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lunes, octubre 29, 2018
Presupuesto y FMI: austeridad, bicicleta y muchas incógnitas
El presupuesto que obtuvo media sanción aplica un ajuste con ganadores y perdedores. El gobierno habla de “déficit cero” pero los desequilibrios alcanzan al 8 % del PBI. Los instrumentos con los cuales el gobierno intenta calmar al dólar prometen ser tan explosivos como los que desembocaron en la crisis.
En la madrugada del jueves el gobierno logró la media sanción del proyecto de presupuesto con 138 votos a favor, de los cuales 27 fueron aportados por diputados alineados con gobernadores peronistas. Macri envió así la señal de “gobernabilidad” para aplicar el ajuste. A la colaboración dentro del palacio de sectores peronistas, le sumó la colaboración callejera. La CGT ya hace rato que mostró su dedicada colaboración para dejar pasar el ajuste. El moyanismo se borró olímpicamente como el 18D de 2017, y el kirchnerismo sindical hizo una movilización testimonial donde faltaba que las banderas caminaran solas. Parece que los GPS quedaron desorientados, confundiendo Luján con el KM 0. Las columnas sindicales que unos días antes participaron de una misa en la basílica, brillaron por su ausencia en el Congreso. Finalmente con un show de provocaciones, la represión y cacería policial, el oficialismo pudo lograr la media sanción en diputados.
Con la media sanción, despejó el camino para que el directorio del FMI aprobara el viernes la versión 2.0 del acuerdo con la Argentina. El primero, firmado en junio, duró menos de tres meses. El gobierno sumó así dos buenas noticias en esta semana, que lo son solo para el elenco gubernamental y los acreedores de la deuda pública, que con los dólares del organismo internacional se aseguraron sus cobros para este año y el próximo. Todo el plan económico se reduce a liberar recursos para cumplir con los acreedores, con la auditoría del FMI.
Presupuesto de ajuste, pero no para todos
El presupuesto que recibió media sanción acelera el recorte de gastos por la friolera de 8 % en términos reales (de 10 pesos que se gastaron este año, dejará de gastarse casi 1 en 2019), una caída que supera todo lo que recibirá el año próximo el Ministerio de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología. La baja real del gasto podría ser mayor si la inflación no se desacelera [ 1 ]. El proyecto de presupuesto también establece aumentos de impuestos, por un monto que representa un aumento de 5 % los ingresos (en términos reales); además de las retenciones a las exportaciones ya restablecidas en septiembre, esto incluye una suspensión de la baja del impuesto al cheque, y un aumento en bienes personales.
Pero en tiempos de ajuste, algunos siguen siendo menos iguales que otros. Los pequeños, medianos y grandes dueños de propiedades agropecuarias quedaron exceptuados de bienes personales, además de recibir en varias ocasiones, durante las reuniones de la Comisión de Presupuesto y en la sesión del miércoles, elogios por su aporte “patriótico” que vienen realizando con los derechos de exportación, como si no fueran una migaja en relación a la renta formidable que se apropia el agropower.
También continúan exceptuadas del pago de impuesto a las Ganancias las mutuales y cooperativas grandes dedicadas a actividades financieras. El proyecto enviado al congreso eliminaba, en su artículo 85, las exenciones de estas entidades para dicho gravamen. Pero finalmente, el lobby del sector, que incluye algunas decenas de grandes entidades que amasan excedentes considerables por los cuales no tributan, logró mantenerlas excentas. A cambio, las cooperativas y mutuales realizarán durante cuatro años una contribución especial sobre su patrimonio (del 4 % del mismo, y del 6 % si supera los $ 100 millones).
Otra novedad de la redacción final es la creación de un fideicomiso que asegura el 30 % de las obligaciones que pudieran surgir por el “Programa Estímulo a las Inversiones en Desarrollo de Producción de Gas Natural Proveniente de Reservorios no Convencionales”. Este es un subsidio a los desembolsos de las firmas que explotan gas no convencional, establecido a través de la Resolución N° 46/2017, que les asegura un precio mínimo al millón de BTU de gas, y solventa la diferencia entre el precio de mercado y este valor. En 2018, el precio de incentivo asciende a USD 7,50 por millón de BTU. La normativa establece que el premio decrezca con el paso del tiempo: caerá a USD 7 en 2019; a USD 6,50 en 2020 y a USD 6 en 2021. Si bien Dujovne había anticipado la intención de negociar con las firmas una rebaja de estos subsidios, el presupuesto asegura que estarán los fondos para al menos una parte de los mismos. La factura podría superar los USD 1.000 millones en 2019. La principal beneficiaria es Techint, que a través de Tecpetrol lidera las inversiones para la extracción de gas no convencional en Vaca Muerta . Espera cobrar USD 350 millones este año, y USD 650 millones en 2019.
