martes, enero 02, 2018

Yuli Osipovich Tsederbaum, mejor conocido como Yuli Mártov



Es un texto aparecido en la revista Sin Permiso (10/11/2017) y reproducido en diversas ediciones online, ha aparecido el trabajo de Harold Meyerson titulado “Martov es mi hombre” se reivindica la figura del principal menchevique de izquierdas, el equivalente del “centrismo” según las categorías establecidas por Trotsky, que le dedicó uno de sus retratos en su “Perfiles políticos” (Ayuso, Madrid, 1981). Aunque no fue un autor prolífico, Martov escribió no pocos textos aunque no existen apenas traducciones al castellano (si no recuerdo mal la revista “Acción Comunista” publicó un rtexto suyo sobre “La dictadura del proletariado” allá por la mitad de los años sesenta) o incluso al inglés. En francés hay una selección de algunos de sus artículos con el título Comment je suis devenu marxist (edt. Lumpen). Hay que destacar la biografía de Israel Getzler, Martov: a Political Biography of a Russian Social-Democrat (Cambridge University Press 1967)
Esta reivindicación se plantea en base a tres consideraciones, la primera es por supuesto la importancia del personaje, inexcusable en todos los episodios del marxismo ruso hasta su muerte Schömberg, Alemania el 4 de abril de 1923, tras una larga enfermedad. Antes de que esto sucediera Lenin –que nunca dejó de recordar su amistad, buscó la forma de reunirse con su antiguo camarada, algo que no sucedió. Luego porque la victoria ha convertido la historia en un molde en la que los bolcheviques tienden a monopolizar la razón, cuando las posiciones de Marrtov no fueron muy diferentes a las de Zinóviev y Kámenev en 1917, y también porque resultaba no menos representativa. El socialismo de la época careció del pincel a la hora de trazare las razones plurales de sus diversas tendencias. Y finalmente, porque esta corriente aportó personalidades muy importante a la Rusia soviética –recordemos sin más que Lenin reconoció los siete volúmenes de las “Notas sobre la revolución”, de Nikolai Sujanov un texto equivalente al de John Reed-, siendo los primeros caer en la espiral de muerte con la que Stalin atravesó los años treinta.
Yuli Mártov, nació en Constantinopla, en el entonces Imperio Otomano el 24 de noviembre de 1873, en el seno de una familia judía acomodada. Su padre fue miembro de la Sociedad Rusa de Navegación y Comercio, corresponsal de dos diarios liberales de San Petersburgo, y fue el segundo de cinco hermanos. En 1878 la familia se mudó de Estambul a Odesa tras la guerra ruso-turca, residiendo fuera de la zona designada para los judíos, una comunidad maltratada por las autoridades zaristas. En 1888 la familia se trasladó a Tsárskoye Seló, aunque Yuri regresó para ingresar en la Universidad de San Petersburgo, formando nada más llegar junto con otros compañeros un grupo de estudio que le lleva al marxismo. En la última década del siglo XIX, ya era un socialdemócrata convencido, respetado entre sus compañeros por su gran capacidad intelectual, valor, principios morales y honradez.
Tenía 19 años cuando fue expulsado de la ciudad por sus actividades revolucionarias. Esto le llevó a Vilnius, un próspero centro de la socialdemocracia, en donde escribió junto a dos compañeros Sobre la agitación, y que pasó a conocerse como “El Programa de Vilnius”. El documento levantó un gran interés en el período de 1893 a 1897 cuando estaban teniendo lugar por todas partes discusiones frenéticas sobre el giro hacia la agitación, más allá de los pequeños círculos de discusión. Por esta época, el grupo de Lenin ya había logrado construir una organización bastante sólida, y para noviembre se dio un paso decisivo cuando se fusionó con los “veteranos” para formar la Liga para la Lucha por la Emancipación del Trabajo de San Petersburgo (nombre adoptado en solidaridad con el Grupo Emancipación del Trabajo de Plejánov). Los líderes de dicho grupo, sin dudas fueron Lenin y Mártov.
Las consecuencias no se dejaron esperar y a pesar de cierta reticencia de algunos “veteranos” y “conservadores” de los pequeños círculos, una comisión viajó a Suiza para establecer relaciones con el Grupo de Plejánov. Trayendo como principal tarea la edición de un periódico Rabócheie Dielo (La Causa Obrera). Sin embargo no todo salió del todo bien, hasta que Lenin y Mártov fueran encarcelados, y la Liga se quedará sin dirección. Entonces se abrió un debate hacia 1897, sobre la cuestión de un “fondo de los trabajadores” organizado sobre bases no políticas. Lenin, sin menospreciar dicha actividad, y secundado por Mártov y otros, enfatizaba en la necesidad de construir la Liga para la Lucha como una organización revolucionaria. Pero la nueva dirección proponía diluir el programa de la Liga, supuestamente para hacerlo más atractivo a los trabajadores, pero Lenin defendió con firmeza la formación de cuadros obreros a los que se debería dar posiciones claves, pero sin reducir la organización al nivel de los trabajadores más atrasados. Pues sin duda no hay ningún “atajo” hacia las masas.
Para el grupo se hizo patente la necesidad de un periódico marxista que reflejara no sólo la vida y las luchas del proletariado, es decir, un órgano político revolucionario que sirviese para unir el movimiento huelguístico con el movimiento revolucionario contra la autocracia. Lenin y Mártov estaban trabajando precisamente en este proyecto antes de ser detenidos. Pero los nuevos dirigentes de la Liga tenían otras ideas. Al mismo tiempo que se desarrollaba esta situación en Rusia, algo similar sucedía entre la emigración, en la Unión de Social Demócratas Rusos, una organización que se estableció en 1894, compuesta principalmente por estudiantes. Hacia finales de 1897, un colaborador del Grupo Emancipación del Trabajo, empezó a plantear diferencias similares y a pesar de los intentos conciliatorios de Plejánov, los conflictos se volvieron más frecuentes. Y aunque los conflictos se generaban por aspectos organizativos, lo que realmente sucedía era el egoísmo de los jóvenes, el desprecio a la teoría y los llamados superfluos a la “política práctica” y a la “actividad”, producto de su arrogancia, la cual servía para cubrir su ignorancia. Y a pesar de los intentos por conciliar, el surgimiento de la revista Rabóchaya Mysl’ (El Pensamiento Obrero) trajo consigo un cambio radical de la situación. Lenin y Mártov, vieron en Plajánov la única opción para salir avante en la lucha contra esta nueva tendencia, el economicismo que trataba de reducir la lucha de los trabajadores solo por logros económicos y dejan de lado la lucha política.

