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domingo, agosto 09, 2020
Jean Jaurés, al socialismo por la libertad
Entre los grandes nombres de la socialdemocracia clásica, la de antes del 4 de agosto de 1914, brilla con una potencia especial, el de Jean Jaurés, una reformista revolucionario que fue asesinado por su pacifismo consecuente. Su legado, tantas veces traicionado, sigue teniendo la fuerza de la originalidad y una coherencia que muy pocos consiguieron. A finales de julio de 1914, en víspera de la I Guerra Mundial, moría asesinado.
La importancia de este crimen fue sobresaliente ya que Jaurés era una pieza clave para la oposición a una guerra -que diez años antes había descrito como una lucha «entre naciones (que) toma proporciones de una Iucha entre continentes. La potencia del capital remueve las más pesadas masas del planeta; y de todo el espesor del globo; el fuego interno del capital remueve los continentes y los hace devorar entre sí». Al día siguiente de que su asesino -un tal Villain, ultraderechista monárquico refugiado en Mallorca, y ejecutado en 1936 por los milicianos- acabará con él, sus discípulos con León Blum a la cabeza, olvidaron de la noche a la mañana su internacionalismo y su pacifismo, y se aprestaron a servir a la patria, a animar una guerra tan cruel como sucia en aras de Ia burguesía y del imperialismo.
Por nacimiento, Jaurés era de origen pequeño burgués. Había nacido en Castre, en el Languedoc. Una tierra fértil en tradiciones heréticas. Niño prodigio. Su padre le imagina una brillante carrera de cartero. Gracias a un benefactor con más vuelos logra estudiar. Los resultados se notaron enseguida cuando le preguntan por Kant v desarrolla una respuesta que se prolonga durante tres días. En 1881, con 22 años es ya profesor y llega a ejercer en la Universidad de Toulouse, Diputado republicano. Se siente conmovido por las huelgas obreras y por la podredumbre mostrada por su partido.
En el Parlamento trata de establecer una línea de acuerdo con los socialistas que se encontraban entonces divididos entre doctrinarios y posibilistas: bajo la influencia de Lucien Herr camina hacia un socialismo independiente. En 1893, Jaurés fue elegido por los trabajadores de su región, convirtiéndose desde entonces en su defensor intransigente: muestra de ello la tenemos en el momento en que al asumir una denuncia total en 1894.contra el presidente de la República. Casimir Perier, afirma: “Prefiero para nuestro país las casas de lenocinio en las que agoniza la vieja monarquía del antiguo régimen que las casas turbias. De banca y de reserva. en las que agoniza el honor de la República». Interpelado por estar «comparando la casa del presidente de la República con una casa de lenocinio», Jaurés replica: «No señor. No la comparo. La pongo muy por debajo». Al poco tiempo Perier presenta la dimisión.
Su línea de pensamiento no se identifica ni con eI marxismo estrecho y sectario de Guesde, ni con socialismo pre-marxista. Aunque «no marxista», Jaurés se cree «discípulo de Marx», En sus tesis. Los orígenes del socialismo alemán (Laia, Barcelona, 1973) escribe: «Yo no busco el socialismo alemán en el materialismo de la extrema izquierda hegeliana, sino en esos idealistas que se llaman Lutero, Kant, Fichte y Hegel. Quiero no sólo alcanzar las verdaderas y profundas fuentes del socialismo alemán sino también descubrir la futura evolución de ese socialismo. En efecto, aún cuando hoy el socialismo alemán combate tras las apariencias materialistas, tras el escudo del materialismo, esto es un aspecto no de la paz futura sino solamente de la paz presente. Los socialistas .afirman y se creen materialistas para facilitar su demostración a fin de que esta tierra, aunque no ya libre de los fantasmas de la superstición, aparezca con luz cruda y áspera, erizado en duras miserias: pero en los repliegues profundos del socialismo subsiste el hálito alemán del idealismo».
La unidad socialista, casi conseguida a principio de siglo al calor de las luchas obreras y del debate parlamentario se verá sacudida por el llamado «affaire Dreyfus», en el que un militar por ser judío es acusado por la extrema derecha de ser un espía al servicio de la potencia alemana.
