones de dirigentes (como el diputado y dirigente textil Héctor Rodríguez), y tanto su peso en los sindicatos como en el ámbito electoral se verá disminuido.
En este marco, una nueva generación hará sus armas en el P.S..
Sobre fines de la década del ‘50, el batllismo estaba profundamente agotado (lo que se reflejará en la tremenda derrota electoral del ‘58), y el P.S. también recogerá –al menos en parte– los frutos de este agotamiento.
La nueva generación que comienza a renovar al P.S., fundamentalmente bajo la guía de Vivián Trías, provocará un giro en las concepciones del partido, buscando un camino revolucionario opuesto al reformismo y sobre todo adoptando un planteamiento antiimperialista.
Esta nueva camada de dirigentes y activistas adoptará una posición favorable a los movimientos nacionalistas de las colonias y semicolonias, al punto de provocar la ruptura del P.S. con la Internacional Socialista, ante la política colonialista del S.F.I.O. (PS francés) en Argelia. Luego, el impacto de la revolución cubana reforzará esta evolución, que tendrá uno de sus desenlaces en el movimiento “tupamaro”.
La nueva concepción nunca fue unánime en el partido, no sólo por la resistencia del grupo cercano a Frugoni, sino porque incluso en el seno de este ala izquierda había distintas posiciones y matices (por ejemplo, en la valoración de los partidos “socialistas” europeos, en la caracterización del stalinismo, en la opinión sobre el nacionalismo latinoamericano, etc.), aunque compartía en general un común espíritu antiimperialista.
Vivián Trías
Realizando una virtual “revolución copernicana” con relación a las concepciones de Frugoni, Trías y la nueva camada de activistas socialistas adoptará un planteamiento nacionalista, apoyando a los regímenes árabes (Nazer en Egipto, Ben Bela en Argelia) y latinoamericanos (Velazco Alvarado en Perú), a los que presentaba como nacionalismo “popular”, “revolucionario” y casi como “socialista”.
Junto a Vivián Trías, hizo sus armas toda una nueva generación, integrada por Raúl Sendic, José Díaz, Guillermo Chiflet, Julio Louis, Eduardo Hugues (Galeano), y muchos otros. No todos mantenían idénticas posiciones –de hecho, evolucionarán en sentidos bastante diversos– pero en general todos fueron influidos por el pensamiento de Trías.
A diferencia del stalinismo, que proclamaba la necesidad de una etapa demo-burguesa previa a la revolución socialista, que debía ser dirigida naturalmente por la burguesía “nacional”, Trías negará la existencia de esta burguesía, con lo cual identificará a todos los movimientos nacionalistas como revoluciones populares, que forzosamente tenderían a adoptar un curso socialista.
El análisis del pensamiento de Vivián Trías exigiría todo un artículo independiente, ya que se trata probablemente del principal teórico de la izquierda nacional, contando con trabajos sobre la historia del imperialismo norteamericano, sobre la reforma agraria en Uruguay y sobre el nacionalismo latinoamericano, que deben ser estudiados y criticados por las nuevas generaciones del movimiento obrero y de la izquierda. Profesor de Historia y diputado socialista, Trías ejercerá una importante influencia teórica sobre otras corrientes de izquierda. En este trabajo no nos podemos dedicar a un análisis a fondo de sus posiciones.
Ya desde 1956, Vivían Trías desarrollará un análisis de las revoluciones de los pueblos coloniales y semicoloniales, que será el eje en torno al cual girarán sus estudios y su posición política hasta su muerte en 1980.
Trías parte de caracterizar “La deformación histórica de los países dependientes”:
“En las antiguas sociedades de arquitectura feudal y superestructuras culturales y religiosas maduras, se gestaban las primicias del desarrollo capitalista autóctono, cuando acaece el impacto imperialista. Lenta, casi imperceptiblemente, [...] se había creado un incipiente mercado interno, donde encontraban circulación mercantil los primeros excedentes agrícolas y una, nada despreciable, producción manufacturera artesanal. El imperialismo segó de raíz estas gemas y frustró definitivamente la oportunidad del capitalismo propio. Su penetración en los tuétanos de las sociedades conquistadas, tuvo consecuencias deformantes para las mismas. [...] El imperialismo se asocia a las oligarquías terratenientes y congela, compulsivamente, el orden feudal. [...] Esa es la mejor manera de ahogar toda tentativa de una revolución burguesa nativa, que acarrearía la industrialización y el nacionalismo.” [13]
Trías abandonará más adelante la caracterización de “feudal” del régimen existente antes del impacto imperialista, sin embargo, el conjunto del análisis será básicamente el mismo.
El análisis de Trías va a conducir a un blanqueo ‘científico’ de las direcciones obreras (socialdemócrata y stalinista) que frenan la revolución en las metrópolis imperialistas.
“Ya sabemos cómo los mercados del imperio fueron ‘despejados’ de competidores nativos. La miseria degradante de muchedumbres interminables permitió, así, la acumulación capitalista metropolitana, y paralelamente, impidió la desocupación y la inquietud social en Europa. En una palabra, hizo posible el enriquecimiento acelerado de la burguesía occidental y la distribución de buenas migajas a sus obreros. Ese es el origen de lo que hemos llamado el ‘compromiso objetivo’ del proletariado europeo con la aventura imperialista y el empalidecimiento de su fervor revolucionario. Así se entiende también, cómo los vaticinios de Marx y Engels no fueron confirmados por los hechos reales.” [14]
Trías justificaba así las traiciones de la socialdemocracia (apoyo a la guerra imperialista de 1914, aplastamiento de la revolución alemana de 1919, capitulación ante el fascismo) y del stalinismo (derrota de la revolución china de 1925-1927, negativa a luchar ante el ascenso del nazismo, liquidación de la revolución española de 1936-39, etc.). Hace responsable de la continuidad del capitalismo a la clase obrera, haciendo ‘tabla rasa’ de todas sus luchas revolucionarias en el siglo XX, traicionadas por los jefes de la socialdemocracia y el stalinismo.
“[...] No es, como pretendían los ideólogos burgueses, que el capitalismo hubiera encontrado la fórmula mágica del progreso ininterrumpido. Su expansión formidable del último tercio de siglo hasta la primera guerra, su capacidad para pagar mejor a los obreros y hacerlos participar de la onda larga de bienestar, se deben, lisa y llanamente, a la brutal explotación de las masas coloniales y semi-coloniales. [...] El énfasis revolucionario, gradualmente, comenzó a desplazarse de las metrópolis a las regiones marginales. Estas, nada pueden perder y tienen todo a ganar en la lucha anti-imperialista. Vale decir, están en las condiciones de lucha que Marx y Engels señalaban para el proletariado europeo, el año en que escribieron el Manifiesto.” [15]
Trías y el fracaso de las burguesías nacionales
Trías se va a referir al régimen de las colonias y semicolonias como un “capitalismo nacional”, aunque el término no refleje lo que él mismo quiere significar.
"El hecho sustancial y definidor de las economías dependientes es, justamente, su incapacidad para evolucionar solas, autónomamente. Se integran a un aparato internacional en calidad de piezas perimetrales y, por ende, pierden la condición de entes aislados, definidos en sí mismos, para adquirir la de complementarios.” [16]
“La acumulación primitiva del capitalismo de colonias y semi-colonias, es decir, la formación de la primera acumulación de capitales que echa a andar la rueda de la plusvalía, no es un fenómeno propio de ellas. Ya ha sido realizada por las metrópolis y los capitales no hacen otra cosa que seguir su dinámica en los territorios dependientes. [...] Las burguesías de las zonas periféricas del mundo son, en rigor, apéndices, hijuelas del capitalismo internacional. Su conducta política es, a pesar de sus pujos anti imperialistas, sus forcejeos de independencia y su transitoria ubicación en defensa de la liberación nacional, una conducta mediatizada y sujeta, en última instancia, a los fines directrices del imperialismo. [...] Desde comienzos de siglo, con diferencias de poca importancia en los hechos y en el tiempo, se constituyen partidos políticos policlasistas, populares, conducidos por la burguesía nacional, en muchas colonias y semi-colonias. El Kuo-ming-tang chino, el Partido del Congreso hindú, el Batllismo (uruguayo), el Radicalismo en Argentina y Chile, el movimiento varguista en Brasil, el Neo-Destur, la Estrella Nord-Africana, etc. Todos logran cierto éxito en su lucha contra la oligarquía terrateniente y su nacionalismo denuncia, por cierto tiempo, un acentuado matiz anti-imperialista, pero ninguno cubre su ciclo revolucionario. Algunos terminan en un fracaso estruendoso corrompidos y entregados al capitalismo extranjero. Otros están viviendo críticas etapas de su frustración. Lo cierto es que la revolución burguesa no se ha hecho en los países dependientes, porque la clase encargada de hacerla se ha frustrado. Y se ha frustrado porque, finalmente, ha preferido asociarse al imperialismo y a la oligarquía feudal, en la explotación de sus pueblos, a continuar la pelea hasta sus últimas consecuencias. Ha sido el camino más fácil, y también, el más rendidor en dividendos. Ya sabemos que las ganancias son el móvil histórico de la burguesía.” [17]
En el análisis de Trías la gran ausente es la clase obrera. Explica el fracaso de la burguesía autóctona, su capitulación ante el imperialismo, no por su temor ante la creciente movilización independiente de las masas, sino por la búsqueda de “dividendos”. Pero justamente el choque con el imperialismo se origina en la lucha por las ganancias que el capital financiero internacional se apropia en los países coloniales y semi-coloniales. El paso atrás de la burguesía criolla en esta lucha no obedece a que sus demandas hayan sido satisfechas, sino al peligro que representa el movimiento obrero para la propia posibilidad de arrancar la plusvalía a los trabajadores.
De esta caracterización peculiar de la burguesía, va a nacer una peculiar caracterización del nacionalismo como una especie de ‘proto-socialismo’. El nacionalismo pasaría a adquirir un carácter revolucionario, popular, y por ello el nacionalismo se identificaría con el socialismo.
