Blog marxista destinado a la lucha por una nueva sociedad fraterna y solidaria, sin ningún tipo de opresión social o nacional. Integrante del Colectivo Avanzar por la Unidad del Pueblo de Argentina.
lunes, junio 01, 2009
Notas sobre Marx: La “confesión”
Una de las cosas más importantes de la aportación de Marx radica en que enseñó a pensar, a reflexionar críticamente. Un buen ejemplo lo tenemos en un texto que se llamó La “confesión” de Marx.
Este texto fue encontrado por marxista ruso, David Riazanov, futuro fundador del Instituto Marx- Engels de Moscú, mientras se hallaba en París en 1910 con el fin de estudiar los archivos conservados por la hija de Marx, Laura Lafargue. En el transcurso de una conversación con ésta, ella recordó súbitamente haber conservado una “confesión” de Marx, redactada en inglés y fechada, probablemente, en el periodo 1860-1861. En unas pocas líneas el autor de El Capital respondió a algunas cuestiones elementales, pero muy significativas.
Por aquel tiempo, tanto en Gran Bretaña como en Alemania, las muchachas tenían por entonces la costumbre de hacer llenar cuestionarios semejantes a sus parientes y amigos. Por cierto que se trataba de un juego, pero, en este caso, a despecho del aspecto a veces humorístico de las respuestas suministradas por Marx, la “confesión”, es muy sencilla pero ilumina bastante sobre ciertos criterios “marxista”. El escrito –que no ha tenido mucha divulgación- es el siguiente:
Confesión
Pregunta: La cualidad que más aprecia.
Respuesta En general, la simplicidad; en los hombres, la fuerza; en las mujeres, la debilidad.
P. Su rasgo más característico.
R--La unidad de miras. La lucha.
P. su idea de la dicha.
R. La lucha.
P. Su idea de la desgracia:
R. La sumisión.
P. El defecto que está más dispuesto a perdonar
R. La confianza acordada a la ligera.
P. El defecto que le inspira la mayor aversión:
R. El servilismo.
P: Su antipatía:
R. Martin Tupper
P. Su ocupación preferida:
R. Buscar libros de ocasión.
P. Sus poetas preferidos:
R. Shakespeare, Esquilo, Goethe.
P. Su prosista preferido:
R. Diderot.
P. Sus héroes preferidos:
R. Espartaco, Kepler.
P. Su heroína preferida
R. Gretchen.
P. Su flor preferida:
R. El laurel
P. Su color preferido:
R. El rojo.
P. Su nombre preferido:
R. Laura-Jenny.
P. Su plato preferido:
R. El pescado
P. Su frase preferida:
R. Nada humano me es ajeno.
P. Su divisa preferida:
R. Duda de todo.
Karl Marx
Dan mucho que comentar estas preguntas con sus respuestas, entre otras cosas demuestran que Marx se hallaba lejos de ser insensible. Pero supo esforzarse —al menos públicamente— por evitar todo sentimentalismo. Riazanov señala con justeza: “Su universo interior está cerrado a los extraños. El fondo de ternura y de intuición que, en él, ejercía tan fuerte atracción sobre el más subjetivo de los poetas líricos, Heinrich Heme, así como sobre el cantor patético de la libertad, Freiigrath, la aptitud infinita para compartir con sus amigos sus riquezas espirituales, la ausencia de todo rigor hacia las debilidades humanas de los otros, unida a un espíritu crítico despiadado para consigo, todo eso estaba oculto a los ojos del mundo bajo una coraza impenetrable.” Es por eso que también se suelen citar en relación a sus criterios sobre la feminidad, un punto que ya había servido para la Nota anterior, y sobre el que pienso volver con nuevos documentos.
A mi parecer, las respuestas más interesantes son las últimas, y han sido citadas en muchas ocasiones, sobre todo la penúltima. La última la leí a finales de los años sesenta porque Fernando Claudín la incluía como cita inicial en su mejor y más elaborado libro La crisis del movimiento comunista, y ya entonces me resultó reveladora. En su discutible prólogo, Jorge Semprún que por entonces era conocido sobre todo pro su actividad como guionista en el llamado “cine político” y de películas como Z, decía que Claudín se mostraba como un marxista laico, o sea no creyente, y que por lo tanto como decía Machado no tenía la verdad sino que la buscaba. Años más tarde, el principio de la duda lo hacía propio Ernest Mandel como se puede ver en el DVD que produjo Revolta Global. A continuación de una áspera polémica con un neoliberal de la que había salido muy indignado, un periodista lo detuvo en una escalera, y le preguntó: ¿”Es que Vd. Señor Mandel no tiene dudas?. Y él responde: “¡Claro que tengo dudas¡. La duda es el principio. Pero también el principio categórico de estar con los oprimidos, con los explotados¡”.