Las exenciones de ganancias para el poder judicial, los beneficios fiscales para la Iglesia, y los recortes de aportes patronales y Ganancias para las empresas establecidos por la reforma tributaria de 2017, continúan sin cambios.
Congelamiento y mazazo al salario, patas claves del plan Macri-FMI
Las novedades de la semana para la hoja de ruta definida en Washington por el staff de la entidad que preside Christine Lagarde no vinieron solo del Congreso. De acuerdo al Balance Cambiario del Banco Central (BCRA), la Cuenta Corriente del Balance de Pagos (el saldo entre los dólares que ingresan y salen por comercio exterior de bienes y servicios, y por intereses, rentas y utilidades) fue en septiembre ligeramente positiva (USD 100 millones). Esto no ocurría en ningún mes desde enero de 2016. El último año que cerró con saldo positivo fue 2012.
La raíz de este alivio para las cuentas externas no es ningún secreto: un desplome de las importaciones como resultado del salto del dólar, cuya cotización ajustó 100 % en un año, y del enfriamiento de la economía, que cayó 1,6 % en agosto, acumulando cinco meses seguidos de caída. Este desplome no es un resultado azaroso o inesperado, sino consecuencia ineludible de la combinación entre el ajuste por la vía del dólar y la restricción monetaria (con tasas de interés que hace meses están arriba de 60 %). En septiembre las importaciones cayeron 21,2 % respecto de igual mes de 2017. Las exportaciones también retroceden (-4,8 %), pero en menor proporción, y el saldo arroja un superávit comercial de 314 millones, el primer mes del año con resultado positivo.
Otro dato que podría ser tomado con una cuota de optimismo por parte del gobierno, haciendo algún esfuerzo, es que la fuga de capitales, aunque continúa fuerte, redujo su volumen: la formación neta de activos externos de acuerdo al Balance Cambiario fue de USD 1.979 millones, un 30 % menos que en agosto.
Otra cara de la licuación producida por el ajuste cambiario, que seguramente el gobierno no publicitará entre las buenas noticias aunque la celebran en el mundo empresarial, es la “competitividad” salarial alcanzada. Como ya analizamos en otra oportunidad, en el panorama de ganadores y perdedores que dejó el salto en la cotización del dólar , no hay dudas de dónde se ubican los asalariados. De acuerdo estimaciones del Observatorio del Derecho Social perteneciente a la Central de los Trabajadores Argentinos Autónoma (CTA-A), en el tercer trimestre de este año, el poder adquisitivo acumula un retroceso que va del 10,1 % (para el comercio) al 17,3 % (en el gremio de la alimentación), según los aumentos pactados por cada gremio. Entre los que más perdieron están también los empleados públicos bajo convenio SINEP (-17,2 %), transporte automotor de cargas (-15,2 %) y textiles (-15 %). Son los resultados provisionales de una pelea abierta; revertirlo exige superar la pasividad de las conducciones burocráticas de los sindicatos, partícipes necesarios y cómplices esenciales para que avance este plan económico contra los trabajadores.
El memorándum que dio a conocer el viernes el staff del FMI también incluye otra señal de la hoja de ruta para el año próximo: los funcionarios del gobierno nacional manifiestan la intención de analizar modificiaciones en el sistema previsional, que incluyen el aumento de la edad jubilatoria, y la reintroducción de esquemas de capitalización como las AFJP.
En síntesis, empujado por la corrida cambiaria y para lograr la ayuda del FMI, que la semana que viene empezará a liberar parte de los USD 13.300 millones previstos para este año (que se suman a los USD 15.000 millones ingresados en junio y en buena parte entregados a mansalva en la corrida), Macri aceleró el ritmo en tres planos: austeridad fiscal, reducción del déficit externo, y compresión de los salarios, uno de los costos que más preocupa al empresariado. Pero la estrategia diseñada para atacar la emergencia está produciendo otros desequilibrios económicos y financieros tan explosivos como los que estallaron en abril de este año.
