1. Es su situación de clase explotada y el interés del patrón por mantener esta situación lo que hace que los trabajadores, al luchar por sus reivindicaciones inmediatas, vayan chocando contra los intereses de los patrones y vayan estableciendo una diferencia primero, y una oposición después, entre sus intereses de clase y los intereses de la clase dominante; su lucha ya no es simple lucha económica para mejorar sus condiciones laborales o vender su fuerza de trabajo, sino que adquiere un carácter cada vez más político. Empieza cuestionando aspectos parciales del régimen capitalista, pero luego llega a la convicción de que sus problemas no tienen solución dentro de este sistema y que hay que luchar por construir una sociedad regida por otra lógica. De esta experiencia práctica cada vez más compleja surge una toma de conciencia, una ideología propia, que ya no está inscrita en la ideología de la clase dominante.
Marx y el aprendizaje a través de la práctica
2. Recordemos que Marx planteaba que es en la práctica revolucionaria donde se enraíza el proceso de constitución de la conciencia. Y es a través de ella que “la clase en sí se transforma en clase para sí.”
3. Y Engels, reafirmaba esta idea al sostener —refiriéndose a la clase obrera norteamericana— que lo importante “no es tanto introducir en ella la teoría, como querían hacerlo algunos socialistas alemanes residentes en ese país, sino llevar a que la clase obrera se ponga en movimiento como clase, porque una vez logrado esto no tardará en encontrar el camino seguro. Lo importante primero es unir a la masa a escala nacional, no importa sobre qué plataforma sea con tal de que no se retarde la consolidación nacional de ese movimiento.”
4. Me parece sumamente interesante, en este sentido, la crítica que Marx y Engels hacen a aquellos que en su época valoraban más la posesión de la ciencia que la experiencia práctica de la gente y, como consecuencia de ello, sostenían que los puestos parlamentarios deberían estar en manos de gente que tuviese tiempo para familiarizarse con las materias a discutir, posibilidad que no tienen los trabajadores. Marx y Engels ironizando les dicen: “¡Elijan entonces a burgueses!” Y más adelante expresan: “No podemos marchar junto a aquella gente que declara a gritos que los obreros son demasiado poco instruidos como para emanciparse ellos mismos y que deben ser liberados desde arriba, por los filántropos burgueses o pequeño‑burgueses.”
5. Todo esto concuerda con la concepción de Marx de la transformación de la “clase en sí” (influida por la cultura burguesa) en “clase para sí”, es decir en una clase que promueve el surgimiento de una concepción del mundo diferente a la concepción del mundo burgués, a la conciencia de ser una clase diferente.
6. Decir que los trabajadores pueden llegar a adquirir conciencia de clase a través de su participación en la lucha de clases no quiere decir, sin embargo, que se desconozca que su conciencia espontánea está muy influida por las ideas y valores de las clases dominantes que se transmiten a través de los distintos aparatos ideológicos del Estado, jugando hoy un papel fundamental los medios de comunicación de masas monopolizados por grandes consorcios transnacionales.
7. En tiempos normales, de calma, parecería que los trabajadores no pudieran escapar a esta influencia negativa y a la manipulación de la conciencia que se hace a través de todos estos instrumentos: es como que redes invisibles los encerrasen en una trampa de la que no pudieran escapar, salvo si llega a ocurrir una tempestad.
8. Por ello, es justamente cuando se abren períodos de lucha que esta confrontación les permite descubrir que las leyes favorecen a los dueños de las fábricas y que la policía no sirve para proteger el bien común, sino los intereses de los patrones. Todo eso va permitiéndole una gradual toma de conciencia del antagonismo entre sus intereses como trabajadores y los de los dueños de las empresas. Van adquiriendo una comprensión creciente de que todo el sistema institucional favorece a estos señores.
