Este año, coincidiendo con el primero de mayo, se ha celebrado en Bolivia un nuevo aniversario, el del decreto supremo que recuperaba para el Estado la propiedad de los hidrocarburos. Este se celebró con la aprobación en el parlamento de los nuevos 44 contratos de explotación de este recurso trascendental para la economía del país. Han sido doce meses de duras negociaciones con las multinacionales y han costado la sustitución de dos presidentes de la YPFB (la empresa nacional del sector) y de un ministro. Todo esto ha tenido lugar en medio de un sangriento conflicto por las líneas fronterizas - atizado con pérfida sabiduría por la derecha - entre las provincias de O'Connor y Gran Chaco, cuya disputa por el megacampo gasífero de Margarita ya dejó un muerto y decenas de heridos. El resultado final es un pequeño paso adelante y varios pasos atrás, en relación a lo que se hubiese podido lograr. Este deja una hipoteca sobre el futuro tan pesada, que nos trae a la mente un recuerdo escolar: el del antiguo rey griego Pirro, cuando, con su ejército victorioso pero diezmado como resultado de la batalla, no pudo avanzar hacia Roma como él quería, afirmó "otra victoria como esta con los romanos y seré destruido". ¿Estamos frente a otra victoria pírrica?
La nacionalización embaucada
Es un hecho significativo que el análisis más despiadado del destino del decreto nacionalizador Héroes del Chaco proceda de su autor inicial, el primer ministro de los hidrocarburos del gobierno Morales, Andrés Soliz Rada (ASR). Su artículo La nacionalización arrodillada (www.bolpress.com/art.php?Cod=2007040103), publicado hace unas semanas, es extraordinariamente claro ya desde su título. Soliz Rada llegó al gobierno por su compromiso con el proceso de recuperación de la soberanía nacional, por su empeño señalando a la opinión pública boliviana las argucias financieras con las que las multinacionales pisoteaban el país y sus leyes y, por último, pero no menos importante, por su integridad moral como hombre público. Tras un choque público con el vice presidente Álvaro García Linera --quien rechazaba la nacionalización, ya incluida en la ley, de dos refinerías de Petrobrás--, está claro que su renuncia el pasado mes de agosto era un indicio de que en el gobierno estaba prevaleciendo el ala más conciliadora frente a las presiones de las multinacionales y de sus defensores, tanto dentro como fuera de Bolivia.
Aunque ahora los sucesos le autorizarían a quitarse de encima la responsabilidad, Soliz Rada, regresado al periodismo militante, continúa actuando como una especie de conciencia externa del gobierno, atacando a las oligarquías y la derecha, pero al mismo tiempo sin escatimar sus críticas al oficialismo, no para "dañar y debilitar su gestión" sino para "enmendar errores a fin de fortalecerla", como él mismo declara. La lealtad y las calidades de este hombre, y también su visión como político se ponen de manifiesto cuando dice que "para el movimiento popular la derrota de Evo significará repetir la tragedia del país oprimido". Esto expresa de forma clara una opinión todavía bastante generalizada dentro del movimiento obrero y campesino de Bolivia. Esta opinión es la otra cara de la moneda del desaliento que acompaña a las claudicaciones y los giros del gobierno, y merece ser estudiada en profundidad como intentaremos a continuación.
¿Qué pasó con la nacionalización del gas? El decreto aprobado el año pasado disponía entre otras cosas la recuperación por parte del Estado del gas en boca de pozo, una nueva relación entre un Estado dueño de sus recursos y las multinacionales que los extraían y comercializaban por cuenta de él, que la YPFB tomara la mayoría de las acciones de las empresas petroleras, y una subida de los impuestos sobre los volúmenes de gas extraídos, que para los campos más grandes suponía hasta el 82%. A lo que se ponía negro sobre blanco seguían anuncios aún más aguerridos: no habrá descuentos para las multinacionales, los movimientos sociales tienen que entrar en los consejos de administración de las empresas revertidas al Estado, ahora el gas podrá ser industrializado en el país... Todos estos propósitos pueden ser compartidos, pero, como dijimos hace un año, la lucha no terminaba ahí sino, todo lo contrario, apenas se iniciaba. En efecto, las multinacionales han puesto obstáculos desde el principio, amenazando con el recurso al arbitraje internacional --tras haber defraudado al Tesoro General de la Nación (TGN) en los años de la capitalización--, suspendiendo de inmediato la inversión en el país, instigando a las entidades financieras internacionales y los gobiernos de los países involucrados en este negocio en contra de Bolivia, resistiéndose con miles de pretextos al alza del precio de venta internacional, hasta finalmente encareciendo la gasolina para el abastecimiento nacional. ¿Quién ganó esta lucha a brazo torcido?
