jueves, junio 14, 2018

Macri - FMI: un acuerdo brutal que no cierra la crisis



A sólo una semana de que Sutzenegger y Dujovne anunciaran el acuerdo con el FMI como el punto de partida de una nueva “estabilización económica”, la crisis se ha llevado puesto al presidente del Banco Central. En los días previos, una nueva corrida cambiaria llevaba el dólar cerca de los 28 pesos. Mientras esto ocurría, el gobierno presentaba al FMI su “memorándum de intención”. Allí, se confirmaba un ajuste de 250.000 millones de pesos para 2019, que buscará consumarse a través de un plan de despidos y recortes de gastos. En el capítulo de “compensaciones sociales”, el acuerdo prevé la continuidad de las asignaciones familiares y por hijo, pero no hay una palabra respecto de los actuales planes sociales. En materia de subsidios a los servicios públicos, el “memo” prevé que el 90% de la tarifa de gas y luz sea cubierto por los usuarios, o sea, nuevos tarifazos.
Ninguno de los anuncios, sin embargo, pudo frenar la corrida de estos días. Algunos la interpretaron como una consecuencia previsible –o “planificada”- de la exigencia del FMI para que el dólar “flote libremente”, o sea, de una mayor devaluación. Pero ello no explica por qué el BCRA intentó frenarla con la venta –estéril- de 700 millones de dólares en un día. El propio FMI había anunciado que destinaba 7500 millones de dólares del primer tramo del préstamo stand by para la estabilización de la moneda, o sea, para manejar el alcance de una devaluación.
En ese cuadro, la corrida sólo puede interpretarse como parte de un desbarajuste más general del programa oficial, y otros datos lo confirman. Simultáneamente, se desplomaron las acciones de los bancos y de las energéticas argentinas, en Wall Street y en la bolsa local. Un analista interpretaba la primera caída como anticipo “de lo que viene para el resto de los papeles” (Cronista.com, 14.6). Las acciones de petroleras y eléctricas, por su parte, cargan con una duda “política” de fondo: la capacidad del gobierno de trasladar, a las tarifas dolarizadas, las consecuencias de la devaluación del último mes. Mientras tanto, tenía lugar un nuevo aumento de las tasas de interés en Estados Unidos, con una revalorización del dólar y una nueva devaluación de las monedas de Brasil, México y Chile. La crisis argentina, por lo tanto, se enlaza con un agravamiento de la crisis financiera internacional, signada por las necesidades del Tesoro norteamericano de financiar un déficit creciente.
En este cuadro, emerge toda la debilidad del “gran” salvataje del Fondo Monetario, de cara al alcance de la bancarrota argentina y de la crisis mundial. Los 50.000 millones de dólares –que serán prestados en cuotas y condicionados al ajuste- sólo alcanzan para bancar los vencimientos de capital e intereses de la deuda, de acá a finales de 2019. El FMI, en definitiva, ha “blindado” a los acreedores de Argentina. Pero con un déficit de la cuenta corriente con el exterior del orden de los 2000/2500 millones de dólares por mes, Argentina necesita otros 30.000 millones más allá de los fondos del FMI. La apuesta a obtener la calificación de “mercado emergente” apunta a conseguir esos fondos a través de la reanudación de la bicicleta financiera (ingreso de fondos de corto plazo del exterior). Pero en el marco de la crisis internacional, y de la precariedad del programa de rescate oficial (sujeto a un ajuste brutal contra las masas) ese financiamiento no está asegurado. En las últimas horas ha circulado otra evidencia inquietante: si, como consecuencia de todo este cuadro, los fondos que salen de las Lebacs no logran reconvertirse en nueva deuda del Tesoro, esos recursos pueden terminar echando más nafta al fuego de la corrida cambiaria.
Los comentarios de los operadores financieros –“desconfianza”, “dudas políticas”, “prevenciones sobre la gobernabilidad”-dan cuenta de las reservas del ´mundo financiero´ sobre la capacidad del macrismo de llevar adelante el brutal ajuste comprometido ante el FMI.
La caída de Stuzenegger pone de manifiesto las profundas grietas que corroen a los ajustadores. Hay que tomar cuenta de este escenario para ir por nuestras reivindicaciones amenazadas, y oponerle, a este régimen quebrado, una salida de los trabajadores.

Marcelo Ramal

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