Ha querido el azar de los números que haya correspondido a la séptima legislatura de nuestra Asamblea Nacional y a su Consejo de Estado la discusión y aprobación de trascendentales decisiones para la vida futura del país. Pero igual que el séptimo día responde a un movimiento cíclico de la semana, Cuba viene necesariamente cerrando el ciclo de la difícil etapa que abrió el derrumbe del socialismo europeo y después de resistir los impactos iniciales adoptamos las medidas requeridas para la ocasión, que van ha cumplir ya quince años, con más de una década de recuperación y crecimiento sostenido.
El preámbulo de este momento reorganizativo se inició hace alrededor de cinco años con importantes decisiones como la supresión del dólar de la circulación interna, primero en las transacciones entre empresas y luego de la circulación monetaria nacional, la reorganización del comercio exterior, el reordenamiento de la inversión extranjera, la creación de una cuenta única del Estado en divisas, entre otras. Se hicieron muy esperados por el pueblo aquellos encuentros de Fidel con representantes de instituciones y organizaciones de masas cada jueves, donde abordaba además de los temas internacionales de mayor actualidad, asuntos de la vida nacional de alto interés para el pueblo y se producía un y sincero rico intercambio con los máximos responsables de los problemas tratados. Solo la mala intención de los enemigos de la Revolución puede ver en las medidas y decisiones que se están estudiando o ya están en curso, un acento de discontinuidad.
Lo primero que salta a la vista sobre el modo en que estamos enfrentando los problemas es la sólida madurez y la ausencia de improvisaciones. La primera propuesta de Raúl de tomar el tiempo necesario para la organización de los ministerios y hacer la designación del nuevo Consejo de Ministros, recuerda la advertencia de Fidel de que ni el más pequeño detalle puede ser olvidado. Hoy se combina el ímpetu de los primeros años de Revolución con la sabia experiencia acumulada. Pasaron ya los tiempos en que prendados por el lado luminoso de una idea la introducíamos y generalizábamos, encargándose luego la testaruda práctica, a veces de inmediato, o a mas largo plazo, de decirnos lo que no se previó, lo que no se deseó, su costo.
En su discurso ante la Asamblea Nacional el Presidente del Consejo de Estado compañero Raúl afirmó: “En relación con las dificultades que el país enfrenta en el plano interno, la determinación de las prioridades y el ritmo de su solución partirá invariablemente de los recursos disponibles y del análisis profundo, racional y colegiado, por los órganos competentes del Partido, el Estado o el Gobierno, y en los casos que sea necesario, previa consulta directa a los ciudadanos que corresponda de cualquier sector de la sociedad e incluso de todo el pueblo, si fuera un asunto de gran trascendencia”.
Nadie se puede formar falsas expectativas sobre nuestro desarrollo futuro porque hay factores que pesan extraordinariamente y son de carácter externo, uno es el injusto e irracional orden económico y social impuesto por el sistema imperialista al mundo y el otro es la guerra económica del gobierno de los Estados Unidos de América contra el pueblo cubano no solo con un colosal costo económico sino sobre todo obstaculizando las normales relaciones económicas de Cuba con el mundo. No podremos obrar el milagro de multiplicar los panes y los peces siete veces de hoy para mañana. Pero como ha dicho el compañero Raúl, criterio que lo tengo como convicción, todas estas dificultades y obstáculos no nos deben servir como justificación de nuestras insuficiencias sino como retos que nos obligan a luchar por la mayor excelencia en todo lo que hagamos, tal y como hacen las plantas en el árido desierto que aprovechan cualquier soplo de humedad y ahorran agua en cada átomo de su estructura.
No me caben dudas de que avanzaremos e iremos resolviendo gradualmente cada uno de los actuales y de los nuevos problemas que se presenten. La mayor garantía de ello como ha insistido Fidel es el enorme capital humano formado por la revolución, riqueza que no puede ser bloqueada por el imperialismo, está dentro del país, es insobornable. Tenemos la estrategia correcta.
En primer lugar fortalecer la disciplina en todo el quehacer social, eso de por sí, aumenta los recursos disponibles y la satisfacción del propio pueblo, y no son pocas las reservas que tenemos en este terreno. En segundo lugar como plantea Raúl tenemos los espacios necesarios creados para que cada ciudadano exprese, dentro de la Revolución, libremente sus criterios sobre la obra de la que forma parte. La forma del diálogo exige de nosotros una mayor responsabilidad, procurar informarnos lo mejor posible ante de emitir opiniones sin fundamento que solo logran añadir confusión y se suman, aunque no sean su propósito, al mar de rumores y bolas, que no cesan de crear los enemigos de la Revolución.
Ser creadores significa también ser receptivos ante las nuevas ideas, aunque ello nos obligue a salir de la rutina de hacer las cosas como la hemos estado haciendo por años, como nos parece más seguro hacerlo o hasta como quizás a como nos hemos habituado a hacerlas, tal vez siguiendo aquella silente ley, no probada por científico alguno, llamada ley del menor esfuerzo. Tenemos que aprender a hacer las cosas que sean las más convenientes para el país. Ningún revolucionario debe pedir lo imposible a la Revolución.
Pero Raúl nos llamó también a combatir las ingenuidades en este debate y enfrentar resueltamente las posiciones contrarrevolucionarias. La defensa de percibe hermética frente a los planes del imperialismo, ha dicho Fidel, y no han encontrado una sola fisura en la dura roca de la Revolución para un momento que pensaron, planearon y esperaron durante años como el idóneo para derrocarla. Desde la Proclama del Comandante en Jefe el 31 de Julio de 2006 el pueblo tensó sus fuerzas al lado del Partido y mantuvo la serenidad, el respaldo patriótico a la preparación para la defensa y se miró por dentro en un análisis honesto de nuestros problemas. Una vez más los señores imperialistas y sus perros falderos internos se equivocaron de medio a medio.
Rafael Emilio Cervantes Martínez
No hay comentarios.:
Publicar un comentario