viernes, febrero 15, 2008

Estados Unidos : crisis inmobiliaria y recesión económica.

Se habla en estos días de una posible -casi confirmada- recesión económica en Estados Unidos, así como de las agresivas, incluso rocambolescas, medidas fiscales y monetarias que, ante esa situación, son adoptadas por las autoridades de ese país. Vale la pena intentar, aunque sea brevemente, una caracterización de conjunto de la situación que se plantea. Eso sí con la advertencia de que este es un asunto de tal complejidad que difícilmente ningún análisis podría evitar dejar por fuera algún o algunos aspectos importantes.

1. La economía estadounidense frente al resto del mundo

La economía de los Estados Unidos es gigantesca: medida en términos monetarios, suma aproximadamente 14 billones de dólares (14 millones de millones de dólares) cosa que, a su vez, equivale a cerca de una cuarta parte (25%) del total de la economía mundial. Este dato lleva a una muy razonable y casi obvia conclusión: dado el enorme peso de su economía, una recesión en Estados Unidos probablemente tendrá efectos importantes para el resto del mundo, incluso economías que, como la de China, han venido mostrando gran dinamismo.
Baste decir que en 2007 el superávit comercial de los chinos en su intercambio con Estados Unidos, alcanzó la impresionante cifra de U$S 163 mil millones. (1) La economía japonesa -que de por sí anda muy tambaleante- también se vería perjudicada seriamente, según se desprende del hecho de que su superávit comercial con Estados Unidos es cercano a los U$S 90 mil millones. (2) Incluso la Unión Europea -no obstante la fortaleza del euro frente al dólar- maneja notables superávits comerciales con Estados Unidos, situados en alrededor de U$S 100 mil millones anuales (U$S 112 mil millones en 2006, según datos de la Organización Mundial de Comercio, OMC). Planteado de otra forma: según datos de la OMC, en 2006 el 21% de las exportaciones chinas, el 24% de las de la Unión Europea de los 25 y el 23% de las de Japón, tiene por destino Estados Unidos. En total, Estados Unidos representa el 15,5% de las importaciones de mercancías a nivel mundial (dato de 2006).
Estos números simplemente ratifican una cosa: Estados Unidos es una especie de inmensa trituradora que absorbe importaciones masivas provenientes de las otras potencias económicas y, en general, del mundo entero. Por lo tanto, y asimismo, actúan como un importante factor dinamizador o, como habitualmente se dice, hace el papel de locomotora que jala al resto de la economía mundial. A la inversa, una desaceleración significativa de la economía estadounidense -y con más razón una recesión abierta- constituiría una mala noticia para las exportaciones chinas, japonesas y europeas como, en general, para las de muchos otros países, incluida Costa Rica.
Por otra parte, la posibilidad (que optimistamente algunos evocan) de que China -con su acelerado ritmo de crecimiento económico- tome el relevo y se coloque como la locomotora mundial, no se ve demasiado prometedora, principalmente por dos razones. Primero, porque China misma sería impactada por la posible recesión estadounidense y, segundo, porque el peso de China en el comercio mundial aún es muy inferior al de Estados Unidos. Baste decir que las importaciones chinas representan un 6,4% de las importaciones mundiales (muy lejos del 15,5% que corresponde a Estados Unidos) (datos a 2006).