“El fracaso de la burguesía nacional otorga a los movimientos socialistas de las colonias y semi-colonias, un rol histórico específico. Su programa debe empezar por postular la revolución burguesa, que la burguesía no ha sido capaz de llevar a cabo. De ahí que Reforma Agraria, industrialización, liberación nacional y democracia política, sean las grandes banderas del socialismo en tales regiones. Es claro que se trata de hacer efectiva la revolución burguesa, no como una meta finalista, sino como una etapa previa hacia el socialismo. Por ello la fórmula política adecuada consiste en partidos donde la clase obrera sea la vanguardia, la conductora y la orientadora, pero que expresen a las otras clases populares y, muy especialmente, a los campesinos. Es la única garantía de que la revolución burguesa no vuelva a fracasar.” [18]
Pero un partido “obrero-campesino” es otra versión del Kuo-Ming-Tang o del APRA, que se pretende superar. El carácter obrero de su conducción, por otra parte, es una abstracción, desde el momento que su programa se identifica con la revolución demo-burguesa.
Trías culminará su análisis con una apuesta a la unidad entre el “socialismo” europeo y la lucha de las naciones oprimidas por el imperialismo:
“La decadencia de Europa, su situación dependiente de EE.UU. y la pérdida de sus colonias, recrearán, en ese medio, las condiciones óptimas para una radicalización de los sindicatos obreros y de los Partidos Socialistas. [...] De estos dos factores saldrá la incorporación de las masas del viejo continente a la gran lucha revolucionaria, en estrecha cooperación con los movimientos de las colonias y semi-colonias. Pero obsérvese, que es justamente el éxito de estos, lo que crea aquellas condiciones, al estrechar las bases, ya muy débiles, en que se sustenta la burguesía europea. Una Europa socialista unida al embate del nacionalismo revolucionario de las orillas del orbe, es la fórmula de una tercera fuerza, tal como la concebimos nosotros. Pero, volvámoslo a decir, hay una sola manera de ser nacionalista y revolucionario en un país dependiente. Tal como lo definía el inolvidable José Carlos Mariátegui, esa manera consiste en ser socialista.” [19]
Pero justamente el ‘Amauta’ peruano sacará la conclusión de que el antiimperialismo exige romper con el nacionalismo burgués (del APRA), y poner en pie un partido obrero, comunista.
Trías desarrollará más adelante esta concepción de un “socialismo nacional”, donde integrará eclécticamente planteamientos propios de Lenin, Stalin, Trotsky, Mao, Gunder Frank, etc. En la cual la economía mundial aparece fragmentada en economías nacionales, unas imperiales y otras dependientes, y el internacionalismo surge como la futura unión de los nacionalismos “socializantes”.
Argelia
La política del S.F.I.O. en Argelia será un elemento fundamental en esta evolución del P.S. uruguayo y su ruptura con la I.S.. En un principio, el P.S. –que apoyaba la participación del S.F.I.O. en el gobierno francés– depositó esperanzas en que este pudiera resolver la cuestión argelina en forma “pacífica”. Así, al principio aplaudía la pretensión del socialismo francés de acabar con la discriminación de los argelinos (sin darles la independencia), aunque señalaba que
“no debe descartarse la posibilidad de que los pobladores oriundos, a quienes se desea poner en completo pie de igualdad con los residentes en las instituciones públicas y administrativas, ya no se conformen con eso”. [20]
“Si Guy Mollet consigue llevar la paz a Argelia, sobreponiéndose al infierno de discordia que allí arde endiabladamente, habrá prestado un incalculable servicio al pueblo francés y al pueblo argelino para bien del progreso humano en el sentido de la confraternidad universal.” [21]
Incluso llegará a justificar parcialmente la política imperialista del S.F.I.O. en el hecho de que “La opinión pública francesa no está preparada para semejante amputación [...]”, [22] es decir, para otorgar la independencia a Argelia.
“Nosotros, desde nuestra tierra de América, en la que hemos vivido las luchas por la independencia de un poder extranjero, vemos con natural simpatía todo movimiento de liberación nacional [...] En América [...] el Socialismo comprende y auspicia, aunque superándolo y sin dejarse arrastrar por las formas primitivas e irracionales que a veces adopta, el nacionalismo independentista autóctono, que no debe ser absorbente ni expansionista ni xenófobo.” [23]
Sin embargo, el P.S. comprenderá “El drama de un gobierno como el que preside Guy Mollet [...]”, y exclamará “¡Que el genio del Socialismo Internacional lo ilumine!” [24].
Ante la defensa de la política imperialista por parte del gobierno francés, el P.S. reclamará a la Internacional Socialista una clara condena al S.F.I.O. y finalmente su expulsión de la I.S..
En un documento –firmado por Emilio Frugoni y Pantaleón Olivera– enviado en Julio de 1959 al VIº Congreso de la Internacional Socialista, se afirma que
"[...] Julius Baunthal, ex Secretario de la Internacional Socialista, luego de un viaje por el Oriente, al referirse al Socialismo asiático [...] constató que se criticaba severamente la conducta de algunos partidos socialistas adheridos a la Internacional: la política del francés en Argelia, la del Belga en el Congo, la del laborista en Kenia, si bien era compartida con entusiasmo la actitud del Laborismo frente al conflicto de Suez" [25].
"Uno de los deberes esenciales –continúa el documento– de los partidos socialistas en los países con territorios en ultramar [26] es respetar el principio de autodeterminación de los pueblos, sobre todo cuando estos exigen la independencia. Y, esto, precisamente, ha sido sistemáticamente desconocido por el S.F.I.O., cuya conducta es una afrenta a los postulados del socialismo internacional. Y su desprestigio nos alcanza a todos. Porque el hecho de que haya partidos como el S.F.I.O. en la Internacional disminuye la autoridad de los otros partidos afiliados para hablar sobre principios tan importantes como lo es el de autodeterminación de los pueblos. Y porque queremos hablar con plena autoridad sobre las ideas socialistas reclamamos la expulsión del S.F.I.O. de la Internacional" [27].
La carta del P.S. al VI° Congreso de la I.S., vinculará además esta política del “socialismo” europeo en las colonias, a las posiciones de la I.S. sobre el FMI y el Banco Mundial.
"Recordemos, por otra parte, que en la declaración del IIº Congreso de la Internacional Socialista (Milán, 1951), se emitieron los juicios siguientes sobre organismos secundarios de las Naciones Unidas: 'Se requieren agencias ejecutivas para idear y ejecutar estos programas. Las agencias existentes, tales como el Banco Internacional de Reconstrucción y Desarrollo, la Administración de Asistencia Técnica, la Oficina Internacional del Trabajo y otras agencias especializadas de las Naciones Unidas rendirán útiles servicios, y puede haber necesidad de crear nuevas agencias'. [...] En Uruguay, el grupo parlamentario socialista ha entendido, en cambio, que el Banco Internacional no sólo no rinde útiles servicios, sino que es un instrumento de la política expoliadora de los Estados Unidos" [28]. "La Internacional Socialista no puede permanecer indiferente ante un organismo como el Fondo Monetario que significa más miseria y más represión para los pueblos de Latinoamérica" [29].
"En síntesis –culmina el documento–, nosotros nos dirigimos al VIº Congreso de la Internacional Socialista, cuya mayoría la integran delegados de partidos europeos, pero que tiene la enorme responsabilidad de interpretar no sólo a la clase trabajadora de Europa, sino a los trabajadores de todo el mundo, no sólo a los pueblos de Europa sino a los pueblos explotados de todo el mundo. Y los pueblos de Latino América, oprimidos y vejados, no esperan declaraciones vagas, sino la denuncia concreta contra el imperialismo de Estados Unidos" [30].
“Tercerismo”
La ruptura no era sencilla, ni se realizó en un sólo acto. El “internacionalismo”, por más limitado y deformado que estuviera, formaba parte de las tradiciones del P.S.. Existirán todavía sectores que resistirán esta ruptura.
La posición que irá primando en el P.S. constituirá un viraje hacia lo que se llamaba “tercerismo”, es decir, una política que pretendía romper tanto con el imperialismo de los EE.UU. como con la URSS stalinista, y que comenzaba a tomar distancia con el “socialismo” europeo. La tendencia será a buscar el acercamiento con partidos socialistas y de izquierda de América Latina y de todo el “Tercer Mundo”.
En 1959, el Congreso de las Juventudes Socialistas del Uruguay todavía no rompía con la I.S. y se declaraba parte integrante de una "tercera fuerza" opuesta al capitalismo y al "imperialismo soviético":
"Esa tercera fuerza la integran los movimientos revolucionarios con signo socialista de las áreas subdesarrolladas, los partidos socialistas metropolitanos decididos a luchar por la revolución proletaria, los movimientos socialistas-populares desatados en la órbita soviética. Las Juventudes Socialistas del Uruguay se consideran combatientes conscientes de la misma" [31].
"Fundamentalmente consideramos como monstruosas desviaciones el nuevo imperialismo ejercido por la URSS y la esclavitud de los Partidos Comunistas movidos de acuerdo a las exigencias de la política soviética debido al abandono de los principios marxistas" [32].
"En segundo término atacamos la deformación de la mayoría de los Partidos Socialdemócratas europeos, quienes han olvidado la necesidad de un cambio de estructura de la sociedad actual, conformándose con el eufemismo del 'Estado protector', que al no eliminar en muchos casos la apropiación capitalista de los medios de producción y de cambio, mantiene la explotación del hombre por el hombre, olvidando en muchos casos un fin esencial del socialismo. Esta deformación de algunos sectores de la socialdemocracia europea ha llevado a constituirse en algunos casos en el sostén del capitalismo en sus países. Es el caso flagrante de las traiciones de la S.F.I.O. –defensora del imperialismo en Argelia– o del Partido Socialdemócrata Italiano compañero de la democracia cristiana en su tentativa de frenar la transformación revolucionaria de Italia" [33].
