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viernes, diciembre 11, 2015
Diego Rivera: al arte es política
El 8 de Diciembre de 1886 nace el artista Diego Rivera. Él es, junto a José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros; parte de la tríada del muralismo mexicano, hijo de la revolución de 1910. Parte de un gran momento histórico en el que la unión entre arte y política representó la unión de los artistas con los sindicatos, partidos de izquierda y el pueblo.
Junto a José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros, Diego Rivera es parte de la tríada del espectacular muralismo mexicano, hijo de la revolución de 1910 y una novedosa expresión del arte mexicano que luego como movimiento se extiende a Latinoamérica, Chile, Bolivia, Brasil, Venezuela, Perú, Colombia, Argentina y Uruguay.
Rivera tuvo una típica formación tradicional, pero fue desarrollando un estilo propio. Estudió en la Escuela de Bellas Artes en San Carlos, y luego viajó a Europa a completar su formación donde se interesó por el arte de vanguardia.
Sus mayores influencias fueron, las tradiciones de México, como el arte precolombino y la estampa popular mexicana, que encuentra su mayor exponente en José Guadalupe Posadas. Diego, fue un gran estudioso del arte maya y azteca; y uno de los fundadores del Sindicato de Obreros Técnicos, Pintores y Escultores, un antecedente importante y cuna del muralismo.
Éste se propuso ser un arte total, un arte para el pueblo. Una de las ideas centrales del muralismo, es sociabilizar el arte rechazando la pintura tradicional de caballete. Con un origen indigenista, es en la década de 1920 cuando el muralismo encuentra su auge y recibe muchísimos encargos por parte del estado para hacer enormes composiciones murales. Los edificios públicos y los muros de la ciudad se transformaron en los espacios predilectos para el arte.
Entre la temática que se destaca en la extensa obra de Rivera, está la historia del pueblo mexicano, desde la época precolombina a la Revolución. Con un gran protagonismo, el pueblo se encuentra generalmente representado realizando sus trabajos o en fiestas tradicionales. También el problema agrario es un tema muy trabajado.
Compromiso político
Diego Rivera fue un artista comprometido políticamente. Desde 1922 formó parte del Partido Comunista Mexicano, llegando incluso a ser parte de su comité.
Viajó a Rusia, para participar de los festejos por el décimo aniversario de la Revolución Bolchevique como parte de la delegación oficial del Partido Comunista Mexicano. En su estadía se relacionó con el mundo cultural, dio clases, dictó conferencias y colaboró con diferentes revistas artísticas. Anatoli Lunacharsky quién era el Comisario de Educación, le ofrece pintar murales en el edificio del Ejército Rojo, aunque estos no se llevaron adelante. Además adhiere al manifiesto del grupo Octubre que proponen, la planificación y construcción arquitectónica racional, diseño de los artistas de objetos para los consumos de las masas, diseño de centro para una forma de vida colectiva nueva, organización de festivales masivos y educación artística.
En 1929 es expulsado del Partido Comunista Mexicano, el argumento utilizado es que Rivera está trabajando para el gobierno mexicano y sus relaciones con el imperialismo, por lo tanto él estaba colaborando con un régimen anti-comunista. Pero este no era un único o simple motivo, sino que al interior del partido comienza una lucha política por la propia situación internacional y Rivera se muestra oscilante ante las exigencias a alinearse con el estalinismo. Finalmente, denuncia su expulsión y manifiesta su simpatía por la oposición internacional a Stalin.
El artista en la encrucijada
Entre 1930 y 1934, Diego residió en Estados Unidos. En 1931 el Museo de Arte Moderno realizó una gran exposición de sus obras. Sin embargo, como los murales por propia definición estaban fijos a un solo lugar, el Museo lo llevó a Nueva York más de un mes antes de la inauguración y le proporcionó un estudio en una galería vacía, donde el artista creó cinco murales “portátiles”, que conmemoraban la historia de México. Luego de este gran éxito, realizó tres murales más que tenían como temática a la ciudad de Nueva York en la Gran Depresión, cuestión que genera un particular interés por parte de la prensa generando controversias alrededor de sus posiciones políticas.
Sin lugar a dudas, el episodio con la familia Rockefeller es uno de los más interesantes para su propia obra y sus convicciones por tratarse de uno de los representantes del capitalismo. Diego Rivera firma un contrato para realizar un mural en el edificio Rockefeller Center. En este mural, aparece representado en el centro un obrero operando una máquina que controla el universo, manejando la vida, que divide el macrocosmos y el microcosmo. La obra contiene una fuerte crítica al capitalismo que se caracteriza por la lucha de clases y destruido por la guerra y la represión. Por otro lado se alude a la ciencia, poniendo a Charles Darwin como uno de sus representantes. La religión también se encuentra representada en una figura de piedra. Las ideas revolucionarias están en las figuras de Marx y Engels, Lenin y Trotsky, haciendo una reivindicación a la IV Internacional, en la bandera que los acompaña. También se encuentra el Ejército Rojo y se puede ver la unión de la clase obrera.
