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miércoles, octubre 24, 2018
Elecciones legislativas en Estados Unidos: un termómetro para Trump
El martes 7 de noviembre son las elecciones de medio término en EEUU que renueva un tercio del Senado y la totalidad de Diputados. Se espera que los republicanos retengan el Senado y que la cámara baja pase a contar con mayoría Demócrata.
Contra todo lo pronosticado por la mayoría de los analistas, y aún habiendo perdido el voto popular, Donald J. Trump se alzó con la presidencia de EEUU en 2016, desplazando a Hillary Clinton, representante de la llamada ala de los halcones del establishment. En esas mismas elecciones, el partido Republicano logró la mayoría en la cámara de Senadores y la de Representantes (Diputados), dándole una aparente ventaja que se puso más y más en cuestión con los diferentes fracasos legislativos del gobierno de Trump. Este 7 de noviembre serán las elecciones de medio término en las que se espera que el partido de gobierno retenga la mayoría en el Senado, no así en Diputados, donde se ha hablado largamente de una “ola azul”, en referencia al color del partido Demócrata, que está perdiendo impulso pero mantiene su ventaja.
Hasta ahora, la presidencia del magnate ha estado marcada por el escándalo, desde el llamado RusiaGate, la causa que investiga la posible intromisión de Rusia en las elecciones de 2016 donde el mismo presidente está investigado, hasta la última gran batalla legislativa por la confirmación del juez Brett Kavanaugh como miembro de la corte suprema. El gabinete presidencial ha sufrido
grandes modificaciones, como el reemplazo del jefe de gabinete Rience Priebus por el general retirado John F. Kelly y el de Rex Tillerson por Mike Pompeo. La agenda legislativa de estos dos años no fue mucho mejor, contando como único triunfo la reforma impositiva y como gran derrota el intento de desmontar el sistema de salud conocido como ObamaCare. A pesar de todo esto, la economía creció en torno al 4% y el desempleo ronda el 4% por lo que mantener el control del Senado no parece un objetivo tan difícil.
Proyecciones para el congreso
El Senado de EEUU consta de 100 bancas, 2 por cada estado miembro de la unión, y se renueva por tercios y no más de un senador por estado, salvo alguna excepción. Actualmente el partido Republicano tiene la mayoría con 51 senadores, lo que le permitió confirmar al juez Kavanaugh, aún en medio del escándalo por las acusaciones de abuso sexual. De los 35 escaños en juego en esta elección, 26 están en poder del partido Demócrata, de los cuales el partido Republicano ganaría 1 y en otros 4 hay un empate técnico. Los restantes 9 escaños en juego, son Republicanos y según las encuestas 5 de ellos quedarían para ese partido, mientras que los otros 4 están empatados.
El partido de gobierno podría perder una banca y seguir manteniendo la mayoría ya que en caso de empate vota el vice presidente, Mike Pence, por lo que todos los analistas acuerdan en que mantendrá el control de la cámara alta.
El panorama es el opuesto en la cámara baja con la mayoría de las encuestas dando ganadores a los Demócratas por mayor o menor margen. Es que los diputados se votan en proporción a la población de cada uno de los 435 distritos en que está dividido el país y el partido de oposición sigue manteniendo una ventaja en el voto popular como se vio en 2016. Aquí la diferencia entre las consultoras radica en la cantidad de distritos que marcan como competitivos, con algunas como FiveThirtyEight asegurando que de mínima los demócratas tendrían asegurados 218 diputados, o sea, la mayoría de la cámara. Las más conservadoras hablan de 208 diputados asegurados y alrededor de 30 escaños en empate técnico.
En el sistema electoral estadounidense se elige solo un diputado por distrito, que tiene un mandato de dos años, por eso se renueva el 100% de la cámara en cada votación.
Históricamente las elecciones de medio término reciben mucho menos atención que las presidenciales pero en este caso se han convertido casi en un plebiscito a los ojos del público, donde se juega algo más que simplemente las bancas en el congreso. Un triunfo Republicano seguramente será leído por el presidente como un apoyo a su programa de gobierno.
Con el último gran escándalo alrededor de la confirmación del juez Kavannaugh, la base republicana tomó impulso y las encuestas para el senado se fueron poniendo cada vez más rojas (por el color tradicional de este partido). Aunque esto no alcance para arrasar y ganar nuevas bancas, parece más que suficiente para sostener las actuales. Solo una banca en el estado de Nevada está en cuestión y no por casualidad allí fueron Obama, en su única aparición en campaña, y su ex vice presidente Joe Biden. En Diputados, el escándalo tuvo un efecto similar sobre el movimiento de mujeres, principalmente mujeres blancas de las áreas suburbanas donde se concentra la clase media, que se espera que se vuelque masivamente a las urnas en favor de los Demócratas. Como explicábamos más arriba, la diferencia principal entre ambos fenómenos radica en que el peso que tiene el voto popular es mayor en diputados, que se eligen en proporción a la población.
Sin dudas, que la oposición recupere una cámara no es el mejor panorama para Trump, ya que desde diputados se podría ingresar un pedido de impeachment, herramienta que tomó impulso a partir de la publicación de una carta anónima en el NY
Times pero que nunca terminó de ganar apoyo suficiente en el partido Demócrata. Igualmente el peligro real es mínimo ya que es el Senado el que finalmente debe aprobar y con mayoría calificada, lo que implica que los Republicanos deberían votar para sacar a su propio presidente, algo muy parecido a darse un tiro en el pie.
Lo que sí puede ocurrir y que algunos analistas ya pronostican, es la aparición de una especie de Tea Party “de izquierda”, aunque mucho menos radical. El Tea Party es un movimiento ultraconservador que se erigió como el ala derecha del partido Republicano en 2009 y que en la cámara baja cristalizó en el Freedom Caucus. Desde la campaña electoral de 2016, donde Bernie
Sanders, senador por el estado de Vermont y precandidato presidencial por el partido Demócrata se convirtió en el candidato de la juventud, hablando abiertamente de “socialismo” (en una perspectiva social demócrata), hay un amplio movimiento a la izquierda del establishment Demócrata que dio fenómenos como el de Alexandría Ocasio
Cortez, que desbancó en las internas neoyorquinas a uno de los principales líderes del partido, con una agenda orientada a los trabajadores y el apoyo del Democratic Socialist of America (DSA). Habrá que ver cómo sigue este proceso ya que el partido Demócrata es uno de los más eficientes captadores de movimientos sociales en EEUU, algo que ya está ocurriendo con Ocasio Cortez que ha moderado marcadamente su discurso desde que ganó las internas, borrando todo rastro de pertenencia al DSA y pasando a hablar directamente en nombre del partido Demócrata.
Elecciones a gobernadores
De las 36 gobernaciones que se votan en estas elecciones, 9 están en manos de los Demócratas que mantendrían el menos 7 de ellas. Los Republicanos cuentan con 26 gobernadores y podrían perder al menos 3. En el estado de Arkansas, gobernado por un independiente, las encuestas dan ganador al candidato Republicano. Las diferentes agencias hablan de entre 3 y 11 estados con resultado abierto pero todas acuerdan en que los Demócratas avanzarán en sus posiciones. Según los pronósticos del sitio FiveThirtyEight, el partido azul terminará las elecciones gobernando 24 de los 50 estados de la unión que concentran el 60% de la población.
Sin dudas asistiremos a una reconfiguración del mapa de poder en EEUU pero no tan profunda como se adelantaba a principios de año con el inicio de las internas y mucho menor que lo que desea el establishment norteamericano.
Nicolás Daneri
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