Con la fórmula de los Contratos de Producción Compartida finalmente aprobada --que sustituyen los de operación previstos originalmente por el decreto-- se ha legitimado, por primera vez, que las multinacionales puedan "anotar el valor de las reservas [del gas] en las Bolsas de Valores". Esto, aparte de ser una patente contradicción con todo el andamiaje de la nacionalización, es también un obstáculo a la posibilidad de obtener crédito sin depender de los organismos financieros del imperialismo. La empresa estatal YPFB queda como socia minoritaria en las empresas, con recursos totalmente insuficientes para su refundación y para que juegue un papel protagónico en el proceso de extracción y comercialización de los hidrocarburos, y sin ningún control sobre su cadena productiva. La empresa nacional solo sirve de biombo a las multinacionales, ejecutoras de obras con la posibilidad de recuperar casi todos sus costos, manteniendo sus utilidades. Estos costos recuperables --y se consideran como tales todos los que ellas declaren ser recuperables-- pueden cobrar hasta el 100% de lo que exceda el pago de las regalías (18%) y del IDH (impuesto directo a los hidrocarburos, 32%), reduciendo axial hasta el 50% los ingresos al Estado. Mas aún, mientras que Petrobrás y las otras petroleras siguen anteponiendo la exportación al mercado interno --continuamente carente de gasolina-- "extraños artilugios determinan que los beneficios de YPFB disminuyen a medida que la producción aumenta". Las multinacionales tienen ahora, y durante los próximos 30 años, la oportunidad de seguir ganando y saqueando casi como antes, al amparo de una nueva ley que es el producto de los levantamientos revolucionarios de los últimos años y cuyo objetivo era precisamente echarlas del país a patadas.
¿Qué consecuencias?
Aunque desde el Palacio Quemado se minimicen las contradicciones, sobrestimando los adelantos, en realidad no hay nada que pueda disimular los profundos pasos atrás. De poco sirve lanzar acusaciones contra la derecha --que ha abanderado la cuestión de los costos recuperables de manera totalmente hipócrita retrasando la aprobación de los nuevos petrocontratos-- para convencer a alguien de la bondad de estos. El oficialismo insiste en que estos nuevos convenios ya están trayendo al Estado mayores ingresos y menciona el superávit fiscal y el activo de la balanza comercial conseguido en estos dos años como prueba del carácter progresista de aquellos arreglos y en general de su política. En realidad el superávit fiscal es algo casi totalmente nuevo en la historia del país, pero sin ninguna garantía ni para el presente ni tampoco para el futuro. El país goza desde hace dos años de una situación internacional favorable en cuanto a términos de intercambio; o sea, la diferencia entre el alza de los precios de los productos exportados frente a los importados. El aumento de los precios en el mercado mundial de los minerales extraídos en Bolivia, en particular zinc (+141,83%), estaño (+66,13%) y plata (+54,03%), ha avivado el dinamismo del sector minero, cuya incidencia en las exportaciones fue del 15,41%, el 126,06% más con respecto al año anterior. Pero como bien sabe cualquier minero y Tio, el precio de los minerales es algo siempre inestable. La misma Confederación de Empresarios Privados de Bolivia (CEPB) en su documento de coyuntura anual subraya que "el precio de éstos [los minerales] ha sido impulsado por el crecimiento de la economía global y los bajos inventarios, resultado de la baja inversión que se ha estado ejecutando en el sector minero durante los últimos años" (http://www.cadexco.bo/esp/download/documentos/cepb2006.pdf). Por otro lado, el incremento, aunque parcial, del IDH y, sobre todo, los mayores volúmenes de gas (+43,48%) de gas exportado son el principal motivo del superávit en cuestión. Las preguntas fundamentales son: ¿quién se beneficia de la situación?, ¿se están produciendo o, siquiera, se están sentando las bases para los cambios profundos que el país necesita? Nos parece difícil dar una respuesta positiva.