9. Las confrontaciones de clases son “la escuela política viva”, la escuela “en la lucha y por la lucha” de la que hablaba Rosa Luxemburg. La revolucionaria alemana no niega la necesidad de que el proletariado tenga un alto grado de educación política, de conciencia de clase y de organización, pero sostiene que no puede aprender todo esto en los folletos o en los panfletos, sino en la lucha.
2 . Lenin y el aprendizaje en periodos revolucionarios
10. Y Lenin mismo, a quien se ha atribuido incorrectamente el planteamiento de la necesidad de introducir la teoría marxista en el movimiento obrero como única forma de superar el economicismo al que espontáneamente este movimiento tiende, sostenía, reafirmando lo planteado por Marx y Engels, 3146. 231. que la experiencia práctica desempeña un papel fundamental en la formación de la conciencia de clase. Según él, “el conocimiento de sí misma, por parte de la clase obrera, está vinculado en forma inseparable, no sólo a una comprensión teórica absolutamente clara o mejor dicho: no tanto teórica, como práctica de las relaciones entre todas las clases de la sociedad actual, comprensión adquirida a través de la experiencia de la vida política.” Esta formación de la conciencia se ve favorecida enormemente en los períodos revolucionarios por “la marcha de los acontecimientos”, ya que las revoluciones desenmascaran los verdaderos intereses de las diferentes clases, que en épocas pacíficas pueden engañar al pueblo con su demagogia.
11. En medio del proceso revolucionario ruso de 1917, el dirigente bolchevique hace la siguiente comparación: “[...] así como todo viraje que sobreviene en la vida de un individuo le enseña y le hace vivir y sentir muchas cosas, la revolución ofrece al pueblo todo, en poco tiempo, las más profundas y preciosas enseñanzas.”
12. Y continúa: “En tiempos revolucionarios, millones de hombres aprenden en una semana más que en un año entero de vida rutinaria y soñolienta. Pues en estos virajes bruscos de la vida de todo un pueblo entero ve con especial claridad qué fines persiguen las diferentes clases sociales, de qué fuerzas disponen, con qué medios actúan 1/.
13. Concluyendo, los sectores populares pueden despertar y ser capaces de desenmascarar los verdaderos intereses que mueven a los diferentes sectores sociales en épocas de grandes conmociones sociales y de revoluciones. En esos momentos las clases dominantes se quitan la careta y revelan sus métodos de lucha. Los pueblos se politizan y aprenden con una velocidad inimaginable 2/.
14. El golpe militar del 11 de abril del 2002 en Venezuela contra el presidente democráticamente electo: Hugo Chávez, permitió a la población ver quién era quién: se desenmascararon los mandos golpistas dentro de la Fuerza Armada; se hicieron evidentes las intenciones fascistas de muchos de los políticos opositores que se autoproclamaban demócratas. El nivel de conciencia política en los sectores populares aumentó enormemente. El pueblo aprendió en pocos días mucho más de lo que hubiera podido aprender durante años a través de lecturas.
La práctica transforma la conciencia
15. Esta experiencia de lucha no sólo contribuye a clarificar la cabeza de los trabajadores, su forma de ver el mundo, sino que los va transformando interiormente, va creando en ellos la sensación de que unidos con otros trabajadores pueden llegar a transformarse en una fuerza que puede ir obteniendo triunfos frente a los patrones, que puede ir conquistando cosas. En esta práctica de lucha van adquiriendo autoestima, van sintiéndose cada vez más capaces de conseguir sus objetivos, van transformándose cada vez más en sujetos del proceso en el que están insertos.
16. Como dice Michael Lebowitz, Marx entendió muy bien que la gente no es estática; que la lucha por satisfacer necesidades materiales puede producir nueva gente con nuevas necesidades radicales, de ahí su tesis acerca del auto/\‑desarrollo de la clase obrera a través de sus luchas. Y aunque las necesidades que pretenda resolver no vayan más allá del capital, el propio proceso de lucha cambia a las personas; las transforma en personas con una nueva concepción de sí mismas: empiezan a verse como sujetos capaces de cambiar el mundo en el que viven.
