Hay combates en Bengasi y Trípoli se prepara para las secuelas del secuestro del primer ministro Ali Zaidan
Libia marca el segundo aniversario de la muerte de Muamar Gadafi con el país al borde de una nueva guerra civil y mientras los combates se prolongan en la ciudad oriental de Bengasi, cuna de la revolución.
La violencia entre milicias radicales y fuerzas regulares estalló el viernes por la noche y continuó ayer mientras la capital, Trípoli, se prepara para las secuelas del secuestro en este mes del primer ministro Ali Zaidan. Los federalistas de Cirenaica, donde se encuentra la mayor parte del petróleo de Libia, abrieron su propio parlamento independiente en Bengasi esta semana, un paso que podría presagiar la desintegración del país.
Durante meses, las milicias radicales y las fuerzas regulares de Bengasi han librado una guerra de venganzas. La semana pasada dos soldados fueron degollados mientras dormían en una base del ejército. Pero el asesinato el viernes del comandante de la policía militar de Libia, Ahmed al-Barghathi, tiroteado cuando salía de una mezquita, ha detonado más violencia. Horas después de un asesinato calificado de “acto aborrecible” por la embajadora de EE.UU. Deborah Jones, en Bengasi las unidades armadas atacaron con fusiles y cohetes la casa de un destacado comandante de las milicias, Wissam Ben Hamid.
Los combates continuaron durante la noche, mientras las unidades del ejército se dirigían a la casa de otro comandante de las milicias, Ahmed Abu Khattala, acusado por EE.UU. del asesinato del embajador estadounidense Chris Stevens el año pasado. Fueron rechazadas por poderosas unidades de la milicia.
“Hay combates por todas partes, puntos de control por todas partes, he llevado a mi esposa y a mis hijos a un lugar seguro”, dijo un empresario de Bengasi, Mohammed, quien se negó a revelar su apellido.
Ben Hamid apareció en la televisión en vivo para insistir en que no tuvo nada que ver con el asesinato de al-Barghathi y prometió represalias contra los que destruyeron su casa.
Las milicias de Libia centran como nunca la atención en un país atormentado por la violencia y el marasmo económico. Zaidan ha culpado a la Sala de Control de Revolucionarios, sede de la mayor milicia –Libya Shield– de su secuestro hace 10 días, prometiendo duras medidas una vez que termine la festividad religiosa del Eid.
Las fuerzas del Shield desplegadas en la capital negaron la responsabilidad del secuestro, pero sus unidades fortificaron sus posiciones durante este fin de semana por temor a un ataque.
Esta espiral de la violencia fue provocada por el arresto hace dos semanas por parte de comandos de la Fuerza Delta de un presunto dirigente de al Qaida, Anas al Liby, en su casa en Trípoli. El arresto ha polarizado a la opinión entre partidarios y oponentes de Zeidan y la OTAN, cuyas bombas llevaron a los rebeldes a la victoria en 2011, se encuentra en una situación incómoda por los planes de entrenar un nuevo ejército gubernamental. Gran Bretaña se sumará a EE.UU. e Italia en el entrenamiento de cuadros del ejército libio en una base en Cambridgeshire.
Chris Stephen
The Guardian
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