En primer lugar, cabe mencionar la otra causa del aparente buen desempeño económico de Bolivia, es decir, el aumento (+87%) de las remesas que los millones de trabajadores bolivianos en el exterior hacen a sus familiares: una hemorragia que ni el endurecimiento de las leyes de inmigración del mal llamado "primer mundo", ni los compromisos del gobierno han detenido todavía. Echando un vistazo al presupuesto nacional del 2007, uno puede darse cuenta fácilmente que el país hubiera necesitado y, necesita, muchos más recursos. Todavía en el 2006 el TGN tuvo que endeudarse por otros 464,5 millones de dólares. Los recursos procedentes del crédito exterior alcanzan más del 47% del presupuesto, siendo más del doble de la recaudación por el IDH. Bolivia sigue entrampándose cada vez mas en el mecanismo de la deuda externa cuya consecuencia es que "el país está pagando por servicio de deuda (intereses de los préstamos internacionales) más de lo que está recibiendo en desembolsos efectivos" (CEPB). Las concesiones hechas a las multinacionales y la distribución del IDH a nivel departamental representan un poderoso estorbo al camino emancipador de los movimientos sociales bolivianos. En el marco de la precedente Ley de Hidrocarburos la Prefectura de Tarija en la distribución del presupuesto recibirá Bs 980,303,963, un monto que asciende al 11.1% del total, mientras que La Paz recibirá 271,353,248, o sea el 3.1% del total. Bueno Tarija tiene (según el censo oficial del 2001) 391,226 habitantes (el 4,7% de la población), mientras que en La Paz viven 2,350,466 habitantes (el 28,40%): ¿Cuál es la lógica, si hay una, en la distribución de los recursos? Es correcto culpar la derecha y las oligarquías autonomistas por su responsabilidad directa en los luctuosos acontecimientos alrededor del campo Margarita, pero ¿cómo no relacionar esos sucesos con la falta de un verdadero plan de desarrollo nacional que apele a los trabajadores, al campesinado y a los desempleados y que los involucre en la construcción del cambio? ¿Cómo no ver que esta ley alimenta la reivindicaciones localistas? ¿Cómo no ver que se esta dando a la misma derecha y a las oligarquías un arma poderosa para reproducir el consenso con pegas y corrupción y para apoderarse aun más de la riqueza del país, reclamándola para el proyecto secesionista de la media luna oriental que sigue en tela de fondo? ¿Y qué relación tiene este reparto con el programa del MAS, que en su punto 16 afirma "Ante el desarrollo, desequilibrado, regiones con relativo progreso y zonas crónicamente atrasadas, compromete el equilibrio y la paz interna de la República, el Movimiento al Socialismo, prestará preferente atención al progreso de las regiones profundamente deprimidas que sufren las consecuencias del abandono y la marginalidad"?
¿Cómo pudo suceder?
No creemos sea en vano preguntarse ¿cómo fue posible pasar de la ocupación militar de los campos gasíferos a esta nueva rendición? El gobierno surgido de los levantamientos populares del ultimo periodo, desde el comienzo de su gestión persigue la ilusión en el campo económico de poder primero recuperar el atraso histórico del país desarrollando el capitalismo, andino o como quiera llamarse, y luego, basándose en los recursos estratégicos, construir un amorfo socialismo democrático, como hemos leído llamarlo por parte un senador del Mas, o el socialismo originario que otros anhelan.