Entre las Resoluciones que el Congreso adoptaba, estaban las siguientes:
"1º) Debemos tomar como centro de nuestras relaciones internacionales los movimientos socialistas y afines de Asia, África, América Latina, es decir de las áreas subdesarrolladas del mundo [...].
"2º) Mantener relaciones con aquellas corrientes de inspiración popular y de ideología socialista, desatada en la órbita soviética, como son por ejemplo, el de Yugoslavia y Polonia.
"3º) Mantener relaciones con la socialdemocracia europea, especialmente a través de la I.U.S.Y., señalando permanentemente dentro de ella, nuestra disconformidad con el revisionismo ideológico del marxismo en que han caído muchas de sus organizaciones miembros [...].
"5º) Expresar nuestra más radical discrepancia con algunas resoluciones de la Internacional Socialista, especialmente al no pronunciarse sobre la intromisión imperialista de la S.F.I.O. en Argelia.
"6º) No obstante permanecer afiliados a la Internacional Socialista –con las salvedades señaladas en el numeral anterior– creemos que nuestro Partido debe propender a la concreción de una organización socialista latinoamericana, autónoma de la Internacional.
"7º) Encomendar al CEN la realización de una Conferencia Latinoamericana de Juventudes Socialistas" [34].
La ruptura con la Internacional Socialista
La ruptura con la I.S. se concretará en el XXXIIº Congreso del Partido Socialista, en enero de 1960.
La resolución sobre "Relaciones Internacionales" de este Congreso afirma:
"[...] la misión fundamental y primaria [de las relaciones internacionales] es la consolidación de una poderosa organización socialista y nacional-revolucionaria latinoamericana, encaminada a impulsar en escala continental la peculiar revolución nacional que corresponde; y a desarrollar en función de bloque regional relaciones con todos los partidos y movimientos socialistas y populares del mundo, y muy especialmente con la Conferencia Socialista Asiática y las fuerzas revolucionarias que luchan contra el sojuzgamiento de sus países por parte de los dos grandes centros de poder imperialista (EE.UU. y URSS);
"[...] en la realización de estos cometidos, la labor de nuestro Partido se verá singularmente favorecida al desvincularse como miembro pleno de la II Internacional, ante la nefasta política de algunos de sus miembros respecto a los auténticos intereses de los países independientes, lo que no supone eliminar las relaciones fraternales con la misma y sus miembros, salvo con aquellos que, como el S.F.I.O. francés, han traicionado abiertamente elementales principios socialistas;
"[...] las distintas realidades sobre las que actúan la mayoría dominante de la IIª Internacional (países europeos industrialmente desarrollados y algunas metrópolis colonialistas) y la realidad nacional y latinoamericana (países subdesarrollados y dependientes) ha determinado una diferenciación de sensibilidad y de orientaciones cada vez más agudizadas, ante el peligroso incremento de las corrientes revisionistas dentro de la socialdemocracia europea; diferencias que se traducen en un predominio aplastante dentro de la Internacional de los partidos europeos, al no integrarse como bloques, los socialistas de los países dependientes;
"[...] nuestro Partido siempre mantuvo una esperanzada actitud crítica de la II Internacional, peculiarmente objetivada en su pedido de expulsión del S.F.I.O. francés de la misma, ante su indisimulada complicidad con la política colonialista, de la que tampoco son ajenos en sus respectivos países, la mayoría belga y holandesa de la socialdemocracia;
"[...] a pesar de nuestra enérgica posición, el último Congreso de la Internacional no sólo mantuvo como miembro al S.F.I.O. sino que le dio a su más conspicuo representante, el traidor al socialismo internacional Sr. Guy Mollet, la vicepresidencia del organismo;
"[...] lo anterior no supone desconocer la existencia de auténticas organizaciones socialistas dentro de la Internacional ni olvidar los sectores bien ubicados en cada partido miembro, dentro o fuera de los mismos, como el P.S. Autónomo francés; ni tampoco ocultar la enorme importancia para la Revolución Latinoamericana de la fraternal relación con los partidos socialdemócratas europeos ante la eventual y mutua colaboración entre nuestros respectivos países" [35].
A partir de estas consideraciones, el Congreso resolverá:
"1º) Desafiliarse de la II Internacional, manteniendo relaciones fraternales con la misma y sus miembros, salvo aquellos que han traicionado abiertamente el socialismo, efectuando todos los trabajos de común provecho;
"2º) Mantenerse en el Secretariado Latinoamericano de la Internacional, hasta tanto se consolide la Federación Latinoamericana de Partidos Socialistas y afines independiente de la II Internacional, pero fraternalmente vinculada a ella y a todos los movimientos socialistas democráticos y revolucionarios que se estime conveniente, constituyendo esta tarea el aspecto medular de nuestra política de relaciones internacionales.
"Asimismo, se reafirma la posición solidaria con todos los movimientos revolucionarios que en sus respectivos países luchan contra los bloques imperialistas por la autodeterminación o por la vía nacional de cada revolución social." [36]
El internacionalismo del P.S. no parte de una caracterización sobre el carácter mundial de la revolución socialista, sino de una visión de las revoluciones como "nacionales", frente a lo cual se plantea la necesidad de mantener contactos con las fuerzas socialdemócratas europeas –que en varias ocasiones, participaron del gobierno– para así dar un soporte internacional a esa revolución "nacional". Esto se puede visualizar claramente cuando resalta "la enorme importancia para la Revolución Latinoamericana de la fraternal relación con los partidos socialdemócratas europeos ante la eventual y mutua colaboración entre nuestros respectivos países" (ver más arriba). Es decir, no se plantea un trabajo en común por la revolución socialista mundial, sino una colaboración entre los "países", o más bien, entre los gobiernos de una "revolución nacional" en un país "dependiente" y el gobierno socialdemócrata de un país "desarrollado".
Esto es lo que explica la gran limitación de la ruptura con la I.S.: de un lado es una medida más formal y simbólica que real, desde el momento que se siguen manteniendo "relaciones fraternales" con la II Internacional y sus partidos; de otro lado, no se plantea un nueve eje de reagrupamiento internacional, de características revolucionarias. Para el P.S. no aparece como necesario, ya que una Internacional sería necesaria para la "mutua colaboración" entre los gobiernos socialdemócratas o nacional-revolucionarios, y no por el carácter internacional de la revolución socialista.
La ruptura con la I.S. no es completa. El P.S. no explica cómo si los demás partidos socialdemócratas defienden los "principios socialistas", entonces eligen a Guy Mollet de vicepresidente de la II Internacional. La permanencia del S.F.I.O. en la I.S., y en su propia dirección, no le servirá al P.S. para caracterizar a la propia Internacional como un instrumento del imperialismo europeo.
Elecciones de 1962 y crisis del P.S.
En las elecciones de 1962, la nueva concepción del P.S. se traducirá en un frente con una fracción escindida del Partido Nacional, en la cual el Partido Socialista irá totalmente subordinado a esta fracción nacionalista.
La “Unión Popular”, encabezada por Enrique Erro (ex ministro que había roto con el gobierno Herrera-Nardone), será la negación de un frente de izquierda: por exigencia de los aliados de origen “blanco” [37] será excluido el Partido Comunista, que hará su propio “Frente de Liberación Nacional” [38] con otras corrientes escindidas de los partidos tradicionales. Ambos frentes tendrán un programa de contenido democrático-burgués, y no antiimperialista consecuente. No plantearán la lucha por el gobierno obrero y campesino, sino un “gobierno popular", "democrático” y “de liberación nacional”.
Poco antes, el órgano oficial del Partido Socialista se refería a Erro como un "demagogo", "sordo a ciertos requerimientos de moral política", "habilidoso en el juego político ventajero en beneficio personal" [39]. El P.S. se presentará en las elecciones subordinado a un político profesional al que poco antes acusaba de "no tener inconvenientes en vender los destinos de la República".
El resultado para el P.S. será catastrófico: perderá todas sus bancas. Los únicos representantes conquistados serán todos del grupo de Erro, que romperán rápidamente la alianza con el P.S., que para colmo perderá su "lema" (personería electoral).
Emilio Frugoni, que cada día tenía mayores divergencias con las posiciones mayoritarias del P.S., se opondrá a esta “Unión Popular” y consultado sobre qué había votado llegó a declarar: “voté en blanco para no votar a un blanco”. Las crecientes críticas de la dirección del P.S. a los partidos ‘socialistas’ europeos hacía tiempo que molestaban a Frugoni, el que sin embargo había permanecido dentro del partido. La emergencia de la revolución cubana, que era apoyada por ambas tendencias, y la necesidad de no dejar el campo abierto al Partido Comunista, serían los argumentos esgrimidos por Frugoni para mantenerse dentro del P.S. pese a las diferencias [40]. La conformación de la U.P. y la pérdida de la representación parlamentaria por parte del P.S. será la gota que colme el vaso: el viejo dirigente [41] planteará la necesidad de “refundar” el Partido Socialista, lo que originará una ruptura. En las elecciones de 1966 se presentarán dos listas socialistas, la ‘oficial’ del P.S. y la del “Movimiento Socialista” frugoniano.
No será la única ruptura. Otras dos fracciones estaban incubándose dentro del P.S.; una de ellas se proclamará marxista-leninista, y defensora del ‘socialismo proletario’ en oposición al socialismo pequeño-burgués, y dará origen al MUSP. [42] La otra, dará origen al “Movimiento de Liberación Nacional”, más conocidos como los “Tupamaros”.
Las relaciones de Frugoni con la I.S. tampoco serán idílicas.
Eduardo Jaurena afirma que la defensa de la revolución cubana alejará a Frugoni de la Internacional Socialista.
