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domingo, febrero 17, 2013
La política del asentamiento
El asentamiento israelí de Ma'ale Adumim es uno de los más grandes de Cisjordania y está ubicado al este de Jerusalén
El pasado lunes Israel anunció la construcción de 90 viviendas nuevas, un paso más en el proceso de “limpieza étnica” de Palestina. A continuación, un repaso histórico de esta práctica utilizada tanto a modo de represalia contra los opositores del sionismo, como en el avance estratégico de la colonización.
A pesar de las críticas de sus aliados norteamericanos y la Unión Europea, el primer ministro Israelí Benjamin Netanyahu prometió la construcción de 364 viviendas en Gush Etzion (conjunto de asentamientos en Cisjordania), a principios de este mes. A esto sumó, el lunes la construcción de 90 viviendas en Beit El, cerca de Ramallah, también en Cisjordania.
El 21 de noviembre de 2012 había culminado la operación Pilar Defensivo, que duró siete violentos días. Tuvo casi como corolario la sesión de la Asamblea General de la ONU donde se aprobó la elevación de estatus de Palestina a “Estado observador” del organismo con 138 votos a favor y tan solo 9 en contra.
Históricamente, la práctica del Estado de Israel fue tomar la “iniciativa” (yotzma, en hebreo) y ejecutar el expolio de los palestinos, y esta siempre osciló entre atacar sin descubrir o inventar la supuesta causa o aguardar a que los invadidos tirasen la primera piedra. Con esta excusa, se toma la “represalia” (tagmul), que ha aparecido siempre en el conflicto palestino-israelí.
El 29 de noviembre en la ONU, Israel ya tenía preparada su arma de contraataque. Con el rechazo a la medida y la calificación de “unilateral”, llegó el anuncio de 3000 nuevas construcciones en diferentes puntos del territorio palestino.
Diciembre y enero tuvieron el mismo final, con vía libre para nuevos emprendimientos habitacionales, ahora sí con mayores críticas pero con menos importancia mediática que la que tuvo la operación “Columna de Nube”, como también se le llama al conflicto desatado el 14 de noviembre.
Ante esta situación, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU desarrolló un informe publicado el 31 de enero por su Comisión de Investigación Internacional de la Misión de Asentamientos israelíes en el territorio palestino ocupado. En él se detalla que una “multitud” de derechos humanos son violados en diversas formas “debido a la existencia de asentamientos”. Expresa la existencia de un “patrón de general de las infracciones” que se llevan a cabo por la negación al derecho de libre determinación hacia el pueblo palestino.
Los asentamientos violan el artículo 49 (“Deportaciones, traslados, evacuaciones”) de la Cuarta Convención de Ginebra (1949), que es contundente: “La Potencia ocupante no podrá efectuar la evacuación o el traslado de una parte de la propia población civil al territorio por ella ocupado”.
Un repaso por la práctica y el modo de llevar a cabo la instalación de hogares en forma ilegal, resulta revelador para conocer las técnicas y estrategias políticas admirables (en muchas ocasiones).
Las invasiones a Palestina atraviesan su historia, con el involucramiento que persiste hasta la actualidad por parte de Israel y, esencialmente, el proyecto sionista. Desde comienzos del siglo XIX, con las primeras ocupaciones y posteriormente colonias agrícolas en Palestina hasta las construcciones actuales, la política del asentamiento mantiene una continuidad que el sionismo ha potenciado, y refleja el denominado proyecto de “limpieza étnica” (definido por la Organización de Naciones Unidas y desarrollado en varias publicaciones por el historiador Ilan Pappé).
En el siglo XX, la ocupación no comenzó tras la aprobación del Plan de Partición de la ONU en 1947. Ya en 1917, Leo Motzkin, líder del Congreso Sionista Mundial, expresaba ideas de expulsión diagramadas que luego tendrían nombres específicos, en forma de planes. Como gran discípulo de Theodor Herlz (fundador del sionismo político moderno), Motzkin hablaba de asentar a los judíos en Eretz Israel (la Tierra de Israel) y reasentar a los árabes en lugares fuera del país, estudiando el impacto económico, político, militar y social.
Cuando la comunidad judía apenas ocupaba un mínimo porcentaje de la región, se planteó elaborar un mapa de las aldeas palestinas, mediante espionajes, infiltrados que las visitaban a menudo y un sistema cartográfico innovador, con un trabajo integral que incluía un cuerpo de fotógrafos quienes realizaban tomas aéreas. Éstas luego eran procesadas en un laboratorio que permanecía oculto a las autoridades británicas (que recién anunciarían ante la ONU su retiro de Palestina en febrero de 1947).
Luego de que Gran Bretaña cediera en el conflicto con los sionistas y abandonara Palestina en forma veloz, el movimiento judío encaró sus planes más determinantes. Tras los intentos de 1937 (Plan A) y 1946 (Plan B), intentaron conjugar previa revisión estas arremetidas contra los palestinos en el Plan C, o Gimel (en hebreo). Las fuerzas militares eran preparadas para invadir Palestina tras la retirada de los británicos. La línea de acción consistía en asesinar funcionarios, líderes y activistas palestinos, entre otros blancos.
A su vez, se decidió ocupar tanto aldeas como espacios de reunión e intentar desplazar a las personas alterando los sistemas de transporte, destruyendo recursos primarios como los molinos o pozos de agua y generando una desintegración que inflamara el malestar de la ciudadanía y desintegrara los tejidos sociales. En la actualidad, los palestinos saben bien de qué se habla cuando se menciona el terrorismo estatal y el hostigamiento de las potencias.
Tras los intentos por intensificar estas acciones, a los pocos meses se diseñó el Plan D (Dalet), cuya finalidad era ya no sólo expulsar palestinos, sino hacerlo sin importar la respuesta de los invadidos. Se los eliminaba del territorio en forma sistemática, por más que se opusieran o quisiesen colaborar con ese Estado israelí. Este plan culminaría en marzo de 1948.
Este breve repaso histórico deja fuera una cantidad de sucesos, operaciones y proyectos de intervención que en su conjunto resultan clave para entender la política con la que opera Israel y el sionismo desde sus orígenes. Los asentamientos son clave para la colonización territorial, política y cultural, a pesar de la resistencia. Con estos datos sobre la mesa, “Bibi” Netanyahu aún insiste en que su postura es la construcción de “dos Estados” como solución.
Martín Crudele.
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