En la realidad del contexto histórico de Bolivia esto ha significado hacer equilibrios, capitular y tratar de hacer concesiones a fuerzas opuestas: a los movimientos sociales que permitieron su elección por un lado y a la oligarquía y el imperialismo por el otro. Ésta es la única lectura que se puede hacer de las decenas de renuncias y destituciones de ministros y las medidas tomadas, a veces contradictorias entre sí. Pero como hemos escrito continuamente a lo largo de este año el gobierno de Evo Morales siempre ha tenido solo dos salidas: "uno es basarse en la movilización de masas y la organización de los trabajadores y campesinos que le votaron, avanzar decisivamente para poner fin al gobierno de los capitalistas, los terratenientes y las multinacionales; la otra es hacer concesiones a la oligarquía, perder el apoyo de la base y ser destituido de manera violenta" ("Bolivia: un año de gobierno Morales - las masas pasan a la ofensiva" Jorge Martín http://www.marxist.com/bolivia-ano-gobierno-morales-2.htm). Esto quiere decir en primer lugar que no existe, y nunca ha existido, la posibilidad "de desarrollar Bolivia dentro el marco del capitalismo", y tampoco de pactar las reformas sociales que necesitan los trabajadores y el campesinado con la oligarquía y el imperialismo. Lo sucedido con la nacionalización es otra prueba contundente de esta pequeña verdad, verificada también por toda la historia pasada de Bolivia. Y para el presente léanse los documentos oficiales del CEPB, que, después de haber tachado de socialista el Plan Nacional de Desarrollo del gobierno, por un lado declaran que "sin embargo, la inversión, tanto pública como privada nacional y privada extranjera, deben crecer a tasas mucho más altas para poder mantener un crecimiento estructural y sostenible, sobre todo, generador de oportunidades de empleo"; por otro como si nada afirman que "existe dinero en el SPNF (Sector Publico No Financiero ndr) y no se lo ejecuta, no se genera empleo, obras ni proyectos. Por otro lado, no existe dinero en el TGN, y para financiar el déficit se capturan recursos que deberían fluir al financiamiento de emprendimientos privados", es decir en sus bolsillos. En otras palabras no quieren el estatalismo, admiten que se necesitaría más inversión productiva, pero.... ¡que lo hagan otros!
En Bolivia, como en todos los países coloniales, el atraso es el resultado del despojo perpetrado por el capital foráneo, los monopolios y el imperialismo, que al mismo tiempo juegan un papel clave en el mismo desarrollo parcial del país. La burguesía nacional - que también tiene como su único objetivo sus propios beneficios - para no ser rebasada por los trabajadores se contenta con las migajas que el imperialismo le pasa, en forma de renta, de preferencia arancelaria, por sus productos, con una participación minoritaria en sus negocios. Fenómenos como la corrupción y los avales, son el resultado de esta correlación de fuerzas. Pensar que construyendo una nueva carretera, o repartiendo un poquito de crédito a los trabajadores por cuenta propia se pueda fortalecer un nuevo capitalismo de los Andes, es una tremenda y trágica ilusión. Tampoco pueden resolverse los problemas vivos de los trabajadores, de los campesinos, como el alza del costo de la vida, el desempleo, la pobreza.
Esta propuesta irgnora las contradicciones principales que permiten a la burguesía nacional mantener su dominio explotador en el país, y al imperialismo de apoderarse de sus riquezas. Dicho con franqueza ninguno de los cambio profundos que el país necesita será posible mientras que un día de trabajo de un obrero boliviano, de un minero, produzca lo que en Alemania se produce en 5 minutos; mientras que la tecnología introducida por las multinacionales sirva solo para reducir puestos de trabajo, y no para repartirlos y generar empleos dignos. Mientras se mantenga esta situación el único interés para las inversiones productivas privadas en industrializar el país será la posibilidad de la libre explotación y del libre saqueo, una condición que no será posible revertir hasta que la riqueza nacional no este bajo el control y la planificación de los trabajadores. Ninguno de estos objetivos están en la voluntad, ni al alcance de las oligarquías, de los empresarios y terratenientes nacionales, cuya valentía en el mercado mundial esta solo en meterse bajo el ala del imperialismo saqueador.
¿Había alternativas?
Por estos motivos decimos que era indispensable una nacionalización efectiva y total, que encauzara necesariamente todos los recursos del gas en un programa nacional para la industrialización, la mecanización del campo, las reformas sociales. ¿Era posible? En el artículo de ASR citado a comienzo esta pregunta se hace en forma todavía más estimulante y directa, que nos llama a una reflexión trascendental. Dice ASR "¿Podía Bolivia seguir otro camino y enfrentar al monstruoso poder de las petroleras, respaldadas por potencias imperiales, como EEUU, Inglaterra, Francia y España, así como por los organismos financieros internacionales, como el Banco Mundial, el BID y la CAF, además de centenares de ONG que han copado posiciones claves dentro del MAS de Evo Morales? ......¿Podía optarse por el rumbo de hacer prevalecer la dignidad y el interés nacionales, plasmados en el Decreto de Nacionalización, con sólo el respaldo del gobierno cubano o del régimen de Chávez, una de cuyas bases de su economía está asentada en el consumo norteamericano del petróleo venezolano?" No sabemos cuales consideraciones justifiquen la idea de ASR que "posiblemente, la respuesta sea negativa", tal vez verdadera convicción, tal vez dejar una puerta abierta al diálogo mientras que se marca la diferencia entre el decreto inicial y su suerte final. La cuestión no es esta.