"La definición de Frugoni es tajante: la discrepancia con la Revolución Cubana debe considerarse incompatible con la afiliación a la nueva agrupación socialista. 'Yo no era marx-leninista antes de Fidel Castro y no tengo motivos para serlo después de él –dijo– pero una revolución, con sus aciertos y sus errores, es un todo, y esta revolución hay que aceptarla incluso con el paredón, como se acepta por sus partidarios, la revolución francesa a pesar de la guillotina'.[...]" [43]
"Fue, éste, un motivo de discrepancia con la Internacional Socialista que adoptó una postura de activa y furibunda beligencia contra la Revolución Cubana [...]." [44]
El motivo que llevará a la ruptura es narrado por Jaurena en los siguientes términos:
"El 28 de mayo de 1965, Frugoni recibió una extensa carta de la Internacional abogando porque renunciara a organizar un partido socialista y exhortándolo a incorporarse con sus compañeros al partido batllista. El señor Albert Carthy, secretario de la Internacional, firmante de la misiva, hasta le proponía interponer sus buenos oficios para incluir algún socialista en la lista de candidatos del 'batllismo 15'... Pocas veces he visto a Frugoni tan indignado como en aquella ocasión. El señor Carthy, burócrata corrompido, tenía un atenuante: la mala costumbre de embriagarse, ¡pero la famosa Internacional!..." [45]
Según Jaurena, a partir de este episodio Frugoni rompía "para siempre" con la I.S., enviando una carta a Albert Carthy y otra al Dr. Ramón S. Muñiz, secretario general del Partido Socialista Argentino. En esta última afirmaba, entre otras cosas:
"Durante muchos años, nosotros en el Uruguay, como ustedes en la Argentina, hemos cargado con el desprestigio derivado de nuestra calidad de integrantes de una Internacional que albergaba en su seno a hombres y partidos maculados como integrantes de gobiernos incursos en serias claudicaciones. Por culpa de esa Internacional, portaestandarte, al fin, de la proverbial incomprensión de Europa hacia nuestra América, no pocas veces Juan B. Justo fue acusado de 'europeísta' o de incurrir en 'ajenidad'. No me refiero a las corrientes reaccionarias y ultramontanas que, por nuestro internacionalismo, nos califican de foráneos. Aludo al resquemor sentido y sincero de cierta gente de izquierda que no podía ver con buenos ojos nuestra participación, casi siempre más teórica que práctica, en la famosa Internacional Socialista desacreditada por claudicante y conservatista."
"[...] En ser miembros de la Internacional no había ninguna ventaja inmediata, y, en cambio, grandes inconvenientes que dificultaban nuestro desenvolvimiento partidario. Pensábamos que esto último era el peaje que debíamos pagar por integrar un vasto movimiento que un día haría posible que el mundo entero se organizara de acuerdo a los ideales en que yo sigo creyendo hoy como hace sesenta años."
"Pero he aquí que hoy, cuando afrontamos la hora más difícil de nuestra existencia política y corremos el riesgo incluso de desaparecer, en vez de la asistencia que teníamos derecho a requerir y esperar, la Internacional nos da la espalda, pisa los escombros para hacer imposible la reconstrucción, y tiende fraternalmente los brazos hacia nuestros enemigos. No puede haber mayor felonía. Muchos años hemos combatido al batllismo por burgués y sostén del régimen capitalista. Y ahora, cuando ese partido ha alcanzado el colmo de la corrupción interna y exteriormente se hunde en la abyección del entreguismo más servil al poderoso imperio norteamericano que asfixia a nuestro continente, la Internacional nos aconseja que nos hagamos batllistas!... ¡Que arrojemos a la hoguera sesenta años de vida y de historia; que, hundiéndonos en el ludibrio, nos pasemos al enemigo, con armas y bagajes! [...]"
"Nuestro idioma, con ser tan rico, no tiene palabras para calificar el crimen de esta Internacional que no se ha limitado a enviarnos esta carta, cuya copia les haré llegar. Se ha puesto en contacto ya con los batllistas (y según datos, estos contactos vienen desde tiempo). [...]"
"Por la carta que he recibido de la Internacional, me entero, además, que han admitido como miembros observadores al APRA, a Acción Democrática, al partido de Figueres, etc. Es decir, que, sin perjuicio de seguir usando por hábito verbal, ciertas expresiones revolucionarias, en los hechos, están recogiendo en el carro de la Internacional, a todos los partidos más contrarrevolucionarios de nuestro continente. [...]"
"De mí sé decir que, con 85 años a la espalda no estoy dispuesto a dejar de ser socialista. Soy hoy más socialista que nunca. En oportunidad de cumplir mis 85 años, MARCHA, el periódico de Quijano, me pidió un artículo. Allí, dije lo que aquí quiero ratificar: 'Fui socialista, soy socialista y seguiré siendo socialista. Desde las trincheras de la izquierda libré todas las batallas de mi vida; desde esas trincheras pelearé hasta quemar mis últimas energías'."
"No deseo morir sin ver al Partido Socialista del Uruguay luchando de nuevo." [46]
Los 'tupamaros' y la O.L.A.S.
Los ‘tupamaros’ comenzarán a funcionar como un “coordinador” para apoyar los movimientos de trabajadores rurales que desarrollaban importantes luchas salariales (cañeros, arroceros) y por la reforma agraria. En este coordinador comenzarán participando militantes socialistas, maoístas, anarquistas. El propio P.S. apoyaba a este movimiento: basta tener en cuenta que Raúl Sendic, organizador de la movilización de los trabajadores cañeros, era todavía militante socialista (había sido dirigente de la Juventud Socialista).
En la medida en que el “coordinador” comienza a definirse por la “lucha armada” (foquismo), se comenzará a procesar la división tanto respecto al P.S. como al maoísmo (que formaría el M.I.R. y luego el P.C.R.). Esta ruptura se verá apresurada por el prematuro descubrimiento del grupo por parte de las fuerzas policiales, a partir de un operativo ‘tupamaro’ para conquistar armas. Esto forzará a los militantes socialistas (y en primer lugar a Sendic) a clarificar su relación con el P.S. (desvinculándose del partido), y a adoptar un nombre para la organización: “Movimiento de Liberación Nacional - Tupamaros”. La peculiaridad del MLN-T será su evolución de un movimiento con base en la lucha de los trabajadores rurales, a la defensa del foquismo en su versión urbana. [47]
Sin embargo, en el propio Partido Socialista existirá –fundamentalmente bajo la influencia de la revolución cubana– una gran simpatía por las tesis de la lucha armada, y por el propio MLN de Raúl Sendic.
La adhesión del P.S. al castrismo será casi total. El P.S. incluso defenderá la represión realizada por Castro contra la izquierda. Es ilustrativa esta "Nota de redacción" de El Sol ante una carta enviada por el POR posadista, que denunciaba la ilegalización del POR de Cuba:
"El grupito divisionista que se llama P.O.R. debe tener en cuenta que la publicación del Comité de Maroñas no es un ataque a la revolución cubana, sino al grupo trotskista del Uruguay que siempre ha actuado en forma divisionista y contrarrevolucionaria. Sus tácticas de infiltración partidaria los hace aparecer como lo que son: un grupito enemigo del socialismo, con los peores métodos. ¿Pueden hablar de moral proletaria? Con respecto a los problemas que han tenido en Cuba tenemos nuestra opinión. Si Fidel Castro no los quiere en Cuba es seguramente porque estarán actuando como los antecedentes nacionales los señalan: en forma contrarrevolucionaria. Y de divisionistas y contrarrevolucionarios estamos hartos y seguramente la Revolución Cubana también lo está. Y con esto damos por finalizado el entredicho." [48]
El P.S. participará de la O.L.A.S. (Organización Latinoamericana de Solidaridad), y será un diario vinculado al P.S. (“Época”) el que a fines de 1967 publicará las resoluciones de la O.L.A.S. y un acuerdo de todas las organizaciones castristas, planteando la aplicación en Uruguay de la lucha armada. Por esto, “Época” será clausurado, y el propio P.S. ilegalizado. [49]
El hecho de no haber levantado la bandera de la lucha armada más que en forma "platónica" favorecerá la evolución del P.S., que comenzará a dar la espalda al foquismo, proceso que también era alentado desde Cuba.
El Frente Amplio
En el proceso de formación del Frente Amplio, el P.S. estará al principio un poco al margen. Proclama la necesidad de un “frente revolucionario”, y critica la posición parlamentarista y pacifista del stalinismo. Por esto sufrirá la crítica de parte del arismendismo, que le echaba en cara la política contraria a un frente de izquierda en las elecciones de 1962 y 1966.
Sin embargo, la dirección del P.S. comenzará a tomar distancia respecto al foquismo y a acercarse cada vez más al planteamiento del PC. En esto van a influir tanto la victoria de la UP en Chile, como la posición del castrismo que tenderá a un acercamiento con los gobiernos nacionalistas burgueses de América Latina (y en primer lugar con el del propio Allende, con el de Velazco Alvarado en Perú, etc.).
Poco antes del golpe de Estado, el P.S. se proclamaba ‘marxista-leninista’. Esta fórmula no registraba un acercamiento al bolchevismo, sino una tendencia a la convergencia con el stalinismo. La evolución del castrismo cada vez más hacia la órbita de la URSS estaba en el fondo de este proceso. Antes que el P.S. se volviera al ‘pacifismo’ y el apoyo a los frentes de colaboración de clases como la U.P. chilena y el propio Frente Amplio de Uruguay, ya el propio Castro había iniciado un viraje en ese sentido.
El Frente Amplio tenía la cualidad de unir en un mismo fenómeno a los dos ‘momentos’ anteriores del P.S.: tanto el reformismo parlamentario como el nacionalismo antiimperialista. Por el camino, se perdía la defensa de la independencia de clase de los trabajadores, que tan enérgicamente defendiera Emilio Frugoni, así como el impulso a la lucha de masas para derrocar al régimen proimperialista, que ganó a la inmensa mayoría de los militantes socialistas (de todas las tendencias) en la década del ‘60.