2. Una economía gravemente desequilibrada

Aunque es una economía tan grande y poderosa, sin embargo Estados Unidos es, al mismo tiempo, una economía altamente desequilibrada y, cosa notable, sus principales desequilibrios se ubican en sus relaciones externas: por un lado la balanza de pagos y, a la par, el abismal endeudamiento con el resto del mundo. A los dos anteriores, debe agregarse el déficit fiscal del gobierno federal. Repasemos brevemente cada uno de estos tres elementos.
a) La cuenta corriente de la balanza de pago. Esta cuenta registra los intercambios entre un país y el resto del mundo, tanto de bienes (mercancías materiales) como de servicios (intangibles). En el caso de los Estados Unidos la cuenta corriente presenta un déficit que resulta típico de un país subdesarrollado, no de una potencia económica. En el último lustro, la cuantía anual de este déficit ha superado el 6% como porcentaje del PIB. (3) En 2007 disminuyó su peso relativo gracias al debilitamiento del dólar frente al euro y otras divisas importantes, cosa que ha favorecido las exportaciones estadounidenses y encarecido sus importaciones. Aún así, ese déficit en 2007 alcanzó una cifra superior a los U$S 750 mil millones, es decir, alrededor (o poco más) del 5,5% del PIB estadounidense.
b) El endeudamiento. Si bien este endeudamiento constituye un problema viejo, en todo caso ha aumentando aceleradamente durante los años del desastroso gobierno de Bush, en el transcurso del cual creció alrededor de un 50%. A finales de 2007 superó los nueve billones de dólares (nueve millones de millones de dólares) (4), lo que representa aproximadamente un 65% del PIB de ese país.
c) Déficit fiscal del gobierno federal. Recordemos que durante la segunda administración de Clinton se logró revertir el déficit fiscal heredado de los gobiernos republicanos que lo antecedieron (Reagan y Bush padre). Al finalizar el gobierno de Clinton el superávit fiscal era cercano al 2,5% como proporción del PIB. Bush hijo -cuyo legado es funesto, cualquiera sea el lado por el que se lo mire- revirtió esta situación en muy poco tiempo al punto que hacia el 2004 el déficit anduvo en los alrededores del -3,5% del PIB. Para 2007 la cifra respectiva se sitúa en poco más de -1% pero las medidas fiscales que actualmente se intentan aplicar a fin de enfrentar la posible recesión de la economía, lo elevarían en 2008 por encima del -2%. (5)

3. Vivir por encima de sus posibilidades

El cuadro actual de la economía estadounidense se sintetiza, pues, en lo siguiente: endeudamiento galopante, enorme déficit de cuenta corriente y persistente déficit fiscal. Pareciera el síndrome típico de algún país periférico y subdesarrollado. Pero, sin embargo, se trata de la primera potencia económica mundial y, con mucho, la economía nacional más grande (incluso más grande que la Unión Europea).
Justo ahí reside el grave problema, ya que Estados Unidos ofrece una combinación que podrían resultar explosiva: un inmenso peso económico y un síndrome de abismales desequilibrios. Y, cosa notable, estos desequilibrios en realidad quedan gráficamente sintetizados en un solo dato: el ahorro estadounidense es nulo, incluso negativo. Siendo una potencia económica tan importante, es, sin embargo, un país que vive por encima de sus posibilidades, chupando permanentemente del ahorro del resto del mundo a fin de sostener su gasto excesivo.
Esto último es algo que los sectores más lúcidos y críticos de la sociedad estadounidense empiezan a admitir en voz alta. Es el caso del prestigioso economista Paul Krugman en un artículo reciente para The New York Times (6), en el cual Krugman también admitía -si bien recurriendo a fórmulas más bien eufemísticas- que lo que ponía a salvo a Estados Unidos de verse arrastrado en una crisis similar a la que, por ejemplo, golpeó a Argentina a inicios del actual decenio, es que la deuda estadounidense ha sido tomada y está expresada en la propia moneda de ese país: el dólar. Tremenda alquimia, pues: como el dólar es, a un mismo tiempo, moneda nacional estadounidense y divisa de aceptación universal, los gringos parecen haber creído que ello les daba autorización para endeudarse al infinito. Tan fácil como seguir emitiendo dólares y bombeándoselos al resto del mundo.
No por casualidad se dice que China y Japón acumulan, en forma combinada, reservas en dólares por algo así como la colosal cifra de U$S 1,7 billones, (7) las cuales son en buena parte resultado de los tremendos superávits comerciales que esos países acumulan en su intercambio con Estados Unidos. Pero el superávit chino y japonés implica, como hemos comentado, déficit para los estadounidenses. Y tales faltantes deben financiarse, cosa que se hace principalmente de una forma: mediante los flujos de capital hacia Estados Unidos, los cuales asciendan a cifras de entre U$S 65 a 70 mil millones mensuales.