La conclusión - por ahora - de la nacionalización llevada a cabo por el gobierno de Morales era una de las posibles, dentro del mismo decreto, que dialécticamente tenia como única otra posibilidad la de empezar desde ese punto para ir más a fondo, como reacción al saboteo de las multinacionales. Esta última como hemos dicho era la única vía que podía hacer efectivo el decreto, salvándolo de la suerte de quedarse simplemente en el papel. La más contundente prueba que esta solución era la única viable en realidad esta en el ejemplo vivo que de Cuba se irradia a todo el mundo. Si Cuba - no obstante el embargo y los problemas - es el país con el porcentaje más alto de graduados y con médicos cuya valentía es bien conocida hasta en los más recónditos pueblos de Bolivia, esto es una muestra de lo que puede hacerse con la expropiación de la burguesía y de las multinacionales, y la planificación económica. Cuando la guerrilla conquistó el poder a Cuba, el país quedó al principio aislado, y tuvo que agarrarse al apoyo de los países del bloque del Este Europeo. La burocracias soviética, impulsada por la voluntad de mantener sus privilegios nacionales, no realizó una división del trabajo y de la producción entre los países, única vía para llevar a el desarrollo generalizado en cada país. El efecto para Cuba fue el de quedar atada al monocultivo durante años. Bolivia ahora, al contrario, gozaría de una situación profundamente distinta. Su actual proceso revolucionario no esta aislado, sino que es parte de uno más amplio que involucra casi todos los países del subcontinente, con levantamientos y movilizaciones que pasan de un país a otro, profundizándose cada vez más. El ALBA, la Alternativa Bolivariana para las Américas impulsada por Cuba y Venezuela, con la adhesión de Bolivia y Nicaragua, y se espera pronto de Ecuador, es una primera consecuencia de esta oleada insurgente. ¿Cuál es el significado del ALBA? Este acuerdo ya ha demostrado lo que se puede hacer orientando solo una parte de las riquezas nacionales, que antes fluían a los bolsillos particulares, a la recuperación del atraso, y a igualar las zonas más pobres, financiando reformas y misiones sociales.
El contenido político del ALBA es demostrar que la Patria Grande es algo conveniente, no solo un ideal, y al mismo tiempo nos hace percibir las posibilidades que tendría una Federación Socialista de América Latina surgida de la expropiación de la burguesía y del imperialismo. En las palabras de ASR se puede entender lo contrario, que el ALBA sea nada más que una especie de MERCOSUR, un mercado común, que no podía resultar útil a la causa de la nacionalización porque Venezuela es vendedora y no compradora de petróleo. Esto disminuye el valor del ALBA y nos lleva a conclusiones equivocadas. En primer lugar Bolivia con el apoyo de Venezuela hubiese podido vencer el cerco sobre la comercialización de diesel a nivel nacional. El rumbo del gas boliviano tenia que seguir hacia Brasil y Argentina, países que sobreviven gracias al combustible andino. El gobierno tenía por un lado que basarse en la movilización popular en contra de las multinacionales, por otro hacer un llamamiento internacional a la clase trabajadora argentina y brasilera para que apoye la nacionalización en Bolivia, y se una a la misma batalla en contra de los mismos explotadores. Las elecciones en Brasil brindaban una oportunidad irrepetible, pero ante el silencio de La Paz, en Sao Paulo Lula fue criticado a diestra y siniestra por no haber tomado una posición aun más dura en reacción a la nacionalización boliviana.
¿Hay alternativas?