El Frente Amplio de 1971 levantaba un programa de nacionalizaciones parciales, reforma agraria, y reivindicaciones sociales de las masas, que buscaba conciliar con el imperialismo: por ello no planteaba la ruptura con el FMI, sino la ruptura de los pactos con el FMI; por ello no planteaba la confiscación de la banca y los latifundios, sino nacionalizaciones y reforma agraria con indemnización de la oligarquía y los banqueros; por ello no planteaba el no pago de la deuda externa, sino su renegociación. En un período en que las masas tendían a la acción directa contra el régimen pachequista y bordaberrista, a través de la huelga general, las ocupaciones de fábrica, las barricadas, la tendencia al armamento del pueblo, el Frente Amplio era el camino de desvío de la clase obrera hacia el impotente trillo parlamentario.
Será este freno a la acción popular, lo que permitirá al régimen semicolonial reforzarse contra el movimiento obrero y la izquierda (represión contra los ‘tupas’ y contra la izquierda en general), y abrirá el camino al golpe militar.
El P.S. apoyará a fondo esta política de freno y desvío de la acción popular. Durante 1972 y 1973, la posición del P.S. había girado hasta parecer un hermano siamés del arismendismo. Frente a la juventud radicalizada y a la tendencia del movimiento obrero a superar a la burocracia sindical, Vivián Trías afirmará poco antes del golpe militar:
“Si somos frentistas, si realmente queremos unir y desarrollar al Frente, estamos obligados a medir el avance de la Revolución en su propio seno, en su amplitud, en su iniciativa, en su capacidad para ser cada vez más pueblo organizado y en marcha. De ahí nuestra consigna: ‘sirve políticamente lo que sirve al Frente Amplio, y no sirve políticamente, lo que no sirve al Frente Amplio’.” [50]
Trías y el nacionalismo militar
La confianza en que todo proceso nacionalista desembocará en la construcción del socialismo ‘nacional’ –siempre que la izquierda incida en este proceso– llevará a Vivián Trías a errores gigantescos, como su apoyo al régimen nacionalista militar peruano de Velazco Alvarado, y su ilusión respecto a un desarrollo similar en Uruguay. [51]
Así, ante los famosos “Comunicados 4 y 7” de los mandos militares golpistas uruguayos, en febrero de 1973, Trías adoptará un planteo de convergencia cívico-militar.
“Muchos trabajos, entre otros uno que está recogido en un libro de 1956 –por lo tanto de ese período– que se llama ‘El Ejército popular y las masas’, en el cual expresábamos que en un país subdesarrollado la lucha por el desarrollo y por la liberación –caras del mismo prisma y facetas del mismo proceso– no puede hacerse sin la presencia de las Fuerzas Armadas. Cuando en los países las crisis se profundizan, las contradicciones se agudizan y llega la hora de la verdad, las leyes históricas y la ley de la lucha de clases rigen en todos los sectores y ámbitos de la comunidad humana, y también en los cuarteles. Y los hechos nos habrán de dar la razón, porque nuestra oficialidad, las Fuerzas Armadas, a poco de andar entraron en un proceso en el cual, por supuesto, su contacto con guerrilleros, con los militantes del movimiento comunista, fue un factor muy importante, por supuesto, pero no el único. En un proceso en el que se desataron también grandes luchas obreras y en el que los paros decretados por la CNT comenzaron a ser verdaderos plebiscitos, envolviendo en su programa y aspiraciones a amplios sectores del pequeño comercio y de la pequeña industria; en momentos en que la lucha política empezó a demostrar en el Parlamento y en la prensa los mecanismos de corrupción, de enajenación y sometimiento que trababan el desarrollo y la libertad plena de adoptar decisiones en favor de los intereses y las necesidades del país, todo esto fue apreciado por la oficialidad en el curso de esa lucha. La nueva posición, la nueva tesitura de las Fuerzas Armadas es consecuencia de su actuación en los acontecimientos del año 1972. Empezaron por reconocer que las causas de la sedición no eran las que sostenía inicialmente el gobierno. Por supuesto, vieron lo más visible, que son las llagas que supuran en un régimen como el que el Uruguay soporta, es decir, los ilícitos, los grandes negociados. Luego, en poco tiempo, pasaron a profundizar esos temas, es verdad. Y esos hechos objetivos, certifican de una u otra manera, que se ha producido este proceso de transformaciones en el modo de pensar y en el modo de interpretar la realidad de las Fuerzas Armadas.” [52]
Claro que la lucha de clases no se detiene en la puerta de los cuarteles; la prueba la darán los mandos golpistas cuando aplasten al movimiento obrero y a la izquierda, y profundicen la entrega nacional al imperialismo. Esta ilusión de transplantar al Uruguay el ‘modelo’ peruano la pagarán cara los trabajadores, cuyo peso en la economía y política nacionales era infinitamente superior al de la clase obrera peruana. La experiencia histórica revelaría el fracaso del nacionalismo militar peruano, que culminó totalmente sometido al imperialismo; y también demostró que en Uruguay no era posible un proceso similar, porque la clase obrera ya tenía conquistada un grado de independencia política que hacía inviable un bonapartismo nacionalista que se apoyara en las masas oprimidas, al tiempo que las regimentara. [53]
La política asumida por Trías frente al golpismo militar, idéntica a la que sostuviera el arismendismo, será una trágica consecuencia de su identificación del nacionalismo con la revolución y el socialismo. Hasta su muerte en 1980, Trías mantendrá –en lo esencial– la misma posición respecto al nacionalismo tercermundista, a pesar del evidente giro de las burguesías ‘nacionales’ a las posiciones del imperialismo.
El ‘pacto del Club Naval’
Durante la dictadura, el P.S. tendrá un acercamiento con la socialdemocracia europea, en particular con el P.S.O.E.. Varios de sus actuales dirigentes (y en particular su actual secretario general Reinaldo Gargano, y el ex diputado José Díaz) vivieron en España y fueron funcionarios del P.S.O.E.
A la luz de esta influencia, se puede comprender el giro cada vez mayor hacia la ‘democracia’ y el ‘parlamentarismo’ que hará el P.S.. Aunque este giro venía preparado por el período anterior, y en particular por la experiencia frentepopulista.
El avance revolucionario en Centroamérica (Nicaragua, El Salvador) ya no hará renacer una tendencia de izquierda. Bajo el régimen militar uruguayo, el P.S. no registraba una presión de las bases obreras y de la juventud; la presión del castrismo y de la socialdemocracia europea iban en un sentido contrario. Tanto Castro como la I.S. buscaban evitar que Nicaragua se convirtiera en otra Cuba. La presión que se ejercerá sobre el sandinismo será, justamente, en el sentido de no expropiar a la burguesía, de buscar un acercamiento con el imperialismo ‘democrático’, y de ‘institucionalizar’ la revolución (reconstrucción de un ejército y policía profesionales, reconstitución del Estado burgués sobre una base constitucional y parlamentaria, etc.). La dirección del P.S. no sólo apoyará todo este proceso, sino que servirá de ‘asesora’ del sandinismo en el mismo: algunos dirigentes del P.S. viajarán a Nicaragua y colaborarán con la elaboración de la nueva Constitución que consagraba el ‘congelamiento’ de la revolución sandinista. [54]
La ‘institucionalización’ de la dictadura militar tendrá en el P.S. a otro de sus campeones: la dirección socialista participará directamente en las negociaciones con la cúpula militar que culminarán en el ‘pacto del Club Naval’, que consagró la continuidad de los mandos militares responsables de la más salvaje represión contra el pueblo uruguayo, y la defensa de los intereses del imperialismo (pago de la deuda externa, sometimiento al FMI). La consigna del Partido Socialista en la dictadura, "Por una Democracia Sobre Nuevas Bases", se concretará en la "democracia" basada en el pacto con los mandos golpistas y el imperialismo.
En los años ‘80, cuando el movimiento obrero y popular comienza a reconstituirse y a movilizarse contra la dictadura, las bases sindicales y estudiantiles del P.S. tenían una posición por lo general a la izquierda del stalinismo, que pretendía frenar la movilización y evitar el surgimiento de organizaciones que escaparan a su control.
No será casual, entonces, que en 1984-85 los militantes sindicales del P.S. estarán generalmente colocados del lado de los sectores más “combativos”. En 1985 la central obrera (PIT-CNT) sufrirá una enorme fractura en el llamado IIIer Congreso: el viejo aparato stalinista de la CNT pretendía copar a los sindicatos y la central (el PIT) surgidos en la lucha contra la dictadura, lo que provocó la retirada de la mitad de los delegados al Congreso. Entre quienes encabezaban el retiro estarían los dirigentes sindicales socialistas.
Mientras el arismendismo jugaba el rol principal en el aislamiento de las huelgas, la derrota de gigantescas luchas (textiles, ferroviarios, transporte, etc.) y buscaba un acercamiento con el sanguinettismo, [55] las bases del P.S. en general aparecían encabezando estas huelgas junto a la joven vanguardia que había construido al PIT, FUCVAM y ASCEEP. Será el caso de la gran huelga ferroviaria de 1985, a cuya cabeza se encontraban los sectores “combativos” (incluido el P.S.), que fue traicionada por el stalinismo. La derrota de esta huelga, que la propia dirección de izquierda se negará a reconocer, abrirá paso al cierre del ferrocarril por parte de Sanguinetti en 1986. [56]
De esta generación combativa, en el P.S. apenas quedan las cenizas.
La dirección socialista adoptó cada vez más el camino del más puro cretinismo parlamentario, se integró cada vez más al ala derecha de la burocracia sindical (que al principio estaba constituida por el P.C., y luego de 1991 por su ‘diáspora’), y finalmente se convirtió en administradora directa del Estado burgués en la Intendencia montevideana.
El gobierno de Montevideo
En 1989, el Frente Amplio sufre la fractura de dos sectores burgueses: el P.D.C. y la “lista 99” [57] encabezada por el ex vicepresidente Hugo Batalla. Paradójicamente, esta ruptura le da al F.A. la posibilidad de conquistar la Intendencia Municipal de Montevideo, ya que el Partido Colorado sufre una sangría de votos hacia el “Nuevo Espacio” dirigido por Batalla.