4. El dólar en la cuerda floja

Históricamente se ha supuesto que el dólar es sólido en vista de que se percibe -correcta o erróneamente- que la economía estadounidense es igualmente sólida y, a la vez, que su poder político-militar es contundente. Lo primero es algo que resulta cada vez más cuestionado, pero la verdad es que incluso lo segundo muestra algunas resquebrajaduras, en vista de los fracasos militares en Irak y Afganistán, el evidente fiasco de la guerra contra el terrorismo y, en general, el desprestigio creciente y la declinante influencia ideológica de los Estados Unidos.
Estas cosas proyectan sombras sobre la solidez del dólar y, en consecuencia, sobre la peregrina pretensión estadounidense de seguir consumiendo por encima de sus posibilidades mientras se endeudan al infinito. Si el dólar deja de ser confiable -todo parece indicar que está dejando de serlo- ya no será aceptable para el pago de deudas y, la verdad, los países tampoco querrán tener grandes reservas en esa moneda. Incluso se procurará que porciones crecientes del comercio mundial se realicen en otra u otras monedas, tal cual, por ejemplo, lo han planteado algunos países petroleros en relación con esta mercancía energética.
La desconfianza en el dólar hará que éste tienda a debilitarse frente a otras monedas importantes y, eventualmente, ello podría conducir a una severa reducción de su valor. A su vez esto tendría diversas implicaciones. Una de estas, en particular, sintetiza todas las demás: ello obligaría a la economía estadounidense a frenar su espiral de endeudamiento y a comprimir el gasto a sus reales posibilidades.
Simple: un derrumbe del dólar implicaría un empobrecimiento generalizado de la sociedad estadounidense relativamente a sus estándares actuales. Se verán obligados a producir más y financiar por su propia cuenta el consumo de sus familias y la inversión de sus empresas, así como sus brutales gastos militares (los cuales ascienden a la espeluznante cifra de unos U$S 623 miles de millones en 2004, aproximadamente el 56% del total del presupuesto militar mundial). (8)

5. ¿Ocurrirá el derrumbe?

¿Quién puede saberlo? Así planteadas las cosas se entra en un terreno especulativo e incierto el cual prefiero dejar en manos de brujos y pitonisas. Simplemente me parece que es imposible conocer suficiente acerca de la complejísima realidad subyacente -es decir, del entramado de las tendencias y contratendencias que influyen en estos procesos- como para afirmar nada en un sentido o el otro.
Sin embargo, algunos datos muy significativos van quedando relativamente claros. Los enumero brevemente:
a) La burbuja inmobiliaria del período 2002-2006 es tan solo la manifestación más reciente -y relativamente paroxística- del sesgo consumista y despilfarrador de la economía estadounidense, en cuanto constituyó el motor que dio impulso al crecimiento durante un período caracterizado por un deterioro severo de los grandes desequilibrios de la economía estadounidense.
b) La crisis inmobiliaria desata una crisis social de amplio alcance, torpedea las bases de todo el sistema financiero-especulativo estadounidense y amenaza tener efectos negativos sobre el conjunto o una porción significativa de su sistema económico.
c) La forma como está siendo abordada la crisis -especialmente el enfoque asumido por la Reserva Federal y la administración Bush- constituye un acto de negación: privilegia la coyuntura de corto plazo e ignora o evade los problemas estructurales de más amplio alcance.
Brevemente analizó en lo que sigue los elementos principales contenidos en estos tres puntos anteriores.