17. La propia experiencia es una dimensión irremplazable, porque sólo a través de ella se forman los sujetos de la transformación. Conformar dichos sujetos implica la autoeducación de las masas en el curso de su misma experiencia de lucha. Y esta experiencia práctica va haciendo surgir en los trabajadores cada vez más preguntas, más ansias de comprender y de saber, va creando la necesidad de adquirir conocimientos cada vez más profundos de la realidad en la que están inmersos y de las posibles soluciones a sus problemas. Por eso es tan distinto enseñar académicamente marxismo en las universidades a enseñarlo a trabajadores inmersos en la lucha. Para los primeros suele ser un conocimiento más, para los segundos, un arma de lucha.
4. Conocimiento directo y conocimiento indirecto
18. Luego de lo expuesto vemos que es necesario diferenciar —como dice el investigador argentino, Lito Marín— entre dos tipos de conocimiento, aquel al que pueden tener acceso los trabajadores y, en general, los sectores populares, como consecuencia de los enfrentamientos a que se ven sometidos. Frente a este conocimiento directo hay otro tipo de conocimiento al que no les es posible acceder directamente. Es muy difícil, por ejemplo, que los sectores populares lleguen a adquirir por sí solos una apreciación global de las condiciones de la lucha de clases en su país y a nivel mundial.
19. Muchas veces las organizaciones marxistas han tendido a valorar excesivamente el conocimiento que proviene de la actividad científica, subvalorando la experiencia directa de la práctica social. Se tiende a desconocer el saber que pueden adquirir de esta manera los sectores dominados. “Se le quita importancia a la experiencia directa en la construcción de conocimiento, especialmente si se trata de la experiencia social de hombres y mujeres comunes.” Y esto acaba, como señala Carlos Ruiz, dejando el análisis de la realidad en manos de intelectuales.
20. Pero también es cierto que se ha caído en el otro extremo de valorar en exceso la experiencia que proviene de la actividad científica desdeñándose la necesidad de tener un conocimiento de los acontecimientos históricos y sus enseñanzas, así como un conocimiento más global, tanto de la situación nacional como internacional, desde una perspectiva crítica.
21. Es necesario rechazar las dos tesis extremas: la organización política dueña de la verdad y el basismo. La primera concibe a la instancia política como la única capaz de conocer la verdad: el partido es la conciencia, la sabiduría, y los otros son sectores atrasados. La tesis opuesta es el basismo. Este valora en exceso las potencialidades de los movimientos sociales. Piensa que esos movimientos son autosuficientes. Rechaza indiscriminadamente la intervención de cualquier instancia política y con ello contribuye, muchas veces, a echar agua al molino de la división del movimiento popular.
22. Por esta razón, se requiere de una instancia política capaz de desempeñar un rol educativo del pueblo. Esta no puede limitarse a proporcionar conocimientos que permitan combatir la cultura heredada, sino que también deben orientar la lucha de masas para que contribuya a elevar la conciencia de clase del pueblo.
23. Para llevar adelante el proceso de transformación social profunda se necesita, por lo tanto, una instancia política que promueva un proceso colectivo de construcción de conocimiento, que integre tanto la experiencia directa como el examen de la realidad global a partir de la teoría. Una tarea así sólo la puede orquestar una organización política concebida como un auténtico “intelectual colectivo”.
Marta Harnecker
1/ Lenin, Enseñanzas de la revolución, (jul-sep.1917), Obras Escogidas en tres tomos, t.2, p.21; O.C. t.26, p.309.
2/ Durante la revolución, millones y millones de hombres aprenden en una semana más que en un año de vida rutinaria y soñolienta. Pues en estos virajes bruscos de la vida de todo un pueblo se ve con especial claridad qué fines persiguen las diferentes clases del pueblo, qué fuerza poseen, y qué métodos utilizan. ( Vladimir Lenin, Las enseñanzas de la revolución, en Obras Completas, Ed. Cartago, Buenos Aires, 1970, t.26, p.309.)
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