domingo, agosto 02, 2020

Pierre Broué: la guerra, la revolución (y la contrarrevolución) española



Para más de una generación militante, el enfoque histórico primordial sobre lo que fue la República, la guerra y la revolución española, está estrechamente ligado al nombre de Pierre Broué, inicialmente asociado con el de Emile Témine, concretamente con la traducción al castellano de la reputada ediciones “de Minuit” de “La revolución y la guerra de España” editada en México por Fondo de Cultura Económica en 1962, que tuvo una amplia difusión por América Latina Su mismo título fue ya de por sí lo bastante emblemático ya que todavía hay quien asocia la defensa de la existencia de un proceso revolucionario obrero-campesino en la República, y durante la guerra, en la zona republicana, a la guerra de propaganda según la cual el golpe militar fue ante todo una contrarrevolución preventiva, que lo fue. Obviamente, la referencia a una “revolución comunista” es un embuste mayor que una catedral.
Entre otras cosas, el libro no se limitaba a las grandes personalidades sino que partía de la centralidad de un movimiento obrero que en los años sesenta-setenta cobraba cada vez mayor importancia. Igualmente nos reconstruía la potencia y las discusiones de sus franjas más avanzadas, o sea de la CNT-FAI, de la izquierda del PSOE y del POUM, siglas que a su vez se relacionaban con lo que podíamos llamar la “cuestión trotskista”. Esta a su vez nos llevaba a capítulos como el del asesinato de Andreu Nin, a la crítica radical del estalinismo. Por entonces, alguna gente comenzaba a ver como la negación y no como la continuidad de lo que había sido la revolución de Octubre, acontecimiento -aseguraba Nin- cuyo grado madurez y organización había sido superado por el de los obreros y campesinos españoles, encuadrados en sus sindicatos que a los pocos días hacían funcionar la vida social y económica con regularidad facilitando de esta manera la creación de las milicias. Había sido este movimiento obrero el que había dado vida a todas las movilizaciones por los avances sociales durante la República, el mismo que había contrarestado el Alzamiento militar-fascista… En su momento, esta obra convulsionó a las nuevas generaciones que desde la clandestinidad comenzaban a a debatir sobre el por qué perdimos una guerra (que se debió ganar).
En la introducción, los autores recuerdan que en 1936 tenían diez años, y que ambos se encontraron en el Liceo Condorcet, atraídos por la misma historia en la que “uno veía el prefacio olvidado, deformado, de la segunda Guerra Mundial, y el otro una revolución obrera y campesina desfigurada, traicionada y estrangulada”. Solamente les unía la voluntad de hacer una trabajo de campo, lo que hicieron como un obra en la que Pierre se ocupó de “la revolución propiamente dicha”, y Émile “de sus aspectos internacionales, así como del nacimiento del Estado nacional-sindicalista” (p. 16). Broué cita a Jean Jaurès, quien mientras ejercía de historiador “se habría sentado de buen grado al lado de Robespierre”. Como hará Trotsky en su Historia de la revolución rusa que tanto marcó la vida de Broué, éste afirma que el “historiador perfectamente objetivo no ha nacido todavía y el que cree serlo se miente a sí mismo, como miente a los demás”, esto no excluye obviamente considerar toas las “precauciones de que se rodean la investigación y la crítica científica”. Pero, resulta evidente que la “elección misma del tema revela nuestra tendencia más profunda”, una tendencia que en Pierre se mantendrá a lo largo de los años. En cuanto al lado de quien se habría sentado al lado de Trotsky, pero dado que éste se encontraba bastante lejos (y escasamente informado), parece claro que, a pesar de todo, lo habría hecho al lado de Nin, aunque habrían discutido lo suyo, y el historiador habría tenido una percepción más precisa de lo que era posible y de lo que no lo era.
A partir de esta primera obra, el nombre de Broué pasó a ser un referente intelectual de primer orden en el nuevo “trotskismo” emergente al lado de autores como Ernest Mandel publicados en Nova Terra en especial La respuesta al desafío norteamericano, y del ya citado Isaac Deutscher, y que tendría en el seno del Frente de Liberación Popular, un eco creciente que se plasmaría después del mayo del 68 en la LCR, pero también en la reproducción de un divisionismo que permanece todavía. Esta emergencia tendrá una fase de ascenso a lo largo de los años setenta, década en la que se editará el grueso de la obra de Broué en editoriales españolas.