6. Una vieja conocida: La globalización financiera

En una de sus facetas principales, la llamada globalización es globalización financiera. Esta última toma la forma de una deriva global de inmensas masas de capitales que existen solamente como registro contable, sin respaldo real en la producción. Su carácter ficticio define asimismo su sesgo especulativo. Y justo este par de características originan lo que son, a un mismo tiempo, su potencialidad y su desgracia. La potencialidad de inflar inmensos auges especulativos, y la desgracia de que éstos siempre son transitorios y usualmente conducen a derrumbes catastróficos.
Los grandes desequilibrios de la economía estadounidense -es decir, su tendencia estructural a gastar por encima de lo que produce- ha sido, con seguridad, uno de los principales motores impulsores de esta globalización financiera. La razón: los dólares con que Estados Unidos paga sus excesos inundan la economía mundial y alimentan permanentemente la especulación financiera. Ya lo decíamos: esa es la enorme ventaja que da tener una moneda nacional que también es moneda mundial.
Estos capitales financieros se mueven como al modo de enormes mareas que experimentan flujos y reflujos periódicos. Llegan en forma masiva a un país -del cual se “enamoran” por alguna sinrazón que los atrapa- y recalientan su economía. Y luego, por alguna otra tontería igualmente irracional, se asustan y, tumultuosos, abandonan ese país y lo precipitan en la crisis. Una y otra vez -con apenas variantes secundarias- hemos visto repetirse este patrón. Así se ha constatado en los últimos lustros, desde el “efecto tequila” mexicano a las sucesivas crisis posteriores: Asia Oriental, Rusia, Brasil, Argentina, Turquía. Lo realmente extraordinario es que ahora el problema se manifiesta en el corazón mismo del capitalismo mundial: los Estados Unidos.
Incluso Krugman -en el artículo que cité anteriormente- admite que la actual crisis hipotecaria en Estados Unidos comparte importantes rasgos con crisis similares que han vivido países del tercer mundo. Se origina, principalmente, en la afluencia masiva de capitales financieros que recalentaron al extremo el sector inmobiliario estadounidense e indujeron una serie de comportamientos especulativos, supremamente irresponsables, los cuales no solo están provocando hoy día que millones de familias estadounidenses se queden sin casa sino que, además, hacen que las pérdidas que esto provoca se extiendan ampliamente a todo el sistema financiero gringo y mucho más allá.
La deriva global de los capitales especulativos -que en buena medida es alimentada por los excesos de la economía estadounidense- en este caso se concatena directamente con esos excesos: vino a financiar un auge inmobiliario que, a su vez, alimentó un período de crecimiento (2002-2006) donde los desequilibrios se agudizaron significativamente hasta límites que, sin duda, resultan peligrosos para la estabilidad de la economía mundial. Esto último se hace manifiesto en la generalización de las pérdidas derivadas de la crisis inmobiliaria a bancos no estadounidenses; en la inestabilidad de las bolsas de valores a nivel mundial; en el riesgo -nada descabellado- de una recesión global. Incluso en el peligro, no conjurado, de un derrumbe del dólar.

7. ¿Más de lo mismo?

Este no es un problema de corto plazo pero, cosa notable, está siendo enfrentado por las autoridades estadounidenses como si lo fuera. Para los operadores del capital especulativo -que tienen su asiento en bancos transnacionales y bolsas de valores- todo se reduce a lograr que los índices bursátiles aumenten de nuevo y con ese fin han ejercido presiones salvajes sobre la Reserva Federal, a fin de que ésta baje las tasas de interés. Su visión es extremadamente cortoplacista y estrecha. A las autoridades económicas, así como al establishment intelectual y las élites políticas, les habría tocado aportar una visión más amplia y crítica. Pero, con escasas excepciones, ése no es el caso, quizá porque ello supondría cuestionar de raíz el orden actual, donde los intereses corporativos y financieros se imponen ampliamente, imponiendo de paso su ideología.
El caso es que, complaciente con los intereses financieros, la Reserva Federal ha disminuido aceleradamente las tasas de interés y en tan solo los últimos nueve días de enero la recortó de 4,25% a 3,0%. Es como si dijeran: sigamos la fiesta, consumamos, gastemos, que el resto del mundo paga la cuenta. No se ve cómo sostener esta estrategia, cuando la inflación en 2007 (4,1%) ha sido la más alta en muchos años, y el dólar perdió -tan solo en el último año- alrededor de un 15% de su valor frente al euro. Intentar llevar las tasas de interés incluso por debajo de la inflación pretende una sola cosa: promover el gasto desorbitado. Y, a la par, ello podría ser una buena manera de agudizar la marcada debilidad que el dólar manifiesta, especialmente cuando al mismo tiempo Bush anuncia un presupuesto federal que dispara a U$S 410 mil millones el déficit para 2008 (un 2,9% del PIB). (9) Ello incluye recortes sustanciales en salud y educación; rebajas impositivas para los más ricos y grandes incrementos del gasto militar. Hay una palabra que sintetiza lo que esto significa: demencia.
Aún están por verse los verdaderos alcances de la crisis. Un recuento difundido recientemente desde el sitio BBC News (10), daba cuenta de pérdidas combinadas por U$S 91 mil millones, reportadas por los quince principales bancos -seis europeos y nueve estadounidenses- directa o indirectamente afectados por la crisis hipotecaria. A la lista de siniestrados se unieron hace pocos días los tres mayores bancos japoneses -Mitsubichi UFJ; Mizuho y Sumitomo Mitsui- con pérdidas conjuntas por casi U$S 52 mil millones (11), vinculadas, por supuesto, al desastre hipotecario estadounidense. Entre tanto, crecen los rumores acerca de los problemas que estarían enfrentando compañías aseguradoras. En particular un reportaje en The New York Times (12) menciona dos: MBIA y Ambac Financial Group, acerca de las cuales se especula que, en conjunto, tendrían pérdidas por U$S 24 mil millones de dólares. Así, cobran sentido las estimaciones que se difunden, en el sentido de que las pérdidas totales podrían llegar a los U$S 400 mil millones.
Evidentemente todo esto conlleva un sacudón brutal sobre el sistema financiero de Estados Unidos y, quizá, el del mundo entero. Pareciera inevitable la recesión, la cual quizá ya está en curso. Y aunque probablemente sea la más severa en décadas, seguro no provocará el derrumbe del capitalismo. Pero, cuanto menos, podría traer consigo algún saneamiento que restablezca un mínimo de racionalidad. O sea, que amaine un poco la demencia y se restituya una elemental noción de justicia.
Sin embargo, y excepto que la crisis se profundice gravemente, ello no se ve factible. En cambio, las decisiones recientes de la Reserva Federal, así como el presupuesto de Bush, nos muestran una cosa: los intereses financieros-especulativos que provocaron el desastre, siguen, de lo más campantes, al comando del navío.

