Un pasaje de la vida de Carlos Marx, nacido el 5 de mayo de 1818, que muestra su constante preocupación por el estudio, la rigurosidad de sus fuentes y su amor al proletariado...
Inicia la segunda mitad del siglo XIX en Londres. Marx lucha contra la muerte y el tiempo: por un lado, padece hambre junto a su numerosa familia en el barrio más pobre de la capital; por otro, debe presentar al mundo cuanto antes un texto científico completo e irreversible.
El Capital, su gran obra, necesitaba un capítulo que describiera el trabajo en las fábricas capitalistas. Tenía que demostrar cuán insignificante era para sus dueños la fuerza laboral del proletariado, cómo alargaban las jornadas de trabajo. Debía estudiar mucho para ello. Entonces entre aquel mar de libros que repasaba cada día aparecieron de pronto "los azules".
El escritor alemán Günter Radczun, en "El Prometeo de Tréveris", cuenta la historia:
"Marx ya no era un desconocido para los comerciantes de baratillo de la Long Acre. Si bien no los visitaba regularmente, sí entraba a sus tiendas tres o cuatro veces por año. Al principio los vendedores se asombraron del deseo de este hombre (...) No se hacía enseñar ningún traje o abrigo usado, a pesar de que había una gran variedad en el negocio, ni tampoco pedía ver un mueble viejo (...) No, él quería algo completamente desacostumbrado para el comerciante: los libros azules de los inspectores fabriles.
"Desde hacía años, los diputados de las cámaras inglesas le traían estos libros en los que se informaba sobre la situación social y las condiciones de trabajo en las distintas fábricas y lo ofrecían como papel viejo. El comerciante los acumulaba y los llevaba a la papelera. Y ahora venía uno y se los quería comprar.
"Desde entonces, el comerciante de baratillo guardaba los libros azules para Carlos Marx, quien los obtenía a un cuarto de penique el kilo. El comerciante le buscaba los que mejor se conservaban, pues algunos diputados los utilizaban también como diana de tiro, para medir el número de páginas que atravesaba la bala y saber así el poder de sus pistolas.
"Mientras muchos diputados del Parlamento inglés hacían llevar al baratillero los libros azules con los informes de los inspectores fabriles sin haberlos leído, Marx se leyó toda una biblioteca de ellos."
Mariagny Taset / Günter Radczun
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