Al calor de este primer libro también nos llegó un ensayo (de 72 pgs) escrito especialmente para Jorge Álvarez Editor, (Buenos Aires, 1967) sobre Trotsky y la revolución española firmado solamente por Pierre Broué, y en el que se daba la palabra al creador del Ejército Rojo para dictaminar que Nin liza y llanamente renunció “ a ser, a cada instante, el fiel interprete de las necesidades históricas de las masas obreras y campesinas pobres, su dirección revolucionaria. Tal es, en esencia, el mensaje de Trotsky sobre España”, sin mayor consideración a los factores objetivos, de manera que la principal responsabilidad histórica de la derrota recae sobre Nin y el POUM a los que, ciertamente, se les reconoce unos valores, así afirma: “Nin es un revolucionario integro”.
Mientras que en la obra conjunta, el trotskismo aparece como un factor menor que ayuda a aclarar la configuración ideológica poumista y se le cita en alguna ocasión, en este folleto era el esquema teórico de Trotsky se erige en auténtico paradigma del periodo. Los escritos de Trotsky sirven como medida para analizar las grandes cuestiones, de tal manera que a la “revelación” del hecho revolucionario se añadían severas críticas a sus componentes, al caballerismo por aceptar en la teoría hasta la hipótesis de una IV Internacional (planteada por el sector “caballerista” liderado por Luis Araquistain), sin evaluar que esto sucedía antes de la derrota de 1934 y del nuevo giro del Komintern. La revolución española aparecía así como más avanzada que la rusa por abajo, sin embargo, careció de una dirección revolucionaria que hubiera convertido habría podido ganar la guerra llevando la revolución hasta la base social del ejército franquista…Stalin era el primer y gran responsable de la derrota, y los demás carecieron de capacidad de ofrecer una alternativa. El único que la apuntó fue el POUM, pero éste se equivocó en su actuación. El opúsculo también dedica una gran atención al grupo trotskista al que le atribuye un protagonismo más bien desorbitado con ocasión de las jornadas de mayo de 1937 en Barcelona junto con el grupo anarquista de “Los amigos de Durruti” opuestos al “circunstancialismo” y al circunstancialismo-ministerialismo de Montseny-García Oliver-Peiró.
En resumen: la realidad histórica resultaba básicamente coincidente con los criterios aportados por Trotsky, incluyendo la idea de crear un partido revolucionario en oposición al POUM. La historia se ha encargado de demostrar una y otra vez que semejante tarea requiere un cúmulo de condiciones bastante excepcionales. Que no surgían mecánicamente por la puesta en práctica de un “programa correcto”, ni pasaba por encima de fracciones que habían hecho una labor fundamental por más que se pudieran haber equivocado en cuestiones importantes…
Luego, con el tiempo, no pocos nietos de Trotsky hemos asumido al menos tres consideraciones básicas: Primero, que Trotsky demostraba muy poco conocimiento de las realidades concretas de la situación española, por ejemplo, solo menciona muy de pasada la historia de la Alianza Obrera y de la crisis de Octubre de 1934, inexcusables para comprender la evolución de Maurín y del BOC como para apreciar la actuación del POUM en el bloque electoral de febrero de 1936…Segundo, que como la historia se encargaría de demostrar una y otra vez, un programa revolucionario por más correcto que pueda ser (y no lo puede ser al margen de los acontecimientos, 1917 era también en esto un ejemplo), este por sí mismo no es suficiente para remontar una situación adversa…Y tercero, no se puede considerar al POUM un partido honrado y a Nin un “revolucionario integral, y tratarlos de “traidores”, una cosa es hablar de errores que los hubieron, y otra de traición.
Por otro lado, sí bien el potencial revolucionario y organizativo de la clase trabajadora española podía ser superior a la de la clase obrera rusa, las circunstancias no eran precisamente más propicias. No solamente porque la contrarrevolución estaba mucho más pertrechada, o por el peso de la situación internacional, sino muy especialmente, porque el país y el partido que hasta el día antes habían representado la revolución, ahora emergían como sus principales adversarios.
Yo me he referido en otro trabajo aparecido en Kaos al carácter desenfocado de las divergencias entre Trotsky y sus más firmes partidarios de un lado, y del POUM por otro (y del que se pueden encontrar huellas en la última nota sobre Katia Landau), y como, finalmente, el estudio y el debate nos ha permitido situarnos en otra perspectiva, mucho más próxima a las exigencias de la realidad y del análisis concreto que a los grandes análisis escritos desde la distancia.