Los bancos, ganadores del descontrol financiero
El presupuesto del “déficit cero” que tuvo media sanción esta semana incluye en realidad un déficit financiero del 3,2 % del PBI. Pero omite el déficit cuasi fiscal del BCRA generado por los pasivos remunerados con los cuales este viene tratando de domar al dólar (y también a la inflación). Este podría llegar a 5 % del PBI. Es decir que el (des)manejo de la política monetaria y el festival de endeudamiento generarán un déficit total de 8 % del PBI. Veámoslo atentamente.
A pesar de la magnitud de la devaluación, en los momentos más críticos de la corrida se puso de manifiesto que no había valor del dólar suficientemente elevado para desestimular las compras de moneda estadounidense y poner un freno a la corrida contra el peso. Para frenar su ascenso, y lograr por ahora que incluso descienda un poco, la receta aplicada bajo el paraguas del nuevo acuerdo con el FMI, fue definida por el vicepresidente del BCRA Gustavo Cañonero como “brutalmente básica”: crecimiento cero de la base monetaria hasta junio. Esto significa que la política pasa por asegurar que la suma de billetes en circulación y depósitos en los bancos se mantenga en su nivel nominal actual (lo cual con la inflación galopante significa una contracción considerable del dinero).
Para contener la cantidad de pesos en circulación, cuando asumió Guido Sandleris el 26 de septiembre, el BCRA determinó que el instrumento exclusivo serán las Letras de liquidez (Leliq). Estas son entregadas por el BCRA solo a los bancos para absorber dinero y reducir la base monetaria (a diferencia de las Lebac, no pueden ser adquiridas por nadie más que las entidades financieras). La entidad que preside Sandleris solo define la cantidad de títulos a colocar, y son los bancos los que fijan la tasa de interés, que actúa como referencia para el conjunto del sistema. El viernes las Leliq se colocaron a una tasa promedio de 71,8 %.
Estos títulos generan un jugoso negocio para los bancos, que ya con las Lebac, los futuros y otros instrumentos vienen elevando su rentabilidad al calor de la crisis (sus ganancias crecieron 263,7 % en agosto). Con las Leliq ganan por la diferencia entre la tasa que le facturan al BCRA y la que pagan por los depósitos. La tasa de las Leliq establece además una referencia (o piso) para lo que van a facturar por préstamos y redescuentos. En el cierre de la semana, la tasa de adelantos en cuenta corriente (para montos superiores a $ 10 millones) era de 79,1 %.
Si bien el de las Leliq es un negocio exclusivo para los bancos, del cual no pueden participar otros inversionistas como sí ocurría con las Lebac (que captaron numerosos fondos especulativos internacionales que sacaban provecho de las altas tasas locales y de un dólar con cotización casi planchada para hacer elevados márgenes en dólares, lo que se conoce como carry trade ), en un contexto de sequía financiera los bancos “derraman” alguna parte de su jugosa ganancia hacia los ahorristas, no por generosidad si no para poder asegurarse los fondos para adquirir Leliq. Los plazos fijos, que hace 30 días pagaban tasas inferiores a 40 %, ahora están en 50 %.
Al mismo tiempo, para atraer especuladores y mostrar “confianza” en los títulos de deuda del país, también el Tesoro aporta lo suyo, emitiendo en el mercado local títulos a corto plazo (no más de 8 meses) que pagan 60 % o más cuando son en pesos, y alrededor de 6 % cuando se emiten en dólares.
Con una inflación que ya tiene como piso 45 %, los rendimientos que ofrecen los títulos públicos (y en menor medida los depósitos) significan una ligera ganancia en términos reales. Menor quizás a la que hubo en los momentos de mayor esplendor de la bicicleta financiera durante los tiempos de Sturzenegger al frente del BCRA, pero suficiente para estimular una reedición del carry trade . Este mecanismo consiste en covertir dólares en pesos, hacer ganancias rápidas y retornar después al dólar, buscando ganar con la idea de que el dólar pueda mantenerse quieto o incluso caer por un tiempo, ayudado por la entrada de fondos del FMI y por la entrada de dólares de la exportación de trigo primero, y soja y maíz después. Un negocio tan jugoso como ruinoso para el país.
