viernes, febrero 15, 2008

Farabundo Martí, comunista y soldado de la patria grande.



A casi 76 años de su fusilamiento y de la matanza de 1932, Farabundo Martí sigue vivo en la memoria y las luchas del pueblo latinoamericano.

El Salvador desborda
las cúspides del mundo
y colosal se eleva y borda
con mil estrellas Farabundo

-Silvio Rodríguez, El tiempo está a favor de los pequeños

El pueblo salvadoreño es un ejemplo de rebelión frente al despiadado expansionismo yanqui y el vulgar servilismo de las oligarquías locales aun costa del sufrimiento del pueblo. Como tal, en su historia encontramos hombres extraordinarios cuya profunda solidaridad y amor por el pueblo los convierte en ejemplo de lucha.
Tal es el caso de Agustín Farabundo Martí, muestra de heroísmo y entrega a las causas de pueblo. A casi 76 años de su fusilamiento es justo recordar a este soldado de la patria grande, que continúa vivo en la memoria y las luchas del pueblo latinoamericano.
Agustín Farabundo Martí nace en La Libertad el 5 de mayo de 1893. Crece entre faenas agrícolas, conociendo de cerca la injusticia que se ejercían sobre los campesinos. A los veinte años, después de recibirse como bachiller, ingresa a la Universidad Nacional en la carrera de Jurisprudencia y Ciencias Sociales.
Sus primeras acciones políticas las realiza organizado protestas contra el régimen oligárquico de las familias Meléndez-Quiñónez, que oprimió al pueblo salvadoreño durante 14 años. Es encarcelado por primera vez a causa de organizar un acto de apoyo para la Asociación de Estudiantes Unionistas, grupo guatemalteco que exigía el fin de la dictadura de Estrada Cabrera en aquel país. Finalmente, en 1920 es deportado a Guatemala, dónde continua sus estudios en la Universidad de San Carlos.
En Guatemala trabaja como obrero y peón. Allí, Farabundo se compromete con las luchas y comparte el sufrimiento del pueblo trabajador. Aprende Quiche, la lengua de los indígenas guatemaltecos. Al ser perseguido por los terratenientes cafetaleros Farabundo parte a México durante una temporada.
En 1925 se funda en Guatemala el Partido Comunista Centroamericano, del que Frabundo Martí fue secretario del exterior. Perseguido, es deportado a El Salvador y luego a Nicaragua. Sin embargo, a los pocos días regresa clandestinamente a El Salvador para trabajar en la Federación Regional de Trabajadores de El Salvador.
En 1928 Farabundo viaja a New York, para establecer contacto con la dirección central de la Liga Anti-imperialista de las Américas. Ésta le encarga viajar a Nicaragua como su representante ante el “General de hombres libres”, Augusto César Sandino. Junto a Sandino, Martí se muestra como compañero de lucha ejemplar, tanto es sus labores de secretario personal, como en el combate, cuando es necesario arremeter contra los aviones del yanqui invasor.
En 1930 Farabundo Martí regresa a El Salvador para fundar, junto con otros compañeros, el Partido Comunista Salvadoreño. Con esto, la izquierda revolucionaria va poniéndose poco a poco a la cabeza de la lucha de los trabajadores y campesinos indígenas. Ese año es de profunda crisis para El Salvador. El gobierno está en manos de una administración corrupta y servil a la oligarquía y el expansionismo norteamericano. Hay una sociedad sumida en la pobreza y una economía destrozada a causa de los bajos precios internacionales del café y la depresión de 1929 en EUA.

La insurrección campesina-indígena de 1932

En 1931 el terrateniente Arturo Araujo, simpatizante del laborismo inglés, ganó la presidencia de El Salvador apoyado por algunos sindicatos y grupos de intelectuales. No obstante, a apenas 10 meses de gobierno fue derrocado por un golpe de estado auspiciado por la burguesía y el ejército. En su lugar, fue impuesto el general Maximiliano Hernández Martínez como presidente. Los comicios fraudulentos fueron un factor determinante para la gestación de una insurrección popular en todo el occidente salvadoreño. Para enero de 1932 ocurrieron levantamientos y combates en todo el occidente del país. Miles de trabajadores, obreros y campesinos armados con machetes y algunos fusiles, tomaron oficinas municipales, fincas, oficinas de telégrafos y cuarteles policiales.
La rebelión fue reprimida brutalmente por el ejército y otros cuerpos policiales. Fue declarada la ley marcial y la mano del imperialismo se hizo presente al enviar buques de guerra con apoyo para el general Hernández Martínez. Quien como buen lacayo, aseguró a sus patrones gringos que estaban garantizadas las vidas y propiedades de los cuidados extranjeros, a costa de la muerte de entre 10 000 y 30 000 salvadoreños. Bastaba ser campesino, indígena, para ser acribillado o ahorcado.
La situación pintaba muy delicada para los comunistas salvadoreños, quienes reconocían lo precipitado del levantamiento. Sin embargo, como afirma Roque Dalton, al encontrarse entre la espada y la pared, los comunistas escogieron el camino heroico de la espada, peleando junto a su pueblo y acompañándolo hasta las últimas consecuencias en su lucha. Por esta causa, Farabundo Martí fue fusilado el primero de febrero junto con sus compañeros comunistas y líderes estudiantiles, Alonso Luna Calderón y Mario Zapata, en el Cementerio General de San Salvador.

La memoria histórica como base de las luchas futuras

La salvaje matanza realizada por el ejército y auspiciada por la oligarquía local contra el pueblo, apenas rústicamente armado, dejó una profunda huella en los salvadoreños y en sus modos de organización y de lucha. Igualmente, terminó de consagrar una funesta alianza entre el ejército y la oligarquía para tratar de preservar sus privilegios a sangre y fuego. Después de la insurrección de 1932, la oligarquía literalmente se tiró a los brazos del ejército, presa de sus temores clasistas y mezquinos intereses económicos.
Es innegable, que a pesar de las intensiones por parte de historiadores del régimen de minimizar la rebelión de 1932, Farabundo Martí y sus compañeros, han adquirido una legítima dimensión en la historia de lucha del pueblo salvadoreño y latinoamericano. La memoria del pueblo no olvida y retoma, para honrarlos, los ejemplos de lucha de los héroes que le precedieron.
Como marxistas debemos asumir las experiencias históricas de lucha, para alcanzar formas superiores y más efectivas de organización. La presencia en la memoria de los acontecimientos de 1932, fue una base para determinar los caminos a seguir en la lucha por la liberación que siguió el pueblo salvadoreño hasta la formación de Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN). Nunca más las organizaciones populares se lanzaron a la insurrección sin haber consolidado frentes de masas que lucharan políticamente por la misma causa. En este sentido, la revisión histórica de la insurrección de 1932 es un antecedente explicativo del FMLN.
Queda pues, retomar a Farabundo Martí como ejemplo de internacionalismo, valentía y amor por el pueblo latinoamericano.

¡Viva Farabundo Martí! ¡Vivan las luchas del pueblo latinoamericano!

Nidia Valdés

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