Los guesdistas distinguen la cuestión como «una guerra civil entre burgueses», mientras que la derecha liberal considera que se trata de «un asunto peligroso». Dudoso en un principio es convencido por la resuelta posición del novelista Emile Zola que escribe según Jaurés, la carta «más revolucionaria del siglo». En ella se decía: «Acuso al teniente coronel Du Paty de Clan de haber sido el autor diabólico de este error judicial» en contra de Dreyfus. Arremete contra todo el Estado mayor del ejército, y sigue acusando al «Consejo de guerra de haber violado el Derecho al condenar a un acusado sobre la base de un documento que se mantiene secreto». Cuando en la Cámara, la derecha habla de «desastre”; Jaurés. «la golondrina roja”, clama: «!El desastre estaba en los generales de la corte, protegidos por el Imperio, y está en los generales de los viveros jesuitas, protegidos por la República¡». «¿Saben Uds. que es lo peor que puede ocurrirnos actualmente? Desde que este asunto ha empezado. Lo peor son las medias medidas, las reticencias los equívocos las mentiras, las cobardías». En una carta abierta a los soldados, les dice: «Si no queremos perecer tenemos que revolucionar hoy las alturas del ejército por medio de la ley republicana… Soldados del pueblo de Francia: insensatos y criminales son aquellos que cuentan con vosotros para confiscar la República, para doblegar al socialismo bajo la dictadura o para ahogar con sangre nuestro gran sueño de justicia».
Temeroso de un golpe reaccionario. Jaurés llega a .aceptar que su «amigo» Millerand -que como todos sus amigos posibilistas terminarán rompiendo con él- forme parte de un gobierno burgués, el de Waldeck Rousseau, Su posición es contradictoria. Por un lado escribe: «El socialismo no puede aceptar una parcela del poder. Debe de esperar conquistarlo por entero… un partido que se propone la reforma total de la sociedad. La sustitución de un principio de propiedad por otro principio no puede aceptar más que el juego integro. Si sólo tiene una parte, no tiene nada, porque esta influencia parcial queda neutralizada por los principios dominantes de la sociedad actual… El ideal nuevo no se realiza, sino que se compromete- y entonces, si hay una crisis capitalista. el socialismo no saldrá de ella», y por otro acepta un «ministerialismo» puntual que se mostrará totalmente negativo cuando Millerand manda contra los obreros a la policía.
La brevedad de este espacio no nos permite extendernos sobre la vertiente de Jaurés como historiador, como el primer autor que investiga los Orígenes y el desarrollo de la Gran Revolución Francesa a través deI prisma socialista. Su pasión por la izquierda de los jacobinos, por Babeuf y los igualitarios, es total. De está gran experiencia saca Jaurés no poco de los elementos estratégicos que propone en el que la unión entre el socialismo y el republicanismo radical pequeño-burgués es la clave.
Su esquema político lo podíamos establecer como sigue:
a) la .sociedad está dividida entre poseedores y desposeídos;
b) los interesados adquieren conciencia a comprender el antagonismo entre dos mundos, dos sociedades;
c) la convicción por parte del proletariado de que tiene que emanciparse por sí mismo.
La conciencia adquiere para él un carácter determinante. Jaurés confía en que gradualmente el proletariado pueda ir armándose aprovechando todo lo que como antisociedad burguesa puede avanzar.
Su radicalismo democrático se manifiesta plenamente en su brilIante obra sobre El nuevo ejército. Su idea básica es que hay que rescatar al ejército de las manos de la casta militar para entregarlo a las manos de la nación en armas. Entiende que toda. la guerra que no es defensiva es criminal. Adversario del colonialismo y del chovinismo no desdeñe los valores tradicionales del país. Un poco de internacionalismo, escribe, aleja de la patria, mucho internacionalismo nos devuelve a ella”.
Habiendo comprendido que por «primera vez la guerra será universal, enfrentándose todos los continentes. y que la extensión capitalista ha ampliado el campo de batalla, ¡ahora los capiteles se disputan todo el planeta y todo el planeta será enrojecido con la sangre..de los hombres!». Se esfuerza por todos sus medios para persuadir al gobierno francés que por el “camino de la guerra, provocará el desastre”, y llama organizar «el Sol de la unidad socialista» contra la guerra. Este empeño le hace ser odiado mortalmente por los patrioteros, y se convierte en el blanco sugerido con toda claridad por una prensa que pide su cabeza. Pero, Jaurés sabe que la contrarrevolución es también la calumnia y el fanatismo, y espera sobre todo de la internacional. Esta conoce la quiebra el 4 de agosto de 1914: Gran orador. Brillante escritor, convencido reformista revolucionario, Jaurés ha sido considerado como la cabeza más noble de la socialdemocracia clásica, de un socialismo que «sembró dragones y cosechó puIgas”.