La figura de Lenin fue la que desató la polémica. En un diario se publica el siguiente encabezado: “Rivera perpetra escenas de actividad comunista en los muros de la RCA, y Rockefeller, Jr. paga la cuenta”. La familia tiene que reaccionar, y Nelson Rockefeller le pide al artista que retire a Lenin del mural. Rivera se niega y quienes manejaban el contrato, los administradores de la RCA, Todd-Robertson-Todd, dan el cese al artista y sus murales son cubiertos. La situación es muy seguida por los medios de comunicación y a las pocas horas de trascender el cese de Rivera, hay una manifestación en las afueras del edificio.
La obra, finalmente, es destruida entre el 10 y 11 de Febrero de 1934. Rivera, que defendió sus ideas ahí expresadas al no ceder que se metan en el contenido de su producción, tuvo sus consecuencias con algunas cancelaciones de trabajos. Por otro lado, es interesante destacar el gran poder de las imágenes dentro del corazón del imperialismo, donde todo tiene un límite. Abby Rockefeller es una de las fundadoras del Museo de Arte Moderno y una coleccionista interesada particularmente en la obra de Rivera quién tuvo que ver con su contratación. Pero, más allá de los gustos, se podía representar la represión y al pueblo mexicano en lucha, pero (en ese momento histórico), era inadmisible para la burguesía yanqui la figura de quién representaba a la más grande revolución que vio la humanidad. Lenin debía borrarse.
Por suerte, el mural “El hombre en la encrucijada” se volvió a pintar en el Palacio de Bellas Artes en la Ciudad de México a su regreso, gracias a los registros que se fueron realizando con el equipo de trabajo. Antes de volver a su país realizó dos murales para la Oposición, la rama de la Oposición de Izquierda en EEUU, entre otros trabajos.
Diego Rivera y la Oposición de Izquierda
Una compañera importante en su vida fue la artista Frida Kahlo, de quién era la “Casa Azul” en la que ambos convivieron. Ubicada en Coayacán, esta se convirtió en el centro de encuentros políticos y artísticos. Inclusive fueron atraídos figuras internacionales como Modotti y Weston, Buñuel y Eisenstein, John Reed, André Breton, Dalton Trumbo, Ferlinghetti y Kerouac, Paul Strand, Pablo O’Higgins, Graham Greene, Andre Malraux, Victor Serge, entre muchos otros.
Diego, luego de alejarse del Partido Comunista Mexicano, emprendió la lucha contra el stalinismo, adhirió a la IV Internacional y fiel a su espíritu revolucionario aportó en los momentos difíciles de la organización en dicho país. Alojó a León Trotsky en su último exilio, donde fue asesinado por un agente stalinista, operación de la que participó David Siqueiros.
También participó de la publicación de la Revista Clave editada por León Trotsky junto a sus colaboradores en México. En esta presentó dos escritos importantes, “El desarrollo de Latinoamérica: propuesta de tesis sobre Latinoamérica” y “La lucha de clases y el problema indígena”. En esta revista fue donde se difundió por primera vez el “Programa de transición”.
Se publicó el “Manifiesto por un arte revolucionario independiente”, bajo el nombre de Diego Rivera y André Breton a mediados de 1938. Aunque fue contaba con esas dos firmas, el manifiesto fue redactado de hecho por André Breton y León Trotsky. Este último pidió por razones tácticas que la firma de Diego sustituyese la suya. El muralista posibilitó el encuentro entre el líder revolucionario y el surrealista.
Hacia 1939 fundó, junto a trabajadores de la Casa del Pueblo el Partido Obrero Revolucionario y Campesino, cuestión que marcó su ruptura con la IV Internacional. Era un partido obrero con un programa mínimo de reivindicaciones, y su nombre y programa estaban lejos del marxismo, llegando incluso a realizar una alianza con la corriente del general Juan Almazán, un candidato de la derecha moderada en la elección presidencial de 1940.
Su obra “Sueño de una tarde dominical en la Alameda” es uno de los más conocidos y representativos del muralismo mexicano y de su último período. Aquí está como figura principal la Calavera Catrina, la muerte, haciendo referencia a las obras de José Guadalupe Posadas.
Diego Rivera, siguió produciendo hasta sus últimos días y vuelve a ser admitido en el Partido Comunista Mexicano en 1954.
Carmela Torres
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