Luis Paulino Vargas Solís
Argenpress

Notas:

1) China alcanza u superávit comercial récord de 262.000 millones de dólares en 2007, Disc@pnet, 11 de enero de 2008, disponible en: http://www.discapnet.es/Discapnet/Castellano/Actualidad/Nueva_Hemeroteca/detalle?id=170637 (Consultado el 1-2-2008).
2) Johnson, Chalmers, Going Bankrupt. Why the Debt Crisis Is Now the Greatest Threat to the American Republic, The Nation Institute. Disponible en: http://www.tomdispatch.com/post/174884/chalmers_johnson_how_to_sink_america (consultado el 1-2-2008).
3) Amador, Héctor, Déficit fiscal y corriente en EU, los terribles gemelos, Revista Fortuna, disponible en: http://revistafortuna.com.mx/opciones/archivo/2005/julio/html/nglobales/deficit.htm (consultado el 22-1-2008).
4) Johnson, Chalmers, op. cit.
5) US economy at a glance, BBC News, disponible en: http://news.bbc.co.uk/go/pr/fr/-/2/hi/business/7217227.stm (consultado el 1-2-2008).
6) Krugman, Paul, Don’t cry for me, America, The New York Times, 18 de enero de 2008, disponible en: http://www.nytimes.com/2008/01/18/opinion/18krugman.html?_r=1&th&emc=th&oref=slogin (consultado el 19-1-2008).
7) Johnson, Chalmers, op. cit.
8) Idem.
9) Bush propone un presupuesto que amplía el gasto en defensa y lo recorta en medidas sociales, El País, 4 de febrero de 2008 en: http://www.elpais.com/articulo/economia/Bush/propone/presupuesto/amplia/gasto/defensa/recorta/medidas/sociales/elpepueco/20080204elpepueco_13/Tes (consultado el 4-2-2008).
10) Merrill Lynch posts $7.8bn loss, BBC News, 17 de enero de 2008, disponible en: http://news.bbc.co.uk/go/pr/fr/-/2/hi/business/7193915.stm (consultado el 17-1-2008).
11) Crisis hipotecaria golpea a bancos japoneses, La Nación, 4 de Febrero de 2008, p. 29A.
12) A warning on insurers frays nerves, The New York Times, 31 de enero de 2008, disponible en: http://www.nytimes.com/2008/01/31/business/31bonded-web.html?th&emc=th (consultado el 17-1-2008).

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