El candidato a la Intendencia montevideana será un integrante del P.S. que anteriormente no había tenido ningún protagonismo político: Tabaré Vázquez. Vázquez no tenía militancia política destacada, sino que era más bien conocido como un destacado médico oncólogo y a la vez como un dirigente del fútbol en un ‘cuadro chico’. [58]
Con el acceso de Vázquez al gobierno municipal montevideano, el P.S. comenzará a transformarse cada vez más en un partido que gestiona el Estado burgués, y a tomar cada vez mayor distancia con respecto a su pasado combativo.
Vázquez desarrollará una gestión que privatizará y tercerizará decenas de servicios municipales. Mantendrá la privatización de la recolección de basura y limpieza de la ciudad, reprimirá a los vendedores ambulantes, concretará un acercamiento con capitales privados para explotar diversos servicios municipales, etc.
El 4 de Diciembre de 1990 hará entrega de las llaves de la ciudad al presidente norteamericano George Bush, que venía a defender su "iniciativa para las Américas". En un discurso que pretendió ser "crítico", Vázquez reivindicó al imperialismo "democrático" bajo la figura de Franklin Delano Roosevelt, y la "convivencia pacífica" con el imperialismo. La respuesta de Bush no se hizo esperar: "después de esta cálida acogida, no creo que nuestras diferencias sean tan grandes pues tenemos en común nuestro deseo de ayudar a los necesitados. Entonces, al diablo con las diferencias..." [59].
Inmediatamente después, cuando el mismo Bush lanza la Guerra del Golfo contra Irak, el Frente Amplio va a votar en el parlamento una moción que da apoyo total a las posiciones del imperialismo. Esta moción (votada por unanimidad por todos los partidos) planteaba el "firme deseo [de] que se alcance una solución pacífica al conflicto desatado en el Golfo Pérsico, [la que] debe ubicarse en el marco del respeto al derecho y a la voluntad de la comunidad internacional expresada a través de las correspondientes decisiones de las Naciones Unidas." [60] Esto revelaba el carácter proimperialista del "pacifismo" del Frente Amplio, en tanto la "paz" estaba condicionada al cumplimiento de los objetivos del imperialismo. ¡Ni hablar del apoyo a la nación oprimida!
Poco más de un año después, el semanario conservador británico The Economist, vocero de la City londinense, caracterizaría a Vázquez como el “Menem o Felipe González uruguayo”, el hombre que –surgido de un partido con una tradición ‘popular’– sería capaz de ‘modernizar’ el país al servicio del capital financiero internacional [61].
Seguramente para no defraudar al órgano del capital financiero británico, Vázquez impulsará –en oposición al proyecto de "reforma de la seguridad social" del gobierno de Sanguinetti– un proyecto "alternativo" que incluso tendrá elementos más reaccionarios que los impulsados por el gobierno: mientras que la ley de Sanguinetti impuso como edad mínima para jubilarse los 60 años para ambos sexos (aumentando en 5 años la edad de retiro para las mujeres), Vázquez impulsaba una edad de retiro de 60 años para las mujeres y 65 para los hombres (es decir, también aumentaba en 5 años la edad de retiro para los hombres).
En Mayo de 1995, en el Vº Encuentro del Foro de San Pablo en Montevideo, el Partido Obrero (Argentina) reclamó la expulsión del MBL del "Foro" por su participación en la represión contra los trabajadores bolivianos. El Partido Socialista y el Frente Amplio defenderán, en el Foro de San Pablo, al "Movimiento Bolivia Libre" (el que participa junto al P.S. uruguayo en la "Coordinación Socialista Latinoamericana"), responsable de aplicar una brutal represión contra el movimiento obrero boliviano desde el gobierno de Gonzalo Sánchez de Losada en el cual el MBL participaba. El MBL votó el Estado de Sitio contra la COB y el confinamiento de cientos de sindicalistas en zonas selváticas. La situación era similar a la que había vivido el propio P.S. con relación a la I.S. y la política imperialista del S.F.I.O. en Argelia; sin embargo, el Partido Socialista uruguayo (así como el chileno) defenderán la permanencia del grupo represor y proimperialista en el "Foro", rompiendo por completo con sus mejores tradiciones. El resultado es conocido: el "Foro" se negó a expulsar al MBL, y el Partido Obrero rompió con el Foro de San Pablo.
En torno a Vázquez se conformó al principio un ala "renovadora", tanto en la interna del P.S. como en el Frente Amplio. La fracción "renovadora" del P.S. lanzó un ataque a fondo contra la conducción de Gargano a fines de 1994, responsabilizándolo por la escasa votación del Partido Socialista (en el marco de un crecimiento importante del FA liderado por Vázquez). Sin embargo, Vázquez dará la espalda a esta ofensiva "renovadora", temeroso de ver desgastado su "capital político" en la disputa interna del P.S. Esto tendrá por resultado la derrota de los "renovadores", y la ruptura con el P.S. (y con el propio Vázquez) de algunos de sus máximos exponentes (como el ex dirigente de la juventud socialista Luis Mardones). A partir de este momento, Vázquez va a colocarse más o menos al margen del proceso político del Partido Socialista, y a ubicarse como un líder "suprapartidario", por encima de todo el Frente Amplio-Encuentro Progresista. Vázquez va a imponer al FA una "reestructura" que no es más que la completa subordinación de todas las direcciones de la "izquierda" a su dominación unipersonal.
La única competencia frente al dominio de Tabaré Vázquez, va a surgir desde el ala derecha del Frente Amplio, con la conformación de Asamblea Uruguay, grupo en el que –bajo el liderazgo de Danilo Astori– se agruparán los sectores seregnistas y los restos del naufragio de la "renovación" del PCU. En las recientes elecciones "internas", Astori ha sido derrotado ampliamente por Vázquez (que recogió el 73% de los votos del "Encuentro Progresista", contra un 17% de Astori), y Tabaré Vázquez obtuvo un dominio absoluto sobre la "Convención" del FA-EP, organismo en el cual se disuelven todos los partidos y los organismos de base del Frente Amplio. El "ala izquierda" del FA, que en el pasado reivindicaba el carácter "antioligárquico" y "antiimperialista" de la coalición, ha quedado reducido a la mínima expresión, mientras sus principales exponentes se integran abiertamente al entorno de Vázquez (como el diputado tupamaro José Mujica).
El pasado 7 de Mayo, Vázquez se reunió con el embajador norteamericano Christopher Ashby, quien concurrió al local del "Encuentro Progresista" con la finalidad de "felicitarlo" por su reciente victoria en las elecciones "internas". A la salida de la reunión, el candidato presidencial del F.A.-E.P. declaró:
"En el tema inversiones hemos transmitido al señor embajador la posición de nuestra fuerza política: en primer lugar, apostamos a la llegada de inversiones extranjeras, sobre todo hacia el sector productivo, de forma tal de generar un aumento de la riqueza del país, de los puestos de trabajo y –como decía muy bien el señor embajador– de la calidad de esos puestos. (...) No estamos de acuerdo con el ingreso de inversiones de capitales golondrina que vienen hoy y se van mañana o de otros que tengan un origen no muy claro. Por tanto, comprometemos reglas de juego muy claras en este tema." [62]
Por su parte, Ashby realizó un balance de la reunión en los siguientes términos:
"Siempre he dicho que los valores básicos entre todos los partidos uruguayos y los norteamericanos son muy similares, nuestras actitudes hacia el comercio libre, los derechos humanos y el medio ambiente son iguales". [63]
Con la bienvenida a las "inversiones extranjeras" como forma de "generar un aumento de la riqueza del país", Vázquez termina de dar la espalda a los planteamientos nacionalistas que levantara el P.S. en los años '50 al '70.
Sin embargo, esta ruptura con el antiimperialismo limitado del pasado no significará un retorno a las posiciones "originales" del P.S., que veía en el capital extranjero al introductor del "progreso". El socialismo de Frugoni va a levantar el primer partido obrero del país, va a luchar por reformas sociales y leyes obreras, va a apoyar las estatizaciones (limitadas) que realizó el Batllismo. Vázquez es la negación también de aquel socialismo de la primera mitad del siglo: las reformas que impulsa no son para obtener nuevas leyes obreras, sino para avanzar en la "reforma de la seguridad social" y en la "flexibilización laboral". Su oposición al "estatismo" (que era la panacea del Frente Amplio de 1971) se hará en nombre de las privatizaciones reclamadas por el Fondo Monetario Internacional. El "Encuentro Progresista" en el que ha disuelto a toda la "izquierda", es un aparato al servicio de los carreristas políticos de la pequeña burguesía, y por lo tanto es la negación de un partido de trabajadores.
Cantando la 'Internacional'
La dirección del Partido Socialista ha resuelto reincorporarse a la Internacional Socialista, pero sin demostrar que hayan sido superadas las razones que obligaron al P.S. a romper en enero de 1960.
"Por 158 votos a 37 y cantando 'La Internacional', el Comité Nacional del Partido Socialista resolvió reingresar a la Internacional Socialista, tras haberla abandonado hace 39 años." [64]
El senador Reinaldo Gargano sostuvo que la decisión obedece a la necesidad de su partido de "hacerse escuchar en el ámbito internacional". Gargano afirmó:
"Estamos en el Foro de San Pablo y la Coordinación Socialista Latinoamericana, pero no tenemos ningún espacio a nivel mundial donde plantear nuestras opiniones". [65]
Entre otros "el diputado Guillermo Chiflet y el director del Instituto Fernando Otorgués (IFO), José Díaz, votaron en contra de la reafiliación". [66]
En la reunión del Comité Nacional, Gargano señaló que es necesario
"construir en conjunto con las fuerzas progresistas del mundo un proyecto alternativo al proyecto conservador. La crisis que se vive en el ámbito internacional es la demostración de la caducidad de un modelo económico basado en la especulación, modelo que además no ha podido solucionar las mínimas necesidades de la gente. Esta victoria fulminante del muro del dinero se derrumbó al igual que hace ocho años se cayó el muro de piedra y alambre." [67]
Gargano es incapaz de explicar en base a qué consideraciones es posible caracterizar como "fuerzas progresistas" a los partidos que gobiernan Europa en beneficio del capital financiero, y que han protagonizado el bárbaro ataque de la OTAN contra Yugoslavia.