Esta bicicleta, que contribuyó a la calma provisoria de las últimas semanas, genera un cocktail explosivo en un plazo no muy largo. Similar a la “bomba de las Lebac” de la que se habló en los meses de mayo y junio. En ese momento, el stock de dichas letras, emitidas por el BCRA, crecía explosivamente; alcanzó un récord de 1,2 billones de pesos desde el mes de marzo, es decir, más que la cantidad de dinero (billetes, depósitos, etc.), que había en circulación, y más que las reservas en dólares que tenía el central. Como habían empezado a hacer en enero , pero cada vez más, los especuladores se retiraron de sus inversiones en Lebac para pasarse al dólar; fue el inicio de la corrida cambiaria que terminó con Macri en el Fondo.
Así como hubo optimistas que negaron el carácter explosivo de las Lebac hasta varias semanas después de que recrudeciera la corrida cambiara en abril, ahora encontramos a quienes nos dicen que “esta vez será diferente”. Estos tranquilizadores señalan que ahora las Leliq no serían ninguna amenaza, porque se entregan solo a los bancos.
Las proyecciones para junio de 2019 ubican el stock de Leliq en $ 1,2 billones, es decir, el mismo monto que se prevé para la cantidad de dinero en circulación. El estudio del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf) señala que esto “quiere decir que existirá otra base monetaria en las sombras como pasivo remunerado del Banco Central, y que el mismo estará en poder de los bancos comerciales”. De la mano de este crecimiento, podemos esperar nuevos aumentos de los encajes que deben retener los bancos por los depósitos que captan, que hoy están en 44 %.
Como la absorción hoy se realiza con instrumentos que volverán a lanzar un volumen creciente de pesos (con la suma de los intereses generados) dentro de unos meses, la abundancia de pesos para presionar sobre el dólar volverá a sentirse fuerte.
Si bien es cierto que los bancos no pueden protagonizar una fuga estrepitosa como la de los fondos de inversión desde los primeros meses de 2018, lo cierto es que este incremento de los títulos del BCRA en su balance puede intoxicar a todo el sistema financiero. La próxima corrida podría ser no solo cambiaria sino también bancaria. La alternativa sería un canje compulsivo por títulos de mediano/largo plazo, como ocurrió otras veces en la historia argentina.
Es la magnitud de estos desequilibrios, y no la “falta de confianza” que puedan tener los acreedores, lo que explica que a pesar del respaldo del FMI el “riesgo país” continúe en 670 puntos básicos.
Aunque con la nueva ofrenda a los mercados con el ajuste fiscal y la venia del FMI el gobierno de Macri aspira a aliviar la situación, los mercados difícilmente le darán un respiro. Los trabajadores y sectores populares, sobre los cuáles el gobierno quiere descargar los costos de la crisis para cumplir a rajatabla con la deuda, tampoco podemos hacerlo. El 14 de noviembre es la fecha proyectada para que el Presupuesto sea tratado en Senadores. Tenemos que organizarnos en cada lugar de trabajo y de estudio con asambleas para imponerles a las conducciones sindicales que convoquen para impedir la aprobación de este plan de guerra contra los trabajadores y el pueblo.
Esteban Mercatante
La Izquierda diario
Nota:
[ 1 ] Esta baja del gasto profundiza lo que ya viene aplicando el gobierno de Macri. Desde 2016 hasta 2019, el gasto público primario redujo su peso como proporción de la economía nacional (Producto Bruto Interno, PBI) en 4 puntos porcentuales, pasando de 24 % del PBI a 20 %. Estos recortes relativizan la noción de que lo que caracterizó la política económica de Macri venía siendo el “gradualismo” hasta que cayó en el Fondo. Las dificultades para avanzar más allá de lo tolerado por la “opinión pública” en cuestiones como las tarifas impusieron un ritmo más paulatino que el reclamado por los “mercados” para reducir el déficit; y esto también se manifestó en diciembre pasado cuando el “reformismo permanente” que lanzó el gobierno después de triunfar en las elecciones de medio término quedó sepultado después de la movilización y los enfrentamientos en medio de la que se aprobaron las modificaciones a la movilidad previsional. Pero esta es solo una parte de la historia, la otra es el “shock” de beneficios generados para el capital y sus “dueños” por la vía impositiva: baja de retenciones en los primeros días de gobierno, bienes personales (en la ley de blanqueo), contribuciones patronales a la seguridad social y ganancias, y otros gravámenes en la reforma impositiva de 2017. Todo esto significó una disminución de los ingresos del fisco de 2 puntos del PBI, lo cual contribuyó a mantener el rojo que el año próximo Macri busca eliminar aceleradamente.
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