Esta visión estrecha sería luego ampliada por las aportaciones realizadas por otros militantes de la Cuarta Internacional de los años treinta, concretamente por el norteamericano Félix Morrow, con Revolución y contrarrevolución en España; el polaco-francés Borten conocido como M. Casanovas, con el muy explícito titulo de La guerra de España. El Frente Popular abrió las puertas a Franco, también se editaba Jalones de derrotas, promesas de victoria, de Manuel Fernández Grandizo, alias G. Munis, quien después de haber tomado parte de los bolcheviques-leninista en las jornadas de mayo del 37, acabará encabezando una de las primeras rupturas en la IV Internacional en la segunda postguerra mundial para presentar una alternativa propia “superadora” mediante una propuesta de refundación del socialismo mediante un “nuevo Manifiesto Comunista” . Se trata de tres obras muy desiguales que sobre todo tratan de demostrar una línea política “correcta” por encima de unas condiciones que conocen muy parcialmente.
Este aspecto más doctrinario (y especialmente agresivo) del primer Pierre Broué queda patente en su papel de introductor y moderador en un encuentro sobre la guerra española celebrado en París unos meses después de los acontecimientos de mayo del 68 y en la que intervinieron especialmente el vehemente Wilebaldo Solano, el muy sardónico “Quique” Rodríguez y otros poumistas (sobre los que los lectores encontrara información en mi libro Retratos poumistas) y que aparecen en La révolution espagnole 1936-193). Se trata de un número “Especial” de la revista “Études marxistas”, nº 78, París, 1969, en la que se recogen las intervenciones, amén de un extenso “dossier” documental cuyo rasgo determinante es la actuación como jueces por parte de unos organizadores que no cuestionan en ningún momento las limitaciones y debilidades del aporte de Trotsky. En realidad se trataba de una plataforma trotskista “legitimista” liderada por Pierre Lambert, y cuyo enfoque servía por igual para extraer lecciones de la guerra y la revolución española como para ajustar las cuentas con el trotskismo “no legítimo”, en especial con la Juventudes Comunistas Revolucionarias (JCR), contra la que los organizadores echaban sapos y culebras dialécticas. Especialmente contra su carácter social juvenil, heterodoxo y en su opinión pequeño burgués (esta era la palabra clave), factor que contrastaban con la seriedad clásica y la implantación del POUM un producto de un movimiento obrero clásico que había tenido en España su última gran batalla.
El Broué historiador hizo luego su propio camino trabajando en una edición exhaustiva de los escritos de Trotsky sobre España cuya edición castellana fue editada por Fontanella (donde trabajaba un “simpa” de la Liga Comunista) y traducida por Javier Sanmartín (con revisión y notas de Fernando Barbero) en 1977 para Libros de confrontación. Las notas no dejaron satisfecho a Broué, sobre todo por las licencias “puntillosas” que se abrogó Barbero, en contraste con la satisfacción que le produjo la edición su breviario La revolución española (1931-1939), en particular por la revisión y ampliación de la cronología y de la parte documental efectuada por Pelai Pagès. Este último libro se encuentra en trance de reedición en El Viejo Topo. Quedan por editar su trabajo sobre Stalin y la revolución española, y los numerosos artículos que publicó en los Cahiers León Trotsky.
Como destacado hispanista, Broué también ha tomado parte en numerosos encuentros y coloquios como el celebrado en 1983 sobre La 2ª República por la Universidad de Barcelona, con un trabajo (De la República a la guerra civil: ¿factores estructurales?), que es que sirve de pórtico de su edición. Su presencia fue obvia en las jornadas que la Fundación Andrés Nin organizo en el Ateneo de Madrid a principios de 1989 que, entre otras muchas cosas, sirvió para la presentación de su biografía de Trotsky; también en las jornadas que entre el 12 y el 15 de noviembre de 1989 tuvieron lugar en la Universidad de Zaragoza organizadas entre la propia Universidad (con la presencia de Julián Casanovas y Carlos Forcadell) y la Asociación Mayo del 68, en la que intervino junto con Wilebaldo Solano y un servidor que sustituyó a Pelai Pagés.
En estos momentos se encuentra en vía de edición Los comunistas contra Stalin en SEPHA, con el concurso y la ayuda de la Fundación Andreu Nin.
El texto que anexamos es el capítulo de su biografía de Trotsky traducido del francés. Esta obra de más de mil página es la aproximación más completa que existe sobre el personaje. Se podía esperar una mayor audacia del Broué liberado, pero sus trazos generales son los del compromiso cuando en realidad el historiador ya se había separado del militante “ortodoxo” y mantenía una posición mucho más abierta, crítica con el POUM pero desde una óptica muy semejante a la que pudo representar la corriente de “Pep” Rebull. O sea, representaba una crítica constructiva, desde dentro. Puedo decir esto porque todavía guardo una grabación del acto de la presentación del libro en Barcelona. Esta actitud también se puede apreciar en su monumental biografía sobre Trotsky publicada en Fayard, y de cuyo capítulo sobre la guerra española la que se publicó una traducción en la Web de VIENTO SUR.

Pepe Gutiérrez-Álvarez

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