Lo único que queda claro, es que este reingreso a la I.S. se fundamenta en la posibilidad de que el "Encuentro Progresista" llegue al gobierno, frente a la cual el P.S. considera necesario contar con apoyos en los gobiernos europeos.
La participación en la "Internacional Socialista" de De la Rúa, de Felipe González, de Jospin, de D'Alema y de Tony Blair, revela el carácter completamente proimperialista de ese eventual gobierno "progresista" que el P.S. y el F.A. se proponen instalar.
Un giro de 360°
Durante la dictadura militar, un tristemente famoso vicealmirante de la Armada fue el hazmerreír de toda la población, al afirmar: “Hemos dado un giro de 360°”. Todos se burlaron del ignorante represor que, sin saberlo, se jactaba de haber vuelto al punto de partida.
Sin embargo, el P.S. parece decidido a demostrar que es posible dar un giro completo sin volver al lugar de origen.
La solicitud de reingreso a la Internacional Socialista, justamente cuando ésta dirige la masacre de la OTAN en Yugoslavia habría generado el repudio no sólo de Vivián Trías, sino incluso el del propio Emilio Frugoni.
Pero esta no es una decisión aislada. Es coherente con toda la política del Frente Amplio-Encuentro Progresista dirigido por Tabaré Vázquez, de sometimiento al Fondo Monetario Internacional, de ‘integración’ americana bajo dominio de los monopolios internacionales, de apoyo al Movimiento Bolivia Libre cuando éste reprimió a la Central Obrera Boliviana, de invitación al capital extranjero a ‘invertir’ para ‘desarrollar al país’.
Este giro completo no significa un retorno a las posiciones originales de Emilio Frugoni. Ni el P.S. ni el Frente Amplio son partidos que luchen por reformas en beneficio de la clase obrera: al contrario, participan de la ofensiva ‘flexibilizadora’ contra los trabajadores. El parlamentarismo del P.S. actual no se basa en la ilusión en un tránsito pacífico al socialismo, que estaba presente en cada acto de Frugoni, sino en la integración más absoluta a la gestión del Estado burgués semicolonial. El P.S. ya no pretende constituir un partido de trabajadores, sino un partido ‘de Estado’, a la imagen del P.S.O.E. de Felipe González o del P.S. chileno de Ricardo Lagos.
En las últimas horas, reunida la Internacional Socialista en Buenos Aires, Tabaré Vázquez recibió un "espaldarazo" de parte de su presidente, Pierre Mauroy, quien señaló:
"En este cono de América Latina, aquí, en Argentina, y también en Chile y Uruguay, estamos en vísperas de elecciones presidenciales muy importantes que estoy convencido pueden permitir, como deseamos todos, cambiar hoy la relación de fuerza política, no solamente en el Cono Sur sino también mañana, en el conjunto del continente latinoamericano". Mauroy agregó: "Ya hemos obtenido un primer resultado: los socialistas se han reunido con las fuerzas que militan por la democracia y el progreso. Traigo el apoyo de la I.S. a nuestros tres amigos: Fernando de la Rúa, que será el candidato contra el de la derecha peronista; Tabaré Vázquez, candidato del Encuentro Progresista, y Ricardo Lagos, cuya victoria volvería a dar finalmente a Chile un presidente socialista". [68]
La posibilidad de que Tabaré Vázquez acceda al gobierno no debe ser vista como una reedición del allendismo (como lo analiza gran parte de la izquierda, que pronostica el ‘acoso’ de la derecha a un gobierno del FA-EP), sino un gobierno completamente sometido al FMI.
Todo indica que –sea como fuerza mayoritaria, sea como fuerza minoritaria en una nueva "coalición de gobierno"– el "Encuentro Progresista" de Tabaré Vázquez se encamina a participar directamente de la gestión del Estado capitalista semicolonial.
La posibilidad del acceso del FA-EP al gobierno es un índice del enorme agotamiento de los partidos tradicionales de la burguesía, y de las contradicciones sociales con perspectivas revolucionarias que se están incubando. Muy a su pesar, un gobierno de Vázquez reflejaría deformadamente la brutal crisis económica y política del régimen capitalista, y la tendencia a la conformación de una crisis de carácter revolucionario. En esta perspectiva, un gobierno del E.P. sería una herramienta política del imperialismo contra los explotados, por lo que se plantea la urgencia de que la vanguardia obrera realice un correcto balance y una correcta caracterización de la falsa "izquierda" reconvertida al fondomonetarismo.
Para poder abrir una salida revolucionaria en esta situación, la vanguardia obrera y de izquierda debe romper con todos los partidos del FMI, y luchar por poner en pie un partido propio de la clase obrera que, recogiendo las mejores tradiciones socialistas y de la izquierda, organice la lucha antiimperialista y socialista de las masas uruguayas, en la perspectiva de la unidad socialista de América Latina.
La puesta en pie de un partido de trabajadores es inseparable de la lucha por la reconstrucción del internacionalismo obrero, del cual la I.S. es la negación. La refundación de la IVª Internacional y la construcción de partidos revolucionarios en cada país son una sola y única tarea, al servicio de la revolución socialista mundial.
Rafael Fernández
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[1] “Un pido la palabra”, publicado en La Razón, en: Frugoni, Emilio, Socialismo, batllismo y nacionalismo, Montevideo, 1928.
[2] Discurso realizado en el funeral cívico de Juan B. Justo, en el Teatro Colón de Buenos Aires la noche del 15 de febrero de 1928 (versión taquigráfica), reproducido en: Frugoni, Cuadernos de Marcha, Montevideo, Setiembre de 1970.
[3] “Lo que dije”, en: Frugoni, Emilio, Socialismo, batllismo y nacionalismo, Montevideo, 1928.
[4] Frugoni, Cuadernos de Marcha, Setiembre de 1970.
[5] En el semanario socialista El Sol, 22/9/55.
[6] Ídem.
[7] D'Elía, Germán y Miraldi, Armando, Historia del movimiento obrero en el Uruguay (desde sus orígenes hasta 1930), Ediciones de la Banda Orienta, 1985.
[8] D'Elía, Germán y Miraldi, Armando, op.cit.
[9] Justicia, 12/8/20.
[10] D'Elía, Germán y Miraldi, Armando, op.cit.
[11] Justicia, 12/8/20.
[12] Justicia, 7/9/20.
[13] “La rebelión de las orillas”, en El Sol, 3/8/56.
[14] Ídem.
[15] Ídem.
[16] Ídem.
[17] Ídem.
[18] Ídem.
[19] Ídem.
[20] El Sol, 10/2/56.
[21] Ídem.
[22] El Sol, 16/3/56.
[23] Ídem.
[24] Ídem.
[25] "El Sol", 10/7/59.
[26] Es decir, colonias (nota de R.F.).
[27] Ídem.
[28] Ídem.
[29] Ídem.
[30] Ídem.
[31] "El Sol", 28/8/59.
[32] Ídem.
[33] Ídem.
[34] Ídem.
[35] El Sol, 5/2/60.
[36] Ídem.
[37] El Partido Nacional también es conocido como el partido “blanco”, en oposición a los “colorados”, por los colores de los cintillos que usaban para identificarse durante las guerras civiles del siglo pasado.
[38] Muy ingeniosamente será llamado FIdeL, en referencia obvia a la revolución cubana.
[39] "La expulsión de Erro", en El Sol (15/1/60). En este artículo se realiza una profunda crítica a Enrique Erro, quien acababa de ser dimitido del Ministerio de Industrias y Trabajo. El artículo de El Sol afirma que Erro "[...] parece un recién nacido" cuando afirma: "a) Que Nardone ha traicionado los intereses de los modestos productores rurales que lo llevaron al poder y hoy es un títere manejado por los grandes latifundistas, por ciertos sectores de la gran industria y agentes del imperialismo yanqui; b) Que el Partido Nacional ha apoyado la conducta de Nardone y se ha hecho solidario con esa línea política. Por esto último dice encontrarse profundamente sorprendido. [...] Pero una duda nos asalta: ¿es que este 'jovencito' no lo sabía, él tan luego que militó por siempre en el herrerismo, que denostó –y aduló– a la U.B.D. y se abrazó en las tribunas ruralistas con Nardone, en la disputa del campeonato demagógico? [...] Para terminar este comentario es necesario referirnos a un último hecho, de una puerilidad desconcertante: condicionó votar la reforma monetaria y cambiaria [reforma impuesta por el primera carta de intención con el F.M.I., firmada el año anterior por el gobierno herrero-ruralista, R.F.] a la derogación de la ley de los colachatas [ley que permitía a los legisladores importar autos baratos, R.F.]. No trepidaba en sumarse a la farándula de los entregadores del país al imperialismo, si le hacían el gusto de que se le señalara su austera y decisiva preocupación de poner coto a la indecente canongía de los legisladores. Politiqueando en chiquito para adentro, no tenía inconveniente en vender los destinos de la República."
[40] Cfr. carta de Emilio Frugoni al diario El País, del 17/1/61: "[...] se da la noticia de que he presentado renuncia como integrante del Partido Socialista. Me apresuro a rectificar esa información. Yo no he renunciado al partido, sino a formar parte de su dirección. [...] por motivos de salud, o más exacto, de edad. [...] No quise retirarme del cargo sin dejar por escrito una fundamentación de mis discrepancias con la publicación de unos artículos aparecidos en el órgano oficial relacionados con algunos partidos Socialdemócratas. [...] El Comité no aceptó mi renuncia y me concedió una licencia de tres meses [...]" (El Sol, 20/1/61).
[41] En 1962, Frugoni tenía 82 años.