Que el reformismo lo sitúe entre sus héroes suene un poco a blasfemia. Había un profundo sentimiento de liberación social en un hombre que escribió páginas como la siguiente: «Una noche de invierno me sentí sobrecogido por una especie de asombro social, los millares de hombres que paseaban sin conocerse, eran una masa inerme de fantasmas solitarios me parecía des ligada de toda relación entre si. y con una especie de terror impersonal me preguntaba por qué todos aquellos seres se conformaban con el desigual reparto de bienes y de los males, y por qué no se disolvía la enorme estructura social. No les vela cadenas ni en las manos ni en los pies. y me preguntaba: ¿Por qué prodigio esos individuos cargados de penas y desprovistos de todo aguantan la situación…? La cadena estaba en el corazón, el pensamiento se encontraba atado, la vida habla impuesto sus formas en los espíritus; la costumbre las habla fijado. El sistema social había formado a todos estos hombres, estaba en ellos; en cierto modo se había convertido en su propia sustancia; no se rebelaban contra la realidad porque se confundían con ella. Ese hombre que pasaba temblando de frío. sin duda habría considerado menos insensato y difícil ponerse a re coger con ambas manos todas las piedras de Paris para construirse una casa que acabar con el sistema social, enorme, aplastante y protector, en el que, en algún rincón, tenla su techo cubriendo sus hábitos y sus miserias» (cita entresacada de Jaurés, biografía escrita por Michelle Auclair, especialista también en García Lorca y publicada en la valiosa colección Gandesa de Grijalbo).
Las obras de Jaurés publicadas aquí son (que yo sepa), las siguientes: Historia socialista de la Revolución francesa (Grijalbo-Crltica), Siete ensayos socialistas (Zero, Madrid), y la ya citada Los orígenes del socialismo alemán (Laia, Barcelona). En francés, su Obra Completa ha ido apareciendo en la prestigiosa Editorial Fayard, se han publicado además numerosas biografías (casi estuvieron de moda en la época de Miterrand), y hasta hubo una miniserie que no nos ha llegado: Jean Jaurès: vie et mort d’un socialiste (ORTF, 1980) en la que Jaurés fue interpretado por Bernard Fresson. No me consta que desde aquel entonces, que yo sepa, se haya publicado aquí ninguna obra de o sobre Jaurés.
Estas cosas dejaron de hacerse…desde que Felipe González ganó las elecciones por mayoría absoluta (para ruina de toda la izquierda).
Carmaux es una localidad del sur de Francia, de apenas 10.000 habitantes. Una ciudad bonita que, sin embargo, pertenece a la Historia política del país vecino: Carmaux es el lugar donde, en 1892, el pueblo se levantó contra el Estado y venció. Es el lugar donde Jean Jaurès se hizo portavoz de la lucha de clases. Figura internacional del socialismo y fundador del diario L’Humanité, Jaurès fue asesinado el 31 de julio de 1914 por un extremista. El día después, Francia declaraba la movilización general y entraba en guerra contra Alemania.
Jean Jaurès nació el 3 de septiembre de 1859 en Castres, en el seno de una familia burguesa, aunque no muy rica. Su padre, Jules, fracasó en los negocios y se hizo agricultor en un terreno de seis hectáreas, donde Jean creció hasta los 17 años. «Me levanto a las siete de la mañana, respiro el aire fresco y paseo por nuestras tierras. A las nueve, me instalo en la mesa de la terraza y hablo con papá y mamá», recordó Jaurès en verano de 1880, cuando ya era estudiante en París. Profesor de filosofía en un instituto cerca de Toulouse, era docente en la Universidad de esta ciudad en 1883. Pero Jaurès, que asistió a la caída del Imperio napoleónico en 1870, vio en la joven Tercera República la vía para cumplir el sueño de la Revolución: libertad, igualdad, fraternidad.
En la Francia de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, había más de 1.000 huelgas al año
Tenía 26 años cuando fue elegido diputado en 1885. Era el más joven de toda la Asamblea Nacional. Sus colegas del Radicalismo (ancestros franceses de los socialistas) y los conservadores criticaron a este «hombre bajito, con el pelo y la barba amarillos, fumando, pensativo».
En la Francia de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, el paro alcanzaba 10% y los obreros (cuatro millones de personas) empezaban a organizarse. Había una media de 1.000 huelgas al año entre 1899 y 1913. Pero todo arrancó en el 15 de mayo de 1892 cuando los dueños de la Compañía Minera de Carmaux despidieron a Jean-Baptiste Calvignac. Razón: ausencias repetitivas. Algo normal porque además de minero, Calvignac era el alcalde de Carmaux. Se convocó la huelga general y el Estado mandó el ejército. Jaurès se alzó en defensa de los mineros.
Pepe Gutiérrez-Álvarez
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