domingo, octubre 28, 2018

Georgi Dimitrov, el último estalinista en caer



Dentro de la “debacle” general del prestigio de antaño de los líderes comunistas que ligaron su destino al del estalinismo, quizás el último en descomponerse fue Georgi Dimitrov Mijáilov (Kovachevtsi, 1882 – Moscú, 1949).
Actualmente nadie parece recordar que su centenario (1982) dio lugar al último gran encuentro entre los más importantes partidos comunistas que no habían roto con Moscú e incluso dio pie a una esforzada producción búlgara con ocasión de las celebraciones del centenario de su nacimiento, “La advertencia”, para la que fue escogido nuestro Juan Antonio Bardem que no decepcionó a las autoridades búlgaras del momento, pero sí al público y a la crítica. De hecho la película pasó con más penas que gloria y su distribución no fue más allá de un pase televisivo nocturno por TV2. Lejos quedaban títulos como Calle Mayor su obra maestra o Siete días de enero, cuyo interés temático está fuera de toda duda. 4/
Los partidos comunistas convocantes hablaron de una nueva unidad de acción de los partidos comunistas del mundo ante el peligro de guerra, tomando como referencia algunas de las ideas básicas del que había sido líder de la Internacional Comunista en el tiempo de la línea del Frente Popular y ulteriormente, el primer jefe de gobierno de la República Popular Búlgara. Entre los asistentes se han contado el secretario general del Partido Comunista portugués, Alvaro Cunhal; y representantes de los partidos comunistas de Francia e Italia, URSS, del Tercer Mundo, el Pacto de Varsovia y Yugoslavia, entre otros. Una línea de propuestas que no tuvieron consecuencia visible, de manera que lo que concebían como una nueva tentativa de comienzo se convirtió en un epitafio con la crisis polaca, la caída del Muro de Berlín y la descomposición generalizada que le siguió.
Al hilo de este último encuentro, recordemos que Dimitrov se hizo famoso en todo el mundo en el juicio de Leipzig, en 1933, que le implicó en el incendio del Reichstag en Berlín, perpetrado en realidad por los propios nazis que acababa de acceder al poder en medio de una auténtica “guerra fría” entre socialistas y comunistas. El III Reich trató de matar dos pájaros de un mismo tiro. De un lado demoler el mayor símbolo de la República de Weimar y de otro, librarse de sus enemigos políticos y demostrar que los incendiarios habían sido los comunistas. De carácter enérgico y de notables dotes oratorias tal como se manifiesta claramente en la película, Dimitrov transformó el papel de acusado en el de acusador con una brillante autodefensa y se convirtió en un símbolo vivo -salió absuelto del antifascismo triunfante. No hay que decir que los discursos y despachos de Prensa oficiales dedicados a Dimitrov trazaron paralelismos entre los años que precedieron a la segunda guerra mundial y la actualidad y atacan de paso a EEUU y a la OTAN. Por citar un ejemplo, el secretario del Comité Central del PCUS, Boris Ponomariov defendió en este foro la cooperación de los comunistas con otras fuerzas recordando el papel de Dimitrov en la creación del “frente popular”, y ha criticó a los partidos eurocomunistas que entonces iniciaban su crisis interna..
Por entonces nadie dudaba que el referente de Dimitrov, los unían nuevamente sobre el papel. La prensa destacó a grandes trazos su perfil biográfico: desde muy joven participó en el movimiento obrero de su país, tuvo que abandonar la escuela a los doce años debido a la pobreza de su familia. Aprendió la profesión de impresor, fue cofundador de la Federación de Sindicatos Búlgaros y miembro del Partido Socialdemócrata de Bulgaria, a cuyo Comité Central perteneció desde 1909. En 1923, Dimitrov, que había sido condenado a muerte tras el fracaso de un levantamiento revolucionario contra el régimen dictatorial búlgaro, tuvo que exiliarse. Como responsable de cuestiones balcánicas de la Internacional Comunista, Dimitrov vivió en primer lugar en Viena, donde, según los recuerdos de los que le conocieron entonces, se cambiaba constantemente de .nombre y casa. En 1929, estaba ya en Berlín dirigiendo la oficina de la Internacional Comunista para Europa occidental.
El 27 de febrero de 1933. La responsabilidad del incendio sigue siendo un tema de permanente debate e investigación, pero en su momento los nazis –luego los principales sospechosos ya que el incendió encajaba con su proyecto-, culparon a Marinus van der Lubbe, un joven comunista holandés. Este fue capturado en el lugar del incendio. Después de ser torturado, admitió haber prendido fuego al edificio, por lo que fue sentenciado a muerte y ejecutado sin que pudiera decir la suya, si bien Póstumamente, la justicia alemana revisó en tres ocasiones el proceso en contra suya hasta que en 2008 derogó en todos sus puntos la sentencia condenatoria y lo absolvió. A continuación, el incendio fue utilizado como “prueba” por los nazis para acusar a los comunistas. Detuvieron a tres comunistas búlgaros entre ellos a Dimitrov. La campaña internacional en solidaridad con su combate contra el nazismo fue gigantesca y los nazis se vieron obligados ceder. Pese a las presiones políticas, el tribunal se vio abogado a absolver a Dimitrov y demás por falta de pruebas. Y aunque la Gestapo los encarceló de nuevo, la presión internacional los obligó a soltarlo.
Una vez puesto en libertad, Dimitrov marchó a la URSS, donde fue nombrado secretario general de la Internacional Comunista. Ante el VII Congreso del Komintern, en 1935 que retoma la política del frente único obrero como inicio de una plataforma antifascista más amplia, una línea que será amoldada a las exigencia del último giro de la política exterior de Stalin que utilizará las “purgas” de la vieja guardia bolchevique con la doble finalidad de cortar de raíz cualquier oposición, así como demostrar a las a las potencias democrática que la URSS es la última interesada en la extensión de la revolución. Dimitrov asumió sin rechistar el principio de todo lo que era bueno para la URSS lo era para la revolución. Sin embargo el pacto germano-soviético entre Hitler y Stalin supuso en 1939 un golpe mortal para el Frente Popular, y perdió su papel de portavoz del Komintern. Como tal líder, Dimitrov permaneció en la URSS durante la ola de purgas estalinistas de los años treinta, que afectó de pleno a grupos dirigentes de partidos exiliados en la URSS como el alemán y el polaco, cuyos miembros fueron acusados de “luxemburguistas” No obstante, Dimitrov permaneció al margen de las purgas. Muchos de sus amigos desaparecieron o murieron en aquel entonces y Dimitrov salvó a otros del peligro, entre ellos a su mismo cuñado. En marzo de 1945, regresé a Bulgaria, donde el partido comunista, eje de la resistencia contra el régimen del rey Boris, aliado del nazismo, gozaba de popularidad.
En 1946, se convirtió en jefe de Gobierno búlgaro tras haber renunciado a su ciudadanía soviética. La Federación Balcánica, un proyecto defendido por Tito y Dimitrov, que parecía contar, en un principio, con el visto bueno de Moscú, ocasionó un grave enfrentamiento entre Stalin y Dimitrov, poco antes de que este muriera.

Pepe Gutiérrez-Álvarez

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