[42] Movimiento de Unificación Socialista Proletario. El MUSP denunciará a la burocracia rusa, y caracterizará la existencia de una burocracia sindical y política. Este acierto se verá empañado, sin embargo, por una posición sectaria y ultimatista. El MUSP caracterizaba al PC como "socialfascista" y proclamaba el paralelismo sindical, rompiendo con los sindicatos "amarillos" dirigidos por el PC. En 1968 pasará a la clandestinidad, bajo la caracterización de que se estaba gestando una "tiranía" militar. Su incidencia, al principio muy importante sobre todo en la juventud socialista, fue decreciendo. No jugó ningún papel ante la emergencia del Frente Amplio en 1971, ni ante el golpe y la huelga general de junio-julio de 1973.
[43] Jaurena, Eduardo, "Frugoni, el desconocido", en Cuadernos de Marcha, Setiembre de 1970.
[44] Ídem.
[45] Ídem.
[46] Citado en Jaurena, Eduardo, Ídem.
[47] Los ‘tupamaros’ pretendían aplicar una estrategia similar a la del FLN argelino.
[48] El Sol, 21/7/61.
[49] Junto a otras organizaciones como el Movimiento Revolucionario Oriental, la Federación Anarquista del Uruguay, etc.
[50] Trías, Vivián, Uruguay hoy, Montevideo, 1973.
[51] Trías caracterizará al proceso militar peruano como una “Revolución Nacional”. “Es claro –afirma– que la Revolución Nacional sólo se consuma plenamente, sólo cubre su rol histórico si se convierte en Revolución Socialista. En caso contrario se frustra, como ya lo han probado, trágicamente, Guatemala y Bolivia”. A diferencia del stalinismo, Trías no plantea una revolución nacional dirigida por la burguesía (con el apoyo de la izquierda), separada de la revolución socialista. Para Trías, la burguesía ‘nacional’ no puede dirigir una revolución antiimperialista; en su concepción es la propia dirección nacionalista (que no representa a la burguesía sino a las masas explotadas) la encargada de dar culminación a la “Revolución Nacional” construyendo el socialismo. “La Revolución Nacional es el tránsito hacia el socialismo, es la preparación del socialismo y de acuerdo a esa función histórica posee objetivos propios que definen su autenticidad”. Trías afirmará que “Perú vive un proceso revolucionario nacional auténtico y muy positivo, pero incompleto, con luces y sombras. Culminará si se convierte en socialista a cierta altura de su desarrollo. Para que ello ocurra deberá incidir en el mismo un partido marxista-leninista nacional, que sólo los marxistas peruanos pueden constituir.” Trías festejaba “el efecto contagioso que deriva de [la experiencia peruana] hacia todo el continente latinoamericano. Hoy es de uso corriente el vocablo ‘peruanismo’, para designar las corrientes nacionalistas, progresistas, o revolucionarias de las fuerzas armadas latinoamericanas. El dogma de los ejércitos nativos concebidos como inmutables fuerzas de ocupación al servicio del imperialismo, ha sido trizado por la Revolución Peruana y sus consecuencias.” Todas las citas son tomadas de: Trías, Vivián, Perú, Fuerzas Armadas y Revolución, Montevideo, Ediciones Banda Oriental, 1971.
[52] Vivián Trías en la Asamblea General, en 1973. Citado en: Caula, Nelson y Silva, Alberto, Alto el fuego, Montevideo, Monte Sexto, 1986.
[53] El MLN-T, muchos de cuyos dirigentes se habían formado junto a Vivián Trías, tendrá una posición similar, a pesar de que sufría en carne propia la represión y la tortura. Durante 1972 existirán grandes ilusiones en sus filas, comenzando por su dirección, en la posibilidad de influir en las FF.AA., y en llegar a una convergencia con un ala ‘peruanista’.
Esta posición tenía sus orígenes en caracterizaciones anteriores del MLN-T (en lo esencial, idénticas al “socialismo nacional” de Trías).
Si bien excede los objetivos de este trabajo, podemos citar el Documento N° 5 del MLN, de Mayo de 1971: “Los procesos peruano y boliviano son en líneas generales positivos y pueden devenir en plenamente revolucionarios [...]. El triunfo electoral de la U.P. en Chile ha permitido alcanzar el gobierno y por lo tanto importantes resortes del poder. Pero la cuestión del poder está pendiente y se dilucidará cuando se defina la posición de la fuerza armada. La situación es tensa y los primeros pasos del gobierno popular parecen ir bien encaminados. Sea cual fuere el transito futuro en Chile nosotros no tenemos nada que perder frente a esa experiencia. El triunfo electoral ha demostrado la factibilidad de esa estrategia (frentista y electoral) para llegar al gobierno y aproximarse al poder en países de alta organicidad política (Argentina, Brasil y Uruguay la tienen). [...] Los últimos hechos (Perú, Bolivia y Chile) han replanteado el problema de las vías de aproximación al poder y han demostrado la gama posible. La validez o no de estas vías para procesar cambios revolucionarios sólo podremos definirla en un período más largo de tiempo. No se puede afirmar aún que ellas sean pacíficas, aunque sí que son poco cruentas y que posibilitan, en caso de ser necesario, la violencia. Partir con un caudal de masas y resortes de poder que pueden hacer mas rápida y segura la victoria. [...] Las FF.AA. de algunos países han demostrado que frente al atraso de las masas y a la inexistencia de un fuerte proletariado pueden asumir el rol de vanguardia y de partido (por ser el sector más poderoso, moderno, templado, coherente y disciplinado), desempeñando un buen papel en la defensa de la soberanía, la independencia y el desarrollo. Por ello, la FF.AA. no pueden ser descalificadas masivamente y no puede renunciarse a la política en su seno. Las declaraciones de dirigentes peruanos y bolivianos proclaman que su ideología es la del "nacionalismo revolucionario". Así subestimando otras cuestiones ideológicas ha reverdecido un poderoso movimiento anti-imperialista. Esto demuestra la necesidad de plantearse los problemas del nacionalismo y el socialismo, del carácter de nuestra revolución y de sus formas ideológicas. Debemos comprender que en nuestro proceso, el nacionalismo no es una mera cobertura teórica para engañar burgueses y capas medias: América Latina puede ser una gran nación: significa una unidad geográfica y económica, cultural y lingüística. [...] Hoy como ayer, surgen en estos países nacionalismos que se plantean eliminar la dependencia, entroncar su acción con el pasado y construir una economía libre y una sociedad libre. No podemos dudar de la legitimidad de esos procesos ni de su valor, por el contrario, debemos profundizarlos hasta el socialismo como palanca esencial aun para el crecimiento económico y por supuesto para el nuevo orden social. [...] La contradicción fundamental hoy es imperialismo-nación, de ahí la importancia de la liberación nacional como tarea, para solo después poder plantearnos la construcción plena del socialismo. [...] El socialismo en América Latina será nacionalista y a la inversa. Esta misma problemática la han abordado hoy los cristianos, los movimientos nacionales, los militares y coincide con el resquebrajamiento del monolitismo ideológico del bloque socialista, resquebrajamiento que ha llegado incluso a posiciones antagónicas, coincide también con las vías heterodoxas hacia el socialismo seguidas por países árabes y africanos. [...] Las teorías del socialismo nacional son varias, nos encontramos ante una gama que conserva empero, una identidad esencial: la nación y el socialismo.”
[54] Al parecer, la dirección del P.S. (y en general la izquierda uruguaya) está condenada a ‘asesorar’ a las experiencias fracasadas de América Latina. Diversos intelectuales uruguayos (Trías, Couriel, Cardoso) asesoraron al allendismo, al velazquismo, al sandinismo, haciéndose por lo tanto corresponsables de los desastrosos resultados de estos procesos.
[55] Al punto que la propia prensa burguesa hablaba de un ‘pacto co-co’: “colorado-comunista”.
[56] Todavía hoy sigue cerrado el transporte de pasajeros por ferrocarril.
[57] La 99 fue fundada por Zelmar Michelini y Hugo Batalla, quienes en 1970 rompieron con el Partido Colorado y participaron de la fundación del Frente Amplio. En 1989, Batalla rompió con el F.A. y creó el Nuevo Espacio, para finalmente incorporarse nuevamente al Partido Colorado en 1994 como candidato a la vicepresidencia en alianza con Sanguinetti.
[58] El “Club Progreso”, oriundo de la barriada obrera de La Teja.
[59] Tribuna de los Trabajadores, 5/1/91.
[60] La República, 17/1/91.
[61] Cfr. "El maravilloso intendente de Montevideo", The Economist, 25/7/92:
"Si el pueblo de Montevideo hiciera escuela, todos los políticos serían como su intendente, el doctor Tabaré Vázquez. [...] En el ejercicio de gobierno de su ciudad, el doctor Vázquez habla el lenguaje del socialismo del tercer mundo pero aplica las políticas de libre empresa del primer mundo o, cualquier otra cosa por cierto que tenga la posibilidad de funcionar. Se queja de las desigualdades del capitalismo pero ha roto los precedentes en Montevideo contratando compañías privadas para reparar las calles, limpiar los parques e iluminar las ciudades. 'Soy miembro del Partido Socialista, pero soy mucho más pragmático que ideológico' declara. 'Creo en los programas que den soluciones concretas a los problemas'. [...] La posición del Intendente en las encuestas ha hecho suponer que el Frente Amplio lo candidatearía para presidente en 1994. Incluso algunos conservadores creen que puede ser el hombre capaz de sacudir a su país, al estilo de Felipe González de España o Carlos Menem de Argentina. El doctor Vázquez, por su parte, dice que no aceptará a menos que tenga la seguridad de que los partidos y las facciones cooperarán con él. Además, dice el Intendente, preferiría ser médico."
[62] La República, 8/5/99.
[63] Ídem.
[64] La República, 7/9/98.
[65] Ídem.
[66] Ídem.
[67] Ídem.
[68] La República, 26/6/99.
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