El gobierno decidió lo contrario, dar pasos atrás en todos los sentidos. El pasado enero en Cochabamba la dirigencia del MAS demostró haber subestimado las posibles consecuencias de la movilización popular, y después de haber organizado la lucha al Prefecto autonomista Manfred Reyes Villa, se retiró de la plaza cuando era claro que ésta se le estaba escapado de las manos. Muchas señales sugieren que el gobierno y la dirigencia del MAS están perdiendo apoyo entre el proletariado urbano, mientras que siguen teniendo un fuerte apoyo en el campo, debido sobre todo al ser indígena de Morales. Pero fueron los votos de los primeros los que fueron determinantes en la elección de Morales. Nos tenemos que preguntar ¿la perdida de confianza en el gobierno lleva automáticamente al regreso inesperado de la derecha, a la tragedia del país oprimido? No está dicho todavía. Lo que se puede tener por seguro es que se ilusionan los que piensan que del fracaso total del gobierno vaya a surgir de forma automática una alternativa clara, no tanto para la vanguardia sino para las masas. Veamos como han ido las marchas del primero de mayo en La Paz, desatendidas por los trabajadores, por los de la COB, y hasta no tan participadas por los del MAS. Nada que ver con los años pasados.
Con el gobierno de Evo Morales las masas se están enfrentando con el pasado, están poniendo a prueba nuevas ideas y nuevos hombres que les han acompañando en su levantamiento. Si estos fallan la reacción más natural será la decepción. Si queremos traducir en palabras este sentimiento se podría hacer de esta manera: "hemos luchado, derramado sangre para llegar a este punto, queremos que salga bien, pero si no es así ¿porque meternos en la estela, porque seguir a otro que venga? ¿ Fenómenos como la corrupción y los avales, son el resultado de esta correlación de fuerzas, que condena a la endeble burguesía nacional a mantener axial su consenso social. ¿Quien nos dice que no nos traicionaran otra vez?". ¿Qué hacer para que las masas aprendan de los errores del gobierno, no dejen campo a la reacción, y tomen conciencia de la situación? Es esto el punto crucial desde el principio y también ahora. Lenin dedicó todo un texto - El izquierdismo, enfermedad infantil del comunismo - para explicar a todos los que se reclamaban bolcheviques que nunca se tenían que alejar del movimiento de las masas, de su nivel de conciencia. Cuando los comunistas ingleses rechazaban cualquier compromiso con el partido mayoritario de la clase obrera de Inglaterra, el Partido Laborista, el marxista ruso les aconsejaba lo contrario, que tomaran como ejemplo la táctica bolchevique, que apoyaran la elección del candidato laborista, hasta proponiendo acuerdos bajo un programa que enfrentara los intereses de la burguesía, para conquistar la confianza o siquiera la neutralidad de la base obrera, para luego "ayudar a la mayoría de la clase obrera a convencerse por experiencia propia de la razón que nos (los revolucionarios ndr) asiste".
¿Cómo se hace esto en la realidad boliviana? Estando hombro a hombro con la clase trabajadora, nunca alejándose de su nivel de conciencia, pero, viendo como ellos ven, empujando la mirada más allá. La nacionalización del año pasado tenía muchos límites, lo dijimos entonces, y al mismo tiempo explicamos las únicas dos perspectivas que esta medida tenia y que aquí hemos repetido. Siendo así las cosas, sabiendo que la nacionalización solo podía profundizarse o fracasar ¿no era correcto unirse a las masas para defenderla? ¿No hubiese permitido el llamamiento a la movilización en defensa de la nacionalización una oportunidad para profundizarla y al mismo tiempo hacer aprender a las masas quién y cómo la ponía en peligro? ¿No hubieran aprendido las masas de esto? ¿No hubiese sido útil intervenir, llevar adelante una campaña para que ASR no renunciara? ¿No hubiese esto permitido ganar la confianza de las masas que miran y se sienten representadas por el MAS? ¿No hubiese dado a la clase obrera en su conjunto una alternativa práctica para intervenir en la escena política? Miles ejemplos como estos se podrían dar, miles oportunidades que el gobierno ha diseminado en su camino para enarbolar las palabras de Morales, las divisiones de clases en el gobierno y sus confrontaciones con la burguesía nacional y el imperialismo, utilizándolas para explicar, conquistarnos una audiencia, conquistar al campo de la revolución la mayoría de la clase trabajadora. El problema sigue siendo la ausencia de una organización política que actúe así. Sólo esto podría detener ahora la posibilidad de fracaso, de que queden por un tiempo enterradas las expectativas de cambios en Bolivia.
Pepe Letizia y Leonor Pereira
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