Una indicaba el interés por todo lo que era humano tanto del punto de vista del análisis como de la empatía, y me recordaba mucho la frase de Espinosa: “Ni reír ni llorar sino comprender”. La última aparecía como un principio básico frente a toda clase de dogmatismo, incluyendo los que pretendían apoyarse en el mismo marxismo. Ante lo terrible y complejo del mundo, existe una tendencia muy fuerte entre los humanos de “agarrarse” a verdades incuestionable, como la que llevaba mi humilde abuelita paterna a clamar cuando alguien negaba una evidencia: “!Es como decir que dios no existe¡” Durante siglos, la religión católica ha formado generaciones enteras en una escolástica que quiera que no se ha reproducido en la política, y muy especialmente en el estalinismo que se ha establecido como una verdad por encima de cualquier duda, y frente a la cual solamente cabía la traición. Millones de comunistas sufrieron sus consecuencias.
Sin humildad ni sentido de la fraternidad, son muchos los que han creado su propio Dios fuera de toda duda, fuera del tiempo y del espacio, y clamar contra los que dudan su propia guerra santa. Una guerra santa en la que se desprecia lo que se ignora, y desde la cual el peor enemigo es quien ejerce el estudio libre y la crítica. El lector podrá encontrar una abundante muestra en algunas de las notas que acompañan mis artículos, sobe todo los que tratan de “la crisis del movimiento comunista”, pero no solamente ya que el furor, el afán de linchamiento que aparece enconadamente, y de la manera más barriobajera, hasta en los rincones más inopinado.
Algunas amistades me suelen comentar el asunto casi como un “fenómeno”. Se puede ver de muchas maneras aunque la verdad es que no se trata de no espectáculo agradable ver como hay una franja de la izquierda que permanece en la mentalidad de inquisitorial de Torquemada, y que parece con ganas de aplicar la ley de Lynch con la que en el Oeste se ahorcaba a los sospechosos. A muchos tales manifestaciones no le animan para escribir, a mí sí. Estoy convencido que tales demostraciones hacen todavía más evidente la necesidad de una didáctica socialista. Por lo demás, está la defensa de la libre opinión, del debate abierto. Solo faltaba.
No creo que los linchadotes sea una franja militante representativa en los tiempos que corren. No tienen lecturas, ni argumentos, ni quien les escriba con un mínimo entidad Citan autores que solamente conocen ellos, aunque eso, solo los citan. Su propia furia es una ilustración de su impotencia y debilidad. En última estancia, si se plantea algo es su propia existencia. Resulta desgarrador que después de todo el desastre que ha significado el llamado “socialismo” real, todavía subsista una franja fanática que ni tan siquiera es capaz de leer, que no distingue entre un libro tan importante, escrito por un comunista abnegado de muchos años que se negó a disparar contra los trabajadores, un libro como En nombre de la clase obrera, publicado con mucho esfuerzo en una editorial militante y con un “curriculum” tan fieramente libertario. Pero por lo visto no necesitan más queso propia fe, nada más. Su entidad moral queda manifiesta cuando se limitan a destrozar y a ensuciar un espacio de libertad como trata de ser Kaosenlared desde el anonimato.
Lo más propio es no mirar para no deprimirse, para no darle más vuelta a un tumor que habita entre nosotros. Sin embargo, no hay que olvidar que la lucha pro una sociedad plenamente humana comporta, y muy especialmente, el combate contra nuestras propias carencias, y contra nuestra propia barbarie. Un combate en el que no se puede mirar hacia otro lado, ni permanecer al margen. Aunque sea por respeto a la propia coherencia, y al margen de las opiniones y matices que se puedan apreciar, incluso sobre los temas más importantes y complejos.
Pepe Gutiérrez-Álvarez en Kaos en la Red
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