La Iskra

En esta fase se fue haciendo presente un importante auge del movimiento obrero, pero sobre todo de la necesidad de aglutinar a todas las fuerzas socialdemócratas, el 1 de marzo de 1898 se realizó en primer congreso y único en Rusia del POSDR. Al principio el partido tuvo una composición heterogénea, sin embargo ese primer congreso logró fundar un partido en potencia, una bandera y un Manifiesto, aunque de un modo no tan sólido, por las condiciones mismas de Rusia, que tampoco permitieron la unificación del partido sobre unas bases de principios. Por lo que el Congreso sólo señaló el camino a seguir. En el trayecto volvieron a tropezar con una nueva variante del del economicismo, la representada por Rabócheye Dielo (La Causa Obrera), que llevó a que Plejánov perdiera posiciones en el Grupo. Ante esta situación Lenin se alió a Mártov y Protésov, y buscaron lazos de unión con Plejánov, con la idea firme de reconstruir el partido sobre la base de un periódico genuinamente marxista. Y aunque empezaban a notarse ciertas diferencias se llegó finalmente entre las dos partes a que Iskra tendría un Comité de Redacción de seis, que consistiría en Lenin, Mártov, Aleksandr Nikoláyevich Potrésov, George ​Plejánov, Pável Axelrod y la legendaria Vera Zasúlich, con Plejánov contando con dos votos.
En su primera sesión, la Declaración del Comité de Redacción publicada en Septiembre, suena como una declaración de guerra a las demás tendencias del movimiento obrero ruso, denunciando no solo a Bernstein y a Rabóchaya Mysl’, sino también a Rabócheie Dielo y a Struve. Después de la formidable batalla que se dio desde las trincheras de Iskra contra los revisionistas y economicistas, que hizo plantear su retirada, aunque no su derrota, se iniciaron los preparativos del Segundo congreso del POSDR. El Congreso se desarrollo en debates por la cuestión nacional, cuestión clave en la que Mártov estuvo del lado de Lenin, defendiendo la necesidad de organizar a los trabajadores dentro del partido sin importar su nacionalidad. Y aunque en los asuntos de importancia el grupo Iskra votó unificado, fue en un punto organizativo, donde surgieron dos tendencias, una encabezada por Mártov y otra por Lenin, y aquí comienza otra historia.
La piedra de toque sobre la que dio el enfrentamiento fue la pregunta sobre quién era miembro del partido, la postura de Lenin, requería de miembros que fueran activos, tanto dentro del partido, como en su actividad cotidiana, mientras que Mártov, era un poco más “flexible”, dicho punto se voto y Lenin quedo en minoría. Sin embargo, ese debate abrió la puerta para la escisión, que si bien no marca las tendencias históricamente reconocidas como Bolchevismo y Menchevismo, si allana el camino hacia ellas. La esencia de la escisión no es tal cual, quién es o no miembro del partido, sino, cómo se construye el partido, Lenin pugnó por un partido con sólidas raíces en el inició de su actividad revolucionaria, en función de la situación especial que se vivía bajo la opresión zarista y no se cuestiona las formas abiertas del socialismo europeo. Martov abogaba por el contrario por un partido abierto que pudiera disolverse en las vísperas del movimiento revolucionario. Debate que salió a la luz en el momento de elegir un nuevo comité de redacción de Iskra.
Después de esta súbita ruptura, que nadie esperaba, y a pesar de los intentos de Lenin de reconciliarse con Mártov, se dividió el partido en dos fracciones, que a la postre formarían dos partidos totalmente opuestos. Mártov tomó, con el paso del tiempo, una posición semejante a la que combatió en el primero número de Iskra, al final los mencheviques en 1917 apoyaron al Gobierno Provisional y cuándo éste se desmoronaba, Mártov, ya muy enfermo, insistía en la formación de un gobierno de coalición con los dirigentes socialistas de derechas “para evitar la guerra civil”. Se trata de una historia prolija sobre la cual se trata de volver y aplicar la lupa. Sobre todo después de que las dinámicas de tendencias y fracciones en los movimiento alternativos al capitalismo hayan caído una y otra vez en separarse en la lucha para luego compartir celdas cuando no pelotones de fusilamiento como sucedió en la España ocupada por los militares fascistas.

Pepe Gutiérrez-Álvarez

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